René Descartes: Contexto y Orígenes de su Filosofía

Contexto Histórico y Científico

René Descartes fue el primer filósofo de la Edad Moderna. Los avances científicos del Renacimiento generaron un conflicto entre la razón y la fe. La revolución copernicana, en particular, sembró la sospecha de que el conocimiento podría ser subjetivo, influenciado por los intereses y prejuicios individuales, lo que llevó a una ruptura con el realismo aristotélico, que sostenía que conocemos la realidad al recibir impresiones y ordenarlas mediante el entendimiento. Su educación, impartida por los jesuitas y de corte escolástico, influyó en su filosofía, a pesar de su espíritu crítico e individualista. Su objetivo principal era cultivar la razón y establecer un método seguro para el conocimiento, un pensamiento que sería posteriormente defendido por los cartesianos.

Contexto Filosófico: Racionalismo vs. Empirismo

En esta época, surgen corrientes filosóficas como el racionalismo y el empirismo, que comparten el interés por el estudio del conocimiento humano como proceso de captación de la realidad. Ambas se enmarcan en una perspectiva idealista, que defiende que el ser humano interviene activamente en el proceso de conocimiento, influenciando la percepción con sus intereses y prejuicios. Por lo tanto, el conocimiento se concibe como una representación de las cosas, es decir, como ideas.

Descartes, como racionalista, se opone al empirismo de pensadores como Locke o Hume. Sin embargo, ambas corrientes comparten una problemática central: la epistemología, que busca establecer los criterios que garanticen la verdad del conocimiento y la existencia de una realidad externa al sujeto cognoscente. Dado que las ideas son la base del conocimiento, es fundamental definirlas, cuestionando su origen y su grado de verdad.

El empirismo utiliza el método inductivo, mientras que el racionalismo emplea el deductivo. Los racionalistas consideraban que el origen de los principios fundamentales reside en la razón, creyendo en el innatismo de las ideas. Los empiristas, por su parte, criticarán este concepto, afirmando que la única fuente de conocimiento es la experiencia.

La Razón y el Método Cartesiano

El Objetivo de Descartes: Un Método Seguro

Siendo racionalista, el objetivo de Descartes era establecer un método de conocimiento que dirigiera la razón hacia la verdad, tal como lo expone en su obra Discurso del Método. Defiende que el conocimiento se adquiere mediante las ideas que el individuo elabora. A través del idealismo, muestra que el sujeto interviene activamente en la formación del conocimiento.

El problema surge ante la pregunta de si existe algún conocimiento seguro e indudable. Por ello, Descartes adoptará una postura escéptica, con el fin de encontrar principios válidos y seguros que no estén sujetos a la duda. El método propuesto por Descartes se compone de cuatro reglas fundamentales:

Las Cuatro Reglas del Método

  1. Primera Regla: La Evidencia (o de la Duda Metódica)

    Descartes establece que la duda es metódica porque es una forma de analizar la certeza de las ideas. El criterio de verdad, que permite saber si una idea es verdadera o no, es la claridad y la distinción. Para conocer una idea, es necesaria la intuición, ya que consideraba que la experiencia era una fuente engañosa. La intuición, para él, es un acto de la inteligencia pura, sin visión perceptible, donde no interviene la memoria, y sus características son la inmediatez, la atemporalidad y la evidencia.

  2. Segunda Regla: El Análisis

    Dividir cada dificultad en tantas partes como sea posible y necesario para resolverla mejor.

  3. Tercera Regla: La Síntesis

    Conducir ordenadamente los pensamientos, empezando por los objetos más simples y fáciles de conocer, para ascender poco a poco, como por grados, hasta el conocimiento de los más complejos.

  4. Cuarta Regla: La Enumeración y Revisión

    Realizar recuentos tan completos y revisiones tan generales que se esté seguro de no haber omitido nada.

La Búsqueda de los Primeros Principios y la Certeza

El Camino de la Duda Metódica

Una vez establecido un método seguro, se procede a la búsqueda de los primeros principios. Se inicia el camino de la duda con el fin de superarla, pero con la precaución de conservar algunos principios morales, lo que Descartes denomina moral provisional.

Lo primero que se pone en duda son los sentidos, ya que en ocasiones nos han engañado. Para fundamentar la falta de confianza en los sentidos, Descartes plantea la hipótesis del sueño, según la cual nada garantiza la certeza de la realidad que percibimos, pues no podemos distinguirla del sueño, y la experiencia no puede proporcionar principios sólidos.

