Sociedad, Economía y Cultura en España: Siglos XVI y XVII

Sociedad Estamental y Demografía

Durante el siglo XVI, la sociedad de la Monarquía Hispánica mantuvo los rasgos de la estructura estamental medieval, donde la limpieza de sangre se convirtió en un requisito clave para acceder a ciertos cargos. La población alcanzó los ocho millones de habitantes, pero en el siglo XVII, debido a epidemias, guerras, la expulsión de los moriscos y otros factores, descendió a siete millones.

La nobleza y el clero crecieron significativamente, mientras que la burguesía buscaba ennoblecerse invirtiendo en títulos y tierras. Los campesinos enfrentaron condiciones cada vez más duras, lo que provocó un aumento de la pobreza y numerosas rebeliones populares.

Economía: Expansión y Declive

En el ámbito económico, el siglo XVI fue un período de expansión impulsado por el comercio con América, lo que favoreció la agricultura y la Mesta. Sin embargo, a pesar de la llegada de metales preciosos, España no aprovechó plenamente sus recursos y otros países como Inglaterra, Francia y los Países Bajos avanzaron industrialmente. Esto llevó a un declive económico en el siglo XVII.

La crisis económica se profundizó por el endeudamiento del Estado debido a las guerras y la caída de la producción agrícola y textil. A finales del siglo XVII, comenzó a percibirse una leve recuperación.

Cultura: El Siglo de Oro

Culturalmente, los siglos XVI y XVII fueron el Siglo de Oro español. Aunque la Contrarreforma limitó el avance del pensamiento científico, se lograron importantes avances en derecho, como los estudios de Francisco de Vitoria. En literatura, destacaron autores como Garcilaso de la Vega, Santa Teresa de Jesús y, en el siglo XVII, Cervantes con El Quijote. En pintura, figuras como El Greco en el siglo XVI y Velázquez en el XVII dejaron un legado artístico impresionante.

La Guerra de Sucesión Española y el Sistema de Utrecht

Causas y Bandos

La falta de descendencia de Carlos II provocó un conflicto ante la rivalidad que enfrentaba a los partidarios de los dos candidatos con derechos al trono: el Archiduque Carlos, de los Habsburgo, y Felipe de Anjou, de la casa francesa de los Borbones, elegido finalmente como heredero.

La Guerra de Sucesión estalló en 1701 ante las ventajas ofrecidas al comercio francés en América y la intención del monarca francés Luis XIV de reconocerle como heredero. Al bando franco-español, apoyado por Baviera, se enfrentó la Gran Alianza de la Haya, formada por los Habsburgo austriacos, Reino Unido y las Provincias Unidas. Fue un conflicto europeo y una guerra civil, pues la Corona de Aragón respaldó al Archiduque Carlos y el modelo “foralista”, mientras que la Corona de Castilla apoyó a Felipe V, representante del centralismo borbónico.

Desarrollo y Consecuencias (Paz de Utrecht)

Tras las victorias iniciales del Archiduque Carlos, se sucedieron los éxitos borbónicos en las batallas de Almansa, Brihuega o Villaviciosa. La muerte en 1711 del emperador José I convirtió al Archiduque Carlos en emperador y facilitó la firma de la Paz de Utrecht en 1713, ante el temor general a su excesivo poder, ratificada en Rastatt en 1714.

Se denomina sistema de Utrecht al nuevo entramado de relaciones internacionales que se creó, del que salió reforzado el Reino Unido, que obtuvo ventajas territoriales como Gibraltar y Menorca. Se reconoció a Felipe V como rey de España a cambio de renunciar a las posesiones europeas y al trono francés.

Los Pactos de Familia

El fracaso de la política revisionista española conducirá a la firma de los “Pactos de Familia”, alianzas con Francia por las que España intervendrá en sucesivos conflictos con el Reino Unido como principal contendiente. Los dos primeros se firmaron durante el reinado de Felipe V, en 1733 y 1743, y el tercero durante el de Carlos III, en 1761, por el que España entra en la Guerra de los Siete Años (1756-1763).

