España en el Siglo XIX: De la Constitución de Cádiz a la Crisis del 98
Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
Durante la Guerra de Independencia, se produjo una ruptura del absolutismo monárquico. En 1808, ante la ausencia de una autoridad monárquica legítima, el pueblo español asumió el poder, pasando de la soberanía monárquica a un nuevo sistema basado en la participación ciudadana.
Las Juntas locales y provinciales fueron los organismos que asumieron el gobierno en la resistencia contra los franceses. Estaban formadas por individuos prestigiosos de distintos grupos sociales, lo que causó discrepancias ideológicas. La Junta Central se creó en septiembre de 1808 con 36 miembros de 18 Juntas Provinciales. Estaba presidida por Floridablanca y Jovellanos. Esta Junta gobernó hasta 1810, firmó un tratado con Gran Bretaña y convocó las Cortes de Cádiz, lo que fue un acto revolucionario, al tratarse de una convocatoria liberal.
En 1810, las Cortes de Cádiz se reunieron en la Isla de León, con unos 300 diputados, principalmente de clases medias e intelectuales. Surgieron tres grandes tendencias ideológicas entre los diputados:
- Liberales o doceañistas: Proponían un régimen liberal y una constitución al estilo francés.
- Jovellanistas: Defendían reformas graduales y la participación del rey en el gobierno.
- Absolutistas: Querían mantener la monarquía absoluta y rechazar la constitución escrita.
Decretos y leyes importantes aprobadas entre 1810 y 1813:
- Libertad de imprenta y supresión de la censura (1810).
- Supresión del régimen señorial (1811).
- Abolición de la Inquisición (1813).
- Eliminación de las organizaciones gremiales y libertad económica (1813).
- Supresión de privilegios de la Mesta y confiscación de bienes de los jesuitas (1813).
La Constitución de 1812: “La Pepa”
Fue la primera constitución liberal española, promulgada el 19 de marzo de 1812, basada en principios fundamentales como:
- Soberanía nacional: El poder político reside en la nación, delegada en sus representantes elegidos por los ciudadanos.
- División de poderes: Separación entre poder legislativo (Cortes), ejecutivo (gobierno) y judicial.
- Sistema parlamentario y representativo: El rey tiene un poder limitado y no puede disolver las Cortes.
- Participación de los ciudadanos: Sistema electoral indirecto para elegir diputados.
- Igualdad ante la ley: Fin de los privilegios de la nobleza, aunque se mantenían fueros particulares para vascos y navarros.
- Derechos y libertades individuales: Proclamación del catolicismo como única religión (sin libertad religiosa) y sin abolir la esclavitud.
- Reorganización del Ejército: Creación de un Ejército permanente y la Milicia Nacional para defender el régimen liberal.
La Constitución de 1812 no pudo implantarse completamente, pero inspiró a otros países y quedó como símbolo del deseo de libertad en España.
El Reinado de Fernando VII (1814-1833): Absolutistas contra Liberales
El reinado de Fernando VII marcó la crisis final del Antiguo Régimen y la pérdida de las colonias americanas. Al regresar en 1814, restauró el absolutismo y anuló las reformas liberales de las Cortes de Cádiz. A pesar del apoyo de la Iglesia, el ejército y el campesinado, el absolutismo fracasó por la crisis económica y la oposición política. Hubo represión contra liberales y afrancesados, y varios intentos de pronunciamientos hasta que, en 1820, el pronunciamiento de Riego instauró el Trienio Liberal.
El restablecimiento del Antiguo Régimen: el Sexenio Absolutista (1814-1820)
Fernando VII regresó en 1814 y anuló las reformas de Cádiz, restableciendo el absolutismo. A pesar de la popularidad inicial, el gobierno fue incapaz de resolver problemas económicos y sociales, y se produjo una fuerte represión contra los liberales, lo que llevó al exilio de muchos. La oposición liberal ideó conspiraciones, pero fue el pronunciamiento de Riego en 1820 el que instauró el régimen liberal.
El Trienio Liberal (1820-1823)
En 1820, tras el pronunciamiento de Riego, Fernando VII juró la Constitución de 1812 y se implementaron reformas como:
- La abolición del régimen señorial.
- La expulsión de los jesuitas.
- La creación de la Milicia Nacional.
Sin embargo, el liberalismo se dividió entre moderados, que deseaban una reforma más gradual, y exaltados, que querían radicalizar la revolución. La oposición absolutista se agrupó en la Regencia de Urgel, y la intervención de las potencias absolutistas europeas en 1823 puso fin al Trienio Liberal.
