Prehistoria y Edad Antigua

Llamamos Prehistoria al periodo que abarca desde que aparece el primer homínido hasta la invención de la escritura. Este periodo suele ser dividido en dos etapas:

Paleolítico

El Paleolítico es el periodo más largo de la historia y en él se vivía de la caza de pequeños animales, eran nómadas que se refugiaban en cuevas y eran carroñeros. En el Paleolítico se produjo el proceso de hominización, en el cual, los primates fueron convirtiéndose paulatinamente en humanos: caminar erguidos, uso de las manos, desarrollo del lenguaje, pensamiento lógico…Se extiende desde hace 1.200.000 años hasta el 5000 a.C. El Paleolítico se subdivide en:

  • Paleolítico Inferior
  • Paleolítico Medio
  • Paleolítico Superior

Neolítico

El Neolítico (8.000 a.C. 1.000 a.C.): se produjo una revolución agrícola y ganadera por lo que el ser humano comenzó a producir sus propios alimentos y dejó de ser depredador. Esto provocó una progresiva sedentarización, un incremento demográfico y una mayor especialización del trabajo, por lo que las sociedades se hicieron más complejas y jerarquizadas. La Edad de los Metales pertenece al Neolítico y se subdivide, a su vez, en tres periodos: Edad del Cobre (3.000-1.700 a.C.), Edad del Bronce (1.700-1.000 a.C.) y Edad del Hierro (hacia el primer milenio a.C.).

Pueblos prerromanos

Pueblos prerromanos: pobladores que vivían en la Península Ibérica antes de la llegada de los romanos. Destacaron, por un lado, los íberos, asentados en la zona del litoral. Se subdividían en varios grupos: turdetanos, layetanos, indigetes… Fueron el resultado de la evolución de los pueblos nativos al entrar en contacto con otros pueblos del Mediterráneo como fenicios y griegos, de los cuales adoptaron su organización política basada en ciudades-Estado dirigidas por monarquías. Conocían la escritura, vivían en poblados elevados y se dedicaban a la agricultura, ganadería y metalurgia. De sus edificaciones públicas no hay restos arqueológicos y de sus manifestaciones artísticas destaca especialmente la Dama de Elche. De los pueblos íberos, el más destacado fue Tartessos, (valle del Guadalquivir), que surgió al entrar en contacto con los fenicios.

Celtas

Por otro lado, los celtas habitaban, sobre todo, el norte peninsular. También se subdividían en varios grupos: vetones, galaicos, vascones, etc… Fueron el resultado de la evolución de los pueblos nativos al entrar en contacto con pueblos procedentes del norte de Europa (especialmente de Irlanda). Vivían en castros, ubicados en zonas altas y protegidos con doble muralla y se dedicaban a la agricultura, la ganadería y la metalurgia. Sus manifestaciones artísticas más importantes son los verracos.

Colonizaciones

Una colonización es el establecimiento de un grupo de personas en un territorio alejado de su lugar de origen. Los primeros pueblos que se establecieron aquí procedían del Mediterráneo oriental y fueron: los fenicios, (siglo IX- VI A.C.) que procedían del actual Líbano y establecieron sus bases, principalmente, al sur de la Península (Sexi, Cádiz); los griegos, quienes comenzaron a llegar en el siglo VII a.C. para comerciar con productos de lujo, cereales, vid y olivo (Ibiza, Rosas y Ampurias fueron sus principales colonias) y los cartagineses, que procedían de Cartago y que comenzaron a llegar a la Península en el siglo VI a.C., (Cartago Nova fue una de sus colonias más importantes).

Época Romana

En el siglo III a.C., los romanos fijaron su interés en la Península Ibérica. Este interés estaba directamente enfrentado a los de Cartago, por ello, se enfrentaron en tres Guerras Púnicas, de las cuales, la segunda (218-202 a.C.) supuso el fin de la presencia cartaginesa en nuestro territorio. En el año 218, el cartaginés Aníbal atravesó los Alpes dispuesto a invadir Roma, pero Roma respondió y la batalla de Zama supuso el fin de la presencia cartaginesa en la Península y el comienzo de la conquista del territorio por Roma, que se llevó a cabo en tres etapas. En la primera de ellas lograron conquistar toda la zona de la costa mediterránea y el sur peninsular. En la segunda conquistaron la meseta, enfrentándose a la resistencia de los pueblos indígenas, sobre todo los lusitanos, dirigidos por Viriato, y los celtíberos, cuya resistencia se materializó en Numancia. La tercera etapa tuvo lugar a finales del siglo I a.C. y el objetivo era el norte, sometiendo a cántabros y astures. Se considera el 19 a.C. como el fin de la conquista romana de la Península Ibérica. Hispania pasó a ser una provincia más del Imperio romano, y sus habitantes pasarían a tener la consideración de ciudadanos romanos. Llamamos romanización a la asimilación de la cultura, la lengua, las leyes y costumbres de Roma por los habitantes de la Península Ibérica. Roma también impuso estructuras económicas como la utilización de latifundios y su explotación gracias al uso de mano de obra esclava. La romanización nos dejó un gran legado cultural y arquitectónico: teatros (Mérida), anfiteatros, arcos del triunfo, termas, basílicas, acueductos, calzadas…

