Iconos del Barroco Español: La Pintura de Velázquez y Zurbarán
San Hugo en el Refectorio de los Cartujos
Óleo sobre lienzo. 1630-1635. Francisco de Zurbarán. Pintura Barroca Española.
Contexto y Narrativa del Milagro
Esta obra fue pintada por Zurbarán para la Cartuja de Sevilla. La escena representa un milagro acontecido a San Bruno y a los seis primeros monjes de la Orden Cartuja. Estos se alimentaban gracias a lo que les proporcionaba San Hugo. Un domingo, San Hugo les envió carne, lo que provocó una discusión entre los monjes sobre la conveniencia de consumirla. Mientras deliberaban, cayeron en un profundo sueño que se prolongó durante toda la Cuaresma. San Hugo regresó el Miércoles Santo y visitó a los cartujos. Al llegar, los encontró despertando y observó cómo, en ese preciso instante, la carne de sus platos se transformaba en cenizas. Interpretaron este suceso como un mensaje divino que aprobaba la abstinencia de los monjes.
Composición y Estilo Pictórico
En esta composición, Zurbarán nos presenta una vasta naturaleza muerta y una notable valoración del color blanco. Las verticales de los cuerpos están cortadas por una mesa en forma de L, cubierta con un mantel que casi llega hasta el suelo. El paje se sitúa en el centro. El cuerpo encorvado del obispo, situado detrás de la mesa a la derecha, y el ángulo que forma la mesa en L, mitigan la sensación de rigidez. Delante de cada cartujo se disponen escudillas de barro con la comida y trozos de pan.
El “Cuadro dentro del Cuadro”
La obra incluye un “cuadro dentro del cuadro” en el refectorio. En él se representan dos escenas: a la izquierda, la Virgen María con el Niño Jesús en el regazo, durante su huida a Egipto; a la derecha, la figura de San Juan Bautista, el Precursor, vestido con piel de camello.
Las Meninas o La Familia de Felipe IV
Óleo sobre lienzo. 1656. Diego Velázquez. Arte Barroco Español.
Descripción y Personajes Clave
Nos encontramos ante un retrato grupal ambientado en el interior de una estancia decorada con cuadros, identificada como el estudio del pintor en el Alcázar Real de Madrid. Velázquez retrata el momento en que la infanta Margarita visitó su taller para observar cómo pintaba a los reyes. Diez figuras se distribuyen casi en su totalidad en la mitad inferior del cuadro, creando un amplio campo visual que se expande gracias a una puerta abierta al fondo. El centro de la composición lo ocupa la infanta Margarita. A sus lados, aparecen dos damas de honor, conocidas por el término portugués “meninas”, que da nombre a la obra en su conjunto. La menina de la izquierda, Agustina Sarmiento, se inclina hacia la infanta para ofrecerle una pequeña jarra con agua en una bandeja de plata. A la derecha se sitúa una segunda menina, Isabel de Velasco. Delante de ellas, aparecen dos personajes identificados por sus rasgos como bufones: María Bárbola y Nicolás Pertusato, quien, en una travesura típicamente infantil, coloca el pie sobre un perro mastín tumbado con la intención de molestarlo. Justo detrás de Isabel de Velasco encontramos al pintor, Diego Velázquez, quien porta los elementos propios de su oficio —pinceles y paleta—, pues se encuentra trabajando frente a un enorme lienzo del que solo vemos su parte trasera. En un plano posterior, entre penumbras, distinguimos a dos personajes adultos que parecen dialogar. Al fondo de la estancia, descendiendo unas escaleras y enmarcado por la puerta, aparece José Nieto, aposentador de Palacio. En la pared del fondo, un espejo refleja a los reyes Felipe IV y la reina Mariana de Austria.
Luz, Color y Maestría Técnica
Dos focos de luz iluminan la escena: una ventana a la izquierda y la puerta del fondo. Esto permite que los personajes en primer plano y el del fondo estén iluminados, dejando el espacio intermedio en penumbras. Los colores empleados son oscuros, sin estridencias, predominando los grises, plateados, azules oscuros y ocres. Respecto a la técnica, Velázquez utiliza pinceladas largas y fluidas junto a otras más cortas y precisas, creando una serie de efectos táctiles como el pelaje del perro mastín, las texturas de las maderas o las telas de los vestidos.
Interpretación y Trascendencia Universal
Por otra parte, el hecho de que el propio pintor se represente ejerciendo su oficio se ha interpretado como una reivindicación de Velázquez sobre la condición de la pintura como arte liberal y no como un mero oficio artesanal. Nos encontramos no solo ante la obra más importante de Velázquez, sino ante una de las de mayor trascendencia de la pintura española y universal. Influyó a numerosos pintores, como Picasso, quien realizó varias versiones de esta obra.
La Rendición de Breda
Óleo sobre lienzo. 1634. Diego Velázquez. Arte Barroco Español.
Contexto Histórico y Encargo Real
Esta obra fue pintada para el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro de Madrid, donde se exhibían otros once cuadros que conmemoraban distintos triunfos militares de la monarquía española. Es una obra de género histórico que representa la lucha del ejército español contra los rebeldes holandeses durante el reinado de Felipe IV. La rendición de la ciudad se produjo en junio de 1625, y pocos días después tuvo lugar la entrega de las llaves. Los protagonistas son Ambrosio de Spínola (general español vencedor) y Justino de Nassau (comandante del ejército holandés).
Composición y Simbolismo Central
En el centro de la composición se destaca la llave, símbolo de la victoria. A los lados de los protagonistas, se sitúan dos grupos: el de la derecha, compacto, representa al ejército hispano vencedor. El grupo de la izquierda está formado por los holandeses; su derrota se evidencia por el escaso número de soldados y picas representados. Ambos grupos enmarcan la escena central, donde se representa la ceremonia de la rendición, durante la cual Ambrosio de Spínola pronuncia unos versos de Calderón de la Barca.
Perspectiva y Maestría Cromática
A lo lejos, entre columnas de humo, la ciudad de Breda se recorta contra un cielo azul. Esta perspectiva se logra mediante la ordenación en planos sucesivos de la composición y el uso del color azul, que se intensifica en primer plano para clarear en el fondo, formando un cielo de nubes. Destaca el rico colorido empleado por Velázquez, así como su depurada pincelada, que adapta según la importancia de cada elemento de la composición.