Los Reyes Católicos: Unificación y Consolidación del Estado

Unión Dinástica y Territorial

El matrimonio entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón (1469) supuso la unión de las dos Coronas, Castilla y Aragón. La unión fue exclusivamente dinástica, no política. Cada reino mantuvo sus propias leyes e instituciones, su lengua, su moneda, impuestos y fronteras.

Tras el final de la guerra civil iniciada en Castilla en 1474, que confirmó en el trono a Isabel (1479), uno de sus principales objetivos fue la unidad peninsular. Para ello, favorecieron los enlaces matrimoniales con Portugal, conquistaron el reino nazarí con la rendición de Granada por Boabdil, y se incorporó Navarra en 1512.

Unidad Religiosa

La unidad religiosa se emprendió con la expulsión o conversión forzosa de los judíos en 1492, y de los mudéjares en 1502, convertidos estos últimos en moriscos. Tras la muerte de ambos monarcas, su nieto, Carlos I, heredará ambos reinos en 1516.

Fortalecimiento del Poder Real e Instituciones

Durante el reinado de los Reyes Católicos comienza la Edad Moderna y se fortalece la autoridad real con la consolidación de nuevas instituciones de gobierno y medidas como el nombramiento de Fernando como Gran Maestre de las grandes órdenes militares.

De esta forma, centralizaron el Estado con el establecimiento de un Consejo Real, órgano supremo de gobierno y de justicia, que se completó con un Consejo de Aragón y una serie de consejos especializados como el Consejo de la Inquisición, el de la Santa Hermandad o el de América. Ampliaron la administración de justicia con dos tribunales superiores, las Chancillerías y Audiencias. Aumentaron el control territorial a través de los virreyes y corregidores, y con la Inquisición, y reforzaron su autoridad con la creación de la Santa Hermandad y un ejército permanente. Todo esto llevó a una disminución del poder de las Cortes.

Reformas Borbónicas en los Virreinatos Americanos (Siglo XVIII)

Objetivos y Reformas Administrativas

La dinastía borbónica impuso a lo largo del siglo XVIII una serie de reformas en el territorio americano encaminadas a mejorar la administración colonial, de manera que fuera más efectiva la autoridad de la Corona en América. Se buscó también fomentar las actividades económicas, aparte de la minería, en especial el comercio, con la aprobación del Reglamento de Comercio Libre en 1778, que abrió numerosos puertos españoles y americanos al comercio transoceánico.

Destacan las reformas administrativas al perder el Consejo de Indias sus funciones, asumidas por la Secretaría de Marina e Indias. Se crearon dos virreinatos más, manteniendo el de Nueva España y dividiendo el del Perú, con lo que se creó el de Nueva Granada (sobre las actuales Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador) y el de Río de la Plata (sobre la actual Bolivia, Paraguay, Uruguay, Argentina y Chile). En los Virreinatos se acabó imponiendo una división en intendencias, y se crearon toda una serie de Capitanías Generales, como las de Venezuela o Chile.

Impacto Económico y Social

Sin embargo, la marginación de los criollos de la administración del Estado, desplazados por peninsulares, aumentará su descontento. Otras medidas fueron la creación de un ejército permanente para defender el territorio de la expansión portuguesa y de los ataques británicos. En materia religiosa, se llevó a cabo por Carlos III en 1767 la expulsión de la Compañía de Jesús de todos los territorios de la corona.

Consecuencias a Largo Plazo

En conclusión, las reformas emprendidas por los Borbones supusieron un nuevo impulso a la economía americana, incrementando de esta manera su aportación al Imperio, a través de una nueva burocracia mucho más eficiente y leal. Pero al mismo tiempo, estas medidas encontraron la oposición de los criollos, creando un sentimiento de resentimiento en las élites locales, que actuará de caldo de cultivo de un proceso de independencia que cristalizaría el siglo siguiente.

