b. LA NOVELA DESDE 1939 A LOS AÑOS 70:

TENDENCIAS [existencial-tremendista, social y experimental], autores y obras representativas Cuando hablamos de la novela de posguerra debemos distinguir entre los autores que publicaron en el exilio y los que publicaron en España. Los más destacados autores en el exilio son Max Aub, Francisco Ayala, Rosa Chacel y Ramón J. Sender.

1. Tendencia existencial-tremendista

(Años 40) Se manifiesta en los años 40. Las novelas se centran en historias individuales de extremada crudeza, dentro de lo que se ha venido en llamar el realismo tremendista, estilo que pone el acento en los aspectos más sórdidos y desagradables de la realidad, pero evitando referencias sociohistóricas concretas para no chocar con la censura del momento. Carmen Laforet (Nada), Miguel Delibes (La sombra del ciprés es alargada) y Camilo José Cela (La familia de Pascual Duarte), son los principales representantes de la narrativa de esta época.

2. El realismo crítico o novela social

(Años 50). Los años 50 asisten al florecimiento de la novela social. Al igual que en la poesía, se produce un paso del yo al nosotros; las novelas se centran no en el conflicto particular de un protagonista individual, sino en los problemas de un conjunto de personajes. Se trata de novelas de protagonista colectivo (también llamadas novelas corales). Entre las obras de esta década destacamos La Colmena, de Camilo José Cela; El camino, de Miguel Delibes, Entre visillos, de Carmen Martín Gaite o Pequeño Teatro, de Ana Mª Matute. Sin duda, la obra más significativa del momento es El Jarama (1956) de Rafael Sánchez Ferlosio. Se desarrolla en dieciséis horas de un domingo veraniego. Destaca el contrapunto entre el habla expresiva y popular del pueblo y la empobrecida e impersonal de los excursionistas madrileños. La presencia casi total del diálogo contribuye al máximo objetivismo.

3. La novela experimental

(Años 60) A partir de los 60 se produce una superación del realismo y asistimos a la llegada de una novela experimental. Con estas obras se inicia una nueva forma de narrativa, mucho más preocupada por los aspectos formales (estilo, cuidado de la estructura, etc.). Esta nueva narrativa implica transformaciones en todos sus elementos: acción, personajes, punto de vista, estructura, diálogos, descripciones, tipos de monólogo, etc. que se ven alterados por la adopción de nuevas técnicas que difuminan los límites entre los géneros. En 1962 se publica Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos y La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa. Son las que inauguran esta tendencia. En esta misma corriente, hay que señalar la obra de Juan Goytisolo (Señas de identidad), Miguel Delibes(Cinco horas con Mario) o Juan Marsé (Últimas tardes con Teresa).

4. La narrativa en el exilio.

En los relatos de estos autores se pueden citar como comunes los motivos que giran en torno al tema de España: el recuerdo de la infancia y la juventud, la guerra y la tragedia del exilio. Destacan autores como Ramón J. Sender, Max Aub y Francisco Ayala. Conclusiones Desde finales de los sesenta se produjo un cambio muy importante en el panorama sociopolítico de nuestro país, hecho que condicionó la literatura a partir de ese momento. Con la vuelta a la democracia en España, a partir de 1975 surgirán nuevos autores, corrientes y tendencias que han ido enriqueciendo la literatura española.

3b. La novela desde 1975 hasta nuestros días: tendencias [poemática, histórica y de memorias], autores y obras representativos

El final del franquismo y el inicio de la democracia supusieron el final de la censura y la incorporación plena de España al bloque occidental y capitalista. Las editoriales transformaron las condiciones de difusión del género novelístico adoptando las mismas técnicas de mercadotecnia que se usan con cualquier otro producto y afianzándose como un potente sector económico. La novela de esta época se ha caracterizado por la vuelta al relato tradicional, el cuidado lenguaje y la mezcla de géneros novelísticos que se han entrecruzado, dando lugar a que a menudo las obras contengan rasgos de varios géneros diferentes. En todo caso, entre las tendencias desarrolladas destacamos las siguientes:

1. La novela poemática.

Se trata de una corriente en la que se da la introspección de la voz narrativa en el mundo íntimo de los personajes (a menudo se da el narrador autobiográfico) acompañada por una expresión cuidada e intensamente lírica, muy cercana a la poesía, buscando la perfección formal. Dentro de este tipo de novela podemos encuadrar La lluvia amarilla (1988), de Julio Llamazares o La sonrisa etrusca (1985), de José Luis Sampedro.

2. La novela histórica.

Se trata de un género de gran éxito, nacido durante el Romanticismo en el siglo XIX y que mantiene hoy las mismas claves: en ocasiones los autores recrean el pasado con la mera intención de entretener al lector y en otras lo hacen como forma de reinterpretar la historia aportando su propia visión. Dentro de esta corriente podemos destacar la saga de El capitán Alatriste (1996), de Arturo Pérez Reverte, El oro de los sueños (1986), de José María Merino o Crónica del rey pasmado (1989), de Gonzalo Torrente Ballester. Es destacable el interés que se ha mostrado en las últimas décadas en narrar o ambientar historias en la guerra civil española y la posguerra en novelas como Beatus ille (1986), de Antonio Muñoz Molina, Soldados de Salamina (2001), de Javier Cercas o la saga de Almudena Grandes Episodios de una guerra interminable, iniciada con Inés y la alegría (2010). Dentro de este género podríamos incluir también las novelas que en los últimos años han reflexionado sobre nuestro pasado más reciente, entre las que destacamos la exitosa obra Patria (2016), de Fernando Aramburu.

3. La novela de memorias

Encuadramos aquí aquellas novelas en las que el novelista narra acontecimientos reales de su propia vida, a menudo con un lenguaje lírico o con un cuidado estilo. Dentro de ellas podemos destacar obras como Mortal y rosa (1975), de Francisco Umbral, El jinete polaco (1991), de Antonio Muñoz Molina, Negra espalda del tiempo (1998), de Javier Marías y gran parte de la novelística de Enrique Vila -Matas, como París no se acaba nunca (2003). Mención aparte merece El cuarto de atrás(1978), de Carmen Martín Gaite (Salamanca en 1925-Madrid 2000), fue una de las narradoras más sobresalientes de la llamada generación del 55. Con su novela Entre visillos obtuvo el Premio Nadal en 1957 y el Premio Nacional de las Letras en 1978 con El cuarto de atrás, novela de autoficción con elementos fantásticos y de misterio en donde se funde su historia personal con la realidad histórica de los años de Guerra Civil y posterior dictadura de Franco. El “yo” narrativo se desdobla y aparece como narradora en off o monólogo interior, mientras que en otras ocasiones lo encontramos como personaje dialogando en la propia ficción. Podemos destacar también el tratamiento del tiempo, con continuas analepsis o flashback que están al servicio del desdoblamiento del personaje así como de la ruptura de la línea del espacio y del tiempo, elementos propios de la novela actual.

En los últimos años conviven varias corrientes: Metanovela (incluir la narración como parte del relato), novela de intriga o novela negra, Generación afterpop o Generación Nocilla que tiene gran influjo de las nuevas tecnologías y se caracteriza por hibridar los géneros literarios, entre otras tendencias.