La Guerra Civil Española y el Franquismo: Un Recorrido Histórico
La Guerra Civil Española (1936-1939)
Historiografía y Orígenes del Conflicto
La Guerra Civil Española ha generado una extensa bibliografía. Su estudio ha pasado por diversas etapas interpretativas:
- Durante el conflicto, los relatos eran propagandísticos. Los republicanos se veían como víctimas de una sublevación fascista, mientras los nacionales justificaban su alzamiento como defensa de la patria y la religión.
- En la posguerra, se impuso el discurso franquista de cruzada contra el marxismo.
- En los años 60, autores del régimen como De la Cierva seguían esta línea, mientras hispanistas como Hugh Thomas o Gabriel Jackson ofrecieron visiones más objetivas, analizando la polarización ideológica como causa principal.
- Con la Transición y el acceso a nuevas fuentes, historiadores como Tuñón de Lara impulsaron una mirada social del conflicto, como guerra fratricida y fruto de una culpa colectiva.
- En los 90, se multiplicaron estudios locales y globales. Junto a ellos surgieron visiones revisionistas que culpaban a la República del conflicto, destacando la violencia revolucionaria.
- En el siglo XXI, leyes como la de Memoria Histórica y la de Memoria Democrática impulsaron el estudio profesional del conflicto.
El alzamiento militar del 18 de julio de 1936 fue precedido por meses de violencia. La conspiración militar se gestó pese a intentos del gobierno por dispersar a los generales más peligrosos. El asesinato de Calvo Sotelo precipitó el golpe. La sublevación no triunfó por completo, iniciando así una guerra. El país quedó dividido en dos zonas: la republicana, con regiones industriales y apoyo popular, y la nacional, con territorios agrarios, ejército profesional y ayuda exterior. Franco fue trasladado desde Canarias a Marruecos para asumir el mando del ejército africano.
Desarrollo y Consecuencias de la Guerra Civil
La guerra se desarrolló en tres fases:
- En la primera, la resistencia en Madrid frenó el avance nacional gracias a milicianos y brigadas internacionales. Franco consolidó su poder en el sur y liberó Toledo.
- En la segunda, la ofensiva sobre el norte dio a los sublevados el control de una zona industrial clave, con apoyo aéreo alemán que arrasó Guernica.
- En la tercera, tras la batalla del Ebro y la caída de Cataluña, el bando republicano se dividió. Casado se sublevó contra Negrín y Madrid se rindió el 28 de marzo de 1939. El 1 de abril terminó la guerra.
Las consecuencias fueron devastadoras:
- Entre 350.000 y 500.000 muertos, víctimas de la guerra y de la represión en ambos bandos. Se cometieron asesinatos, paseos y fusilamientos.
- Más de medio millón de exiliados huyeron a Francia y México.
- La economía quedó arrasada, con caídas del 20% en producción agraria y del 30% en la industrial. Hubo racionamiento, endeudamiento y retroceso social.
- Intelectuales y científicos se exiliaron o fueron silenciados. La represión cultural, el exilio y la censura impidieron la reconciliación durante décadas.
Las Dos Zonas en Guerra y el Contexto Internacional
Durante la Guerra Civil, España quedó dividida en dos zonas: la republicana y la nacional.
La Zona Republicana
En la zona republicana, el gobierno de José Giral, desde el 19 de julio de 1936, trató de organizar la defensa repartiendo armas entre obreros, que crearon milicias y comités revolucionarios. Las colectivizaciones anarquistas en Aragón y Cataluña marcaron un inicio descoordinado. El avance de los sublevados y la presión obrera forzaron la formación de un nuevo gobierno liderado por Largo Caballero (septiembre de 1936), quien buscó centralizar el mando militar, crear un Ejército Popular y disolver los comités. Ante el cerco franquista, el gobierno se trasladó a Valencia. En mayo del 37, tras enfrentamientos internos en Barcelona, dimitió Largo Caballero y Juan Negrín lo sustituyó. Su lema fue “Resistir es vencer” y buscó apoyo del PCE y de la URSS, único país que vendía armas a la República. Intentó negociar una rendición sin represalias, que Franco rechazó. En marzo del 39, con el golpe de Casado en Madrid, Negrín partió al exilio.
