Dualismo Antropológico y la Teoría de la Reminiscencia en Platón

El dualismo antropológico de Platón se basa en que las personas están formadas por cuerpo y alma. Platón considera esta unión como un accidente, ya que el cuerpo es una cárcel para el alma. El alma es considerada inmortal e inmaterial y tiene prioridad sobre el cuerpo. El alma es el principio vital que infunde la vida y el movimiento del cuerpo, pero también es el principio del conocimiento. El rasgo más característico que tiene es la racionalidad, esta es una cualidad que media entre el mundo sensible y el inteligible. Aunque su lugar propio y hacia el que tiende es el de las Ideas, ya que en él ya ha preexistido, es decir, el alma ha vivido en el mundo inteligible antes de unirse con el cuerpo. Así explica Platón la teoría de la reminiscencia.

El alma ya ha contemplado las Ideas; para encarnarse en el cuerpo olvida, y solo queda una huella borrosa de ellas. Por tanto, como se dice en esta teoría, aprender es igual a recordar estas Ideas que el alma ha olvidado. Estos conocimientos solo serán recordados mediante una educación adecuada que nos encamine a la contemplación directa de las Ideas.

Partes del Alma Platónica

  • Racional: Habita en la cabeza, asociada al filósofo-gobernante. Sus virtudes son la prudencia y la sabiduría. Es la fuente de la razón.
  • Irascible: Habita en el pecho, asociada al guardián. Su virtud es la valentía. Es la fuente de las pasiones y emociones.
  • Concupiscible: Habita en el bajo vientre, asociada al productor. Es la fuente de los apetitos y deseos.

Por otro lado, el cuerpo, al contrario que el alma, es material y mortal. Platón tiene una concepción bastante negativa del cuerpo: lo considera la cárcel del alma, de la cual esta tiende a liberarse. Es, además, una fuente constante de apetitos y deseos. El cuerpo representa la conexión con lo material y el mundo de las cosas sensibles, provocando así la ambición y las guerras. En definitiva, el cuerpo arrastra al alma hacia lo sensible, donde jamás encontrará la virtud ni el conocimiento. El alma debe vencer y dominar estas inclinaciones si quiere encaminarse hacia el conocimiento de la realidad superior e inteligible.

El Demiurgo fue quien creó el cuerpo, ya que también creó el mundo sensible. El alma se alimenta de la sabiduría y la bondad, pero no todos los seres humanos saben cómo alimentarla correctamente.

El Dualismo Ontológico Platónico: Mundo Sensible e Inteligible

Para Platón, al igual que para Heráclito, nuestra realidad es cambiante, fluye; nada de lo que percibimos en un instante permanece igual al siguiente. Sin embargo, para Platón, lo auténticamente real es lo estable, lo eterno. Por ello, propone una concepción dualista de la realidad, dividiéndola en un mundo físico (de lo cambiante y perceptible) y un mundo inteligible (de lo eterno e inmutable):

El Mundo Inteligible (Mundo de las Ideas)

El mundo inteligible no es perceptible por los sentidos; solo podemos acceder a él a través del pensamiento y la inteligencia. Por lo tanto, es inmaterial. En él habitan las Ideas, que son perfectas, eternas e inmutables. En esta esfera de realidad no solo se encuentran las Ideas, sino también los objetos matemáticos, que son igualmente eternos, inmutables e ideales, aunque ontológicamente inferiores a las Ideas. Estos dos grados de realidad son el modelo de los objetos materiales, por lo que son ontológicamente superiores a estos, aunque, de igual forma, dependerán de la Idea suprema del Bien.

El Mundo Sensible (Mundo Físico)

En la otra esfera de realidad se encuentra el mundo físico, compuesto por objetos materiales, cambiantes y mortales. Este mundo es inferior al de las Ideas, ya que depende ontológicamente de ellas.

Además, es un mundo de apariencias, ya que, aunque sus objetos sean perceptibles, no muestran la verdadera realidad (las Ideas a las que copian, aunque pueden ayudar a concebirlas). Es un mundo de devenir, donde los objetos están en continuo proceso de cambio, entre el ser y el no ser. Por lo tanto, nuestro conocimiento sobre estos objetos, al ser imperfecto, será mera opinión (doxa), que dependerá de nuestra percepción.

El Papel del Demiurgo

Para explicar la dependencia ontológica de cada uno de los grados de realidad, que dependen de su modelo (el cual se encuentra en un grado ontológicamente superior), Platón recurre al mito del Demiurgo. Este se refiere a una inteligencia superior y divina que se basa en las Ideas como modelos para crear los objetos materiales a semejanza de ellas, aunque estos simplemente serán una imitación imperfecta, ya que no las copia a la perfección.

