La Alienación en Karl Marx: Trabajo, Esencia Humana y Superación
La Esencia Humana y el Trabajo según Marx
El trabajo es, en este sentido, la actividad fundamental y distintiva del ser humano, porque es a través de él que se vincula con la naturaleza, que aparece como su “cuerpo inorgánico”, y con los demás hombres, estableciendo relaciones sociales. A través del trabajo, el hombre crea cultura, desarrolla su conciencia y construye la sociedad. Por tanto, la esencia humana no reside dentro de cada individuo de manera aislada, sino que es el conjunto de las relaciones sociales en las que cada persona se ve inmersa. Es decir, el ser humano se constituye en la interacción con los demás y en el seno de condiciones históricas concretas.
Marx rompe con la idea de una naturaleza humana universal e inmutable. Para él, el ser humano se hace a sí mismo históricamente, en función de las relaciones sociales y las condiciones materiales en las que vive. Cada época histórica organiza de determinada forma la producción de bienes y las relaciones entre los individuos, y esa estructura material condiciona la manera en que se concibe y vive la humanidad. Así, no existe una esencia humana abstracta, sino formas históricamente concretas de ser humano, configuradas por las condiciones sociales y económicas predominantes.
El Problema de la Alienación
Sin embargo, el problema que detecta Marx es que, en las sociedades de clase y especialmente en la sociedad capitalista, esa capacidad humana de realización a través del trabajo se ve pervertida y alienada. La alienación, concepto central en la filosofía de Marx —heredado y reelaborado a partir de Ludwig Feuerbach—, es el proceso mediante el cual el ser humano se convierte en extraño a su propia actividad, a sus productos, a los otros seres humanos y a su propia esencia. Mientras Feuerbach había restringido el concepto de alienación al ámbito religioso, explicando cómo los seres humanos proyectaban sus cualidades en un dios trascendente para después someterse a él, Marx extiende esta noción a todas las dimensiones de la vida social, pero especialmente al ámbito productivo y económico. Es en el trabajo asalariado donde el ser humano sufre su alienación más profunda.
Marx distingue varias formas de alienación:
Alienación respecto al producto
El trabajador no es dueño de lo que produce. El producto de su trabajo se convierte en algo ajeno, una mercancía que pertenece a quien ha comprado su fuerza de trabajo. De este modo, la actividad creativa y transformadora del hombre se objetiva en un objeto que se le enfrenta como un poder extraño y sobre el cual no ejerce ningún control.
Alienación respecto a la actividad productiva
El trabajo, en lugar de ser una actividad libre, consciente y realizada para la satisfacción de necesidades humanas, se convierte en un medio forzado de subsistencia, impuesto desde fuera. El trabajador no se realiza en su trabajo, sino que se niega; no se siente afirmado, sino desposeído de sí mismo. Trabaja para sobrevivir, no para desarrollarse, y por eso busca escapar de él tan pronto como puede.
Alienación respecto a los otros hombres
En la sociedad capitalista, las relaciones humanas se mercantilizan y mediatizan por el interés económico. Los hombres ya no se reconocen mutuamente como miembros de una comunidad humana, sino como competidores o instrumentos para alcanzar fines personales. La cooperación natural entre los hombres se reemplaza por una relación basada en la explotación, la desconfianza y la lucha por el beneficio.
Alienación respecto a su propia esencia
En última instancia, el ser humano se aliena de sí mismo, ya que su capacidad esencial —el trabajo creador y libre— se convierte en una fuente de sufrimiento, explotación y subordinación. En lugar de desarrollarse integralmente, el hombre termina reducido a una cosa, a una mercancía más en el mercado laboral.
Alienación Ideológica
Además de la alienación económica, Marx analiza otras formas de alienación derivadas de la estructura social, como la alienación social (división de la sociedad en clases), política (división entre sociedad civil y Estado) y, especialmente, la alienación ideológica. Esta última consiste en la creación de una falsa conciencia, una visión distorsionada de la realidad que permite justificar y perpetuar las relaciones de explotación.
La ideología, entendida como un conjunto de ideas, creencias y valores difundidos por las clases dominantes, presenta como naturales, eternas e inevitables las condiciones sociales existentes, haciendo que los explotados acepten su situación como justa y necesaria. Así, se interioriza la idea de que “siempre ha habido ricos y pobres”, “es normal que quien posee los medios de producción se quede con los beneficios” o “el capitalista tiene derecho a la plusvalía porque es el dueño de la fábrica”. Estas ideas no son reflejo fiel de la realidad, sino instrumentos de legitimación de la explotación y de control social.
Superación de la Alienación: Hacia una Verdadera Humanidad
Para Marx, la emancipación del ser humano solo será posible mediante la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, es decir, suprimiendo las bases materiales de la alienación. Solo en una sociedad comunista, donde el trabajo deje de ser una mercancía y se convierta en una actividad libre y cooperativa, podrán los hombres reconciliarse consigo mismos, con los demás y con la naturaleza.
La humanización plena del hombre exige la desaparición de la lógica del tener y la propiedad, para dar paso a una lógica del ser y de las relaciones humanas auténticas. En lugar de intercambiar todo por dinero y poseer cosas como fin en sí mismo, el ser humano deberá relacionarse con el mundo y con los demás “por amor a las cosas” y “por amor al otro”, como decía Marx. Solo en esas condiciones podrá desplegar sus capacidades creativas, físicas y espirituales, liberadas de la coacción económica.
Así, el comunismo no es solo un modelo económico, sino la condición para la verdadera realización humana, donde ya no se cambiará dinero por objetos, sino amor por amor, confianza por confianza, trabajo por satisfacción personal y colectiva.