España en el Siglo XVIII: Sociedad, Economía y Cultura Ilustrada

La nueva dinastía borbónica difundió la Ilustración en todos los ámbitos: político, social, económico y cultural.

Economía: Agricultura, Industria y Comercio

A nivel económico, la agricultura se caracterizaba por la gran extensión de tierras amortizadas (de nobleza o clero) y era escasamente productiva, lo que originaba frecuentes crisis. Las medidas para afrontarlo, que se recogieron en obras como el Informe en el expediente de la ley agraria de Jovellanos (1794), como la roturación de nuevas tierras, el arrendamiento de tierras municipales, las obras de regadío (como el Canal de Castilla) o las colonizaciones de nuevas tierras, no fueron suficientes.

La escasa y atrasada industria española no podía competir con las europeas. Las medidas para fomentarla fueron la publicación de la Real Cédula por la que se abolía la deshonra legal que recaía sobre los artesanos (por Carlos III), la creación de manufacturas reales de artículos de lujo o el fomento de la construcción naval. Pero únicamente en Cataluña se pudo desarrollar una industria algodonera que tuvo cierto desarrollo.

El comercio estuvo marcado por una política económica mercantilista y la adopción de medidas que beneficiaron al comercio colonial, como el Reglamento de Libre Comercio que acabó con el monopolio de la Casa de Contratación en 1778, la creación de Compañías de Navegación y de los Consulados del Mar.

Sociedad Estamental y Demografía

La sociedad española del siglo XVIII continuó siendo estamental. Contaba con una nobleza jerarquizada que resistió los intentos ilustrados de modernización. Un clero encargado de la educación de la población, que siguió manteniendo sus privilegios, pero que vio cómo los jesuitas fueron expulsados en el año 1767. Y un pueblo llano, dividido entre una minoría burguesa, cuya principal aspiración era ennoblecerse, y una mayoría de campesinos que vivían en condiciones difíciles. Cabe destacar la importancia del Catastro de Ensenada de 1749, que recoge la situación demográfica y económica de España.

La Ilustración Española

A nivel cultural, la Ilustración es la corriente de pensamiento que se extendió por Europa en el siglo XVIII. Sus rasgos característicos son el empleo de la razón frente a la superstición, el fomento de la economía nacional, el desarrollo del conocimiento científico y la educación, o la difusión del progreso y la idea de felicidad. Se difundió a través de las Reales Academias (como la de la Lengua o la de Bellas Artes de San Fernando, que fomentó el Neoclasicismo), las Sociedades Económicas de Amigos del País o nuevas instituciones de enseñanza (como el Real Seminario de Nobles de Madrid). Destacan intelectuales como Gaspar Melchor de Jovellanos, Benito J. Feijoo, José Celestino Mutis o José Cadalso. Cabe destacar al excepcional pintor Francisco de Goya, con obras maestras como Los fusilamientos del 3 de mayo o sus famosas pinturas negras, donde se refleja su visión de la sociedad española.

La Guerra Civil Española (1936-1939): Zonas, Política, Economía e Impacto Internacional

La Guerra Civil española (1936-1939) dividió a España en dos zonas: la republicana y la sublevada, y tuvo gran relevancia internacional debido al apoyo de potencias extranjeras.

Zona Republicana: Política y Economía

En el bando republicano, las instituciones siguieron funcionando con la Constitución de 1931 hasta el final de la guerra. Tras la sublevación de 1936, José Giral asumió el gobierno y armó a las milicias, pero la falta de control y la desorganización complicaron la resistencia. Azaña encargó el gobierno a Largo Caballero, quien formó una coalición con socialistas, comunistas y nacionalistas, pero las tensiones internas complicaron la unidad. En 1937, Negrín asumió el liderazgo, con apoyo soviético, pero sus intentos de negociar la paz fracasaron con los “Trece puntos”. En 1939, la sublevación de Casado aceleró la derrota republicana.