Edad Media

En el año 476 tuvo lugar la caída del Imperio romano de Occidente como consecuencia de la llegada de pueblos bárbaros. Los suevos, vándalos y alanos se habían establecido en el territorio de la Península Ibérica, y para frenar el avance, el Imperio romano autorizó a los visigodos a asentarse en el sur de la Galia. Con la posterior caída definitiva del Imperio romano, los visigodos se desplazaron hacia Hispania, y se extendieron por toda la Península y fijaron la capitalidad en Toledo. La monarquía visigoda era electiva, lo cual creó una acusada inestabilidad política. Los reyes visigodos compartían el poder con otras instituciones de gobierno, como el Aula Regia, que era una asamblea consultiva formada por la aristocracia visigoda. Una de las principales características de los visigodos fue su carácter unificador, y por ello destacó Leovigildo, cuyos intentos de unificación fueron sociales y territoriales, pero también fueron religiosos, ya que intentó imponer su religión, la arriana, sobre el cristianismo hispanorromano, proyecto que terminó su hijo Recaredo, que impuso, en el año 589 d.C., la religión cristiana en el III Concilio de Toledo. A partir de la unificación se crearon unas instituciones de gobierno conocidas como Concilios, que eran asambleas o reuniones de los obispos de la iglesia católica que con el paso del tiempo adquirieron un gran peso político y asumieron importantes funciones legislativas. Recesvinto unificó los dos códigos legislativos que había entonces: el de Eurico (según el cual se regían los visigodos) y el de Alarico (para los hispanorromanos). El nuevo código presentaba leyes de los dos códigos anteriores y recibió el nombre de Fuero Juzgo. El reino visigodo se extendería hasta el año 711, cuando el rey Don Rodrigo fue derrotado por los árabes, dirigidos por Tarik, en la Batalla de Barbate o Guadalete.

Época Musulmana

En el 711 llegaron a la Península un grupo de árabes junto a bereberes dirigidos por Tariq y vencieron a los visigodos, bajo las órdenes de Don Rodrigo, en la Batalla de Guadalete. La expansión musulmana fue frenada por Don Pelayo en la batalla de Covadonga (722), y los árabes se replegaron hasta el sur del Duero. Los territorios que estaban bajo dominación musulmana fueron llamados Al-Andalus, que pasó a ser un territorio dependiente de Damasco (711-756). Tras el asesinato de toda la familia Omeya (dirigentes de Damasco), a excepción de Abderramán, a manos de los Abasidas, el único superviviente huyó a Al-Andalus, donde se convirtió en Emir y se independizó de Damasco, creando el Emirato independiente de Córdoba (756-929). En el 929, Abderramán III se convirtió en Califa y el territorio peninsular pasó a ser denominada Califato de Córdoba, que duraría hasta el 1031, cuando el jefe de la guardia de Hisham II, Almanzor, fue derrotado por el reino castellano-leonés en la batalla de Calatañazor, y Al-Andalus quedó dividido en 27 reinos que recibieron el nombre de reinos de taifas. Las taifas eran más débiles y fueron presionados por los cristianos que, poco a poco, fueron controlando las más importantes. En el año 1212, los almohades fueron derrotados en la batalla de las Navas de Tolosa, batalla considerada como el punto culminante de la Reconquista. A partir de 1248, cuando Fernando III “el Santo”, rey de Castilla, consiguió hacerse con la taifa de Sevilla, Al-Andalus quedó reducido al reino Nazarí (Almería, Málaga y Granada), que consiguió mantenerse hasta el 1492, cuando los Reyes Católicos, les declararon la guerra. Boabdil “el Chico” sería quien haría la entrega de las llaves de Granada a los Reyes Católicos en la rendición conocida como “capitulaciones de Santa Fe”. Los árabes permanecieron el en territorio hasta 1502 cuando se les expulsó definitivamente de la Península.

Edad Moderna

En el 1469 contrajeron matrimonio Fernando, hijo del rey de Aragón, e Isabel, hermana del rey de Castilla. Isabel no estaba destinada a reinar, pero su hermano Enrique IV la nombro heredera por delante de su propia hija, Juana. Así se produjo la unión de la Corona de Castilla y de la Corona de Aragón, que era una unión dinástica, pues en el futuro habría un único heredero de ambas coronas, pero no territorial puesto que cada reino mantuvo sus propias leyes e instituciones y existía división. Los Reyes Católicos aprovecharon su matrimonio para crear una monarquía autoritaria y fuerte reformando instituciones ya existentes, sobre todo en Castilla, donde se reorganizó el Consejo Real de Castilla y se redujo el papel de las Cortes, se establecieron nuevos cargos como los secretarios reales, los virreyes o los corregidores, se creó la Santa Hermandad para mantener el orden en las áreas rurales y la Santa Inquisición para velar por la veracidad de las conversiones. En la Aragón las reformas tuvieron menos importancia, destacaron la creación de la figura del virrey (uno en cada reino) y del sistema de insaculación para elegir a los cargos municipales.