La España del Siglo XX: Dictadura, República y Guerra Civil (1923-1939)
La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930): Orígenes y Legado
La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) fue una respuesta autoritaria a la crisis del sistema de la Restauración, con el respaldo del rey Alfonso XIII. En septiembre de 1923, el general Primo de Rivera dio un golpe de Estado, iniciando el Directorio Militar (1923-1925), durante el cual suspendió la Constitución, disolvió las Cortes y concentró todos los poderes. Se fundaron la Unión Patriótica, partido oficialista, y el Somatén, cuerpo armado. Reprimió el nacionalismo catalán y logró una victoria importante en Marruecos con el desembarco de Alhucemas en 1925, ganando popularidad entre sectores militares.
El Directorio Civil y la Institucionalización del Régimen
En el Directorio Civil (1925-1929), Primo de Rivera intentó institucionalizar el régimen mediante una Asamblea Nacional Consultiva no elegida democráticamente. Aumentó la censura y la represión de intelectuales y opositores, lo que impulsó nuevas formas de protesta como la FUE (Federación Universitaria Escolar) y la FAI (Federación Anarquista Ibérica). La Alianza Republicana unió a republicanos, socialistas y nacionalistas contra el régimen.
Política Económica y Social
En el ámbito económico, se aprovecharon los buenos años 20 para lanzar obras públicas, crear monopolios como Telefónica o Campsa, y fomentar la agricultura mediante Confederaciones Hidrográficas. Sin embargo, todo ello se sostuvo con un fuerte endeudamiento. Se fundó la Organización Corporativa Nacional, inspirada en el fascismo, para controlar las relaciones laborales, aunque tuvo poco éxito entre la clase obrera.
Declive y Caída de la Dictadura
La crisis de 1929 agravó la situación y, ante la pérdida de apoyos, Primo de Rivera dimitió en enero de 1930. Fue sustituido por Berenguer, cuyo intento de volver al orden constitucional fracasó. La oposición se articuló en el Pacto de San Sebastián (1930). Tras las elecciones municipales de abril de 1931, donde triunfaron las candidaturas republicanas, Alfonso XIII abandonó el país y se proclamó la Segunda República.
En conclusión, la dictadura, aunque logró avances en infraestructuras y en la guerra de Marruecos, no resolvió los problemas estructurales ni democratizó el sistema, y arrastró con su fracaso a la monarquía.
La Segunda República Española (1931-1936): Reformas y Tensiones
La Segunda República fue proclamada el 14 de abril de 1931, tras el triunfo de las candidaturas republicanas en las elecciones municipales del 12 de abril, lo que provocó la salida del rey Alfonso XIII. Fue consecuencia de la crisis del sistema de la Restauración, el desprestigio de la monarquía por su apoyo a la dictadura de Primo de Rivera, la agitación social y el crecimiento del republicanismo y los nacionalismos periféricos.
Proclamación y Gobierno Provisional
El Gobierno Provisional, liderado por Niceto Alcalá-Zamora, asumió el poder con el objetivo de convocar Cortes Constituyentes y poner en marcha reformas. Enfrentó desafíos como la proclamación del Estat Català y disturbios anticlericales, pero logró mantener la estabilidad inicial.
La Constitución de 1931 y el Sufragio Femenino
Las elecciones a Cortes Constituyentes de junio de 1931 dieron la victoria a una coalición republicano-socialista. El resultado fue la Constitución de 1931, aprobada el 9 de diciembre, que definía a España como una “República democrática de trabajadores”. Establecía un sistema unicameral, sufragio universal, laicismo, amplios derechos sociales e individuales y descentralización territorial. También eliminaba privilegios de la Iglesia.
Uno de los grandes hitos fue el reconocimiento del sufragio femenino, defendido por Clara Campoamor frente a la oposición de otras diputadas y de su propio partido. El 1 de octubre de 1931 se aprobó el artículo 36, permitiendo el voto femenino. Las mujeres votaron por primera vez en las elecciones generales del 19 de noviembre de 1933.
