Recorrido por la Literatura Española: Modernismo a los 70s
La Poesía: Del Modernismo a las Primeras Vanguardias
El Modernismo se inspira en dos movimientos del siglo XIX: el Parnasianismo (tendencia formalista, partidaria del arte por el arte) y el Simbolismo (tendencia intimista, que pretende encontrar la realidad que se esconde tras las apariencias mediante símbolos).
Rubén Darío es el principal representante del Modernismo (Azul o Prosas Profanas).
El Regeneracionismo, que influyó en el inicio del Modernismo, tuvo en Antonio Machado un representante clave. Su obra evoluciona desde Soledades (etapa noventayochista) a Campos de Castilla y, por último, Nuevas canciones, mostrando una depuración formal en busca de la palabra sencilla y verdadera.
Los “ismos” vanguardistas incluyen el expresionismo, futurismo, cubismo, dadaísmo, etc. Sin embargo, son el creacionismo (Vicente Huidobro), el ultraísmo (Rafael Cansinos Assens) y el surrealismo (Rafael Alberti (Sobre los ángeles), Lorca (Poeta en Nueva York)) las vanguardias que más importancia tuvieron en nuestro país.
Novecentismo: Juan Ramón Jiménez. Su obra se divide en etapas: una etapa sensitiva desde sus inicios hasta 1916 (Jardines lejanos), una época intelectual que empieza con Diario de un poeta recién casado, y la etapa última o verdadera tras su segundo viaje a América en 1936 (Dios deseado y deseante).
Vanguardismo: Ramón Gómez de la Serna.
La Novela: Principios del Siglo XX hasta 1939
Destacan autores como Miguel de Unamuno (Niebla), Pío Baroja (El árbol de la ciencia, Zalacaín el aventurero), José Martínez Ruiz, Azorín (La voluntad), Ramón María del Valle-Inclán (Sonatas), Carmen de Burgos (Puñal de claveles) y Concha Espina (Altar mayor).
En 1914 se percibe el agotamiento de la Generación del 98 y un nuevo grupo toma el relevo: la Generación del 14 o Novecentismo. El Novecentismo se caracteriza ante todo por su intelectualismo (muchos escritores tendrán una sólida formación académica): hay que desterrar lo sentimental de la literatura. Los miembros del grupo tienen una importante actividad política, basada en ideales europeístas y progresistas. Son, además, elitistas y defienden el arte puro como huida del sentimentalismo; son cosmopolitas y se preocupan por el lenguaje y por la forma. En el grupo novecentista destacan en especial los ensayistas Gregorio Marañón, Manuel Azaña, Ortega y Gasset…, si bien hay importantes novelistas como Gabriel Miró (El obispo leproso), en cuyas novelas prevalece la forma sobre el contenido, o Ramón Pérez de Ayala (Belarmino y Apolonio), caracterizado por su intelectualismo y su estilo academicista.
La Generación del 27
Tres grandes etapas: poesía deshumanizada (vanguardista), rehumanizada (surrealismo), y la etapa tras la Guerra Civil.
Autores masculinos clave incluyen: Jorge Guillén (Cántico), Pedro Salinas (Razón de amor), Vicente Aleixandre (Historia del corazón), Luis Cernuda (La realidad y el deseo), Rafael Alberti (Sobre los ángeles), Federico García Lorca (Romancero gitano), Gerardo Diego (Manual de espumas), Dámaso Alonso (Hijos de la ira), Emilio Prados (Canciones del farero), Manuel Altolaguirre (Las islas invitadas) y José María Hinojosa (La flor de California).
Entre las poetas de la generación (conocidas como Las Sinsombrero) destacan: Concha Méndez (Sombras y sueños), Ernestina de Champourcín (Poemas del ser y estar), Josefina de la Torre (Poemas de la vida) y Carmen Conde (Noche oscura del cuerpo).
La Novela Española: 1939-1970s
Años 40: Exilio, Tremendismo y Novela Existencial
La década de los 40 se caracteriza por el exilio de muchos autores y el surgimiento de la novela tremendista y la novela existencial. Entre los autores exiliados se encuentran Ramón J. Sender, Max Aub, Francisco Ayala, Rosa Chacel.
Ejemplos clave del tremendismo y la novela existencial son La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela (quien incorpora el tremendismo a su novela y recrea los aspectos más sórdidos de la realidad miserable) y Nada de Carmen Laforet (novela en la que la protagonista Andrea muestra una vida vacía, reflejo de la debilidad de la burguesía).
Años 50: Novela Social
En los años 50 predomina la novela social, que busca el testimonio crítico de la realidad española.
Cela, con La colmena (1952), atraviesa por dos etapas: una primera en la que siguen predominando los enfoques personales, cercanos a la novela existencial anterior, donde cabe mencionar a Ana María Matute (Los niños tontos), Carmen Martín Gaite (Entre visillos), Ignacio Aldecoa (El fulgor y la sangre) o Rafael Sánchez Ferlosio (El Jarama), Miguel Delibes (El camino); una segunda de carácter más social y hasta político con López Pacheco y García Hortelano, entre otros.
Años 60: Novela Experimental
La década de los 60 se caracteriza por la novela experimental, con una notable renovación formal.