En lo económico, la República controlaba las zonas industriales pero no las agrarias, lo que provocó desabastecimiento. Se cedió el control de muchas industrias a comités obreros, especialmente anarquistas, cuya gestión fue ineficaz. Se aceleró la reforma agraria con expropiaciones, pero el caos organizativo obligó a financiarse con deuda hasta mediados del 38. Una medida clave fue el envío del 70% del oro del Banco de España a Moscú para pagar el armamento, generando el mito del “oro de Moscú”.
La Zona Nacional
En la zona nacional, los sublevados no tenían un modelo político claro más allá de acabar con la República. Franco fue nombrado jefe de Estado y del Ejército en octubre del 36. Desde Burgos, se estableció un régimen personalista. Con el Decreto de Unificación de abril del 37, Franco integró falangistas, carlistas y otros en la Falange Española Tradicionalista y de las JONS. En 1938, se formó el primer gobierno franquista. Se prohibieron partidos, sindicatos, estatutos de autonomía, y comenzó una fuerte represión. El régimen nacionalista se apoyó en el ejército, la Iglesia y Falange, instaurando una dictadura militar centralizada. Franco asumió todos los poderes.
La economía nacional funcionó mejor por controlar las zonas agrarias. Aunque con escasez industrial inicial, la conquista del norte en 1938 equilibró la situación. No hubo colectivizaciones y se devolvieron tierras expropiadas por la República. La ayuda de Alemania e Italia se pagó mediante préstamos.
La Dimensión Internacional
El conflicto español tuvo dimensión internacional al convertirse en un campo de batalla ideológico entre fascismo, comunismo y democracia. Franco recibió ayuda directa de Italia, Alemania, Portugal y el Vaticano:
- Mussolini (Italia) aportó tropas, material y apoyo naval.
- Hitler (Alemania) envió la Legión Cóndor, que fue clave en la guerra aérea.
- Portugal aportó tropas y suministros.
- El Vaticano reconoció a Franco en 1937, lo que dio valor simbólico al levantamiento.
La República solo contó con el apoyo efectivo de la URSS y México. La URSS aportó armamento y asesores, pero cobró con el oro del Banco de España. Las Brigadas Internacionales, organizadas por la Internacional Comunista, reunieron 35.000 voluntarios que lucharon por la República. Se retiraron en 1938. Francia y Reino Unido no intervinieron. Temiendo una guerra general, firmaron el Pacto de No Intervención, lo que dejó a la República aislada frente al apoyo activo recibido por el bando franquista.
El Régimen Franquista (1939-1975)
Características e Ideología del Franquismo
Tras la Guerra Civil, se estableció en España el régimen franquista, una dictadura militar de derechas que perduró desde 1939 hasta 1975. Fue un régimen autoritario, centralizado y confesional, con Franco concentrando todo el poder. Fue Jefe de Estado, de Gobierno, del Ejército y del partido único, con un enfoque principalmente militar. No tenía un proyecto preciso más allá de adaptarse y mantenerse en el poder, siendo la figura central en todas las decisiones importantes.
Entre las características del franquismo destacan:
- Personalismo y autoritarismo: Franco como figura central, ejerciendo el poder absoluto. A lo largo de su dictadura, se desarrolló un fuerte culto al líder, donde Franco fue conocido como el Generalísimo y el Caudillo de España.
- Partido único: El único partido existente fue el Movimiento Nacional, que evitó el término “partido” para no recordar la república ni las democracias parlamentarias.
Los pilares ideológicos del franquismo fueron:
- Tradicionalismo: Defendiendo la religión, la familia, el orden social y la propiedad. La familia fue vista como el núcleo fundamental de la sociedad.
- Anticomunismo: Rechazo a cualquier ideología opuesta al régimen. La lucha contra el comunismo fue clave en la política exterior.
- Unidad de España: Rechazo a cualquier tipo de secesión o separatismo.