En conjunto, la Segunda República supuso un intento ambicioso de modernización política, social y democrática, destacando especialmente por su impulso a los derechos de las mujeres y las reformas laicistas.
El Bienio Reformista (1931-1933)
El Bienio Reformista (diciembre de 1931-noviembre de 1933) estuvo marcado por un gobierno republicano-socialista presidido por Niceto Alcalá-Zamora como presidente de la República y Manuel Azaña como jefe de gobierno. Durante este periodo, se llevaron a cabo importantes reformas con el fin de modernizar la estructura política, económica y social de España. Las reformas abarcaron áreas clave, pero generaron fuertes oposiciones, especialmente entre sectores conservadores, el Ejército, la Iglesia y parte de la aristocracia.
Principales Reformas del Bienio Reformista:
- Reforma Agraria: Buscaba eliminar el latifundismo y repartir tierras a campesinos sin tierras. Sin embargo, debido a la falta de financiación y la ineficacia del Instituto de Reforma Agraria, los resultados fueron limitados, lo que causó frustración entre los campesinos.
- Reforma Religiosa: Se aplicaron medidas laicistas, como la disolución de la Compañía de Jesús, la supresión del presupuesto del clero y la legalización del divorcio. Estas medidas radicalizaron a los sectores católicos y conservadores.
- Reforma Educativa: Se impulsaron proyectos como las Misiones Pedagógicas para fomentar la alfabetización y llevar cultura a las zonas rurales, aunque los recursos limitados redujeron su impacto.
- Reforma Militar: La Ley Azaña permitió el retiro voluntario de oficiales contrarios al gobierno republicano, se redujo el número de divisiones y se cerró la Academia General Militar, lo que generó malestar en el Ejército.
- Reforma Territorial: El Estatuto de Autonomía de Cataluña de 1932 reconoció la Generalidad como órgano de gobierno, un hito en el reconocimiento de las aspiraciones nacionalistas, pero fue duramente criticado por la derecha y el Ejército.
Reacciones Sociales y Políticas
Las reformas fueron acompañadas de conflictos. En agosto de 1932, el general José Sanjurjo intentó un golpe militar fallido en Sevilla, reflejando la oposición militar a las reformas. En el ámbito social, la lentitud de la reforma agraria provocó protestas y revueltas, como el incidente de Casas Viejas en enero de 1933, donde la represión militar causó una crisis política que afectó al gobierno de Azaña.
La crisis económica internacional (resultado del Crack de 1929) también contribuyó al desgaste del gobierno. Aunque España vivía una Edad de Oro cultural, con figuras destacadas como Federico García Lorca, Miguel de Unamuno, Pablo Picasso y Salvador Dalí, la polarización política y la creciente desconfianza hacia la República hicieron que las reformas no se consolidaran. En las elecciones de noviembre de 1933, las derechas ganaron, frenando las reformas y aumentando las tensiones políticas, lo que eventualmente conduciría al alzamiento militar de 1936.
El Bienio Radical-Cedista (1933-1936) y la Polarización
El periodo de 1933-1936, conocido como el Bienio Radical-Cedista, estuvo marcado por una profunda polarización política y social en España, tras los sucesos de Casas Viejas y el creciente desgaste del gobierno republicano-socialista. En las elecciones de noviembre de 1933, las fuerzas de centro-derecha, encabezadas por el Partido Radical de Alejandro Lerroux y la CEDA de José María Gil Robles, ganaron el poder, lo que dio paso a la paralización de las reformas del primer bienio, especialmente en los ámbitos agrario, laboral y autonómico. Esto acentuó la tensión social y provocó una fuerte oposición de la izquierda, que organizó huelgas generales y manifestaciones.
La Revolución de Octubre de 1934
Uno de los eventos más importantes fue la Revolución de Octubre de 1934. En Cataluña, Lluís Companys proclamó el Estado Catalán dentro de una supuesta República Federal Española, pero la rebelión fue sofocada por el general Batet. En Asturias, la alianza de socialistas, comunistas y anarquistas proclamó la República Socialista en las cuencas mineras, pero la insurrección fue violentamente reprimida por el ejército bajo el mando del general Francisco Franco, lo que dejó cientos de muertos. Estas revueltas aumentaron la fractura entre izquierda y derecha y pusieron de manifiesto las dificultades del gobierno para mantener el orden.