Económicamente, la República enfrentó serias dificultades. Aunque controlaba las zonas industriales, las colectivizaciones anarquistas y una reforma agraria acelerada afectaron la producción y el abastecimiento. La República financió la guerra con deuda pública y envió oro a la URSS para conseguir material militar.

Zona Sublevada: Política y Economía

En la zona sublevada, Franco consolidó su poder tras ser nombrado Generalísimo en 1936. Unificó a diversas facciones políticas y, en 1937, creó la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, unificando el bando sublevado bajo su liderazgo. El régimen adoptó un modelo autoritario y católico, y aprobó el Fuero del Trabajo en 1938.

Económicamente, los sublevados controlaban las tierras de cultivo, lo que les aseguraba el abastecimiento, y recibieron apoyo de Italia y Alemania.

Dimensión Internacional

A nivel internacional, la República recibió apoyo principalmente de la URSS y México, mientras que el bando sublevado recibió ayuda militar de Alemania, Italia y Portugal. La Guerra Civil fue vista como un precedente de la Segunda Guerra Mundial, y muchos intelectuales, como Hemingway y Orwell, apoyaron la causa republicana, mientras que las potencias extranjeras utilizaron el conflicto como un campo de prueba para sus ideologías.

La Segunda República Española: El Bienio Conservador (1933-1936)

Elecciones de 1933 y Gobierno Radical-Cedista

Tras la dimisión de Azaña en 1933, Martínez Barrio, del Partido Radical, formó un nuevo gobierno y convocó elecciones en noviembre, donde las mujeres votaron por primera vez, lo que favoreció mayoritariamente a la derecha. La victoria de la derecha, unida en diversas candidaturas, marcó el inicio de una nueva etapa política, con el PSOE sufriendo una importante derrota.

Entre noviembre de 1933 y febrero de 1936, el gobierno estuvo dominado por la CEDA y el Partido Radical. A pesar de que la CEDA fue el partido más votado, no pudo gobernar directamente debido a la desconfianza de la izquierda. El Partido Radical de Lerroux, con el apoyo de la CEDA, formó los primeros gobiernos, implementando medidas conservadoras que incluyeron la paralización de la reforma agraria y de la reforma militar, y un giro en la política religiosa y educativa. Estas decisiones generaron tensiones y crisis ministeriales, además de incrementar la radicalización política. Surgieron nuevos grupos de derecha, como los falangistas, mientras que en la izquierda se formó el Frente Antifascista.

Revolución de Octubre de 1934

En octubre de 1934, la Revolución de Octubre estalló debido a las medidas del gobierno, resultando en una insurrección que, aunque fracasó en gran parte por la falta de apoyo de los anarquistas, se convirtió en una revolución socialista en Asturias, donde se produjeron enfrentamientos armados y una violenta represión con más de mil muertos. En Cataluña, la Generalitat fue derrotada militarmente.

Crisis y Elecciones de 1936 (Frente Popular)

La crisis política se profundizó tras la Revolución de Octubre, y a pesar de los intentos del gobierno de Lerroux por suavizar la situación mediante indultos, las medidas reaccionarias continuaron. La CEDA se desgastó, y los escándalos políticos como el caso Nombela provocaron la convocatoria de nuevas elecciones en febrero de 1936.

El Frente Popular, formado por Izquierda Republicana, el PSOE, los comunistas y los anarquistas, ganó las elecciones de febrero de 1936 con el 47% de los votos frente al 45% de la derecha.

Polarización y Camino a la Guerra Civil

El nuevo gobierno aprobó una amnistía para los detenidos en la Revolución de Octubre, restauró el Estatuto de Autonomía en Cataluña y reactivó la reforma agraria. Alcalá Zamora fue destituido como presidente y reemplazado por Azaña, quien formó un gobierno compuesto únicamente por republicanos.

La violencia entre derechas e izquierdas aumentó. Las derechas conspiraban militarmente mientras las izquierdas recurrían a la quema de iglesias y recordaban la insurrección de 1934. La radicalización política creció, y la movilización obrera se intensificó con huelgas y conflictos laborales. La división interna del ejército también contribuyó a la inestabilidad. El asesinato de los políticos Castillo (socialista) y Calvo Sotelo (monárquico) precipitó el golpe de estado del 17 de julio en Marruecos y el 18 de julio en la península, lo que dio inicio a la Guerra Civil.