Aunque no existían partidos políticos, varias familias ideológicas, como los falangistas, militares, católicos, monárquicos y tecnócratas, suplían esa función. Estas agrupaciones tenían una influencia importante en la toma de decisiones del régimen. Durante los primeros años, el fascismo italiano y la Falange fueron las influencias más destacadas, pero con el paso del tiempo, el régimen fue matizando su ideología para adaptarse a las nuevas circunstancias.
El régimen franquista mitificó la historia de España, adoptando símbolos como el águila imperial y el lema “Una, Grande y Libre”. Tras su victoria, el régimen empezó con una estructura influenciada por el fascismo italiano y la Falange, definiéndose como Nacionalsindicalista. No obstante, a partir de 1943, Franco abandonó el término fascista, sellando su alianza con la Iglesia Católica y adoptando el concepto de Nacional-católico. Presentó al franquismo como un régimen específicamente español, basado en el catolicismo, y propuso una interpretación singular de la democracia: una “Democracia orgánica“, que se basaba en tres órganos naturales de asociación: la familia, el municipio y el sindicato. Esta estructura rechazaba la existencia de partidos políticos.
Instituciones y Política Exterior del Franquismo
El régimen de Franco se consolidó a través de las Leyes Fundamentales, que institucionalizaron los principios políticos del régimen, dada la ausencia de una Constitución. Estas leyes fueron siete:
- Fuero del Trabajo (1938): Establecía derechos laborales básicos pero prohibía la huelga.
- Ley de Cortes (1942): Creaba las Cortes del nuevo Estado, cuyos miembros eran consultivos.
- Fuero de los Españoles (1945): Proclamaba derechos como la igualdad ante la ley y el derecho al trabajo, pero con limitaciones.
- Ley de referéndum nacional (1945): Permitía someter a referéndum las leyes de especial importancia.
- Ley de sucesión a la jefatura del Estado (1947): Establecía la monarquía hereditaria y otorgaba a Franco la facultad de designar a su sucesor.
- Ley de principios del Movimiento (1958): Proclamó los principios ideológicos del régimen como inalterables.
- Ley orgánica del Estado (1967): Permitió una cierta liberalización, separando las funciones del jefe del Estado y del Gobierno.
Estas leyes formaban la Democracia orgánica, un sistema donde la representación no se basaba en el sufragio, sino en tres “cauces naturales de convivencia”: la familia, el municipio y el sindicato. Las instituciones clave del régimen fueron las Cortes, el Consejo Nacional del Movimiento, el Consejo del Reino y el Consejo de Regencia.
La política exterior del régimen de Franco pasó por tres etapas diferenciadas:
- No beligerancia (1939-1943): España se mantuvo neutral durante la Segunda Guerra Mundial, aunque simpatizó con las potencias del Eje, enviando la División Azul para luchar junto a Alemania.
- Aislamiento (1946-1950): España fue excluida de la ONU, pero mantuvo relaciones con Portugal y Argentina, especialmente tras el Pacto Ibérico con Portugal y los créditos de Argentina.
- Apertura de relaciones (1950-1975): España se alineó con los intereses de Estados Unidos durante la Guerra Fría, firmando en 1953 acuerdos bilaterales que le proporcionaron ayuda económica y militar a cambio de permitir bases militares estadounidenses. Ese mismo año, España firmó un Concordato con la Santa Sede.
En cuanto a la política exterior, Franco también buscó estrechar lazos con los países árabes y promovió un acercamiento a Europa, aunque España no fue admitida en la Comunidad Económica Europea debido a su régimen autoritario. En 1959, fue admitida en la OCDE, pero la descolonización del Sahara y la Marcha Verde de Marruecos marcaron un punto clave en las relaciones con este país.
Transformaciones Económicas y Sociales en el Franquismo Tardío
El desarrollo económico de España, desde una economía rural hacia una urbana, estuvo acompañado de grandes transformaciones sociales. Entre 1960 y 1975, la población urbana se duplicó o triplicó debido a los movimientos migratorios internos y externos. Miles de españoles dejaron las zonas rurales para mudarse a ciudades industriales (Cataluña, País Vasco) o regiones turísticas (Levante, Baleares). Además, la emigración a Europa (Alemania, Francia, Suiza) significó la salida de más de 1,5 millones de personas, cuyas remesas fueron clave para el desarrollo económico y la reducción del desempleo.