Hacia el Estallido de la Guerra Civil
A finales de 1935, el escándalo del Estraperlo (un caso de corrupción relacionado con un juego de azar trucado) llevó a la caída del Partido Radical. En respuesta, el presidente Niceto Alcalá-Zamora disolvió las Cortes y convocó nuevas elecciones para febrero de 1936. En estas elecciones, el Frente Popular (coalición electoral de izquierdas) ganó, con la participación de republicanos, socialistas y comunistas, y fue presidido por Manuel Azaña. El nuevo gobierno intentó reactivar las reformas del primer bienio y concedió una amnistía a los encarcelados por la Revolución de 1934.
Sin embargo, el ambiente político se radicalizó rápidamente. Se produjeron huelgas, ocupaciones de tierras y violencia callejera, tanto por parte de la izquierda como de la Falange Española, que promovía la violencia política. Durante los meses previos al golpe de Estado, las fuerzas conservadoras, monárquicas, carlistas y falangistas comenzaron a planear una sublevación militar, liderada por el general Emilio Mola y con el apoyo de otros militares como Francisco Franco y Manuel Goded. En respuesta, la izquierda presionó al gobierno con continuas movilizaciones y acciones revolucionarias.
El clima de tensión culminó el 14 de julio de 1936 con el asesinato del líder monárquico José Calvo Sotelo a manos de miembros vinculados a la izquierda, como represalia por el asesinato del teniente José Castillo. Este doble crimen aceleró el golpe de Estado, que comenzó el 17 de julio de 1936 en Marruecos y se extendió rápidamente por toda España entre el 18 y 19 de julio. El golpe fracasó en su intento de derrocar la República, pero resultó en la división del país en dos bandos enfrentados: los sublevados y el gobierno republicano, lo que dio inicio a la Guerra Civil Española (1936-1939).
La polarización ideológica, la violencia social descontrolada y la falta de consenso democrático fueron las causas profundas de la guerra. Aunque el triunfo del Frente Popular fue el detonante, las raíces del conflicto estaban en la oposición de sectores conservadores al reformismo y la democratización impulsados por la Segunda República.
La Guerra Civil Española (1936-1939): Conflicto y Legado
La Guerra Civil Española (1936-1939) fue el acontecimiento más significativo del siglo XX en España, marcado por tensiones sociales, políticas y económicas acumuladas desde el siglo XIX. En el contexto internacional de los años 30, con el ascenso del fascismo, el nazismo y el comunismo, el golpe militar iniciado en julio de 1936 no tuvo éxito inmediato, transformándose en una guerra civil debido al apoyo internacional recibido por ambos bandos. El conflicto fue interpretado como el primer enfrentamiento entre el fascismo y la democracia. Al final, los sublevados lograron la victoria, estableciendo una dictadura que perduró hasta 1975.
Desarrollo del Conflicto: Fases Clave
El desarrollo de la guerra se puede dividir en cuatro etapas principales:
- El Cerco de Madrid (1936-1937): Con enfrentamientos clave como la Batalla del Jarama y la defensa de la Ciudad Universitaria.
- La Campaña del Norte (1937): Donde los sublevados conquistaron Bilbao, Santander y Gijón, destacando el trágico Bombardeo de Guernica.
- El Frente de Aragón y la Batalla del Ebro (1937-1938): Donde los republicanos intentaron frenar el avance franquista sin éxito.
- La Ofensiva Final sobre Cataluña y la Caída de Madrid (marzo de 1939): Marcando el fin de la guerra.
La guerra estuvo marcada por la participación de Brigadas Internacionales y el uso de nuevas tácticas militares, convirtiendo a España en un campo de pruebas para los ejércitos de la Segunda Guerra Mundial.
