Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) fue un arquitecto, escultor y pintor italiano renacentista, considerado uno de los más grandes artistas de la historia tanto por sus esculturas como por sus pinturas y obra arquitectónica.1 Desarrolló su labor artística a lo largo de más de setenta años entre Florencia y Roma, donde residían sus grandes mecenas: la familia Médici de Florencia y los diversos papas romanos.

Arquitectura: La Visión Escultórica de Miguel Ángel

Miguel Ángel tenía mentalidad de escultor y practicaba las tres grandes artes. Su obra arquitectónica es tardía y se relaciona con el encargo del papa Julio II para dar solución al proyecto inacabado de Bramante para la Basílica de San Pedro. No obstante, previamente, León X le encargó la fachada de San Lorenzo, que definiría con varias maquetas innovadoras enriquecidas con estatuas entre 1516 y 1517. Se inspira en la simetría de Brunelleschi, pero difiere en los alzados con nichos que oprimen las puertas, y frontones curvos y rotos por cartuchos. Su arquitectura rompe con la teoría y el cálculo frío, prefiriendo el boceto de la pintura y la escultura para lograr unidad. Rompe la lógica para representar formas caprichosas y utiliza la masa por encima de la línea y la perspectiva.

En la Biblioteca Laurenciana, Miguel Ángel contaba con una pequeña puerta de entrada e intentó monumentalizarla añadiéndole unos espaciosos tramos abiertos para la escalera. En las paredes, invierte la relación entre los elementos portantes y las partes sostenidas al colocar columnas empotradas en nichos, soportadas con grandes ménsulas, negando la coherencia clásica, pero logrando un gran efecto escultórico. La escalera está trazada en abanico con peldaños curvos y orgánicos a modo de cascada de lava que parece precipitarse hacia abajo, a duras penas contenida por las balaustradas laterales que, justamente, se abren en el segundo tramo para dar salida con dos rampas laterales sin balaustradas. Con esta solución, logra dilatar óptimamente la entrada y superar el gran desnivel del acceso.

En 1534, se traslada a Roma para establecerse definitivamente, y en 1539 reordena la Plaza del Capitolio, creando un espacio trapezoidal con un impresionante dibujo en el suelo cuyo centro es la estatua ecuestre de Marco Aurelio. Remodela los tres Palacios: el del Senado, el del Capitolio y el de los Conservadores. En el edificio fortificado del Palacio del Senado, crea un potente entablamento y un orden gigante corintio bajo el que se cobijan estructuras menores a modo de soportal, entre fuertes claroscuros. Otras obras suyas, aparte de las ya mencionadas, son la Iglesia de Santa María de los Ángeles (sobre las Termas de Diocleciano) y la Porta Pía. Con Pablo III, en 1547, se reanudaron las obras de San Pedro del Vaticano con los nuevos planos de Miguel Ángel. Concibe su proyecto a partir de potentísimos muros y pilares articulados por pilastras corintias, unificado por un efecto plástico nunca visto. La cúpula se alza sobre un tambor opaco con potentes contrarrestos de columnas pareadas y ventanales en los netos, de gran potencia y claroscuro.

Escultura: El Genio del Mármol y la Forma

El gran genio del arte escultórico italiano es Miguel Ángel. Vasari lo situó como figura central en el arte, capaz de interpretar las grandes corrientes de su época: el Humanismo clasicista, el Manierismo y la Contrarreforma. Seguidor de la filosofía neoplatónica, según la cual la idea es más importante que la materia y el cuerpo, por hermoso que sea, es una cárcel para el espíritu que siempre trata de liberarse. Concibe la escultura no como simple imitación de la naturaleza, sino como labor purificadora, de liberación del espíritu, de la idea contenida en la materia. De ahí la fuerza interior que expresan sus figuras, metáforas de la lucha de la idea por salir de la materia. Un rasgo importante es el non finito, o el dejar las esculturas en estado inconcluso, sin pulir, apariencia de un proceso mediante el cual la forma se va liberando lentamente.