Inicialmente, las únicas verdades que parecen no poder ponerse en duda son las matemáticas. Sin embargo, Descartes dudará incluso de las matemáticas, explicando esta posibilidad mediante la hipótesis del genio maligno. Este ser todopoderoso y engañador podría manipular nuestros conocimientos, incluso los matemáticos, haciéndonos creer que son ciertos cuando no lo son. Por lo tanto, la única verdad que con certeza se puede admitir es que nada es absolutamente cierto.

El Cogito, el Dualismo y el Solipsismo

Después de descartar todas las ideas, Descartes llega al Cogito, ergo sum (‘Pienso, luego existo’). La acción de pensar es una idea clara y distinta que cumple con el requisito de la primera regla del método (la evidencia).

Desde esta certeza, Descartes postula una postura dualista: existen dos ámbitos de la realidad, el material (res extensa, el cuerpo) y el espiritual (res cogitans, el alma o pensamiento). De la realidad material podemos dudar porque se capta mediante los sentidos, pero del alma no, porque para pensar es necesario ser.

Sin embargo, esta certeza inicial nos lleva a una postura solipsista, donde estamos limitados al ámbito del pensamiento y la conciencia, y las ideas presentes en nuestra mente aún pueden ser dudosas. Esta postura nos dejaría atrapados en el escepticismo, impidiendo la reconstrucción del conocimiento y la ciencia. Por ello, es necesario examinar nuestras ideas para encontrar algo que nos ayude a salir de esta situación.

Clasificación de las Ideas

Para avanzar, Descartes clasifica las ideas, que son actos mentales que se diferencian por su contenido y su origen:

  • Ideas adventicias: Provienen de la experiencia externa (ej. el sol, una mesa).
  • Ideas facticias: Son construidas por la mente a partir de otras ideas (ej. un centauro, una sirena).
  • Ideas innatas: Son aquellas que la mente posee por sí misma, desde el nacimiento, y no provienen de la experiencia ni son construidas (ej. la idea de alma, la idea de Dios, la idea de perfección).

La Demostración de la Existencia de Dios

La Idea de Perfección y el Argumento Causal

La pregunta sobre el origen de las ideas lleva a Descartes a analizar la idea de perfección. Esta idea no puede ser facticia (pues él mismo es imperfecto y no puede crear la perfección) ni adventicia (pues nada en el mundo exterior puede ser considerado perfecto en sí mismo).

Descartes aplica el principio de que la causa de una idea debe tener al menos tanta realidad formal como la realidad objetiva de la idea misma. La idea de perfección, al ser una idea de realidad infinita, debe tener una causa infinita. Este principio le sirve como primer argumento para demostrar la existencia de Dios, ya que la relación causal no puede extenderse al infinito, por lo que debe haber una causa trascendente: Dios, la causa última.

Argumentos para la Existencia de Dios

Descartes, por tanto, debe demostrar la existencia de Dios partiendo del análisis de la idea de Dios misma, con argumentos independientes de la experiencia sensible.

  • Argumento de la Causalidad de la Idea de Dios

    Esto se asemeja al argumento ontológico de San Anselmo de Canterbury, o a la tradición del iluminismo agustiniano, según la cual la idea de Dios había sido infundida en el pensamiento e iluminada por Dios para que el ser humano pudiera conocerle. Para Descartes, la idea de Dios es una idea innata, y de cuya verdad no podía dudarse, ya que su fuente de conocimiento es la inteligencia misma.

    Una vez establecido el origen de la idea, Descartes la analiza: si yo soy un ser imperfecto (porque tengo dudas, carencias y experiencias negativas), la idea de un ser perfecto (Dios) no puede provenir de mí. Por lo tanto, debe haber sido puesta en mí por un ser que es, en efecto, perfecto.

  • Argumento Ontológico (inspirado en San Anselmo)

    El argumento de San Anselmo de Canterbury para la existencia de Dios parte de la idea de la perfección, haciendo referencia a que no puede concebirse un ser mayor que Él. La esencia divina implica su existencia: la perfección de Dios incluye la existencia. Esto lleva a la conclusión de que Dios existe de la misma manera que una demostración geométrica es irrefutable, siendo más razonable que cualquier conocimiento percibido por los sentidos o incluso las matemáticas (en el contexto de la duda del genio maligno).

Dios como Garante del Conocimiento y la Realidad

Así, Descartes demuestra la existencia de Dios aplicando el mismo criterio de verdad: la claridad y distinción de las ideas. La existencia de Dios se convierte en la segunda verdad indudable (después del Cogito), y es Dios quien garantiza la existencia de mi pensamiento y, por extensión, la existencia de la realidad externa.

Dios es la idea de perfección y la primera causa de la cual dependen el mundo (la res extensa) y el alma (la res cogitans).