MARX:

El ser humano es el único que puede transformar el mundo mediante el trabajo, la actividad que consiste en la transformación de la naturaleza y de sí mismo, y por la cual se realiza. Esta visión difiere de la visión tradicional del trabajo, que se veía como un castigo. Pero la visión de Marx es positiva y le lleva a analizar la historia. Cuando lo hace, sin embargo, se encuentra con una organización económica que hace que el hombre se aliene (el concepto de alienación fue acuñado por Hegel. Feuerbach lo continuó culpando de la alienación a la religión. Pero Marx opinaba que la supresión de la religión no era suficiente para liberar al hombre de la alienación). Lo que caracteriza a la economía burguesa, a la sociedad capitalista, es un determinado modo de producción, la forma en que los agentes económicos transforman la naturaleza y mantienen unas determinadas relaciones de producción. El modo de producción establece una relación dialéctica entre los agentes humanos y la naturaleza. Durante la historia, se han dado cinco modos de producción: el asiático, el tribal, el esclavista, el feudal y el capitalista. En ellos, los seres humanos se han relacionado con los medios de producción de forma doble: unos como propietarios de esos medios, y otros, trabajando a su servicio. Esto ha originado dos clases hostiles y ha provocado la alienación del hombre, que viva un tipo de vida que no es la suya. Hay cuatro tipos de alienación:

Respecto al producto de su trabajo: cuando el hombre lo ha creado, deja de pertenecerle y se convierte en un objeto que es utilizado para explotar la fuerza de trabajo del hombre; se convierte en el enemigo. 

En el acto mismo de la producción: el ser humano se ve forzado al trabajo porque es exterior a él, porque no es su trabajo y niega la esencia humana. Como consecuencia, el resto de actividades humanas pierden su carácter humano y se convierten en animaladas. Así, el hombre se siente libre en sus funciones animales (comer, beber) y en sus funciones humanas (trabajo) se siente animal. 

Con la naturaleza: el hombre trabaja sobre la naturaleza, y cuando el producto de su trabajo deja de pertenecerle, la naturaleza también deja de ser suya. El trabajador se ve así apartado de la naturaleza a la que considera como un mero objeto de explotación.