La Década Absolutista (1823-1833)
Tras la intervención francesa, Fernando VII recuperó el absolutismo y restauró muchas de las políticas previas, como el diezmo y la devolución de propiedades a la Iglesia. A pesar de algunos intentos de reforma, como la creación de la Bolsa de Madrid, la oposición liberal continuó con levantamientos fallidos, mientras que los absolutistas más intransigentes, liderados por el hermano del rey, Carlos María Isidro, se rebelaron. La cuestión sucesoria a partir de 1830, con la Pragmática Sanción que permitía la sucesión de su hija Isabel, provocó tensiones que desembocarían en la Primera Guerra Carlista tras la muerte de Fernando VII en 1833.
La Restauración Borbónica: Evolución del Régimen y Reformas (1875-1902)
El Partido Conservador se mantuvo en el gobierno durante los primeros años de la Restauración, estableciendo las bases del sistema hasta 1881. La muerte de Alfonso XII en 1885 dio inicio a la Regencia de María Cristina de Habsburgo, y se firmó el Pacto de El Pardo (1885), por el cual Cánovas cedió el gobierno al Partido Liberal, dando comienzo al “gobierno largo” de Sagasta (noviembre 1885-julio 1890).
Durante este periodo, se realizaron reformas legislativas clave para modernizar el Estado:
- El Código de Comercio (1885) y el Código Civil (1889), que buscaban mejorar el funcionamiento administrativo del Estado.
- La Ley de Jurados y la Ley de Asociaciones (1887), que favorecieron la libertad de prensa al eliminar la censura previa y restringir la jurisdicción militar en delitos de difamación, además de legalizar la formación de partidos y sindicatos. Gracias a estas leyes, en 1888 se celebraron los congresos fundacionales de UGT y el PSOE.
- La Ley de Sufragio Universal Masculino (1890), que implantó el sufragio universal masculino, permitiendo la integración de los republicanos posibilistas moderados. Sin embargo, esta ley no significó una democracia plena, ya que la manipulación electoral, la fabricación de las Cortes y el turno continuaron después de 1890.
La Oposición al Sistema de la Restauración: Regionalismos, Nacionalismos y Movimiento Obrero
El sistema de la Restauración marginó a amplios sectores políticos y sociales, pero su diversidad impidió plantear una alternativa efectiva.
Los Republicanos
Tras el fracaso de la I República, el republicanismo español tardó en rehabilitarse. Su ideario, basado en el anticlericalismo, el progreso y las reformas sociales, se mantuvo vivo en la prensa y entre intelectuales. La fragmentación del republicanismo llevó a la creación de partidos como el Federal, Progresista, Histórico y el Centralista. Las principales divergencias se centraban en el federalismo del Estado y la estrategia para alcanzar el poder. Posteriormente, surgieron nuevos movimientos republicanos: el Partido Radical en Barcelona, liderado por A. Lerroux, y el partido de Vicente Blasco Ibáñez en Valencia.
Los Carlistas
La derrota militar del carlismo en 1876 provocó una crisis. Perdió el apoyo del clero español y del Vaticano, especialmente tras la llegada de León XIII. A partir de 1890, los neocatólicos triunfaron y formaron el partido Unión Católica, dirigido por Alejandro Pidal.
Regionalismos y Nacionalismos Periféricos
A finales del siglo XIX surgieron los nacionalismos periféricos en Cataluña, País Vasco, Galicia y Comunidad Valenciana:
- El catalanismo buscó justificar sus demandas políticas con su pasado histórico medieval. Hitos más destacados fueron la Renaixença, el Memorial de Greuges de Valentí Almirall (1885), y la creación de la Unió Catalanista de Enric Prat de la Riba (1891). En 1901, la Liga Regionalista defendió la autonomía para Cataluña y sus intereses económicos.
- El nacionalismo vasco, fundado por Sabino Arana en 1895 con el Partido Nacionalista Vasco (PNV), abogó por la independencia de las tres provincias vascas y Navarra, basándose en el fuerismo y el integrismo ultracatólico.
- El regionalismo gallego, impulsado por propietarios agrarios y comerciantes, tuvo un componente cultural como el Rexurdimiento y buscaba descentralización administrativa y el uso del gallego.
- El andalucismo se originó en los movimientos cantonalistas de 1873 y fue promovido por Blas Infante, quien proclamó la Constitución Federalista Andaluza en 1883.
- El regionalismo valenciano surgió de forma tardía con la creación de la sociedad Lo Rat Penat en 1878, centrada en el valencianismo cultural.
Movimiento Obrero: Socialismo y Anarquismo
La industrialización del siglo XIX trajo condiciones de vida miserables para la clase obrera. La Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), fundada en 1864, coordinó la lucha de los trabajadores contra el capitalismo. La corriente anarquista, liderada por Bakunin, y el marxismo, liderado por Marx, se separaron en 1872.
