La Dramaturgia de la Generación del 27: Federico García Lorca y el Contexto Teatral Español
Contexto del Teatro Español en la Época
El teatro comercial a finales de los años veinte y durante la Segunda República no difiere en gran medida del de las décadas anteriores; por lo que se basaba en la capacidad de atracción de un público sin inquietudes estéticas ni intelectuales. Seguían predominando comedias al estilo de Benavente, el teatro poético, las piezas cómicas y los espectáculos musicales.
Aun así, se llevaron a cabo intentos de renovación dramática, que propiciaron, de forma aislada, un teatro distinto al convencional. Dentro de estos grupos innovadores destacó la figura de Valle-Inclán. Algunas de estas agrupaciones fueron:
- Escuela Nueva
- El Mirlo Blanco
- El Caracol
Renovación y Acceso a la Cultura
Con la llegada de la Segunda República se propició un acercamiento a la cultura, incluso desde el mundo rural, labor de la que se encargaron las Misiones Pedagógicas (grupos universitarios) con sus campañas de alfabetización. El grupo Teatro Ambulante se encargó de representar obras, que frecuentemente eran de Calderón, Cervantes, Lope de Vega, etc. Dentro de estas compañías teatrales universitarias merecen destacarse El Búho y La Barraca, esta última impulsada por Federico García Lorca.
La Generación del 27 como Grupo Dramático
La Generación del 27 no fue únicamente un grupo poético, sino que también contó con importantes dramaturgos, entre los que la figura más destacada fue la de Federico García Lorca. Aunque no fue el único en depurar el teatro poético, incorporar nuevas formas de vanguardia o acercar el teatro al pueblo.
Otros Dramaturgos Destacados
- Pedro Salinas: De quien destacamos sus dos obras largas, Judith y el tirano y El dictador.
- Rafael Alberti: Cultivó un teatro político, cuya obra más importante fue la posterior Noche de guerra en el Museo del Prado.
- Miguel Hernández: Quien cultivó un teatro social con ecos de Lope, de quien destacamos El labrador de más aire.
- Max Aub: Con Crimen o la tragedia El celoso y su enamorada. Su primer teatro se centró en el conflicto entre la verdad objetiva y subjetiva.
- Alejandro Casona: Quien se consagró como dramaturgo con La sirena varada, una obra lírica y simbolista que escenifica el conflicto entre realidad y fantasía.
Por lo demás, en los teatros comerciales de España seguían representándose comedias de salón, teatro histórico en verso y obras cómicas. Dentro de este género cómico destacan Miguel Mihura, quien escribió Tres sombreros de copa en 1932; y Enrique Jardiel Poncela, quien fusionó en sus obras el humor de la comedia convencional con los rasgos propios del arte vanguardista: el uso de imágenes.
El Teatro durante la Guerra Civil
La Guerra Civil no supuso la interrupción de la producción teatral, sino que se promovió un tipo de teatro que estuviera al servicio de la República, más concretamente, una sección teatral denominada Nueva Escena, además del Teatro del Arte y Propaganda. Se creó incluso un organismo, el Consejo Nacional del Teatro, presidido por Antonio Machado, para promover el teatro. Por otra parte, se pretendió traer a la escena española las innovaciones y adelantos técnicos.
Federico García Lorca: Temática y Estilo
Temática
En cuanto al más representativo, Federico García Lorca, debemos decir que su temática asombra por su unidad y coherencia. Lorca lleva a escena destinos trágicos, pasiones condenadas a la soledad o a la muerte, amores marcados por la esterilidad. Todo ello marcado por un doble plano: el metafísico (el tiempo y la muerte como fuerzas enemigas) y el social (prejuicios sociales, convenciones, etc.), que a menudo se entrecruzan.
Estilo y Lenguaje
En cuanto a su estilo, merece atención el uso de verso y prosa. Poco a poco el uso del verso se fue reduciendo a momentos de especial intensidad, escenas líricas entre varios personajes o canciones de tipo popular; por lo que la prosa fue ganando terreno y creciendo también el arte del diálogo. En cuanto al lenguaje encontramos una convivencia entre poesía y realidad, un habla de claro sabor popular y un poderoso aliento poético. Destaca una densa presencia de símbolos, metáforas, etc., lo que confiere fuertes connotaciones emotivas, sensoriales e imaginativas.
Etapas de su Trayectoria Dramática
Los Años 20: Experimentación y Primeros Éxitos
Durante su trayectoria dramática, se distinguen tres etapas. La primera, los Años 20, comienza con un ensayo juvenil de 1920, El maleficio de la mariposa, de raíz simbolista, y donde ya se observa el tema medular de su teatro: el amor imposible y la frustración. En esta etapa también se observa una nostalgia hacia su inocencia perdida. Su primer éxito llegó con Mariana Pineda (1925), un drama de amor trágico, en verso, con resabios del teatro histórico modernista. También encontramos Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, con aires de farsa, mostrando otro caso de amor trágico. Esta época sirvió de experimentación con el teatro simbolista y modernista, el drama y la farsa, lo popular, lo guiñolesco, etc.
Etapa Vanguardista: La Crisis y el Surrealismo
La etapa vanguardista se caracteriza por una crisis doble –vital y estética– que sufrió Lorca tras el éxito de Romancero Gitano (1928). Fruto de ello surgieron, por un lado, Poeta en Nueva York, y por otro, obras que denominó “comedias imposibles” que se encuentran bajo el influjo surrealista. Destacan El público y Así que pasen cinco años. Algo destacable de estas dos obras es que resultaron esenciales como testimonios para calar en la psicología profunda del autor; y representaron lo más audaz que podía hacerse en teatro en esos momentos.
Etapa de Plenitud: El Teatro Social y la Mujer
Finalmente, la etapa de plenitud, donde Lorca dio un giro decisivo hacia un camino propio, con un rigor estético y a la vez un alcance popular. Son los años de La Barraca, donde Lorca declaró su ansia de una comunicación más amplia. Encontró la plenitud de su arte dramático y un éxito multitudinario. A esta etapa corresponden obras en las que la mujer y su condición tuvieron un puesto central, presentándolas a menudo como criaturas marginales. Por ejemplo, en Bodas de sangre (1933), que aborda una pasión que desborda barreras sociales y morales, pero que desemboca en la muerte. En Yerma (1934) se explora el drama de la mujer condenada a la infecundidad, con todo su alcance simbólico. En Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores se presenta un drama sobre la espera inútil del amor. Esta etapa culmina con La casa de Bernarda Alba (1936).