Los personajes principales

TOMÁS: es el personaje central a través del cual percibimos la historia y es llamativo que nunca abandone el escenario. Tras ser sorprendido repartiendo octavillas y ser torturado posteriormente, ha delatado a sus compañeros, por lo que, consciente de su debilidad y de su traición, intenta suicidarse. Al no conseguirlo, su mente niega la realidad y la transforma a su medida, cambiando en su fantasía la cárcel por una Fundación, en la cual existe la belleza (la música, la pintura y la mujer). Solo cuando va asumiendo la realidad, en su mente se va haciendo la luz, y con él en la del espectador. Con la llegada de la lucidez se evidencia el ambiente sórdido en el que se desenvuelven los personajes, en el que todavía es posible la generosidad y el heroísmo y, por tanto, la esperanza. ASEL: contrapunto de Tomás, tiene unos cincuenta años. Es ingeniero. Intenta que este vuelva a la cordura para que asuma la realidad y su responsabilidad como paso previo para recuperar la lucidez. Hombre generoso y pacífico, no se resigna a la privación de la libertad y se desespera cuando sacan a Tulio de la celda para matarlo, al pensar que no existe esperanza para ellos. Consciente de su debilidad ante la tortura, confiesa que, tras haber sido torturado, delató a sus compañeros en una ocasión. Viéndose a sí mismo reflejado en Tomás, decide ayudarlo. Prefiere la muerte antes que delatar a sus compañeros. TULIO: se rebela y se muestra colérico ante la locura de Tomás. Cree que los demás están perturbados por seguirle la corriente y por no despertarle de su “sueño”. Admira y respeta a Asel. Le gusta la pintura. Confía en poder volver a ver de nuevo algún día a su novia, hasta que ha de despedirse de sus compañeros de celda de forma definitiva, resignado y lamentándose de que la vida no le haya dado el tiempo necesario para vivirla. LINO: tornero, hombre taciturno de unos treinta años, se desespera cuando Tulio es sacado de la celda para ir a morir. Es quien descubre que Max los ha traicionado, por lo que acaba con su vida. Lino se muestra al comienzo de la obra reacio ante las invitaciones (fantásticas, por otro lado) de Tomás a cigarrillos o a cerveza. La contradicción entre sus gestos y actitudes, por un lado, y lo que dicen, por otro, se hará comprensible más tarde, cuando entendamos que Tomás está enajenado y que ha delatado a sus compañeros. MAX: tenedor de libros, es el delator que frustra las esperanzas de Asel de conseguir la libertad, pero, a su vez, es el motivo por el que Tomás y Lino serán conducidos a las celdas de castigo, desde donde se abre una esperanza para la libertad porque, según asegura Asel antes de morir, el paisaje de la Fundación existe. BERTA: novia de Tomás, mujer soñada más que real, que le hace mantener la esperanza. Berta es fruto de la alucinación de Tomás, una especie de Dulcinea del Toboso contemporánea, que constituye un desdoblamiento de la personalidad de Tomás. Ya al comienzo de la obra manifiesta su aborrecimiento de la Fundación, marcando una ruptura desde el comienzo de la obra entre la percepción de Berta (de Tomás, realmente) y la “realidad” que se muestra en el escenario. HOMBRE MUERTO: sirve de pretexto para que Tomás muestre al espectador su visión inicial y también para constatar los extremos a los que puede llegar la persona sometida a situaciones límite de hambre y de miseria (convivir con el muerto para poder repartirse su comida). Además de los personajes centrales del drama, hay otros que, solamente aludidos, abren la cerrada perspectiva de la celda a un horizonte más amplio de solidaridad humana. Son los “compañeros a toda prueba” que se arriesgarán para que desde el sótano puedan cavar el túnel hacia la libertad, o los “barrenderos de la galería” que diseminarán la tierra, o el “cojo de la celda de enfrente” que descubre a un egoísta, o cualquiera de los miles de ojos que miran y ayudan. Esa colectividad que está en el fondo se hará presente en escena, cuando un “coro de voces” grite al unísono “Asesinos” como última despedida a Asel, a la vez que revela de qué modo la situación que afecta a los cinco protagonistas trasciende sus casos personales y se convierte en testimonio de una represión generalizada. Temas: en La Fundación, se trata el enfrentamiento entre la realidad y la ficción. Por un lado, se produce un enfrentamiento entre la realidad “real”, la realidad que percibe Tomás y la ficción que crean sus compañeros al seguirle la corriente, para ocultar ante los guardianes la locura de Tomás y ante este la muerte del otro compañeros de celda, que pasará a ser el “hombre enfermo”. Tomás, al final de la segunda parte, fingirá que continúa enajenado para evitar indagaciones sobre la muerte de Max. Por otro lado, y como consecuencia de esa dicotomía realidad/ficción, se produce la necesidad de conocer y asumir la verdad, unida al concepto de libertad, porque solo de esta forma se puede llegar a ser libre. Otro tema sería la enajenación del ser humano. Buero trata el tema de las instituciones que enajenan al hombre. La “Fundación” es un símbolo de nuestro mundo y nuestra sociedad, pues todo ser humano vive privado de libertad en un mundo opresivo; es necesario escapar de esa opresión vital, aunque fuera de ella nos espere otra cárcel, y tras esta, otra, y así sucesivamente. La vida se concibe como una prisión con apariencia de libertad en la que todo ser humano se encuentra irremediablemente. El propio Asel es consciente de que el mundo exterior es una cárcel aún más grande: “Cuando has estado en la cárcel acabas por comprender que, vayas donde vayas, estás en la cárcel”. Contra esa enajenación, se presenta la necesidad de actuar, de luchar contra la alienación. Dice Asel: “No lograremos la verdad que esconde dándole la espalda, sino hundiéndonos en ella”. Es preciso luchar y vencer las sucesivas Fundaciones: “¡Entonces hay que salir a la otra cárcel! ¡Y cuando estés en ella, salir a otra, y de esta, a otra! La verdad te espera en todas, no en la inacción”. En la obra también se trata el tema de la distinción entre violencia y crueldad. Buero aboga por una limitación de la violencia y por un rechazo de la crueldad. Quizá no se puede prescindir de la violencia, pero es necesario ponerle límites. La tortura es un tema que se relaciona con el anterior y muestra la difícil separación entre violencia y crueldad. El tema de la tortura se relaciona con el de la miseria y la fragilidad humanas, pero también con el de la grandeza, la solidaridad llevada al extremo de preferir la muerte antes que delatar y poner en peligro a los compañeros. Otros temas presentes, que se relacionan con la cosmovisión trágica –aunque esperanzada– de Buero, son: • La condición y sentido de la existencia humana. El pesimismo existencial, el mundo como valle de lágrimas, lleno de injusticia y de dolor. • La libertad. La condena de la dictadura, la privación de libertad por motivos políticos y la pena de muerte. • La importancia de la belleza para el ser humano, representada en la música y la pintura como formas de evasión de la sórdida realidad, que ayudan a sobrevivir. La Fundación encierra, al menos, un doble significado, esto es, podemos interpretarla de dos modos diferentes: Posee un significado político y literal: se trata de una meditación sobre la libertad y la esclavitud, sobre la opresión que los regímenes totalitarios ejercen sobre los individuos que no se pliegan a sus estrictos códigos de comportamiento.