Las Zonas en Conflicto: República y Bando Sublevado
Zona Republicana
En la zona republicana, el gobierno intentó mantener la legalidad constitucional, pero la presión de anarquistas y comunistas, la fragmentación del poder y el anticlericalismo radicalizaron la situación. A pesar de las dificultades, la moral de la población se mantuvo gracias a la propaganda y al carácter popular de la revolución. Hubo varias fases de gobierno: el de Giral (verano de 1936), Largo Caballero (septiembre 1936 – mayo 1937) y Juan Negrín (mayo 1937 – marzo 1939), con Manuel Azaña como presidente de la República. Durante este periodo, Negrín intentó salvar la República con los “Trece Puntos” en un contexto de Europa cada vez más cercana a la guerra.
Zona Sublevada
En la zona sublevada, Francisco Franco fue nombrado Jefe del Gobierno y Generalísimo de los Ejércitos en octubre de 1936. Estableció un Estado totalitario inspirado en los regímenes fascistas europeos, creando un partido único, la FET y de las JONS, a través del Decreto de Unificación (1937). Anuló las leyes republicanas, promovió la represión y favoreció a la Iglesia, mientras implementaba leyes como el Fuero del Trabajo (1938) y la Ley de Responsabilidades Políticas (1939). Aunque la situación económica era difícil, el control de las regiones industriales del norte permitió que fuera más llevadera que en el bando republicano.
Dimensión Internacional del Conflicto
El conflicto tuvo una clara dimensión internacional desde el principio. La República recibió apoyo de la URSS, que intercambió armas por el oro del Banco de España, y de las Brigadas Internacionales, formadas por más de 60.000 voluntarios antifascistas de todo el mundo. Los sublevados, por su parte, recibieron un apoyo mucho más efectivo, con la Legión Cóndor alemana, el Corpo di Truppe Volontarie italiano y el respaldo del Portugal de Salazar. El Comité de No Intervención, impulsado por Reino Unido y Francia, no pudo evitar esta injerencia, y Alemania e Italia usaron el conflicto como un campo de pruebas para su armamento, de cara a la Segunda Guerra Mundial.
Consecuencias y Legado Historiográfico de la Guerra Civil
Las consecuencias de la guerra fueron devastadoras:
- Humanas: Se calcula que murieron más de 600.000 personas entre combates, represión y penalidades en la retaguardia. Más de 430.000 republicanos se exiliaron, muchos internados en campos de concentración, deportados a campos nazis o refugiados en América Latina y la URSS. La represión fue brutal en ambos bandos durante la guerra y se extendió durante la posguerra, con ejecuciones de figuras relevantes y episodios como los “paseos” y las ejecuciones en Paracuellos del Jarama.
- Económicas: España quedó devastada: destrucción de infraestructuras, caída de la producción, deuda exterior y hambruna. La posguerra fue dura, marcada por el aislamiento internacional y la escasez, con una lenta mejora a partir de los años 50.
- Culturales: La cultura también sufrió enormemente, con el exilio o la muerte de gran parte de la Edad de Plata de la generación intelectual, lo que ralentizó el desarrollo científico y cultural del país.
Finalmente, el 1 de abril de 1939, Francisco Franco proclamó la victoria, poniendo fin al conflicto. Esto no solo significó el colapso de la Segunda República, sino también la instauración de un régimen dictatorial duradero basado en el miedo, la represión y la eliminación del adversario político.
La Historiografía de la Guerra Civil
La historiografía de la Guerra Civil ha pasado por distintas fases. Durante el franquismo, la censura limitó la objetividad, favoreciendo una historia oficial al servicio del régimen. Fuera de España, historiadores como Stanley G. Payne y otros hispanistas trabajaron en estudios más rigurosos. Tras la dictadura, con la llegada de la democracia, comenzó una nueva etapa de investigación, destacando historiadores como Manuel Tuñón de Lara y Ángel Viñas, quienes impulsaron estudios regionales y la recuperación de la memoria histórica.
En resumen, la Guerra Civil no solo supuso el fin de la Segunda República, sino que abrió una etapa oscura en la historia contemporánea de España, dominada por una dictadura represiva que perduró por varias décadas.