- El Anarquismo llegó a España en 1868 con Fanelli, y en 1870 se fundó la Federación Regional Española. Las estrategias anarquistas incluyeron la acción violenta, con atentados en Barcelona y Andalucía, y la acción sindical mediante huelgas.
- El Socialismo se organizó alrededor de la Asociación del Arte de Imprimir en 1871, fundando el PSOE en 1879 bajo la inspiración marxista. En 1888, se fundó el sindicato Unión General de Trabajadores (UGT) en Barcelona, buscando mejorar las condiciones laborales mediante huelgas y negociaciones. La Fiesta del 1º de Mayo se convirtió en un evento clave del movimiento obrero, y en 1910, Pablo Iglesias logró ser diputado.
Guerra Colonial y Crisis de 1898: El Fin del Imperio Español
En 1898, el imperio colonial español terminó tras la guerra con Estados Unidos, que tuvo lugar en Cuba y Filipinas, islas donde surgieron movimientos independentistas.
La Guerra de Cuba
El conflicto en Cuba comenzó por la sublevación de 1868, dirigida por Manuel de Céspedes, que buscaba la abolición de la esclavitud y la autonomía de la isla. A pesar de la Paz de Zanjón en 1878, las promesas de reformas políticas y autonomía no se cumplieron, lo que provocó nuevos levantamientos. En 1895, José Martí y otros líderes como Máximo Gómez y Antonio Maceo impulsaron una nueva guerra de independencia, conocida como la Guerra de Independencia de Cuba. España, por su parte, envió al general Weyler, quien aplicó una dura política represiva, pero la situación empeoró. Mientras tanto, Estados Unidos, con intereses económicos en la isla, intervino en el conflicto, en parte debido al hundimiento del buque Maine en 1898. Esto desató una guerra entre España y Estados Unidos, que resultó en la derrota de la flota española en Santiago de Cuba y la pérdida de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam para España.
La Guerra de Filipinas
En Filipinas, los movimientos independentistas también estaban en marcha. El líder filipino José Rizal fue una figura clave, pero su ejecución en 1896 intensificó la lucha, siendo sustituido por el grupo radical Katipunan. En 1898, la guerra en Filipinas dio un giro con la intervención de Estados Unidos, que derrotó a la flota española en la batalla de Cavite. Manila fue tomada, y la resistencia española en Baler, en la isla de Luzón, fue uno de los últimos episodios de la guerra, con los soldados resistiendo durante 337 días. El Tratado de Paz de París de 1898 puso fin a la guerra, y Filipinas, al igual que Cuba, Puerto Rico y Guam, fue cedida a EE. UU.
Las Repercusiones del Desastre de 1898
La derrota en la guerra de 1898 generó un sentimiento de desastre nacional, ya que España perdió su imperio colonial y se hizo evidente que el país no estaba a la altura de las potencias internacionales de la época. Las consecuencias de la Crisis de 1898 fueron profundas:
- Demográficas: La guerra dejó un saldo de 120.000 muertos, principalmente por enfermedades. La alta mortalidad reflejaba las malas condiciones de la guerra y la falta de recursos.
- Económicas: España adoptó un proteccionismo económico, iniciado con el arancel de 1891, y se impulsaron políticas de defensa del mercado interior. Se empezó a consolidar un nacionalismo económico, buscando la autosuficiencia del país frente a la crisis.
- Sociales y políticas: Tras la derrota, surgió una corriente regeneracionista liderada por figuras como Joaquín Costa, que abogaban por reformas profundas en los ámbitos político, social y económico. Criticaban la corrupción, el caciquismo y la falta de reformas políticas en España. La regeneración se convirtió en un tema central del debate político de la época.
- Antimilitarismo: A raíz de la guerra, creció el antimilitarismo entre la población, en parte debido a las malas condiciones del reclutamiento y la percepción de que la clase política había llevado al país a una guerra injustificada. Se generó un sentimiento de desconfianza hacia los políticos y la clase militar.
- Cambio de enfoque colonial: Tras la pérdida de las colonias ultramarinas, España comenzó a centrarse más en la región de Marruecos y en el norte de África. La política colonial española se volcó hacia el africanismo, con la obsesión por el control de Marruecos, en un intento de mantener alguna forma de presencia internacional.
- Cultural: La derrota también influyó en la literatura y el pensamiento español, dando origen a la llamada “Generación del 98”, un grupo de escritores y pensadores como Miguel de Unamuno, Ángel Ganivet y el propio Joaquín Costa, que criticaron duramente la situación de España y propugnaron una regeneración cultural, política y social.