Proceso de Independencia de las Colonias Americanas

En el mapa se nos muestra el proceso de independencia de las colonias americanas, que tuvo lugar durante la primera mitad del siglo XIX, coincidiendo en el tiempo con un periodo de enorme inestabilidad política en el territorio peninsular. Esto se produjo principalmente por el sentimiento de los criollos (población ‘blanca’ nacida en América) de estar apartados de las decisiones políticas del reino. La poca libertad económica, la influencia de la independencia de las colonias americanas y el vacío de poder de España fueron factores que dieron pie a este suceso.

De esta manera, a principios del siglo XIX van a estallar diversos procesos independentistas que van a provocar la pérdida de todas las colonias españolas en América menos Cuba y Puerto Rico.

Las causas de independencia de las colonias americanas fueron diversas, tales como la crisis de la monarquía borbónica, Guerra de la Independencia española, la desastrosa política comercial en las colonias, la difusión de las ideas ilustradas, independencia de EE.UU., el creciente descontento de los criollos, que les tenían vetado el acceso a los cargos político-administrativos.

Como nos indica la leyenda del mapa, podemos explicar el proceso de independencia de las colonias americanas a partir de los siguientes periodos:

Regencia (1810-1814)

El proceso de independencia se inició en plena guerra de la independencia. Reprodujeron el fenómeno juntista peninsular (Juntas) en las colonias. Descontento por la escasa representación concedida en las Cortes de Cádiz. Como se ve en el mapa, Paraguay y Las Provincias Unidas del Río de la Plata proclaman su independencia.

Sexenio Absolutista (1814-1820)

La vuelta del absolutismo propició pronunciamientos militares que derivaron hacia posturas independentistas entre los criollos. San Martín derrotó a los españoles y declaró la independencia de Chile y Simón Bolívar puso las bases para la formación de la Gran Colombia, como vemos en el mapa.

Trienio Liberal (1820-1823)

Los refuerzos españoles para luchar contra el independentismo no llegan a América. En este periodo es cuando más territorios alcanzarán la independencia. Prácticamente todo Centroamérica. También Perú y Ecuador de España y Brasil de Portugal. En México, el movimiento independentista liderado por Iturbide logró atraerse a la Iglesia y a las clases poderosas y se independizó en 1821.

Década Ominosa (1823-1833)

Finaliza el proceso con la independencia de Bolivia y Uruguay. Comienza la formación de Estados nacionales a partir de la división de las grandes áreas formadas por los libertadores. Cuando acabó el reinado de Fernando VII (1833) el inmenso imperio colonial de antaño había quedado reducido a Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

Desamortizaciones en España

Las desamortizaciones son el conjunto de leyes que suprimían la amortización, es decir, prohibición de vender las tierras institucionales improductivas, para ser explotadas por nuevos propietarios. Las vendían a particulares mediante subasta pública, lo que permite aumentar la recaudación de fondos para la Hacienda del Estado.

Aunque a lo largo de la historia hubo varios intentos desamortizadores previos, las desamortizaciones que nos muestra la gráfica son dos, vinculadas a dos políticos y a dos momentos diferentes, la de Mendizábal y la de Madoz.

La primera fue, como se ve al comienzo de la gráfica, la de Mendizábal, que se inicia en 1836 durante el gobierno moderado de la regencia de María Cristina, forzada tras el Motín de la Granja. Este proceso desamortizador dio lugar a la subasta pública de los bienes eclesiásticos, principalmente bienes inmuebles como tierras, conventos y monasterios, pero también bienes muebles (obras de arte) que pertenecían al clero y a las órdenes religiosas, excepto las dedicadas a la enseñanza y a las tareas hospitalarias y el Estado se encargó del mantenimiento del clero.

El objetivo de la desamortización de Mendizábal era conseguir ingresos para eliminar la deuda pública y aminorar el grave déficit del Estado y para financiar el ejército isabelino en la Guerra Carlista. El proyecto también aspiraba a crear una clase social de campesinos propietarios que apoyara al régimen liberal.

