El impacto que tuvo el 98 hizo aflorar el descontento que el régimen de la Restauración había provocado. Surgió así un movimiento intelectual y social crítico conocido como el Regeneracionismo, que tuvo varias vertientes. Por un lado el regeneracionismo social y económico, cuyo ideólogo fue Joaquín Costa, que propuso reformas económicas (en agricultura) y educativas. Por otro lado, el revisionismo político, que empleó los argumentos regeneracionistas (supresión del caciquismo, necesidad de una reforma social, proteccionismo económico y recuperación de la grandeza de España). Los primeros en adoptar estos puntos de vista fueron los políticos conservadores, liderados por Silvela; cuando este presidió el Gobierno, creó dos nuevos ministerios, separados del de Fomento: el de Instrucción Pública y el de Agricultura. Su tarea política fue continuada por Antonio Maura. Los políticos de la izquierda liberal también adoptaron el espíritu del regeneracionismo: Santiago Alba, José Canalejas y Melquíades Álvarez.Por último, el regeneracionismo intelectual y literario, representado por Ganivet, Unamuno y Maeztu, que expresaban un pesimismo existencial. Este espíritu impregnó la obra literaria de la “Generación del 98”. A comienzos del siglo XX, Antonio Maura personificó la renovación del Partido Conservador. En 1902 fue nombrado ministro de Gobernación y presidió el Gobierno en dos ocasiones. Su programa político fue el maurismo, que se resume en el conservadurismo católico de masas de obreros, en conectar la monarquía con la realidad social, en acabar con el caciquismo (crítica directa al parlamentarismo), en incorporar otras fuerzas políticas del sistema, como el catalanismo conservador de la Lliga, mediante la Ley de Administración Local que permitía la formación de mancomunidades (pero que no se llegó a aprobar) y llevar a cabo una política exterior nacionalista y expansionista en Marruecos para olvidar la derrota del 98. Este último proyecto contaba con las simpatías del propio Alfonso XII. Además, se aprobó la construcción de una escuadra naval y comenzaron las operaciones bélicas en el norte de África, lo que incrementó los gastos estatales y el déficit. Sin embargo, a todas estas reformas, se unió una crisis que estalló en julio de 1909 en Barcelona, conocida como la Semana Trágica. En este conflicto convergieron varios problemas. Por un lado, el problema del catalanismo. A principios del siglo XX, unos oficiales del Ejército, ofendidos por una caricatura aparecida en una revista, asaltaron sus locales y los del periódico de la Lliga Regionalista. Montero Ríos, presidente del Gobierno, no pudo castigar a los militares por la oposición del rey y se vio obligado a dimitir. El Gobierno de Moret, que emergió de la crisis, aprobó la Ley de Jurisdicciones, por la que los delito contra la patria y el Ejército serían juzgados por tribunales militares. Las fuerzas políticas catalanas reaccionaron constituyendo Solidaritat Catalana, que obtuvo resultados espectaculares en las elecciones de 1907.Por otro lado, estuvo el problema de los republicanos. Lerroux, antimonárquico y enemigo del nacionalismo catalán era muy popular entre los obreros de Barcelona y en 1908 creó su propio grupo, el Partido Republicano Radical. Por último, estuvo el problema del movimiento obrero. El sindicalismo catalán, influido por el anarquismo, destacó en su movilización, formándose la Solidaridad Obrera, cuyo control estaba en manos de anarquistas y los radicales de Lerroux. La crisis estalló en julio de 1909 cuando el Gobierno de Maura, con destino a la Guerra de Marruecos, llama a filas a los reservistas. La medida provocó numerosas protestas, especialmente en Cataluña: las organizaciones obreras convocaron una huelga general de protesta en Barcelona y degeneró en un motín. La represión tras estos sucesos fue espectacular: cinco penas de muerte, entre ellas la de Ferrer i Guardia, lo que provocó la repulsa internacional. Maura se vio obligado a dimitir para dejar paso a los liberales, a los que acusó de aliarse con los enemigos de la monarquía para desplazarlo del poder. La Semana Trágica tuvo consecuencias políticas. El Partido Liberal, a la muerte de Sagasta, encontró un nuevo líder en Canalejas, un político del ala izquierda del partido. Se dedicó a renovar el programa liberal, admitiendo el intervencionismo del Estado en la economía y la sociedad, la reforma social, la separación de la Iglesia y el Estado (se abordó mediante la “ley del candado”) y la democratización del régimen. Hubo una nueva oleada de huelgas, que Canalejas reprimió con el Ejército. Tras su muerte fue aprobada la Ley de Mancomunidades (1913), que permitió el nacimiento de la Mancomunidad de Cataluña (1914), presidida por Prat de la Riba. Por otro lado, la izquierda política antidinástica constituyó la Conjunción Republicano-Socialista, que reunía a Pablo Iglesias, Lerroux, Melquíades Álvarez y Pérez Galdós. En las elecciones de 1910, la Conjunción obtuvo numerosos votos y Pablo Iglesias fue elegido diputado.También hubo un crecimiento sindical. La UGT creó su organización más disciplinada, el Sindicato Minero Asturiano (SOMA) y se extendió también a los ferroviarios. La UGT organizó huelgas. En Cataluña, Solidaridad Obrera pasó a convertirse en la Confederación Nacional del Trabajo o CNT, anarcosindicalistas, partidarios del comunismo libertario que empleaba la acción directa. La CNT estaba más descentralizada y aglutinó a