Con el otro hombre: los hombres no se relacionan en la sociedad como personas, sino como explotadores y explotados. Frente al obrero alienado, está el burgués capitalista.Ambos son humanidad alienada, aunque en sentido inverso.Las demás alienaciones (religiosa, cultural, política) se originan en la alienación económica que sufren los obreros. Esta visión del mundo provoca que Marx afirme que los filósofos tienen que dejar de contemplar este mundo y pasar a transformarlo. Cree que las teorías científicas o filosóficas tienen que validarse con una prueba: su contraste con la realidad práctica, su verificación histórica. Es decir, verificarse en la praxis, en la sociedad y en la historia. El conocimiento que todo ser humano tiene de la realidad social e histórica está determinado por su situación económica, por su ubicación en el proceso productivo y por las relaciones de producción en las que se encuentra. Las ideas y los valores que el ser humano va adquiriendo a lo largo de la vida (superestructura) son el reflejo de la realidad material económica y social (infraestructura). Es decir, la infraestructura económica determina el resto de estructuras sociales, jurídicas, políticas, y culturales que constituyen la superestructura ideológica. Es la realidad económica, la sociedad en la que se vive, lo que determina la conciencia, la ideología, que no es autónoma. De esta manera, Marx critica la filosofía idealista anterior de Hegel. Piensa que la filosofía, el derecho y la cultura son justificaciones ideológicas (de ocultación, deformación y falseamiento de la verdad y de la realidad) de los verdaderos intereses de la clase dominante que se traducen en la explotación del hombre y en la orientación de su conducta a partir de ciertas ideas y valores. Se justifica y legitima así un orden económico, político y social injusto consentido por el Estado, que beneficia a los burgueses-capitalistas, para mantener en el poder a los que ya están, mantener un status quo y crear una estructura social dialéctica. Por esto mismo, dirá Marx, el Estado tiene que desaparecer, ya que mientras no se cambie la infraestructura, mientras que haya diferencias y no desaparezca la alienación en las relaciones de producción, no se podrá eliminar la ideología. Si todos fuéramos iguales, la ideología se haría innecesaria.Precisamente, la innovación de Marx es la interpretación de la historia desde sus condiciones materiales, desde su función económica, utilizando el método dialéctico de Hegel. El materialismo de Marx se define, por una parte, como materialismo histórico. Esto explica que, mediante una teoría económica, histórica, y filosófica se intentan describir las leyes que rigen el cambio social. Se interpretan los conflictos sociales y su transformación desde las bases económicas y los modos de posesión de los bienes materiales. Estos constituyen la base de toda transformación social. El motor del cambio histórico son las necesidades e intereses económicos de los grupos sociales. Pero el materialismo de Marx también es materialismo dialéctico, que subyace al materialismo histórico. La dialéctica acepta el cambio, cuyo origen está en la existencia de contradicciones en la sociedad. La realidad es donde se da el conflicto entre clases sociales antagónicas. Sin embargo, el cambio sigue un orden racional: tesis o momento de afirmación de la realidad, antítesis o momento de negación de la realidad anterior, y síntesis o momento de integración de las dos realidades contradictorias anteriores (negación de la negación). Esta dialéctica se produce en todas las sociedades, ya que se origina la explotación del sobretrabajo de los productores directos por parte de los poseedores de los medios de producción. En la sociedad capitalista, el camino que los propietarios han seguido para llevar a cabo la explotación es la introducción de los trabajadores en el proceso de producción mediante un contrato de trabajo por el cual el obrero no produce para sí mismo, sino para el capitalista. Por eso, tiene que producir también plusvalía. La producción de plusvalía se consigue prolongando la jornada de trabajo más allá del límite en el cual el obrero produce un equivalente de su fuerza de trabajo. Este plustrabajo (excedente) se lo apropia el capitalista. Así, la jornada de trabajo aparece desdoblada en dos segmentos: trabajo necesario y trabajo excedente. Marx distingue, así, en toda mercancía su valor de uso y su valor de cambio. El valor de uso es el valor que un objeto tiene para satisfacer una necesidad (cualitativo). El valor de cambio es el valor del objeto en el mercado, se mide en dinero (cuantitativo). En el capitalismo, la fuerza de trabajo también es una mercancía, pero esta tiene una peculiaridad: produce otras mercancías. Esto será su valor de uso, y su valor de cambio será su salario. La diferencia entre el valor de cambio de las mercancías y del salario, también es plusvalía.Estos factores están incluidos en el proceso de producción, en el que también se definen las clases sociales, según los lugares y funciones que los hombres ocupen en éste. Para definir una clase social y su pertenencia a una u otra, hay que tener en cuenta: la propiedad de los medios de producción, el comportamiento ante el mercado y la dominación. Sin embargo, la división social se ha vuelto más compleja debido a la evolución de la sociedad capitalista. Hoy en día se habla de clases altas, medias y bajas y son el resultado de la división social del trabajo. Pero las clases sociales no existen aisladas, sino en oposición dialéctica, en lucha permanente como he nombrado antes. Esta contradicción se traduce en lucha económica, que, en la clase obrera, adopta esencialmente la forma de lucha sindical (movimiento obrero).También se origina la lucha política ya que el Estado defiende los intereses de la clase dominante (burguesía), como he nombrado antes. En esta lucha, la clase obrera pugna por conquistar el poder del Estado y por destruir el aparato del Estado burgués mediante la revolución socialista, para la cual hay que tener conciencia de clase, es decir, saber profundamente qué eres y qué consecuencias tiene esto; ser consciente de cuál es tu grado de explotación.Y, por último, se da la lucha ideológica, fundada en la primacía de la ideología burguesa, que pretende mantener esa dominación. La clase obrera tiene que oponer sus ideas y valores a los de la ideología burguesa dominante. El marxismo no se contenta con descubrir la fuente de la explotación, revela también las condiciones de su desaparición: la revolución socialista, manejar la acción política utilizando la filosofía (praxis). La revolución socialista tiene que ser una revolución total, y para eso tiene que ser llevada a cabo por el proletariado, una clase universal. Y si la propiedad privada de los medios de producción es la fuente de explotación y de la creación de las clases sociales, esta tiene que ser suprimida, lo que causará la abolición de la desigualdad. Pero, ¿por qué es necesaria la acción revolucionaria? Porque se acelera el proceso de desaparición de la sociedad capitalista (algo inevitable debido a su contradicción). La instauración de la sociedad comunista, sin clases, exige una primera etapa en la que el proletariado tendrá ejercer, a través del Estado, la dictadura del proletariado sobre todo el cuerpo social. Así, arrancará poco a poco a la burguesía todos los capitales para centrarlos en las manos del proletariado. La etapa de dictadura del proletariado tendrá que desarrollar la industria, aniquilar los privilegios y la resistencia de la antigua clase dirigente y educar a las masas. A medida que se vayan cumpliendo estos objetivos, el Estado proletario se irá debilitando hasta desaparecer, ya que el Estado es una expresión más de la lucha de clases. Para Marx, la historia de la lucha de clases conduce a la abolición de las clases y a la implantación la sociedad comunista en la que el hombre, individual y colectivamente, será feliz. Así, no habrá subordinación esclavizadora; desaparecerá la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; el trabajo dejará de ser un medio de vida para convertirse en una necesidad; la riqueza colectiva correrá a raudales; y cada persona trabajará de acuerdo con sus capacidades y cobrará de acuerdo con sus necesidades.