Uno de los temas destacados es el destino trágico, el fatum. Destino trágico en editable hay un final ineludible. Finalmente es un relato que se limita a contar lo que ha pasado pero sin capacidad de intervenir en los sucesos. Desde el arranque sabemos que el personaje está destinado a morir por lo cual elimina las sorpresas pero no la necesaria suspensión qué hace atractiva la lectura. Santiago Nassar parecía destinado a ser mimado por la fortuna sin embargo muere en circunstancias terribles a la misma puerta de su casa. Todo el pueblo sabía que el crimen iba a producirse sin embargo nadie lo impide con lo cual el destino fatal ineluctable qué influye decisivamente sobre el desarrollo de los hechos. La diferencia del Fatou de las tragedias clásicas se caracteriza por un funcionamiento ciego y por la íntima relación con los defectos, vicios o culpas de los personajes. La fatalidad que descubrimos en la novela de Márquez. Son un conjunto de contradicciones, coincidencias y presagios interpretados erróneamente. La contradicción central de la obra es que justamente todo el mundo menos Santiago saben que iban a asesinarlo. Dicha contradicción se presenta como la trama y no como una inconsecuencia del novelista. La segunda gran contradicción es que en dicha sociedad Ángela hubiera podido perder la virginidad con cualquier joven y ese hecho no se supiera. A las contradicciones se le suma el resultado de la ambigüedad pues son muchos los hechos que nadie sabe explicar. Para empezar la obra gira alrededor de la ambigüedad sobre quién cometió el crimen. Otros ejemplos que crean este ambiente FATAL son: Las contradicciones acerca el tiempo atmosférico, no se sabe si la cocinera sabía que lo iban a matar, hay testimonios divergentes acerca de si los gemelos estaban borrachos o sobrios durante el crimen. El narrador no habla acerca de las contradicciones pero sí acerca de las casualidades que encadena el hecho como que Santiago casi nunca salía por la puerta de atrás de su casa pero ese día lo hizo y se encontró con los Vicario, Luisa era capaz de sentir cualquier tragedia pero esa no pudo, Cristo el único que hubiera podido salvarle no se le vio hasta después del crimen, de manera sorprendente Santiago va pronto a casa de su novia por lo cual nadie se entera de que está ahí y no le pueden avisar. Por último Yamil amigo de Nassar no logra encontrar los cartuchos con los que salvar a su amigo.


El fatalismo impregna toda la novela. La fuerza del destino es tan fuerte que aquellos que podrían ser capaces de pronosticar el crimen son incapaces de ello. Carniceros no pararon a los hermanos porque pensaban que eran cosas de borrachos. Meme no advirtió a Santiago porque lo vio contento y pensó que todo se había solucionado. Plácida cerró la puerta de su casa al ver a los Vicario porque pensaba que se iban a meter dentro y de esa manera sentenció a su hijo que no pudo entrar y escapar. Cristo no consigue proteger a su amigo porque pensaba que estaba desayunando en casa de los García. También cabe la posibilidad de analizar los sucesos desde otro punto de vista, podemos llegar a la conclusión de que se pudo hacer más para evitar el asesinato de esto el destino no actúa de forma ciega imparable sino que el destino de Santiago participaron irresponsable o interesadamente algunas personas. Por ejemplo: Victoria la cocinera no advierte de la amenaza porque en el fondo querían que lo mataran. El alcalde debió impedir la desgracia pero como había resuelto muchos pleitos el día anterior no se dio prisa por uno más. El padre Carmen está más preocupado por la llegada del obispo que por los intentos de asesinato, y a su vez consideró que no le correspondía a él ocuparse de ello. La madre y la novia de los Vicario les animan a cometer el crimen. En definitiva se trata de una muerte que bien podría ser de todos los culpables, lo que hace pensar si no fue causa del destino sino pura fatalidad encadenada a torpezas humanas. La interpretación de la novela en clave estrictamente fatalista se ve debilitada por una circunstancia evidente, se adivina en Crónica una fuerza –el amor-, que en cierto modo puede vencer al destino fatal. Así ocurre con Ángela Vicario,