Antropología

El punto de partida del pensamiento de Marx es un análisis de la situación en la que se encuentra el trabajador en la economía capitalista: el proletariado, carente de medios propios para ganarse la vida, depende de otro que lo explota. El capitalismo impide a las personas ser libres y desarrollar sus potencialidades humanas. Marx usará el concepto de alienación para describir tal situación y en relación con su concepto de ser humano.

El concepto de ser humano de Marx se puede sintetizar en los siguientes aspectos:

  • Es un ser natural, puesto que necesita transformar la naturaleza para satisfacer sus necesidades materiales. En este proceso también se hace a sí mismo, se va transformando al adaptarse a esas modificaciones.
  • Es un ser social que se produce y desarrolla a través de las relaciones con los demás. Al principio, la única relación es la familia, pero cuando las necesidades aumentan, se hará necesario vincularse con otros grupos y establecer nuevas relaciones.
  • Es un ser corporal puesto que está arraigado en el mundo material. La conciencia no es un fenómeno abstracto separado de la realidad material, sino que está influenciada por las relaciones sociales y las condiciones económicas en las que vive el individuo.

La conciencia, por lo tanto, refleja las condiciones materiales y sociales en las que se encuentra el ser humano.

Es un ser histórico, sujeto y resultado de su acción en la historia. A través de su trabajo transforma la naturaleza a lo largo del tiempo.

Todos estos aspectos surgen de una raíz común: el ser humano se define por la praxis, por la acción, por la necesidad de mantenerse y conservar la especie a través de esa actividad que, en definitiva, es el trabajo, que constituye su esencia y le permite realizarse.

Marx aplica la visión dialéctica a su análisis antropológico: el ser humano (tesis) se enfrenta a la naturaleza (antítesis) a través del trabajo (síntesis), que le permite transformarla y humanizarla, hacerla suya.

Pero esta visión del trabajo no concuerda con lo que Marx observa a su alrededor. En su época, las condiciones laborales de la mayoría de la población eran inhumanas: se mantenían las viejas formas de opresión feudal y se añadían las nuevas formas de explotación de la industria capitalista.

Marx advierte que en las primeras organizaciones humanas la división del trabajo es una división “natural”, pero conforme aumentan la producción y la población, se llegará a una división del trabajo que hará posible la propiedad privada.

Así, en el sistema capitalista, el trabajador se convierte en una mercancía más.

La palabra alienación viene de alienus, que significa algo ajeno o extraño. La alienación es el proceso por el cual el trabajador se deshumaniza y se convierte en una cosa susceptible de ser comprada y vendida en el mercado.

La alienación del ser humano es sobre todo económica. Esta consiste en que tanto su actividad productiva como su producto se convierten en algo extraño, independiente y ajeno. Cuando acaba su jornada laboral, se marcha sin el fruto de su trabajo. En ocasiones, ni siquiera lo puede ver, pues solo hace una función intermedia dentro de una inmensa cadena productiva. Por eso, este sistema capitalista deshumaniza, ya que separa al trabajador del fruto de su trabajo y lo vende como mercancía. Esto hace del trabajo una actividad alienante.

A esta alienación económica se añade la alienación social, política y religiosa derivadas de ella.

La Alienación y sus Formas

La alienación social se da con la división en clases sociales, donde una es propietaria y la otra trabaja.

La alienación política consiste en la división entre sociedad civil y Estado. El Estado y el Derecho pertenecen a la clase dominante, pero se ofrecen falsamente como Estado y Derecho de toda la sociedad. El Estado se convierte en enemigo del ser humano, pues las leyes e instituciones legitiman la injusticia.

La alienación religiosa. Para Marx, la religión es la ilusión de la felicidad de un pueblo condenado a vivir en un “valle de lágrimas”. Para Marx no basta con eliminar la religión, sino que hay que erradicar la miseria. La religión es alienante porque la clase social dirigente la usa como instrumento para legitimar el orden establecido, narcotizar a la gente y reprimir toda fuerza revolucionaria. Por eso, Marx decía que “la religión es el opio del pueblo” ya que, al igual que el opio, la religión funciona como una anestesia contra el dolor y nubla el pensamiento.

Estas alienaciones contribuyen decisivamente a justificar la situación real de miseria y a crear una falsa conciencia de la misma, pues el obrero llega a aceptar como natural que el capitalista se apropie de la plusvalía por ser el dueño de los medios de producción. La ideología, que es el conjunto de ideas o representaciones que el ser humano tiene de sí mismo, supondrá en el sistema capitalista la culminación de la alienación, al ser una forma de ver el mundo que satisface los intereses de los explotadores.

