La Evolución del Régimen Franquista: Contexto, Etapas y Transformaciones Sociales
La Creación del Estado Franquista: Grupos Ideológicos y Apoyos Sociales
Tras la Guerra Civil, Franco instauró un régimen personalista basado en una dictadura militar con rasgos fascistas y tradicionalistas. Concentró todos los poderes como Caudillo, respaldado por un sistema ideológico sustentado en tres pilares:
- Anticomunismo: Persecución de toda oposición, desde republicanos hasta demócratas.
- Nacionalcatolicismo: Alianza con la Iglesia, que controlaba educación, moral pública y censura.
- Tradicionalismo: Exaltación del imperio español y prohibición de identidades regionales.
La base social del franquismo incluyó a la oligarquía terrateniente, clases medias rurales, funcionarios depurados y católicos, mientras reprimía a obreros y sectores urbanos republicanos.
Estructura del Régimen en Tres Etapas
El régimen se estructuró en tres etapas:
Consolidación (1939-1959)
Inició con represión (Ley de Responsabilidades Políticas, 1939) y autarquía económica. Durante la Segunda Guerra Mundial, apoyó al Eje con la División Azul (50.000 voluntarios en el frente soviético) y la entrevista de Hendaya (1940), aunque mantuvo una neutralidad estratégica. Tras 1945, el régimen fue aislado internacionalmente, excluido de la ONU y del Plan Marshall. Sin embargo, la Guerra Fría permitió el acercamiento a EE.UU., culminando en el Pacto de Madrid (1953), que estableció bases militares estadounidenses a cambio de ayuda económica.
Desarrollismo (1959-1973)
El Plan de Estabilización (1959) impulsó el crecimiento económico (“milagro español”), basado en industrialización, turismo e inversión extranjera. Políticamente, se suavizó la represión y se aprobaron leyes cosméticas como la Ley de Prensa (1966), aunque sin democratización. En 1969, Franco designó a Juan Carlos de Borbón como sucesor, asegurando la continuidad del sistema.
Crisis Final (1973-1975)
La crisis del petróleo (1973), la división interna y el declive físico de Franco debilitaron el régimen, que mantuvo su estructura represiva hasta su muerte en 1975.
Leyes Fundamentales y Reconocimiento Internacional
Las Leyes Fundamentales (1938-1967) sustituyeron a una Constitución, consolidando la dictadura. Destacaron el Fuero del Trabajo (sindicalismo vertical), la Ley de Sucesión (1947) (Franco como jefe vitalicio) y la Ley Orgánica del Estado (1967), que simulaba una “democracia orgánica”. Internacionalmente, el franquismo pasó del aislamiento al reconocimiento gracias a su anticomunismo durante la Guerra Fría. Su integración en la ONU (1955) y el Concordato con el Vaticano (1953) legitimaron el régimen, aunque España quedó al margen de la OTAN y la CEE.
Política Económica del Franquismo: De la Autarquía al Desarrollismo
Tras la Guerra Civil, la economía española se sumió en la autarquía (1939-1959), marcada por el intervencionismo estatal y el aislamiento internacional. El régimen impulsó la industrialización mediante el Instituto Nacional de Industria (INI), creado en 1941, que promovió sectores como la energía hidroeléctrica y el automóvil (SEAT, 1950). Sin embargo, la agricultura sufrió escasez, racionamiento y un floreciente mercado negro. La pobreza generalizada y los bajos salarios perpetuaron las desigualdades hasta que, en los años 50, las ayudas estadounidenses y créditos externos aliviaron parcialmente la crisis.
En 1959, el Plan de Estabilización —impulsado por tecnócratas del Opus Dei— abrió la economía al exterior, devaluó la peseta y atrajo inversiones extranjeras. Esto inició el desarrollismo (1959-1973), caracterizado por un crecimiento económico sin precedentes (“milagro español”), impulsado por el turismo, las remesas de emigrantes y la industrialización. Los Planes de Desarrollo (1962-1975) fomentaron polos industriales como Barcelona, Madrid y el País Vasco, aunque acentuaron los desequilibrios regionales. La economía se triplicó, pero dependió de factores externos: inversiones de multinacionales (Ford, IBM) y la demanda laboral europea, que absorbió a un millón de emigrantes españoles entre 1960 y 1973.
La crisis del petróleo de 1973 frenó abruptamente este crecimiento, provocando desempleo, retorno de emigrantes y conflictividad laboral. España, aún lejos de la integración europea (excluida de la CEE hasta 1986), enfrentó una recesión que agudizó las tensiones sociales.
Transformaciones Sociales en el Franquismo
En el ámbito social, el país experimentó una transformación profunda. La población creció de 29 a 34 millones, con un descenso de la mortalidad y una natalidad incentivada por el régimen hasta los años 70. La emigración masiva —hacia Europa y las ciudades— redujo el peso rural y generó una clase media urbana educada y consumista, que demandaría democracia. La Ley General de Educación (1970) amplió la escolarización, aunque persistieron desigualdades en sanidad y vivienda.
Culturalmente, los años 60 trajeron una crisis de valores: la juventud adoptó influencias occidentales (rock, movimiento hippie) y cuestionó el nacionalcatolicismo. El Concilio Vaticano II (1962-1965) debilitó la alianza Iglesia-Estado, mientras la secularización y el uso de anticonceptivos redujeron la natalidad. Para 1975, la sociedad española, más urbana y crítica, veía al franquismo como un anacronismo, sentando las bases para la Transición democrática.