Este crecimiento demográfico y económico permitió que las clases medias representaran más del 50% de la población. La sociedad española, influenciada por la mejora en la renta per cápita, comenzó a abrazar el modelo de consumo. También se produjo un cambio cultural, especialmente en la juventud, que se distanció de la estricta moral católica y empezó a demandar mayor libertad política y social.
En términos económicos, España transitó de la autarquía (1939-1957) a un modelo de desarrollismo (1957-1973). La autarquía fue una respuesta a la destrucción de la Guerra Civil y la falta de apoyo internacional. España dependió de sus propios recursos, resultando en una economía cerrada con fuerte control estatal y proteccionismo. El régimen impulsó una infraestructura nacionalizada y un conglomerado industrial estatal.
A partir de 1957, bajo la dirección de ministros tecnócratas del Opus Dei, se adoptaron políticas de liberalización económica. El Plan de Estabilización (1959-1964) estabilizó la economía, reduciendo la inflación y promoviendo la inversión extranjera. A partir de 1964, los Planes de Desarrollo crearon zonas industriales en ciudades medianas para frenar la emigración interior.
El “milagro económico español” de los años 60 y 70 aumentó la renta per cápita y promovió la industrialización, especialmente en sectores como la siderurgia y la automoción. El turismo también creció significativamente.
Sin embargo, este crecimiento ocultó varios problemas:
- Desequilibrios regionales entre el norte y el interior del país.
- Una balanza comercial deficitaria.
- Un desempleo persistente que obligó a millones de españoles a emigrar.
Las remesas enviadas por los emigrantes ayudaron a mitigar estas tensiones y transformaron la sociedad española.
Represión, Oposición y Cultura bajo el Franquismo
Tras el final de la Guerra Civil Española, el régimen franquista se instauró con un fuerte control y represión. La Falange y el ejército fueron los encargados de la represión, que incluyó la creación de campos de concentración y la realización de más de 500.000 consejos de guerra. Muchos prisioneros fueron sometidos a trabajos forzados, y las condenas a muerte fueron frecuentes. El régimen promulgó leyes como la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo, y reprimió cualquier forma de oposición.
En cuanto a la oposición interna:
- Los maquis, grupos armados de republicanos exiliados, lucharon contra el régimen sin éxito y fueron aniquilados hacia 1950.
- En los años 50 y 60, la oposición sindical y estudiantil comenzó a ganar fuerza. Las huelgas y protestas aumentaron, especialmente en Asturias, Cataluña, el País Vasco, Madrid y Sevilla. Los sindicatos clandestinos como Comisiones Obreras y la UGT fueron fundamentales en la resistencia.
- La oposición política también creció, aunque las libertades no mejoraron. El Partido Comunista, el PSOE, los democratacristianos y otros partidos comenzaron a organizarse contra el régimen, que respondió con mayor represión. En 1951, en Barcelona, se llevó a cabo la huelga de tranvías. Las movilizaciones universitarias también fueron frecuentes.
- A partir de 1966, grupos terroristas como ETA, el FRAP y el GRAPO comenzaron a desafiar el régimen con atentados. Durante la crisis final del franquismo (1973-1975), la situación social empeoró y Carrero Blanco fue asesinado por ETA en 1973. El régimen respondió con más represión, mientras la oposición se unió en plataformas como la Junta Democrática, liderada por el PCE.
En cuanto a la cultura, el exilio de grandes intelectuales, como Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez y Rafael Alberti, dejó un vacío importante. El régimen franquista censuró y controló la cultura, favoreciendo una cultura oficial falangista y católica. Sin embargo, surgieron movimientos culturales de protesta:
- La literatura social en los años 40, representada por Buero Vallejo.
- El realismo social en los 50 con autores como Carmen Laforet.
En los 70, tras el fin de la censura, la literatura y la cultura se abrieron a temas como el marxismo y el cambio social. Apareció una nueva generación de escritores conocidos como los novísimos, entre ellos Vázquez Montalbán y Gimferrer. La cultura antifranquista ganó fuerza, aunque el régimen mantenía un fuerte control sobre el panorama cultural hasta sus últimos años.