06. LA ACCIÓN HUMANA

El ser humano no solo es, también actúa, incluso puede que sea lo que lo define o su condición necesaria para ser. Sólo es actuando, donde se manifiesta el ser y lo que se es, el ser humano está condenado a hacerse a sí mismo. Se define mediante su acción, se desarrolla, vive, transforma la naturaleza para cubrir sus necesidades, convive y actúa con otros individuos. El estudio de la acción humana lo haremos en tres sentidos: como transformador de la realidad para cubrir sus intereses, como creador en la búsqueda de la belleza y como animal moral.

EL TRABAJO

El trabajo y la técnica constituyen la forma en la que el ser humano es capaz de transformar el mundo para adaptarlo a sus necesidades. Es su relación diaria e íntima con la naturaleza, el mundo y los demás. Trabajo y técnica van de la mano, porque es inevitable que el desarrollo tecnológico esté implícito en esa transformación del mundo. Hoy más que nunca, porque vivimos en un mundo rodeado por la tecnología. El trabajo es la acción productiva. Hay que aclarar que la acción no es exactamente conducta, la conducta es el acto de los seres vivos que muestra una forma regular de ser, pero que carece de intencionalidad controlada. La acción, por el contrario, es un acto que quiere algo, que controla de forma consciente lo que hace en busca de un fin.

Con el trabajo el ser humano satisface necesidades. El ser humano necesita comer, beber, tener seguridad, cuidarse… todas relacionadas con lo básico para sobrevivir. Pero necesita más cosas, de lo contrario sería simplemente un animal, y el trabajo sirve también para cubrir otras necesidades. Estas otras necesidades las llamaremos humanas, que no se deducen de su condición animal, sino que se las inventa, las crea porque una de las finalidades humanas es vivir bien, no solo vivir. Esto provoca que las necesidades sean variadas y siempre renovadas en las diferentes culturas humanas. Y es que solo el ser humano trabaja. Es verdad que también los animales producen para satisfacer sus necesidades, pero nosotros tenemos un particular modo de producir, controlado donde la acción de cubrir necesidades va cargada de una trascendencia e intencionalidad que lo hace única. Se libera lo inmediato para abrir paso a la experiencia de la libertad. El trabajo del ser humano proyecta el fin y el resultado de su trabajo. El ser humano revela su universalidad en la satisfacción de sus necesidades y en el trabajo.

LA TÉCNICA

La técnica envuelve y vertebra a nuestro mundo. Es difícil encontrar un entorno donde no haya algo hecho por el ser humano que sirva para facilitarnos la vida. En sentido amplio podemos entender la técnica como el sistema de acciones mediante el cual actúa sobre el medio cualquier animal respondiendo a sus necesidades. Pero en sentido más preciso y más humano podemos hablar de tecnología, como la forma de técnica ligada a un sistema de producción industrial, respaldado por la ciencia. A partir del enciclopedismo francés se incorporó las técnicas al saber, especialmente las técnicas mecánicas, llegando hasta tal punto que durante un tiempo se consideró incluso que el principal modo de saber era eminentemente técnico. Uno de los principales problemas planteados a partir de entonces era saber si el ser humano sería capaz de controlar lo creado. Actualmente tenemos un problema derivado del desarrollo tan enorme que ha tenido la tecnología: la alienación humana. La acción humana está mediatizada por la técnica y puede convertirse en dominado en vez de en dominador.

EL ARTE

La filosofía se ha ocupado siempre de la actividad creativa del ser humano. Habitualmente se le ha llamado a esta disciplina estética. Desde el comienzo de la filosofía ha sido uno de sus objetos, la belleza, fin propio de la actividad y la cultura humana desde el comienzo de las civilizaciones.



La mayoría de las culturas primitivas ya tenían actividad artística. La reflexión sobre esta actividad gira en torno a lo que es y a la forma en la que se manifiesta. Será Baumgarten quien inició la disciplina filosófica como tal, relacionándola con la emoción y el sentimiento que ciertos objetos son capaces de provocar en el observador.

