Transformaciones de la Ética Moderna: Kant y Nietzsche en Diálogo
La ética moderna, especialmente desde el siglo XVIII, vive una profunda transformación al intentar emanciparse tanto de la moral religiosa tradicional como del pensamiento antiguo. En este proceso, dos pensadores fundamentales —Immanuel Kant y Friedrich Nietzsche— representan visiones opuestas del ser humano, de la moral y de la vida.
Kant: Ética de la Razón y el Deber
Mientras Kant formula una ética basada en la razón, la autonomía y el deber, Nietzsche arremete contra estas bases y propone una moral vitalista, individualista y creadora de nuevos valores. Kant, en el contexto de la Ilustración, busca establecer una moral universal válida para todos los seres racionales. En sus obras Fundamentación de la metafísica de las costumbres y Crítica de la razón práctica, transita de la reflexión teórica a la práctica, preguntándose cómo puede la razón fundamentar leyes morales.
Para él, el corazón de la moral está en la buena voluntad, es decir, la disposición de actuar por deber, no simplemente conforme al deber o por inclinación. Esta ética del deber implica actuar no por los resultados ni por el placer, sino por respeto a la ley moral, formulada mediante el imperativo categórico. Este imperativo tiene tres formulaciones fundamentales:
- Universalidad: Solo deben adoptarse máximas que puedan convertirse en leyes universales.
- Respeto por la humanidad: Prohíbe tratar a los demás como simples medios.
- Autonomía: Invita a cada sujeto racional a legislar moralmente como si perteneciera a un reino de fines.
Con estas ideas, Kant sienta las bases para conceptos modernos como la dignidad de la persona, la igualdad moral, los derechos humanos y, a largo plazo, influye en instituciones como la ONU.
Nietzsche: Crítica a la Moral Kantiana
Frente a esta visión racional y universalista, Nietzsche presenta una crítica radical a la moral kantiana y a toda la tradición moral occidental, especialmente la judeocristiana. En obras como Así habló Zaratustra, Más allá del bien y del mal y La genealogía de la moral, Nietzsche denuncia que los valores tradicionales son producto del resentimiento de los débiles, que al no poder ejercer poder o dominar, inventan una moral que glorifica la humildad, el sufrimiento y la obediencia. A esta inversión de los valores originarios la llama transvaloración.
Para Nietzsche, la moral del deber —como la kantiana— no es expresión de libertad, sino una forma más de negación de la vida. En cambio, propone una ética vitalista, que afirma la existencia en todas sus dimensiones, incluyendo el sufrimiento. Critica también el pesimismo de Schopenhauer, quien ve el sufrimiento como algo que debe ser negado o superado, y en su lugar propone una visión que lo asume como parte esencial del crecimiento y la creación.
El ideal nietzscheano no es el ser racional y obediente, sino el Superhombre (Übermensch), figura anunciada en Zaratustra, que crea sus propios valores, vive con intensidad y afirma la vida plenamente. En este camino, el espíritu pasa por tres transformaciones simbólicas:
- El camello: Que carga el peso de los valores heredados.
- El león: Que se rebela.
- El niño: Símbolo de la creación libre y nueva.
Esta ética se completa con la idea del eterno retorno, que invita a vivir cada instante como si fuera a repetirse eternamente, como una afirmación absoluta de la vida.
Relaciones con la Religión y Otras Corrientes Filosóficas
En contraste con la moral kantiana, que se basa en la igualdad moral universal, Nietzsche propone una aristocracia moral, diferenciando entre la moral de señores, activa, creadora, afirmadora de la vida, y la moral de esclavos, reactiva, resentida y negadora. Este énfasis en la individualidad ha sido malinterpretado históricamente: aunque el nazismo intentó apropiarse de algunas ideas de Nietzsche, su pensamiento rechaza el nacionalismo, el racismo y el colectivismo, siendo profundamente crítico con la masa y con toda forma de pensamiento gregario.
Ambas éticas tienen, además, relaciones muy diferentes con la religión y con otras corrientes filosóficas. Kant critica la ética teológica, por subordinar la moral a mandatos divinos, y rechaza la ética de la felicidad (eudaimonismo) por ser heterónoma. También discute con Hume, quien reducía la moral a una cuestión de sentimiento. Para sostener su ética racional, Kant postula tres ideas regulativas que no pueden demostrarse teóricamente, pero que son necesarias para la moral: la libertad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios.
Nietzsche, en cambio, proclama la muerte de Dios, como símbolo del colapso de todos los valores trascendentes, y llama a los individuos a convertirse en creadores de nuevos valores, sin fundamento en ninguna autoridad externa. Su crítica se extiende incluso al utilitarismo, por reducir la moral a una lógica de cálculo y bienestar, vacía de profundidad y grandeza.
Conclusión
En resumen, la ética de Kant representa el ideal ilustrado de una razón autónoma, universal y normativa, mientras que la ética de Nietzsche representa la ruptura moderna con esa tradición, proponiendo en su lugar una moral afirmadora de la vida, crítica, personal y transformadora. Kant cree en la moral como ley racional que debe valer para todos; Nietzsche cree que cada individuo superior debe crear su propio bien y mal. Kant es el filósofo del deber; Nietzsche, el del poder creador.