la mayoría de los sindicatos catalanes. Por otro lado, el PSOE había sido dirigido por Pablo Iglesias y Largo Caballero. Además, se incorporaron Besteiro y Fernando de los Ríos.El régimen sufrió algunos problemas, como la desunión de los partidos dinásticos. Los sucesores de Canalejas (Romanones, García Prieto y Santiago Alba) no consiguieron aglutinar a todas las facciones del Partido Liberal. Los conservadores se dividieron y el rey llamó a Dato como jefe de Gobierno. Ningún líder político era capaz de obtener un respaldo sólido dentro de su partido. Esto condujo a una gran inestabilidad, a un bloqueo parlamentario y a la casi permanente suspensión de las Cortes Además, hubo repercusiones de la Primera Guerra Mundial (1914-1919). España permaneció neutral, aunque sufrió importantes repercusiones económicas y sociales. Se produjo una gran inflación, los salarios no subieron y hubo despidos, lo que causó protestas. El desenlace del conflicto tuvo una enorme influencia del estallido de la Revolución rusa, lo que animó a los republicanos españoles a luchar por una sociedad más democrática y al movimiento obrero a reivindicar mayor presencia política y social. Finalmente, la crisis político estalló en 1917. Tras la Ley de Jurisdicciones, el Ejército se había convertido en un grupo de presión: a partir de 1916 organizó las juntas militares de defensa, que pedían mejoras profesionales y salariales. El Gobierno intentó disolver las juntas, pero se negaron a desaparecer y sus peticiones fueron admitidas en junio de 1817. La oposición política, encabezada por la Lliga, decidió convocar una asamblea de parlamentarios en Barcelona en julio en la que participaron los catalanistas, republicanos y Pablo Iglesias. En esta asamblea se exigió la autonomía para Cataluña y la convocatoria de unas Cortes constituyentes. Además, la CNT y la UGT organizó una huelga general indefinida en agosto de 1917 para protestar por el incremento de los precios de los alimentos básicos. El Ejército los reprimió y el comité organizador (Besteiro y Largo Caballero) fue detenido.La monarquía tuvo algunos conflictos, como la radicalización del movimiento obrero. El socialismo español se desligó de la izquierda burguesa y republicana debido al impacto que provocó en los partidos socialistas de toda Europa la Revolución bolchevique y la formación de la Tercera Internacional (1919). Los socialistas decidieron no ingresar en ella. Sin embargo, del PSOE se escindió un grupo, el Partido Comunista de España (PCE). La CNT, dirigida Salvador Seguí Buenacasa y Pestaña, en su Congreso de Sants, propuso la creación de sindicatos únicos que agruparan a todos los oficios de un ramo. La implantación de la CNT en Barcelona permitió al sindicato organizar una huelga de trabajadores de la Canadiense. El conflicto desembocó en una huelga general. El Gobierno concedió la jornada laboral de ocho horas para los obreros, aunque los militares, junto con la patronal apoyada por la Lliga, y los empresarios reprimieron el conflicto con pistoleros y cerrando empresas. Las autoridades apoyaban a sindicatos de extrema derecha (libres). Otro de los problemas fue la Guerra de Marruecos (1909-1927), cuyas causas fueron: la presencia de Francia en el norte de África, por la cual se celebró la Conferencia Internacional de Algeciras (1906) por la cual el sur del país quedaba bajo influencia francesa, mientras que el norte y la salida al mar Mediterráneo bajo influencia española. Además, había una influencia debido a los grandes negocios que particulares tenían allí (minas, ferrocarriles).Las primeras expediciones fueron en el Rif, habitada por tribus bereberes o cabilas. Las tropas españolas tuvieron que enfrentarse a el Raisuni y Abd el-Krim. La intervención militar se inició en 1909 cuando los rifeños atacaron a los obreros del ferrocarril que España estaba construyendo entre Melilla y las minas del Rif. En el Barranco del Lobo se produjo una derrota. Además, se creó un protectorado (1913). El general Silvestre se aventuró excesivamente en una operación militar y se alejó de Melilla. Los españoles fueron cercados en Annual por las tropas de Abd el-Krim. 5000 soldados murieron incluido Silvestre, y las posiciones españolas en el Rif se perdieron en pocos días. Los sucesos afectaron al Ejército, dividido entre africanistas (partidarios de seguir la guerra) y peninsulares o junteros (como Miguel Primo de Rivera). Los militares lanzaban frecuentes acusaciones a los políticos: les reprochaban que les exigieran resultados sin proporcionarles los medios adecuados. Además, abrieron un debate sobre las responsabilidades del desastre, que se utilizó para desacreditar al régimen.Entre 1922 y 1923, la monarquía de Alfonso XIII tenía solo dos alternativas, una democratización real del sistema o el establecimiento de un régimen autoritario. Se hicieron algunos esfuerzos para solucionar los problemas a través de medios civiles y constitucionales: se disolvieron las juntas de defensa, se cesó a Martínez Anido como capitán general de Barcelona y se nombró a un civil para dirigir la crisis de Marruecos. Sin embargo, el régimen derivó finalmente en una solución autoritaria.En la noche del 12 al 13 de septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera, declaró el estado de guerra y repartió el manifiesto Al país y al ejército españoles. El rey accedió al golpe de estado y nombró a Primo de Rivera presidente de un Gobierno militar o Directorio.