Grandes Corrientes de la Filosofía Ética: De los Sofistas al Utilitarismo
Los Sofistas: Orígenes de la Filosofía Moral
El pensamiento ético, en el sentido de la formulación de códigos y principios de comportamiento moral, ha sido siempre una característica necesaria de las culturas humanas; pero la filosofía moral en su sentido preciso puede decirse que empezó con los sofistas del mundo griego en el siglo V a.C. Que se sepa, los sofistas fueron los primeros pensadores que plantearon cuestiones críticas sobre la misma idea de conducta moral, sobre lo que la moralidad podía ser y por qué debería existir. Sus enseñanzas de retórica y de técnicas de persuasión invitaban a la acusación de que tales técnicas podían ser usadas para hacer lo incorrecto más atractivo que lo correcto, permitiendo con ello que la gente se mofara impunemente de las normas morales.
Los sofistas más conservadores, como Protágoras, defendieron la concepción de los códigos morales como creaciones humanas útiles, conjuntos de costumbres y convenciones que hacen posible la vida social, y son, por tanto, relativos y subjetivos. Por su relativismo y subjetivismo, Protágoras llegó a concluir que “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son, y de las que no son en tanto que no son”; el juicio humano es subjetivo y la percepción de cada uno solo es válida para uno mismo. Gorgias, otro sofista, llegó incluso al extremo de afirmar que nada existe, pues si algo existiera los seres humanos no podrían conocerlo; y que si llegaban a conocerlo no podrían comunicar ese conocimiento. Otros sofistas, como Trasímaco, creían que la fuerza hace el derecho.
Sócrates: La Virtud como Conocimiento
Sócrates se opuso a los sofistas. Sócrates quería una ciudad basada en leyes absolutas y eternas, y no relativas y subjetivas. Su posición filosófica, representada en los diálogos de su discípulo Platón, puede resumirse de la siguiente manera: la virtud es conocimiento; la gente será virtuosa si sabe lo que es la virtud, y el vicio, o el mal, es fruto de la ignorancia. Así, según Sócrates, la educación, al ser el camino hacia la virtud, puede conseguir que la gente sea y actúe conforme a la moral.
Contexto Histórico y Principios Socráticos
- Surge la filosofía ética que intenta demostrar la existencia de valores absolutos (bien y justicia) e inmutables para establecer unas leyes.
- Bien, felicidad y leyes: Son valores que el hombre puede alcanzar mediante el uso de la razón. Si se alcanzan, el hombre es sabio y virtuoso.
El Intelectualismo Moral
- Identifica saber con virtud y vicio con ignorancia.
- Para conseguir una sociedad buena, justa y virtuosa es necesaria la educación.
Aristóteles: La Búsqueda de la Felicidad (Eudemonismo)
Aristóteles, discípulo de Platón, fue el primero en escribir sistemáticamente tratados de Ética. Es el gran fundador teórico de la disciplina, pues Aristóteles estaba plenamente convencido de que “somos lo que hacemos”. De ahí la importancia de una reflexión racional de la conducta. Abandonando el misterioso “mundo de las Ideas” de Platón, apostó por el deber de buscar la felicidad aquí, en el único ámbito posible. Si vivimos una sola vez y no somos felices, hemos fracasado. La primera búsqueda del hombre es la de la felicidad (eudemonismo).
La teoría ética de Aristóteles se basa en alcanzar la felicidad, pero antes de alcanzarla hay que determinar cómo se va a lograr o qué procesos hay que seguir para establecer un modelo que permita conseguir los fines planteados. Estos procesos se dan en la medida en que el hombre tiene ciertas facultades para realizar algo, según el arte o destreza que desarrolle. Por ejemplo: un carpintero hace sillas; para hacerlas tiene que conseguir madera, tallarla, cortarla, lijarla, decorarla, hasta que obtiene la silla.
El ejemplo anterior demuestra cómo se aplica la teoría de Aristóteles para alcanzar algún fin, pero, para alcanzar la felicidad no solo implica desarrollar las actitudes artísticas de los hombres, sino que la teoría aristotélica va más enfocada hacia un desarrollo de las virtudes, las cuales solo se alcanzan al practicar acciones con otros hombres. En conclusión, el hombre ético ha de ser prudente, sabio y justo, midiendo las consecuencias de sus acciones diarias y manteniendo un género de vida guiado por la razón, la cual es la vía perfecta para conseguir el bien. Este género de vida consiste en la actividad del alma conforme a la virtud, pues lo peculiar del hombre es la actividad del alma.
El Estoicismo: Armonía con la Razón Universal
Hacia el año 300 a.C., Zenón fundó otra escuela en Atenas. Como estaba en los Pórticos (Stoa), se le llamó estoicismo.
Había muerto Alejandro, y la ciudad griega y su modelo de convivencia ya no eran el ideal buscado por los griegos. Perdido en un inmenso imperio, el individuo griego seguía intentando ser feliz, pero sin el marco de referencia de la ciudad.
El estoicismo invadió la cultura clásica durante cinco siglos. Muchos abrazaron el estoicismo, desde esclavos (como Epicteto) hasta emperadores (como Marco Aurelio).
Los estoicos buscaban vivir en consonancia con la naturaleza universal. Ella cuidaba de todo porque estaba animada por una Razón Universal. Vivir virtuosamente era someterse a los dictados de esa Razón Universal. Los ignorantes no lo saben y luchan contra el destino. Sufren porque sus deseos los apartan de ese destino universal y no saben que, al hacerlo, se rebelan inútilmente. Soportar el destino y aprender a abstenerse de los deseos hará al hombre sabio y bueno. Es la raíz de la profunda felicidad, ajena al desorden, a los placeres y a la búsqueda del instante.
Utilitarismo: La Mayor Felicidad para el Mayor Número
La doctrina ética y política conocida como utilitarismo fue formulada por el británico Jeremy Bentham hacia finales del siglo XVIII y más tarde comentada por el también filósofo y británico James Mill y su hijo John Stuart Mill. En su obra Introducción a los principios de la moral y la legislación (1789), Bentham explicó el principio de utilidad como el medio para contribuir al aumento de la felicidad de la comunidad. Creía que todas las acciones humanas están motivadas por un deseo de obtener placer y evitar el sufrimiento. Al ser el utilitarismo un hedonismo universal, y no un hedonismo egoísta como podría interpretarse el epicureísmo, su bien más elevado consiste en alcanzar la mayor felicidad para el mayor número de personas.