El arte como mímesis

El ser humano es un imitador. Aprendemos imitando, siguiendo los pasos de nuestros mayores, es la forma más básica de adaptarnos a un mundo en el que hemos sido arrojados sin instintos. En el arte se da esta condición mimética junto a la experiencia placentera que conlleva. Cuando recreamos las cosas jugamos, disfrutamos y sentimos placer al reconocer en ciertas cosas lo ya existente. El arte, en tanto que mímesis, es recreación de lo real, es un reinventar lo real, como hacemos en el teatro, en la pintura o en otras tantas artes.

El arte como verdad

Además el arte tiene mucha relación con la verdad, es una de las formas de acercamiento del ser humano al ser. La actividad artística es una opción para iluminar el mundo, revelar un sentido y un orden de las cosas. La obra de arte se convierte habitualmente en un desvelamiento de la verdad, pero no como copia literal sino como invención de algo nuevo que enriquece y nos ayuda a entender la verdad sobre el mundo y sobre nosotros. El camino de explicación de la verdad de forma argumentada y conceptual suele agotarse, es entonces donde aparece ese desvelamiento artístico que al mismo tiempo que ilumina y abre la realidad la cierra y la oscurece.

La obra de arte

La obra de arte es una producción humana que solo desde la perspectiva existencial concreta tiene sentido encontrarle una explicación. El individuo que observa la obra es quien se interroga y piensa la obra. La obra de arte es algo producido por el ser humano, es por eso por lo que es artificial y no natural, aunque la intención última sea formar parte de lo natural, libre de toda arbitrariedad humana. La naturaleza misma aparece ante nosotros como algo de lo que no podemos dudar, existe sin que ningún ser humano haya podido intervenir. La intención de la obra de arte es prescindir de la dependencia humana e integrarse en la naturaleza sin constricciones. Esto es porque lo natural nos libera de la necesidad de lo que deba ser o no, de la obligación moral o incluso ontológica de su existencia.

LA ÉTICA

El ser humano tiene una forma de actuar más, además de la técnica y la artística, la acción ético-moral. Ésta nos define y podemos decir que es exclusiva, nos caracteriza como seres que gobiernan su acción orientándola, argumentándola y dotándola de intención, deliberamos y tomamos decisiones cargadas de valores, criterios y justificaciones morales.

La conducta humana

La conducta es la actividad externa y observable que desarrolla un organismo vivo. Skinner dice que la conducta es algo que tienen en común las cosas vivas, pero hay un tipo de conducta que solo el ser humano puede desarrollar: la conducta moral. Los seres irracionales siguen ciegamente las leyes de su naturaleza e instintos, solo así alcanzan su destino y finalidad, no existe en ellos ningún espacio para la libertad responsable. El ser humano nace en un estado de mayor fragilidad e indigencia. Física y psicológicamente se encuentra sin defensa, carece de base común que le oriente hacia unas tareas determinadas, por lo que su evolución y progreso debe conseguirse a través de un aprendizaje, es el animal que sigue reglas.

Animal Moral

El ser humano es el animal moral. Su naturaleza crea esta segunda naturaleza dado que está caracterizado por la menesterosidad y el desvalimiento. Se encuentra arrojado o instalado en un entorno que él mismo ha de transformar y adoptar a sus necesidades y deseos. El mundo se le presenta como campo de posibilidades, pero el ajustamiento no es instintivo, el ser humano ha de crear a lo largo de su vida, para lo que necesita analizar previamente la realidad, localizar posibilidades. Como su respuesta no está determinada libremente deberá elegir y preferir.

Por lo tanto, para subsistir deberá hacer uso de su inteligencia, la voluntad deberá acompañar a la decisión y así irá ajustando la vida, acotando su entorno y configurando su habitud durante toda su existencia, conformando así su segunda naturaleza. Esa segunda naturaleza está formada por modos constantes de obrar y de estar en la realidad, su ethos, su personalidad moral.

El ser humano es un ser ético y todos sus actos donde inciden su inteligencia y su voluntad son actos morales. El hecho moral tiene su enraizamiento en la misma estructura bio-psíquica del ser humano. Tiene lugar con la aparición del ser racional, histórico y social, a partir del agrupamiento en colectividades primitivas y el nacimiento de la autoconsciencia.