La Renovación del Teatro

A partir de 1965 se produce un movimiento de renovación teatral que se opone a la estética realista y que supone el abandono del realismo social. Se busca un nuevo lenguaje dramático basado en el espectáculo, en la escenografía y en la potenciación de elementos sonoros y visuales. Casi se destruye la acción y se utiliza la alegoría y la abstracción. Las obras ponen en escena temas como la realidad contemporánea, la injusticia social, la pobreza, la soledad y la incomunicación en el mundo moderno. En el teatro de renovación tienen protagonismo autores como Francisco Nieva y su “teatro furioso”, transgresor y carnavalesco, caracterizado por la rapidez de acción, la sorpresa, la retórica burlona y el énfasis satírico, o Fernando Arrabal y su “teatro pánico”, basado en la confusión, el terror, la provocación y la acción. A partir de los años 70, cabe destacar los grupos de teatro independiente, que realizan espectáculos de gran impacto social, se basan en el trabajo colectivo y se rebelan contra la tradición artística al uso así como contra el momento político-social de la España de la época. Es el caso de grupos como Los Goliardos, TEI, Tábano, Els Comediants (experiencias creativas colectivas con mezcla de diferentes lenguajes escénicos), Els Joglars (crítica social mediante la ironía y la fabulación) o La Fura dels Baus (estimulación de la imaginación, provocación y uso de espacios escénicos no convencionales). Tras la muerte de Franco, se suprime la censura, se incrementan los premios y festivales de teatro y aumenta la ayuda del Estado al teatro. En los años 80 y 90 conviven espectáculos de grupos independientes, autores experimentales y los nuevos autores dramáticos que se inclinan hacia la comedia neorrealista