Aristóteles distingue varios grados de conocimiento: el conocimiento sensible, inmediato y fugaz que deriva de las sensaciones y es propio de los animales inferiores; el conocimiento de las cosas en particular u objetos, es el resultado de la memoria y persistente, propio del hombre. El nivel más elevado de conocimiento sería el del entendimiento que nos permitiría conocer el por qué y la causa de los objetos; en este conocimiento se encontraría la esencia de las sustancias y es invariable. Para poder captar esta esencia habría que haber captado primero mediante la sensibilidad, la sustancia.

            Se llega al conocimiento del entendimiento a través de los sentidos, captando la realidad de una sustancia y mediante la imaginación elaboramos una imagen sensible que contiene los elementos materiales, sensibles y formales de la sustancia. Y es sobre esta imagen sobre la que actúa el entendimiento, separando de la sustancia lo esencial de lo accidental. 

            Aristóteles nos presenta el origen del conocimiento como el resultado del aprendizaje, es decir, la coordinación racional de la sensación a través de la experiencia. Coincide con Platón en que el verdadero conocimiento ha de serlo de lo universal o común, y no de los objetos singulares o únicos.

            También distingue cuatro tipos de causas de la realidad: la formal y material propias de la concepción hilemórfica del ser, compuesto de materia y forma y son intrínsecas (internas); y la eficiente y final que son extrínsecas al ser (externas).

             Para distinguir el conocimiento, Aristóteles lo clasifica por saberes, con los que estudió los tipos de silogismos (argumentos):

 1.- Saberes teóricos: son aquellos que tiene por objeto el saber por el saber mismo. Forman la actividad de carácter más independiente y el modo más elevado de felicidad. Se identifican con la vida teorética, como la Metafísica (conocimiento del ser como ser), las matemáticas, la física o ciencia de la naturaleza.

 2.- Saberes prácticos: son aquellos que se ocupan de orientar nuestra conducta, como la ética, la política y la economía.

 3.- Saberes productivos: son los dirigidos a la obtención de un resultado concreto, como la arquitectura, la poética y la retórica

4.- Saberes de la lógica: son la herramienta preparatoria para el conocimiento (toda cosa es igual a si misma).

DIOS.

             Para Aristóteles, Dios se define como la causa primera o primer motor inmóvil. Este motor inmóvil es acto puro y perfecto, también es la causa final, pues es la meta y fin último a la que todas las cosas aspiran. Por eso decimos que en Aristóteles la naturaleza es teleológica (en ella todo tiende a un fin).   El concepto de Dios en Aristóteles sería adaptado por el cristianismo y adquirió gran importancia en la Edad Media, en figuras como Sto. Tomás de Aquino



EL SER HUMANO.

             Para Aristóteles el ser humano tiene logos, y es esto lo que le distingue de los animales; pues se concibe como el ser que tiene la función propia de pensar.

            Distingue tres tipos de alma o facultades: la vegetativa (realiza las funciones vitales básicas), sensitiva (se ocupa del placer y el dolor) y racional (realiza la función intelectual). Solo el ser humano tiene función racional, y desarrolla su logos organizándose socialmente. Aristóteles define al ser humano como animal político que adquiere su desarrollo en el seno de la ciudad.

 ÉTICA Y POLÍTICA.

             La ética aristotélica es eudaimonista, es decir, tiene como finalidad la felicidad.

            Aristóteles distingue virtudes éticas (prácticas y adquiridas con el hábito) y dianoéticas (teóricas y adquiridas con el estudio). La felicidad perfecta está relacionada con la virtud dianoética (ser sabio). La felicidad perfecta consiste por lo tanto en la vida contemplativa.

            Tras la vida contemplativa, la más feliz será la vida conforme a las virtudes prácticas o éticas. Esta consiste en la elección del justo medio y recibe el nombre de prudencia. Es la prudencia la que debe indicarnos en lo que consiste el justo medio en cada caso. La virtud ética debe además ir acompañada de libertad y deliberación.

            La ética aristotélica es práctica. Lo importante no es la definición del bien, sino las acciones buenas. El objetivo de la ética es que los hombres seamos buenos.

            El ser humano es un ser social por naturaleza y se desarrolla dentro de una comunidad; alejado de la ciudad, se aleja de la justicia y puede ser el peor de los animales.

            La vida en sociedad requiere la vida política, puesto que la sociedad necesita cumplir unos objetivos como son la autarquía y la búsqueda del bien común. Para Aristóteles, la virtud social por excelencia es la justicia, distinguiendo justicia universal o bien común y justicia particular.  Aristóteles diferencia entre justicia distributiva (la que consiste en el reparto en función del mérito) y conmutativa (trato igualitario para todos los miembros de la sociedad).

            Aristóteles distingue tres tipos de gobierno: monarquía (gobierno de un solo individuo), aristocracia (gobierno de los mejores) y democracia (gobierno del pueblo), que cuando no buscan el bien común degeneran en tiranía, oligarquía y anarquía.

            La ciudad debe ser también la encargada de la pedagogía, o educación de los ciudadanos y no solo de su bienestar material. Para que el Estado sea justo es conveniente que haya una distribución adecuada de las funciones, que el número de ciudadanos no sea ni muy bajo ni muy alto y que lo gobiernen las personas de mayor edad.

            Al contrario que Platón, Aristóteles no asigna a los filósofos la función de gobernar sino que éstos deben entregarse a la vida contemplativa y son los hombres prudentes los que deben ocuparse de la política.