Obras importantes incluyen Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, y La ciudad y los perros, de Vargas Llosa. Otros títulos destacados son Señas de identidad de Juan Goytisolo, Cinco horas con Mario de Miguel Delibes, Volverás a Región de Juan Benet y Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé.
La Poesía Española: 1939-1970s
En líneas generales, la evolución de la poesía española de posguerra es bastante similar a la de la novela: existencial en los 40, social en los 50, experimental en los 60 y abierta a diversas tendencias desde los 70. Lorca había sido vilmente asesinado, Miguel Hernández morirá encarcelado y la gran mayoría de los poetas parten al exilio. Esos escritores, Juan Ramón Jiménez y León Felipe entre muchos, configuran la “España transterrada” en el cultivo de una poesía dolorosamente humanizada.
Años 40
Poesía Arraigada
Representantes: Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco, Dionisio Ridruejo y Leopoldo Panero. Características: formalismo clasicista en métrica, temas y formas de los Siglos de Oro; deseo de orden, armonía y claridad; sencillez en el lenguaje y visión optimista del mundo.
Poesía Desarraigada
Representa el desacuerdo con su realidad y aborda una temática existencial: angustia, duda, con lo social como trasfondo. Autores: Crémer, Bousoño, J. M. Valverde, y poetas del 27 como Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre.
Poesía Vanguardista
Dedicada de manera exclusiva a la propia poesía, ajena a la situación del país y dedicada a la experimentación lingüística y formal. Sus principales representantes son el Grupo Cántico, liderado por Pablo García Baena, y el Postismo, último vanguardismo español, que se define a sí mismo como “surrealismo ibérico”, encabezado por Carlos Edmundo de Ory.
Años 50: Poesía Metafísica y Social
La poesía, por un lado, se vuelve más metafísica y profunda, y por otro, se hace más abiertamente social, puesto que se busca el testimonio crítico de la realidad española, cuyos temas son la injusticia social, la libertad, la explotación política, el trabajo y el compromiso y la solidaridad. Los autores más importantes son Blas de Otero (Ancia), Gabriel Celaya (Las cosas como son), José Hierro (Alegría) y Ángela Figuera (Mujer de barro).
Años 60: Poesía Experimental
Se caracteriza por la renovación formal. Aunque no se abandona el testimonio crítico, los poetas abordan una transformación del lenguaje, haciéndolo más elaborado y retórico. Los temas se orientan preferentemente hacia lo personal (la infancia, el amor, la familia…) a veces filtrados por el humor o la ironía.
Autores: Ángel González (Áspero mundo), Jaime Gil de Biedma (Las personas del verbo), José Ángel Valente (A modo de esperanza), María Victoria Atencia (El coleccionista) y Claudio Rodríguez (Conjuros).
Años 70: Los Novísimos
Este proceso de renovación y la tímida apertura exterior que se estaba dando en el país son determinantes para que, a finales de los años sesenta, surja un grupo (reunido en torno a una antología poética: Nueve novísimos poetas españoles, 1970) denominado los “novísimos”, que recoge los postulados de los poetas de Cántico y rompe definitivamente con la literatura social para abrazar una poesía estetizante y decadente que, por otro lado, dé cabida a otras modalidades artísticas como el cine o el cómic, la música pop o la publicidad. Entre estos poetas se pueden mencionar a Pere Gimferrer, Leopoldo María Panero, Antonio Carvajal, Ana María Moix, entre muchos más.
Rasgos comunes:
- Rompen con el realismo de la posguerra.
- Inspiración en medios de comunicación.
- Temas como exaltación de los placeres sensoriales y de la belleza, el gusto por el arte, la cultura y temas históricos.
El Teatro Español: 1939 hasta la Actualidad
Años 40: Continuidad y Teatro del Humor
Se caracterizan por la continuidad de las tendencias que ya triunfaban antes de la guerra, especialmente el drama burgués al estilo de Benavente, sin apenas sentido crítico y defensor de los valores más conservadores. Este teatro es cultivado por autores como Pemán, Calvo Sotelo o Luca de Tena, afines a las convenciones y sin problemas con la censura.
No deja de haber, sin embargo, algunos intentos renovadores, centrados en el teatro de humor. Así, Miguel Mihura (Tres sombreros de copa), autor de un teatro cercano al del absurdo, siempre plasma cierta intencionalidad crítica y acentúa aún más las características inverosímiles de la acción. Muy próxima en el tratamiento del absurdo, pero impregnado de un humor intelectual, está la obra de Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro).
Años 50: La Generación Realista
Surge la “generación realista” con la fundación del grupo Arte Nuevo. Su objetivo es la crítica de la realidad española de su época a través de una estética predominantemente realista, alejada del teatro burgués. Es un teatro poco innovador desde el punto de vista formal, que se preocupaba más del contenido y el mensaje, buscando la identificación del público con los personajes y provocando remover conciencias.
Destacan entre todos ellos Antonio Buero Vallejo, autor de dos de las obras fundamentales del teatro de posguerra: Historia de una escalera y El tragaluz, en las que representa una línea de teatro crítico, con un papel primordial del diálogo y un lenguaje preciso y a veces coloquial. Alfonso Sastre concibe el teatro como un medio de concienciación y agitación, que ponga de manifiesto las relaciones entre individuo y sociedad y la necesidad de un cambio social. Entre sus obras, siempre trágicas, destacan Escuadra hacia la muerte y La sangre y la ceniza.