Ante esta alienación provocada por el modo de producción capitalista, Marx propone un modo de producción socializado que conlleva la desalienación en todos los aspectos.

El sistema capitalista está sometido a crisis constantes. Las industrias solo tienen como alternativa crecer o desaparecer, por lo que se dará cada vez más una concentración de capitales, y una concentración de trabajadores asalariados. Así, los proletarios van desarrollando conciencia de clase y son cada vez más conscientes de su situación de oprimidos por la clase burguesa y del antagonismo que los separa de ella. La tensión entre ambas clases desembocará en la denominada revolución del proletariado.

Según Marx, para que la enajenación que soporta el proletariado conduzca a la revolución y a la instauración de la sociedad comunista, son necesarias dos premisas prácticas:

  • Una mayoría de proletarios en coexistencia con una minoría creciente de capitalistas, es decir, una mayoría de desposeídos en un mundo de abundancia, lo que supone una contradicción insostenible.
  • La clase proletaria debe tomar conciencia de la necesidad de superación de esta situación.

Este proceso revolucionario que supone el paso del capitalismo al comunismo se da en tres etapas:

  • Dictadura del proletariado: fase de transición que se plantea como la antítesis del modo de producción capitalista con el que intenta acabar. El proletariado asume temporalmente el control del Estado con la finalidad de apropiarse de los medios de producción burgueses. No se trata de poner a su servicio el aparato del Estado, sino de destruirlo. Tras esta victoria, los trabajadores tendrían como única organización política la que surja de su vida en la empresa, articulados asambleariamente y coordinados con otras empresas para el beneficio mutuo.
  • El socialismo: será la etapa en la que se abolirá progresivamente la propiedad privada y, una vez eliminada la contradicción entre los propietarios y los que producen, desaparecerán también las clases sociales. Los medios de producción se convierten en colectivos.
  • El comunismo: será la meta final, la última etapa (síntesis dialéctica). Habrán desaparecido las clases y desaparece también el Estado, órgano de represión. El ser humano podrá desarrollar todas sus potencialidades. Supone su realización como ser humano, la igualdad; cesará por fin la lucha de clases, con lo que llegaremos al final de la historia, dado que se disuelve el origen de las tensiones, desaparece su motor.

Será el retorno del individuo a su existencia propiamente humana. El pensamiento de Marx es un pensamiento humanista puesto que está marcado por este impulso ético de búsqueda de la igualdad social. El comunismo será la forma social que permita recuperar la humanidad frente a la naturaleza y el espíritu de cooperación de épocas pasadas.

Materialismo Histórico

Marx considera necesaria una teoría que explique cómo se ha llegado a la situación de miseria, explotación y alienación de la clase trabajadora en la sociedad capitalista. No acepta ni que esto sea natural e inevitable ni que no sea posible cambiarlo.

Defiende un materialismo dialéctico, pues plantea que la realidad es dinámica y se caracteriza por la lucha de elementos contrarios, que son superados e integrados en una síntesis que anula sus contradicciones, pero que lleva en sí el germen de otras nuevas que deberán ser también superados. Se trata de la lógica dialéctica hegeliana.

La gran diferencia es que ya no serán las ideas las que determinen este proceso, sino las condiciones materiales o económicas. Es decir, con su teoría explica el desarrollo de la historia en función de las condiciones económicas. Así, el modo en que los seres humanos producen sus bienes condiciona el progreso social, político y cultural.

El origen de las sociedades se encuentra en el trabajo. El ser humano debe trabajar para vivir y por el trabajo entra en relación con otros humanos, creando una comunidad sobre la que se asientan las instituciones políticas, las leyes o la cultura. Por tanto, los modos y las relaciones de producción -la economía, en suma- son los cimientos de la sociedad y las claves para comprender las transformaciones sociales.

El materialismo histórico trata de desvelar los presupuestos económicos que están presentes, a veces de manera oculta, en toda actividad humana.

Marx aplicó el materialismo histórico a la sociedad capitalista de su época, aunque lo consideró un instrumento científico válido para analizar cualquier sociedad. La propiedad de los medios de producción escinde la sociedad en dos clases sociales antagónicas: los explotadores, propietarios de los medios de producción, que no trabajan y se benefician del trabajo de otros; y los explotados, desposeídos y forzados a trabajar para otros.

La relación económica entre estas dos clases sociales es la base oculta de la sociedad.

Elementos del Modo de Producción

Cada modo de producción incluye los siguientes elementos:

  • La infraestructura (base económica), que contiene las fuerzas productivas, que serían los medios de producción, la actividad del trabajador y el producto, y las relaciones de producción, que se dan entre los hombres al producir, distribuir y consumir los bienes.

Las relaciones de producción determinan la división del trabajo, la división de la propiedad y la división de la sociedad en clases sociales.