Los Austrias Mayores (Siglo XVI): Política Interior y Exterior

Carlos I y Felipe II son conocidos como los Austrias Mayores por el apogeo que alcanzó la dinastía y su hegemonía en Europa.

Carlos I (V de Alemania): Herencia y Conflictos Internos

En 1516, Carlos I recibía de sus abuelos maternos las Coronas de Castilla y Aragón; y de sus abuelos paternos, Flandes, el Franco Condado, Austria, Tirol y el derecho a ser elegido emperador.

Es coronado en Castilla ante las Cortes, reunidas en Valladolid en 1518, pero interrumpe su coronación en Aragón para ser nombrado emperador en 1519. El malestar se refleja en las sublevaciones de las Comunidades en Castilla (1520-1522), donde importantes ciudades castellanas se levantaron contra la autoridad del rey, terminando derrotadas por las tropas imperiales en Villalar. Casi al mismo tiempo surge otro conflicto, las Germanías (1519-1523), que protagonizaron una revuelta antiseñorial.

Carlos I: Política Exterior

En su reinado tendrá que enfrentarse a problemas externos. Se enfrenta a Francisco I de Francia en cuatro guerras por la hegemonía en Europa. Deberá afrontar la amenaza del Imperio turco en Europa oriental, defendiendo Viena (1532), y en el Mediterráneo frente a los piratas berberiscos del Norte de África. Tras la reforma protestante iniciada por Lutero (1517), luchará contra la Liga de Smalkalda.

Felipe II: Gobierno y Política Interior

En 1555, Carlos V deja la corona imperial alemana en manos de su hermano Fernando; un año después, en 1556, cede la península ibérica, Borgoña e Italia a favor de su hijo Felipe. Felipe II fija en 1561 la capital en Madrid, dirigiendo el gobierno de sus reinos de forma autoritaria con el apoyo de virreyes y gobernadores, y con la ayuda de un sistema polisinodial de consejos. Durante su reinado utilizará la Inquisición para evitar la difusión del protestantismo y se enfrentará a dos grandes problemas internos. El primero fue la sublevación de los moriscos de las Alpujarras (1568-1570). El segundo, en Aragón, fue el motín de Zaragoza (1591).

Felipe II: Política Exterior

Para mantener íntegra la herencia recibida, tratará de sofocar la rebelión en los Países Bajos (1566), se enfrentará al Imperio otomano en el Mediterráneo en la batalla de Lepanto (1571), y declarará la guerra a Inglaterra, contra la que mandará la Gran Armada, que sucumbirá en 1588 (aunque la Contra Armada inglesa será derrotada un año después). Sus dominios se acrecentaron al ser proclamado rey de Portugal por las Cortes de Tomar en 1581.

Los Austrias Menores (Siglo XVII): Decadencia y Validos

Características Generales y Validos

Durante el siglo XVII gobernaron Felipe III, Felipe IV y Carlos II, a los que se les conoce bajo el nombre de “Austrias Menores” por la progresiva decadencia y pérdida de poder español en Europa y porque estos monarcas dejaron el gobierno en manos de sus validos. Estos eran nobles que basaban su poder en acumular cargos y la confianza del rey.

Felipe III (1598-1621)

Felipe III (1598-1621) contó como valido con el Duque de Lerma, que aprovechó su posición para enriquecerse, llegando a trasladar la capital a Valladolid durante cinco años. La expulsión de los moriscos, entre 1609 y 1614, provocará el empobrecimiento y la despoblación de ciertas zonas. Durante su reinado se desarrolló una política exterior pacifista por el agotamiento de España, firmándose la “Tregua de los Doce Años” con las Provincias Unidas en 1609.

