El 1959 en España es el año del Plan de Estabilización en la economía, por el cual se abandona en cierta medida la autarquía económica que imperaba en el país desde 1939, fin de la Guerra Civil, aunque las ideas económicas de Franco y Carrero Blanco siguen ancladas en ese modelo. Los ministros tecnócratas (pertenecientes en muchos casos al Opus Dei) consiguen imponer su criterio y aprobar un plan económico diseñado por el FMI y el Banco Mundial basado en la liberalización de la economía mediante la supresión de trabas burocráticas, reducción de salarios y dinero en circulación, recorte del gasto público y apertura a las inversiones y comercian internacional, creando las bases para un relanzamiento económico que permitiera una rápida industrialización. Los resultados son inmediatos, durante la década de los 60 el crecimiento de la economía va en alza.

La primera consecuencia social importante es el crecimiento de la industria y la migración masiva de mano de obra campesina a las ciudades, lo que favoreció el aumento de los salarios en el campo y su mecanización. El paro se reduce debido a la emigración a Europa.
La economía española pasa a depender por completo del exterior, tanto en capitales como en tecnologías, creciendo vertiginosamente las importaciones. El déficit de la balanza de pagos se cubre gracias a los ingresos procedentes del turismo, la entrada de inversiones extranjeras y las aportaciones de los emigrantes. A partir de 1963 se crean los Planes de Desarrollo que intentan orientar las inversiones privadas hacia determinados sectores y zonas deprimidas. El crecimiento español es rápido y constante y la economía española se abre y forma parte por completo de la economía mundial hasta 1973-74, años en que la subida de los precios del petróleo desencadena una importante crisis en el capitalismo mundial.
Este abandono de la autarquía produce importantes cambios en la sociedad, basado en la emigración hacia Francia, Alemania, Suiza y Bélgica preferentemente, lo que disimula las cifras de paro real y corrige sus desequilibrios con la llegada masiva de divisas.
Este crecimiento acentúa los desequilibrios en el reparto de la riqueza personal y regional. El nivel de vida aumenta con respecto a los años 50 pero continúa muy por debajo del europeo.
Durante los 60 se produce también el baby-boom, impulsado en parte por la política natalista del franquismo con ciertas gratuidades en educación, premios de natalidad… es necesaria la construcción masiva de escuelas e institutos para aumentar la formación cultural. La Universidad comienza a masificarse, y la Iglesia pasa a un segundo plano en la satisfacción de esta demanda.
En 1963 se crea la Seguridad Social reuniendo todas las pequeñas redes de seguros existentes.
Las ciudades pasan a tener una nueva fisonomía, grandes focos de chabolas sin servicio público dan paso a la construcción de grandes barrios de viviendas baratas para los trabajadores. Con una enorme falta de planificación se da paso a numerosos negocios de especulación con la vivienda creándose barrios desestructurados e inhumanos.
La mentalidad de los españoles también fue cambiando con el trabajo de la mujer (2 millones en 1970), la ruptura con la vida tradicional agraria…. A lo que contribuyo también el turismo y los nuevos medios de difusión como la televisión. Las primeras emisiones se dan en 1958 y aunque duramente censuradas, afectan profundamente al modo de vida y mentalidad de los españoles. En los 60 se introducen signos de modernidad y prosperidad como el teléfono, el frigorífico, la lavadora…. Un vehículo, el SEAT 600 se convierte en un verdadero símbolo de la década al que acceden las clases medias, las mismas que a finales ya podían veranear en las playas.
Este contexto fomenta el pensamiento en cambios políticos paralelos que nunca se llegan a producir. Los sectores de protesta son la propia Iglesia, preocupada por las condiciones de los trabajadores, los nacionalistas catalanes y vascos (ETA se funda en 1959). Los conflictos laborales son el frente más amplio, los años 60 son años de huelgas (ilegales) y de acción, sobre todo de las CCOO que llevan el peso de las protestas y reivindicaciones laborales.
En los 60 tiene lugar una ligerísima apertura (ley de Prensa de Fraga Iribarne) que afloja la censura existente en la práctica. Las protestas universitarias y laborales están en continuo aumento y en 1968 tiene lugar el primer atentado de ETA.
A fines de la década el verdadero debate es la continuidad de la dictadura dada la edad de Franco. Dentro del mismo régimen se van dibujando dos tendencias, los “aperturistas” y el “bunker” en torno a Blas Piñar y la Falange. Dentro de la propia iglesia, un sector capitaneado por el cardenal Enrique y Taranco exige más libertades y pide perdón por el papel de la misma en la Guerra Civil.
En los 70 la situación se agrava, aparece un nuevo grupo terrorista, el FRAP, y en 1973 Franco separa por primera vez la Jefatura del Estado y la Presidencia del Gobierno, nombrando presidente a Carrero Blanco, quien muere en diciembre del 1973 en un atentado de ETA que corta en buena medida la continuidad del franquismo. Queda como presidente del gobierno Carlos Arias Navarro bajo cuya presidencia se fusila al anarquista Puig Antich en 1974. En 1975 con Franco gravemente enfermo tiene lugar los últimos fusilamientos del franquismo: 12 penas de muerte de las que se ejecutaron 5. Las protestas internacionales no se hicieron esperar. A todos estos acontecimientos se une la descolonización del Sahara Español entregado a Marruecos y Mauritania, violando así el mandato de la ONU de vigilar su independencia. El 20 de noviembre de 1975 muere del dictador demostrándose al poco tiempo que la dictadura franquista es inviable sin Franco