Jean-Jacques Rousseau: Crítica al Progreso y Fundamentos de su Filosofía

Aunque perteneciente a la época ilustrada, Jean-Jacques Rousseau no se adaptó completamente a los intereses y enfoques de la Ilustración; más bien, su pensamiento encajaba con los del romanticismo posterior (s. XIX).

La Crítica al Progreso Ilustrado

Rousseau realiza una crítica profunda a la idea de progreso científico y artístico, argumentando que estos alejan al hombre de su verdadera naturaleza, aumentan las desigualdades, no conducen a la felicidad, sino a la corrupción y perversión del individuo, y son fruto de una sociedad artificial y aparente. El hombre ha olvidado los sentimientos morales naturales y se ha enfrascado en una competitividad creciente, pensando que así será más libre. Sin embargo, no se da cuenta de que esto le conduce a una nueva y más peligrosa esclavitud: la de las exigencias sociales de lujo y posición, que le hacen olvidar la cruda realidad de la sumisión política en la que se encuentra. Su crítica pretende aclarar si el progreso de la ciencia y la cultura conlleva un progreso humano en la moralidad y felicidad del hombre y si el progreso de la naciente sociedad burguesa conduce a un tipo de hombre libre, igualitario y unitario.

Por tanto, dos temas se relacionan íntimamente en el pensamiento de Rousseau: por un lado, el hombre; por otro, la sociedad que este forma. Esta no satisface realmente las aspiraciones del primero y, por ello, ha de purificarse por medio de la educación, la política y la religión para lograr el mejor desarrollo del hombre.

El Hombre y la Sociedad en Rousseau

El Estado de Naturaleza y el Origen de la Desigualdad

En su obra fundamental Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres (1754), Rousseau expone su hipótesis (pues se carece de datos empíricos) del «estado de naturaleza», en el que habría vivido el hombre antes de constituirse en sociedad. El hombre en ese estado es auténtico, bueno y feliz, y se mueve por dos sentimientos fundamentales: el amor a sí mismo (instinto de conservación) y la compasión por el prójimo (en clara oposición a Hobbes). Sin embargo, en ese estado, el hombre comienza a sentir amenazas y, con ellas, el miedo.

Así, comienza el paso del estado de naturaleza al estado de civilización, en el que se establece la desigualdad. La causa fundamental de la desigualdad es la propiedad privada. Junto a ella, Rousseau señala al Estado y al absolutismo como factores clave. Todo ello muestra el carácter artificial de lo social, que es, por tanto, antinatural, alejado del sentimiento y más cercano a una razón idealizada. Critica también al liberalismo y al iusnaturalismo de su época.

La sociedad (la civilización) es la corruptora del hombre, por lo que se hace necesaria una recuperación del estado primigenio de bondad natural, concebido como un estado de virtud del hombre. Este intento de recuperación lo aborda por dos caminos principales: el de la política, con su obra El contrato social, y el de la educación, con su Emilio, o De la educación.

La Propuesta Política: El Contrato Social

Rousseau plantea que es imposible volver al estado natural idílico. Por ello, como solución a la apariencia y artificialidad a la que conduce la sociedad, propone la idea del Contrato Social, que representa las bases sobre las que ha de asentarse una sociedad legítima que desarrolle la justicia y la felicidad de sus ciudadanos, excluyendo la desigualdad.

Objetivos y Características de la Soberanía

Los objetivos de este Contrato son: recuperar el ideal de libertad individual e igualdad, y mantener las ventajas que se derivan de la sociedad civil. En él, cada individuo pacta con los demás (un pacto entre iguales), formando un cuerpo social de individuos que, voluntariamente, se unen para superar las dificultades de la supervivencia. Todos renuncian a parte de sus derechos en favor de la voluntad general, por lo que el individuo se transforma en ciudadano (un ser social), miembro de un cuerpo social y moral que defiende el bien común por encima de los intereses individuales. De ahí que el soberano sea el pueblo y el gobierno, un mero ejecutor de las leyes que el pueblo se da a sí mismo, constituyendo así una democracia directa.

Dicha soberanía se caracteriza por ser:

  • Inalienable: No puede ser cedida ni transferida.
  • Indivisible: No puede ser fragmentada.
  • Infalible: Siempre busca el bien común.
  • Absoluta: Tiene poder ilimitado para legislar.

El estado social que se crea a partir del contrato es más perfecto o superior al estado de naturaleza, pues el hombre se perfecciona y se convierte en un ser moral al querer lo general por encima de lo particular.

La Educación Ideal: El Emilio

La educación tradicional no es válida. Para conseguir ciudadanos libres, autónomos y críticos, hay que partir del hombre natural, de su bondad innata no corrompida por las costumbres de la sociedad. Para ello, el niño debe ser instruido sin contacto directo con la sociedad, en medio de la naturaleza, donde aprenderá por sí mismo en contacto con las cosas y el entorno natural.

Hay que respetar la evolución natural que despertará las distintas necesidades. Esta educación se basa en la igualdad natural y tiene como objetivos: formar un ser humano íntegro, construir una familia y edificar un ciudadano para la sociedad del Contrato Social que asuma la voluntad general. En esta educación, Rousseau considera importantes la religión y la moral, que también han de ser naturales, sin imposiciones, por lo que deben brotar del sentimiento y guiarse por la luz interior de la razón.

Etapas de la Formación Rousseuaniana

Rousseau presenta una formación por etapas:

  • Hasta los doce años: Énfasis en el desarrollo de los sentidos y la experiencia directa.
  • Hasta los quince años: Desarrollo del intelecto y la razón práctica.
  • Hasta los veintidós años: Formación de la moralidad y la conciencia social.