La conducta moral

Para ver las características propias de la conducta moral pondremos tres perspectivas filosóficas sobre el asunto. En primer lugar la de Heidegger, que contempla al ser humano como un proyecto, un Dasein arrogado al mundo que se entiende como algo por hacer que se planea a sí mismo. Ortega y Gasset por su parte se refiere a la vida como programa vital. Sartre lo haría diciendo que en la vida humana hay un proyecto inicial que está abierto a toda modificación, que nunca está constituido y que es así porque es conciencia de libertad absoluta.

Por tanto la conducta moral solo puede darse en el ser humano por su condición de libre. Moralmente es la capacidad de decidirse a actuar de acuerdo con la razón, si dejarse dominar por los impulsos y las inclinaciones espontáneas de la sensibilidad. La libertad psicológica y la moral pueden reducirse a la libertad de la voluntad, facultad de decidirse por una determinada conducta.

Especificidad de la conducta moral

Solo el ser que sea libre realiza acciones que pueden ser consideradas como acciones morales. Por lo tanto la acción moral tiene que tener las siguientes características:

  • Intención y motivación para obrar. Cuando actuamos moralmente nos planteamos fines, objetivos, tendemos a realizar algo, por lo que tenemos necesariamente que tener motivos para hacerlo, no puede ser ajeno a la voluntad.
  • Deliberación y decisión. Solo se puede obrar moralmente cuando contemplamos esa acción como posible, es decir, que podíamos no haberla hecho. Sobre lo necesario no hay moralidad. La elección nos hace libres al mismo tiempo que morales.
  • Responsabilidad. Hace falta alguien que realice la acción, un sujeto que responda por lo que ha hecho, una conciencia a la que se le pueda imputar el acto. La acción moral es necesariamente responsable.
  • Justificación moral. Si la acción es al mismo tiempo una elección quiere decir que se controla las razones del acto. Por tanto debe haber justificación de lo realizado, bien por normas, principios o valores morales.

Los valores morales

El concepto de valor es la clave en la fundamentación ética en tanto que pilares de toda experiencia axiológica y que se pueden entender como normas de comportamiento. El problema no es su existencia o no, sino más bien su origen. Además, los valores han cambiado con la historia de la humanidad, dependiendo de la época y la cultural en la que se han dado y defendido, aunque la cualificación como “bueno” y “malo” sí es universal. Se conoce como el conjunto de normas y costumbres que son transmitidas por la sociedad al individuo y que representan la forma buena o correcta de actuar, en este sentido los valores morales nos permiten diferenciar entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, lo justo y lo injusto.

Teorías éticas

La ética se ha movido siempre por dos posiciones antagónicas, por un lado las teorías materiales, entre las que se encuentran las teleológicas, y las formales, que contienen a las deontológicas. La diferencia entre ambas está en el aspecto en el que centran su juicio y argumentación moral, las materiales atienden al contenido juzgándolo y se ocupa de determinarlo: qué es el bien y qué es la felicidad. Las teorías formales definen el carácter formal sin considerar su contenido. Al fin y al cabo toda ética es un compuesto indisoluble de formalismo y materialismo moral, aunque la división artificial la comienza Kant. Las éticas materiales consideran que es tarea de la ética dar contenidos morales y las éticas formales se ocupan de la forma que ha de tener una norma para que la reconozcamos como deontológica, se ocupan, estas últimas, del deon, del deber.

Ética materiales

Al decir material se alude a contenido y no a lo puramente físico. Una ética material puede ser incluso materialista pero no necesariamente. De modo que lo importante es contestar a qué es lo propio de la acción moral, cuál es el contenido, en qué consiste exactamente y qué debemos hacer para alcanzarlo. En definitiva una reflexión sobre qué es el bien y la felicidad.

El hedonismo

Estas éticas encuentran la felicidad en el placer. La felicidad consiste en el placer mismo, es el bien que mueve a los seres humanos a obrar, es el fin último de la vida humana. Esta teoría también ha recibido el nombre de epicureísmo por ser Epicuro. Será el sabio aquel que conozca las verdaderas necesidades para tal fin y que deben reducirse a lo indispensable para que no nos inquieten los deseos de conseguir más. Para el hedonismo de Epicuro el verdadero placer no se halla en los bienes materiales sino en el saber y en la amistad, cuando se cuidan los bienes y se consigue el placer se produce la ataraxia, una serenidad y un equilibrio del ánimo.