En el jardín de los Médici pudo estudiar la estatuaria clásica y adquirir las técnicas y recursos de los escultores de la Antigüedad. Realiza el Baco (1496) para el Cardenal Riario y adquirida por el anticuario Galli, primera obra clásica del Renacimiento donde el bulto redondo, girando sobre su eje (serpentinata), refleja los efectos de la embriaguez del dios del vino y la importancia de los temas mitológicos. Pronto marcha a Roma, donde en 1498 realiza la Piedad, encargada por el embajador de Carlos VIII de Francia en Roma. Esta virgen, casi infantil y en pequeña escala, recoge la culminación del humanismo del Quattrocento y de la que siempre se sintió satisfecho.

De nuevo en Florencia, realiza entre 1501 y 1504 su célebre y colosal David, ubicado frente al Palacio Vecchio hasta 1873. Frente a la propuesta de Donatello, con un apolíneo David ensimismado al final de la proeza y la cabeza de Goliat decapitada en el suelo, el David de Miguel Ángel es representado en un momento previo a la contienda, con mirada penetrante que estudia cómo vencer a su rival. Lo consigue labrar de una sola pieza. La cabeza recuerda al San Jorge de Donatello. La cabeza, manos, pies y brazos están más desarrollados que el resto del cuerpo, como si Miguel Ángel expresara a través de ellos su misión. Es una simbiosis entre el relato bíblico y el ideal heroico.

Comienza en 1501 el largo ciclo de sus obras inconclusas, como el Altar Piccolomini. En 1505, el papa Julio II le llama a Roma para la realización de su mausoleo. Su idea grandiosa, para superar a los más famosos de la Antigüedad, constaba de un conjunto rectangular exento de tres pisos con cuarenta figuras, colocado bajo la cúpula y una cámara ovalada en su interior, emulando los martyria paleocristianos. El gran proyecto tuvo sus interrupciones con motivo del proyecto de 1506 para un nuevo San Pedro. Encargo inacabado por la costosa extracción de los bloques de Carrara, los continuos contratos que atender y las continuas revisiones del proyecto (hasta cuatro). En 1532 se hacen nuevas trazas, las quintas, como sepulcro parietal situado en la iglesia San Pietro in Vincoli. A este proyecto corresponden los inconclusos Esclavo rebelde y Esclavo moribundo, estudios espectaculares de anatomías, posturas y gestos: tenso uno y relajado otro; uno gira sobre sí mismo como hélice, mientras que el otro es un contrapposto. Si los esclavos expresan el alma sometida por la materia o los pueblos subyugados por el cristianismo, el Moisés viene a ser la representación del esplendor divino y el grupo en conjunto encarnaría el triunfo de la libertad. Por aquel tiempo, en 1506, se descubre el Laocoonte helenístico, que calificarían como la obra de mayor sufrimiento de la Antigüedad, y Miguel Ángel lo traslada a la ira del Moisés y especialmente a los esclavos como transposición de los hijos del sacerdote troyano.

Entre 1520 y 1534, realiza los sepulcros de la Sacristía Nueva de San Lorenzo, donde Brunelleschi ya había diseñado la Vieja Sacristía en la que se inspira. Se trata de las tumbas de los Médici Giuliano y Lorenzo, donde aporta un nuevo concepto de monumento funerario: altera la tradicional postura recostada de los difuntos por una sedente y se aleja de la noción de retrato para representar caracteres de personalidad. La idea general es el transcurrir de la vida humana. La noción del tiempo se plasma en las cuatro alegorías. Dos temperamentos distintos: Giuliano, entre el Día y la Noche, es representado como general romano, encarnando la vida activa con el espíritu de Júpiter; y Lorenzo, entre la Aurora y el Crepúsculo, en actitud pensativa, que le vale el sobrenombre de Il Pensieroso, encarnando la vida contemplativa con el espíritu de Saturno. En 1534, se traslada a Roma para compaginar arquitectura, escultura y pintura. Aborda el tema de la Piedad por dos veces: la de la Catedral de Florencia (1550) y La Piedad Rondanini (1555), que fue su última obra, con la fusión de los cuerpos al límite.