De la infraestructura brota la superestructura, que abarca las instituciones jurídico-políticas (Derecho y Estado) y la ideología.

La Superestructura

El Derecho es la expresión sistemática del funcionamiento legal de una sociedad; el Derecho se presenta como expresión de la justicia.

El Estado es la fuerza organizada para mantener el dominio de la clase dominante y es el guardián del Derecho.

Tienen una importancia especial las normas que rigen las relaciones de propiedad.

La ideología es las creencias, costumbres, valores de una sociedad, que reflejan cómo se ve a sí misma.

El avance histórico se genera con el cambio de unos modos de producción por otros cuando las fuerzas productivas se desarrollan impulsadas por los avances técnicos y tecnológicos y las relaciones de producción se convierten en un freno para este avance. Entonces se agudiza el enfrentamiento entre las clases sociales.

Por tanto, el mecanismo de la historia se basa en la lucha de clases. El conflicto de intereses entre la clase dominante y los dominados terminan derivando en una crisis que da paso a un nuevo orden y a otros antagonistas.

Formaciones Sociales Históricas

Esto ha sucedido en la historia con diferentes formaciones sociales:

  • Sociedad antigua o esclavista: donde se enfrentan la clase de hombres libres y la de los esclavos.
  • Sociedad feudal: clases de señores feudales y siervos.
  • Sociedad burguesa o capitalista: división entre burguesía y proletariado.

Marx nos presenta esta teoría de la historia como si fuera una ciencia. Considera que puede hacer predicciones de futuro. El análisis que lleva a cabo del modo de producción capitalista le permite prever que está abocado a crisis permanentes y que deberá ser sustituido por una nueva forma social: el comunismo.

En su análisis del capitalismo, Marx se ocupa de la mercancía, ya que sobre ella se sustenta el sistema. En toda mercancía se pueden distinguir el valor de uso (utilidad) y el valor de cambio.

Cuando el trabajador termina su trabajo, el producto acabado queda como propiedad del patrono; el trabajador recibe su salario, pero el producto vendido vale más (plusvalía).

La plusvalía es el beneficio que genera una mercancía al venderse en el mercado, tras descontar el gasto efectuado para producirla en medios de producción y en salarios. La acumulación de plusvalías es lo que da origen al capital, a las desigualdades sociales y a la conversión del trabajo en un instrumento de alienación y esclavitud.

Por ello, la dinámica de funcionamiento de este sistema consiste en que el capitalista intenta siempre producir más mercancía a menor coste, para poder competir con otros capitalistas.

Tendrá que invertir en maquinaria constantemente, porque las innovaciones técnicas y tecnológicas le permitirán producir más y vender más barato.

Los trabajadores de unos sectores se sienten enemigos de los de otros y nadie vela por los intereses generales de la clase proletaria, donde cada vez hay más parados. Y, como consecuencia de ello, menos consumo habrá y más productos sobrarán.

Marx concluye que el sistema capitalista funciona de manera irracional.

Relación con Platón

La oposición entre Marx y Platón representa un conflicto entre el materialismo y el idealismo, aunque cada uno adopta una forma particular de estas corrientes. El materialismo, en términos generales, reduce todo a la materia, pero esta puede interpretarse de distintas maneras según el autor. En el caso de Marx, la materia se entiende como procesos económicos, por lo que su materialismo histórico sostiene que la historia humana es, esencialmente, la historia de la producción y las relaciones económicas.

Por su parte, el idealismo platónico considera que la verdadera realidad está en el mundo de las ideas, que son esencias eternas, inmutables e inteligibles. Las cosas materiales y sensibles son solo copias imperfectas de esas ideas, y por tanto, su conocimiento es inferior. Platón valora el conocimiento intelectual, ya que la auténtica sabiduría proviene de contemplar las ideas y no de percibir el mundo físico, que es cambiante y efímero.

Marx adopta una postura contraria: sostiene que las ideas, junto con el arte, la religión, la moral y la ciencia, forman parte de la ideología de una sociedad, y esta ideología refleja las condiciones económicas de dicha sociedad. Es decir, las ideas no tienen existencia autónoma, sino que son el resultado de la estructura económica, conocida como infraestructura, que determina la superestructura ideológica y política.

Finalmente, aunque sus filosofías son opuestas, ambos comparten una preocupación por la transformación social y la justicia. Platón busca un mundo ideal y perfecto a través del conocimiento de las ideas, mientras que Marx persigue el cambio histórico real a través del análisis de las condiciones materiales. Esta búsqueda común de una sociedad mejor demuestra que, a pesar de sus diferencias, ni Platón ignoraba lo material ni Marx renunciaba a los ideales.