Crisis Agraria y el Contexto Pre-Revolucionario

La crisis agraria provocó la hambruna en muchas zonas del país. En la temporada 1865/1866, una muy buena cosecha hizo que bajaran los precios, lo que llevó a una menor siembra al año siguiente. Sin embargo, el clima fue perjudicial y la cosecha de 1867-1868 fue bajísima, lo que provocó un aumento de los precios agrícolas en más de un 60%.

En este contexto, cuajó una alianza de unionistas, progresistas y demócratas, e incluso algunos moderados. El punto central de esta coalición eran los progresistas. Lograron, a través de un pronunciamiento liderado por el almirante Topete en Cádiz, la caída de la Constitución y del reinado de Isabel II. En ese momento, no estaba claro qué sistema se iba a establecer, ni con qué métodos.

La Unión Liberal preparó un pronunciamiento militar clásico, en el que el pueblo solo ratificaría el triunfo de los militares. Por su parte, los demócratas pretendían buscar el protagonismo popular y organizar levantamientos desde abajo. En este ambiente, comenzaron a aparecer guerrillas en zonas rurales a favor de la revolución.

El Estallido de la Revolución Gloriosa

El movimiento se inició con el levantamiento o pronunciamiento militar clásico. Sin embargo, esta revolución fue distinta a otras de la época decimonónica debido al apoyo popular. La participación no fue solo militar, sino también civil. Fue una revolución tranquila, que no atacó la propiedad y sin demasiada violencia; una revolución con orden.

Fue la primera vez que la marina tomó la iniciativa (tradicionalmente más conservadora). Un almirante unionista, Juan Bautista Topete y Carballo, se pronunció en Cádiz el 18 de septiembre de 1868. Su manifiesto público fue muy moderado y su lema, «España con honra». El manifiesto fue redactado por otro unionista, Abelardo López de Ayala. En tierra, recibieron el apoyo de Rafael Primo de Rivera.

Formación de Juntas Revolucionarias

Se constituyó una junta revolucionaria en Cádiz, integrada por progresistas y demócratas, pero el propio General Juan Prim y Prats (progresista) la moderó. Nombró otra junta que incluía a unionistas, mucho más moderada y presidida por Topete. El General Prim intentó dirigir la revolución, evitando que se deslizara demasiado hacia la izquierda. A Cádiz llegaron otras figuras como el progresista Práxedes Mateo-Sagasta y el unionista General Francisco Serrano y Domínguez, entre otros.

Expansión del Movimiento Revolucionario

La revolución se extendió primero por Andalucía. El General Izquierdo se pronunció en Sevilla y se creó una junta con Rafael Pérez del Álamo, quien había encabezado el levantamiento de Loja en 1851. Lanzó la consigna de «¡Abajo la dinastía!». Se unieron rápidamente Córdoba, Huelva, Málaga y Almería. El 26 de septiembre de 1868, la revolución llegó a Cartagena. Posteriormente, se unieron Valencia y Barcelona. Luego, se levantó la flota de Ferrol. Otros levantamientos fueron reprimidos en localidades como Alcoy, Béjar, Alicante, Granada o Santander.

El 28 de septiembre se produjo un encuentro decisivo, tras otros levantamientos de guerrillas en diez provincias distintas que realizaron una gran labor propagandística. En León se levantó Mariano Álvarez Acevedo, líder histórico del republicanismo, con una partida de 200 hombres que entró en León el día 30.

La Batalla Decisiva: Alcolea

El encuentro clave del 28 de septiembre de 1868 se produjo en la Batalla del Puente de Alcolea (Córdoba) entre las tropas partidarias de Isabel II, mandadas por el Marqués de Novaliches, y las tropas de Serrano, que resultaron victoriosas. Hubo unas 900 bajas. La victoria de los revolucionarios abrió el camino al triunfo definitivo. La Reina pasó a Francia, y en Madrid, el día 29, se instaló una junta revolucionaria que difundió por todo el país el triunfo de la revolución. La Reina intentó reaccionar y puso en el gobierno a Joaquín Jovellar, pero este lo cedió a Pascual Madoz, presidente de la Junta Provisional Revolucionaria (30 de septiembre – 3 de octubre).

Consolidación y Difusión de la Revolución

La revolución se difundió con mucha rapidez gracias al telégrafo, que se había extendido por todo el país. La Junta se trasladó al Ayuntamiento de Madrid. Paralelamente, se había formado otra junta fundamentalmente demócrata, que se instaló en el Ministerio de Gobernación. El enfrentamiento entre ambas juntas no está muy claro. Se plantea que Amable Escalante solo quería impedir que se formara un gobierno no demasiado derechista. Al final, ambas juntas se unieron, aunque los demócratas estaban en minoría y la mayoría era progresista.

La Junta se renovó el 5 de octubre con una elección por sufragio universal, formándose una junta presidida por Joaquín Aguirre de la Peña (progresista). La mayoría eran progresistas, aunque había 4 demócratas. Dicha junta actuó como si fuese suprema. Se hicieron públicos manifiestos de «¡Abajo los Borbones!» y de defensa del sufragio universal. Se propuso la supresión de las quintas, la de los consumos y la expulsión de los jesuitas. Se crearon unos Voluntarios de la Libertad para mantener el orden y la revolución.