Felipe IV (1621-1665) y el Conde-Duque de Olivares

El Conde-Duque de Olivares, valido de Felipe IV (1621-1665), inició una ambiciosa política de reformas fiscales para hacer frente a los gastos derivados de la entrada de España en la Guerra de los Treinta Años, con medidas como la creación de un banco nacional o nuevos impuestos, aunque fracasaron en su mayoría y terminarán provocando la crisis de 1640, donde coincidieron la rebelión en Cataluña y la de Portugal. España se centró en el problema catalán, con lo que Portugal logró la independencia.

La Paz de Westfalia en 1648 puso fin al conflicto europeo, pero trajo para España graves repercusiones. Aunque se recuperó Cataluña en 1652, el acoso de Francia continuó hasta la firma de “La Paz de los Pirineos” (1659), con la entrega del Rosellón y la Cerdaña, certificando la pérdida de la hegemonía española frente a Francia.

Carlos II (1665-1700) y el Fin de la Dinastía

Carlos II (1665-1700) se apoyó en validos como el Padre Nithard y el noble Fernando de Valenzuela, en un periodo de crisis política, económica y social, agravada por las intrigas y el mal gobierno. En 1677, tras una rebelión, se alzó con el poder su hermanastro Juan José de Austria, quien trató de implantar reformas que fracasaron. Tras su muerte en 1679, le sustituyeron el Duque de Medinaceli y el Conde de Oropesa, cuyas acertadas medidas pondrán las bases de una cierta recuperación económica. Durante su reinado aumentaron las pérdidas de dominios españoles en Europa, confirmándose la pérdida definitiva de Portugal en 1668. Finalmente, tras la muerte del rey sin descendencia en 1700, estalló la Guerra de Sucesión.

Transformaciones Sociales y Económicas durante el Franquismo (1939-1975)

La dictadura franquista (1939-1975) estuvo marcada por importantes transformaciones económicas y sociales.

Autarquía (1939-1951)

Durante la autarquía (1939-1951), el régimen impuso una economía autosuficiente, con fuerte intervención estatal, proteccionismo y creación de empresas públicas como Iberia, ENDESA y ENSIDESA. El INI (Instituto Nacional de Industria) gestionó industrias clave, y se nacionalizaron sectores como RENFE y Telefónica. La escasa producción agraria llevó al racionamiento hasta 1952, fomentando el estraperlo (mercado negro).

Apertura y Crecimiento (Años 50)

En los años 50, el fin del aislamiento internacional y la ayuda de EE.UU. impulsaron un crecimiento del 4,4% anual. En 1957, tecnócratas vinculados al Opus Dei impulsaron el Plan de Estabilización, dirigido por López Rodó, que abrió la economía, redujo el intervencionismo y permitió la entrada de España en el FMI y el Banco Mundial. Pese a dificultades iniciales (inflación, congelación salarial) y una emigración masiva, desde 1961 la economía creció un 7% anual gracias a las directrices del FMI y la OECE.

Desarrollismo (1959-1973)

El desarrollismo (1959-1973) impulsó la industria y los servicios a través de los Planes de Desarrollo, con incentivos a la inversión y polos de desarrollo industrial. El éxodo rural y la mecanización agraria transformaron la estructura laboral. El turismo, las inversiones extranjeras y las remesas de emigrantes equilibraron la balanza de pagos, pero con gran impacto ambiental y dependencia exterior. Sin embargo, la crisis del petróleo de 1973 generó recesión, desempleo y conflictividad social, agravando la crisis política previa a la muerte de Franco en 1975.

Cambios Sociales

En lo social, la autarquía aumentó las desigualdades, con hambre y racionamiento que frenaron el crecimiento demográfico. En 1943 se creó un primer sistema de Seguridad Social (Seguro Obligatorio de Enfermedad). La educación, controlada por la Falange y la Iglesia, era ultraconservadora, con baja escolarización infantil.

