La narrativa española desde la posguerra hasta finales de los 60.

Antes de comenzar a desarrollar el tema, sería conveniente realizar una pequeña introducción histórica. España vivó el régimen franquista desde 1939 hasta 1975. Denominamos franquismo al régimen dictatorial impuesto por el general Franco tras la guerra civil.
La década de los cuarenta estuvo marcada por una profunda crisis mientras que la de los cincuenta se inicia con un crecimiento económico y una apertura hacia el exterior.
Debido a estas circunstancias sociales y políticas, la narrativa de posguerra estuvo marcada por el pesimismo y el afán de denuncia. El aislamiento político y económico de la España franquista provocó una especie de autarquía cultural, agudizada por una férrea censura política y religiosa.
Como consecuencia de la defensa de la causa republicana, muchos escritores se vieron obligados a exiliarse y a escribir sus obras en el extranjero. Entre estos autores podemos destacar a Ramón J. Sénder, con su Réquiem por un campesino español, y a Francisco Ayala, que escribió Muertes de perro.
En cuanto a la novela de posguerra (década de los 40), podemos destacar tres novelas muy innovadoras escritas por jóvenes desconocidos hasta entonces:
La familia de Pascual Duarte, obra de Camilo José Cela con la que se da inicio al tremendismo. Se trata de una novela singular que, aunque se sitúa en un tiempo impreciso, fue capaz de reflejar el ambiente de pesimismo existencial que vivía la España de posguerra. Narra un cúmulo de crímenes y atrocidades que parecen verosímiles por el tipo de protagonista y por el ambiente.
Su autor, Camilo José Cela, participó en la guerra en el bando de los nacionales y recibió el Premio Nobel de Literatura en 1989. Otra de sus obras más importantes es La Colmena.
Nada, de Carmen Laforet, ambientada en Barcelona y que presenta la historia de una joven que rechaza toda la sordidez de la posguerra.
La sombra del ciprés es alargada, de Miguel Delibes y meritoria del Premio Nadal, es una obra que narra el desgraciado amor de un muchacho que, abatido, busca un consuelo en la religión.
Miguel Delibes fue otro de los grandes novelistas del siglo XX. En sus obras aparecen dos temas recurrentes: la infancia y la muerte.
En la década de los cincuenta aparece una nueva tendencia, el Realismo social en la novela. Como afirmaba Juan Goytisolo, la novela cumple en España una función testimonial que en los demás países corresponde a la prensa; la literatura debía cumplir la función de informar al lector de aquello que no aparecía en los medios de comunicación.
Esta novela tiene unas características propias que la definen y que son las siguientes:
-El autor se limita a narrar lo que ocurre, sin hacer valoraciones personales. De ahí que también reciba el nombre de novela objetivista.
-Predomina el personaje colectivo.
-El mundo interior de los personajes no interesa para nada al autor.
-El argumento es una sucesión de anécdotas que ocurren a los diferentes personajes.
-Sencillez estructural y estilística. Son novelas ordenadas de manera lineal y cronológica, sin saltos en el tiempo. El lenguaje es coloquial y prima el diálogo.
-Hay una marcada intencionalidad crítica.
-El tema básico es la sociedad española contemporánea.
Dentro de esta tendencia podemos destacar tres obras de gran importancia:
La colmena, de Cela, con la que se inaugura el Realismo social de los cincuenta. Se editó en Buenos Aires ya que la censura había prohibido su publicación en España a causa de sus contenidos eróticos.
La obra está estructurada en seis capítulos y un epílogo, con más de trescientos personajes, que ofrecen una visión panorámica del vivir colectivo en dos días de invierno del Madrid de 1942. Presenta una visión pesimista, abundan los personajes mediocres, vulgares, algunos despreciables y otros conmovedores. Es una novela abierta, sin argumento ni final, como la vida real. A lo largo de la obra el autor alterna una postura objetiva con otra algo más subjetiva, que se pone de manifiesto cuando comenta irónicamente el comportamiento de algunos personajes.
El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio, galardonada con el Premio Nada en 1956. Es la obra más valorada del objetivismo, puesto que la narración se desarrolla mediante numerosos diálogos. La carga crítica se desprende del comportamiento banal de los protagonistas, reflejo del vacío y la postura acrítica de la juventud crecida en la posguerra.
Entre visillos, de Carmen Martín Gaite, obra que recoge el ambiente mediocre de una pequeña ciudad cuyas jóvenes tienen como única meta el matrimonio. Recibió el Premio Nadal en 1957.
En la década de los sesenta, se produce una renovación formal, cuya principal novedad es la creación de novelas en las que el lector debe asumir un papel activo, llevando a cabo su propia interpretación. Sus principales características son:
-Punto de vista múltiple, compartido por varios personajes: perspectivismo.
-Limitación de la importancia del argumento: lo importante no es la historia que se narra, sino cómo se narra.
-Adquiere gran protagonismo el monólogo interior.
-Estructura compleja de la novela; hay un desorden cronológico (flash-back).
-El estilo busca innovaciones.
Podemos destacar varias novelas dentro de este período:
Tiempo de silencio, de Luis Martín-Santos, obra que trata del desarraigo y la frustración de un protagonista que acaba anulado por su entorno. Ante los ricos, siente resentimiento; ante los pobres, mezcla de compasión y repugnancia. Refleja la impotencia y la indecisión del intelectual inadaptado que acabará en el fracaso. Esta novela supone el fin del realismo social y el inicio de una novela más ambiciosa formalmente.
Cinco horas con Mario, considerada la mejor obra de Miguel Delibes. En ella se muestra el diálogo interior de su protagonista, Carmen, que, mientras vela a su esposo muerto, va mostrando su disconformidad con él, un católico progresista. Se trata de una crítica irónica a las clases medias, mediante el contraste entre la España más tradicional (Carmen) y la España progresista (Mario).
La saga/fuga de J.B., de Gonzalo Torrente Ballester, novela de marcado carácter intelectual basada en el monólogo interior, donde se mezclan pasado, presente y futuro.
Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé, constituye una sarcástica crítica de la burguesía adinerada catalana.