La Educación Platónica: Matemáticas y Dialéctica

Para Platón, la educación consiste en orientar la inteligencia hacia el verdadero objetivo del conocimiento: la comprensión de la Idea del Bien. Para despertar la inteligencia, es necesario desarrollar las capacidades y controlar los deseos irracionales.

Platón considera que la educación está intrínsecamente relacionada con la organización de la sociedad y la vida política. Una de sus misiones es formar una élite de individuos sabios y justos destinados a gobernar el Estado. Esto se consigue cuando esos individuos alcanzan el máximo conocimiento: la Idea del Bien. Así se entiende la unión que establece Platón entre política y educación filosófica.

La educación del filósofo-gobernante es un proceso duro, arduo y costoso, no exento de resistencias y obstáculos, pues el cuerpo arrastra el alma hacia el mundo de las cosas materiales y sensibles, apartándola del conocimiento.

Fases de la Educación

  • Primera fase: Comprende la gimnasia, que desarrolla el cuerpo y forma el carácter, y la música, que también ayuda a la formación del carácter.
  • Segunda fase: Comprende las matemáticas, las cuales tienen un valor propedéutico, ya que ayudan al individuo a ascender hacia la Idea del Bien.

La Dialéctica: Ciencia Suprema

Quien supera esta segunda fase comienza con la dialéctica, la ciencia suprema para Platón, el saber de las Ideas y sus relaciones. La dialéctica parte de hipótesis que permiten ascender hasta principios no hipotéticos. De este modo se consigue llegar a la Idea del Bien.

Platón insiste en que no es posible comenzar la educación del filósofo-gobernante directamente con la dialéctica. El alma, antes de iniciarse en la dialéctica, debe familiarizarse poco a poco con el razonamiento abstracto y con las realidades inteligibles. Pero una vez que el filósofo-gobernante haya alcanzado el conocimiento de lo verdadero y de lo bueno, tendrá que volver al mundo visible e intentar que la sociedad y el Estado se acerquen lo más posible al orden y la armonía inteligibles que ha contemplado. Este retorno, al igual que la contemplación de la Idea del Bien, no es nada fácil y no es lo que se desea al tener el conocimiento máximo, pero es una obligación para conseguir la armonía del Estado.

El Estado Justo y el Filósofo-Gobernante en Platón

Esta sección hace referencia al modelo de Estado justo y la propuesta política del filósofo-gobernante de Platón.

El fin de la propuesta del filósofo-gobernante será alcanzar el Estado ideal, que, según Platón, es una comunidad natural de individuos que cooperan y se coordinan con el fin de vivir beneficiándose de la contribución de todos. Por ello, el gobierno debe anteponer siempre el bien común al bien particular de los individuos.

Platón emprendió esta teoría debido a las desgraciadas circunstancias históricas que le tocó vivir en su época. En la democracia griega, Sócrates fue condenado a muerte por la justicia bajo una falsa acusación de corromper a la juventud. Esto hizo que Platón no confiara en la democracia ni en la justicia de su época.

La Justicia como Armonía Social

Por tanto, el bien común más importante es la justicia, entendida como armonía, unión y cohesión social. Este aspecto está muy relacionado con la concepción dualista del ser humano, ya que la parte esencial del ser humano es el alma, que se divide en tres partes que se corresponden con las tres clases sociales que Platón afirma que componen la sociedad:

  • La parte concupiscible (o apetitiva) del alma se relaciona con la clase de los productores. Su función es producir todo aquello que la sociedad necesita.
  • La parte irasible se relaciona con los guardianes, teniendo como función defender la ciudad.
  • Por último, la parte racional se relaciona con el filósofo-gobernante, capacitado para aprender la ciencia de la justicia y el bien mediante la filosofía, siendo su función gobernar la polis.

El Estado justo se logrará cuando haya armonía entre las tres clases sociales y cada una de ellas cumpla bien su función. Se debe respetar, al igual que en el alma, la jerarquía natural entre las partes. El orden natural consiste en la sumisión de la clase inferior a la superior. De modo que habrá orden y justicia cuando la clase de los productores se someta a los guardianes, y ambas a la de los gobernantes. Todos los males políticos y morales tienen como causa la ruptura de este orden.

Características del Pensamiento Político Platónico

  • Estatalista: Platón antepone el bien y la cohesión del Estado al bien individual.
  • Organicista: Concibe el Estado perfecto siguiendo el modelo de un organismo vivo.
  • Comunitarista: Solo es posible alcanzar la felicidad individual cuando el Estado es justo e ideal.