Desde los años 50, el desarrollo económico y las inversiones extranjeras mejoraron las condiciones de vida, especialmente en ciudades, favoreciendo la migración interior y exterior. El éxodo rural impulsó la industria urbana, pero provocó chabolismo y “ciudades dormitorio”. Más de 1,5 millones de españoles emigraron temporalmente a Europa.

El crecimiento demográfico aumentó con políticas pronatalistas y la expansión de la economía. La terciarización elevó las clases medias y la sociedad de consumo, mientras la Ley General de Educación (1970) amplió la escolarización obligatoria hasta los 14 años y redujo el analfabetismo. El turismo y el retorno de emigrantes impulsaron una mentalidad más abierta, aunque la dictadura mantuvo la falta de libertades. La crisis de 1973 afectó gravemente la economía y la sociedad, coincidiendo con la muerte de Franco en 1975.

Represión, Exilio y Oposición durante el Franquismo

Tras la Guerra Civil, la oposición al franquismo era débil, pero con el tiempo los cambios económicos y sociales fomentaron el descontento. El régimen utilizó una dura represión para erradicar a sus opositores.

Represión y Exilio

La Ley de Responsabilidades Políticas (1939) permitió encarcelar a más de 250.000 personas y ejecutar a entre 30.000 y 50.000 opositores. Se aprobaron leyes como la de Supresión de la Masonería y el Comunismo (1940) o la de Represión del Bandidaje y el Terrorismo (1947). Muchos republicanos se exiliaron a Francia, EE.UU. y Latinoamérica, enfrentando dificultades por la Segunda Guerra Mundial y el auge del fascismo.

Oposición Inicial (Años 40-50)

En los años 40, la resistencia guerrillera del “maquis” fue eliminada en los años 50. La oposición republicana, desorganizada y en el exilio, no logró desafiar al régimen. Los monárquicos, liderados por D. Juan de Borbón, no pudieron restaurar la monarquía, aunque en 1948 este permitió que su hijo Juan Carlos estudiara en España bajo tutela de Franco.

Reactivación de la Oposición (Años 50-70)

Desde los años 50, la oposición se reactivó pese a la represión y el Tribunal de Orden Público (TOP). Las huelgas obreras crecieron, dando lugar a Comisiones Obreras (CC.OO.) en 1962. La agitación universitaria se consolidó en los 60 con la FUDE (Federación Universitaria Democrática Española), generando detenciones y expulsiones. Un sector de la Iglesia, tras el Concilio Vaticano II, se distanció del régimen. En 1962, liberales, monárquicos y demócrata-cristianos se reunieron en el llamado “Contubernio de Múnich” contra Franco.

En la izquierda, el PCE de Santiago Carrillo tenía presencia clandestina en España, mientras el PSOE, tras el Congreso de Suresnes (1974), renovó su dirección pasando del exilio al interior con Felipe González. En 1975, la Junta Democrática (impulsada por el PCE) y la Plataforma de Convergencia Democrática (impulsada por el PSOE) intentaron unificar a la oposición. El nacionalismo vasco y catalán resurgió, y surgieron nuevos partidos. El terrorismo aumentó con grupos como el FRAP, GRAPO y, especialmente, ETA, que desde 1959 inició su actividad violenta.

Cultura Oficial y de Oposición

La cultura oficial del franquismo exaltaba valores religiosos, patrióticos y militares, idealizando la historia de España. Sin embargo, en los 50 resurgió una cultura liberal con intelectuales como Azorín y Ortega y Gasset. Paralelamente, surgió una cultura de oposición:

  • En los años 40: el tremendismo con Cela, Laforet y Buero Vallejo.
  • En los años 50: el “realismo social” con Martín Gaite, Matute y Goytisolo.

La Ley de Imprenta de 1966 (Ley Fraga) permitió cierta apertura, dando lugar al auge de publicaciones marxistas y poetas como Pere Gimferrer.

En el exilio, intelectuales como Juan Ramón Jiménez, Alberti y María Zambrano mantuvieron contacto con España a través de sus publicaciones. Muchos se establecieron en América, a la espera de un posible regreso.