Los resultados no alcanzaron las previsiones, ya que las tierras fueron adquiridas por nobles y burgueses adinerados, pues los campesinos y pequeños propietarios no contaban con el capital necesario para la adquisición de las mismas.

Tras este proceso, y atendiendo a los datos de la gráfica, en 1855, comenzó una nueva ley de desamortización impulsada por el ministro Madoz, en este caso esta reforma se produjo durante el Bienio progresista del Reinado de Isabel II y afectó fundamentalmente a Bienes civiles, es decir bienes inmuebles vinculados al Estado y a los ayuntamientos (Bienes de propios y comunes). También desamortizó las tierras que le quedaban a la Iglesia, a las órdenes militares, a las cofradías y a las instituciones benéficas. Los objetivos eran similares a los perseguidos en 1836, sanear la Hacienda, sin embargo, había dos diferencias claras:

Por una parte, el dinero obtenido fue destinado a fomentar la industrialización del país, es decir, a financiar diversas obras públicas y la expansión del ferrocarril; por otra parte, el dinero fue dado en propiedad a los ayuntamientos, aunque el Estado ejercía de custodio, utilizándolos para el bien de todos.

Los bienes desamortizados, que en este caso constituyeron una mayor cantidad que en la de Mendizábal, pero una vez más la burguesía con dinero fue la gran beneficiaria.

La Revolución Gloriosa y la Constitución de 1869

En 1868 estalla la Revolución Gloriosa que destronará y exiliará a Isabel II, esa abrupta salida de la monarca da lugar a la formación de un gobierno provisional que tiene la firme intención de democratizar el país. Así, se convocan elecciones a Cortes y se procede a la redacción de una nueva Constitución acorde a las ideas progresistas del nuevo gobierno.

La Constitución de 1869 surge en un ambiente revolucionario europeo, y quizá es demasiado avanzada a su tiempo. Es la primera constitución democrática de la historia de España y consolida un régimen político basado en los principios liberal-democráticos, que inspiraron a los impulsores de la revolución de 1868.

Se trata de un texto de 112 artículos que reconoce un amplio régimen de derechos y libertades: derechos de manifestación, reunión y asociación, la libertad de enseñanza y la igualdad para obtener empleo. De la misma manera, se reconocía la libertad de opinión e imprenta, propiedad privada, la inviolabilidad del domicilio y la correspondencia, la libertad de profesar de manera pública o privada cualquier religión, aunque el Estado debía mantener el culto católico.

La constitución también declara el Estado monárquico, proclama la soberanía nacional y establecía el sufragio universal masculino (mayores de 25 años), así como una separación completa de los tres poderes:

  • El poder ejecutivo correspondía al monarca, aunque ejercido por el gobierno. Sus poderes quedaban bastante limitados (no podía vetar las leyes).
  • El poder legislativo, reside en unas Cortes bicamerales (Congreso y Senado) encargada de hacer las leyes. Debían reunirse al mismo tiempo.
  • El poder judicial recaía en los jueces y tribunales cuyo acceso mediante oposición —frente al anterior sistema de nombramiento por el gobierno— pretendía crear un cuerpo profesional e independiente del resto de poderes del Estado.

Las Cortes establecieron una nueva ley municipal (Ayuntamientos y Diputaciones), según la cual los concejales eran elegidos en su totalidad por los residentes en cada población y los concejales a su vez, designaban al alcalde. Las condiciones de elegibilidad se ceñían a cuatro años de residencia, y en el caso de los alcaldes a saber leer y escribir.

Las provincias de ultramar, Cuba y Puerto Rico gozaban de los mismos derechos que los peninsulares, mientras Filipinas quedaba gobernada por una ley especial.

En definitiva, la Constitución de 1869 está inspirada en la de 1812, pero modernizada y representaba los intereses de las clases medias progresistas.