El Dualismo Epistemológico Platónico: Doxa y Episteme

Como hemos visto en la teoría dualista de Platón sobre la realidad, este concibe una composición de dos mundos (uno físico y otro inteligible), pero cada uno es percibido de distinta manera. Por lo tanto, diferencia dos métodos de conocimiento: la opinión (doxa) y el conocimiento científico (episteme):

La Episteme (Conocimiento Científico)

La episteme es el conocimiento de la realidad superior, el Mundo de las Ideas, el mundo de lo auténticamente real. Las Ideas que lo habitan son el modelo perfecto del cual parten los objetos físicos, y por lo tanto, este conocimiento es claro, objetivo y fiable. Es abstracto, ya que es imperceptible por los sentidos, y eterno, ya que las Ideas son inmutables.

Solo se puede acceder a él mediante el intelecto, pero antes, para ello, hay que prepararlo para poder contemplar las Ideas. Esto es similar a lo que ocurre en el Mito de la Caverna, donde para poder contemplar el mundo real, primero se tendrán que superar una serie de obstáculos para poder salir de la caverna y, una vez fuera, acostumbrar los ojos a esa luz y claridad.

De la misma manera, la etapa para poder escapar de la caverna y ascender, Platón la compara con las matemáticas, que preparan el alma para llegar a la última fase: la dialéctica (por ello decimos que las matemáticas son la propedéutica de la dialéctica). Esta última fase, en el Mito de la Caverna, consiste en acostumbrar los ojos a la nueva luz y claridad.

La Doxa (Opinión)

De la misma manera, el conocimiento del mundo sensible se compara con el conocimiento que tienen los prisioneros dentro de la cueva. Este se basará únicamente en lo que son capaces de percibir: una realidad poco fiable y oscura, llena de sombras cambiantes y borrosas, copias imperfectas de la realidad del mundo exterior (el Mundo de las Ideas). Por tanto, será inútil intentar tener un conocimiento verdadero de esta realidad; simplemente se podrá tener una opinión (doxa) de estas sombras y reflejos. Y aunque muchos prisioneros dentro de la cueva opinen lo mismo sobre cómo es esta realidad, solo el sabio que consigue escapar de ella tendrá verdadero conocimiento y, por ello, la obligación de bajar y transmitirlo a los demás.

Ética Platónica: El Intelectualismo Moral y la Virtud

La teoría platónica del intelectualismo moral se basa en las mismas ideas del intelectualismo moral de Sócrates, su maestro, según las cuales conocer el bien y la justicia significa obrar bien y justamente. Para ello, se necesita de la virtud. La justicia es la única virtud del alma, la cual solo será posible si hay armonía en ella.

El alma, según Platón, es un compuesto tripartito, formado por una parte racional, otra irascible y una última concupiscible.

Estas tres partes están en constante conflicto entre ellas, por lo que será imposible alcanzar la armonía sin un esfuerzo consciente. Solo el hombre sabio, aquel que ha contemplado el supremo orden y la armonía, podrá imponer un dominio del alma racional sobre las otras dos: los apetitos y deseos de la concupiscible, y las pasiones de la irascible. De esta manera, se alcanza la armonía del alma y, con ello, la justicia.

Además, este sabio que ha contemplado la Idea suprema de orden y de armonía, y que por tanto ha conseguido alcanzar la justicia, será el único capacitado para gobernar la polis justamente. Esto se debe a que conocerá la justicia y, por el intelectualismo moral, establecerá el modelo de gobierno que más se acerque a ella.

Recapitulación: El Dualismo Antropológico Platónico

Para Platón, el ser humano es un compuesto de cuerpo y alma. El alma, que es eterna y ha habitado el Mundo de las Ideas, se ha reencarnado en el cuerpo, quedando encarcelada y olvidando las Ideas que ya había contemplado. Por lo tanto, para Platón, la educación consiste en recordar, mediante la dialéctica, esas Ideas que ya se conocen pero que han sido olvidadas.

Por otro lado, el cuerpo, al pertenecer al mundo material, es una fuente de apetitos, ambición y deseos, apartando al alma de la búsqueda del conocimiento de la verdad y la virtud. El cuerpo retiene al alma de habitar el Mundo de las Ideas, convirtiéndose en una cárcel para ella.

El alma es un compuesto tripartito, formado por una parte racional, otra irascible y una última concupiscible.

Las Tres Partes del Alma

  • Racional: Habita en la cabeza, es fuente de inteligencia, cuya virtud es la prudencia y la sabiduría.
  • La Irascible: Habita en el pecho, predomina en el guardián, cuya virtud es la valentía, y es la fuente de las pasiones y emociones.
  • Concupiscible: Habita en el bajo vientre, predomina en el productor, y es fuente de apetitos y deseos.

Estas tres partes están en constante conflicto entre ellas, por lo que será imposible alcanzar la armonía sin un esfuerzo consciente. Solo el hombre sabio, aquel que ha contemplado el supremo orden y la armonía, podrá imponer un dominio del alma racional sobre las otras dos: los apetitos y deseos de la concupiscible, y las pasiones de la irascible. De esta manera, se alcanza la armonía del alma y, con ello, la justicia.