Lírica Española desde 1936

Años 40

En 1944 se publican en España dos obras importantes: Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre, que recuerda la edad de oro o paraíso perdido, asociable a la infancia y juventud. La otra obra fue Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, donde se emplea el verso libre y se trata la protesta del yo poético contra el mundo. Se abordan temas como la soledad y la falta de sentido de la existencia. La poesía de los años 40, en la que Dámaso Alonso destacó la Poesía desarraigada, presentó una visión pesimista y angustiada de la existencia, junto con una profunda disconformidad con la realidad. Entre las principales obras de poesía existencial destacan: Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1944) de Blas de Otero; Tierra sin nosotros y Alegría, ambas de 1947 por José Hierro.

Años 50

La lírica española durante estos años estuvo dominada por la poesía social. La literatura sirvió como instrumento de transformación política y social, denunciando la injusticia y la falta de libertad. Entre los autores más importantes destacaron Gabriel Celaya (Cantos íberos), Blas de Otero (Pido Paz y palabra) y José Hierro, por sus poemas-reportaje y alucinaciones objetivas (Cuánto sé de mí).

Años 60

Pertenecen poetas nacidos en la Guerra Civil, conocidos como Generación de medio siglo (Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral…). La mayoría de poetas se iniciaron en la poesía social (debate sobre la función de la poesía). Esta época se caracterizó por el autobiografismo, diversidad temática con temas como el amor, la amistad o la evocación de la infancia. El lenguaje conversacional e intimista mostraba una sencillez y claridad, gracias al distanciamiento irónico.

Los Novísimos

Los Novísimos fueron una nueva promoción de autores. Se caracterizaron por el culturalismo (uso de personajes históricos, como en los últimos libros de Cernuda, Desolación de la quimera), el escapismo, el esteticismo y el decadentismo, y por el barroquismo e influencia de las vanguardias (buscaron un lenguaje rico y elaborado, lograron recuperar estrategias de la poesía vanguardista).

Poesía de la Democracia (Años 80-90)

Estuvo marcada por la oposición entre dos corrientes poéticas:

La Poesía de la Experiencia

Se caracterizó por el antivanguardismo y el anticulturalismo (hablan de las vivencias y emociones de la gente normal), la ambientación urbana y contemporánea, la ficcionalización del yo, la función civil de la poesía y la temática amorosa. Presenta un tono conversacional (lenguaje coloquial, ternura, humor o parodia) y la recuperación de formas métricas tradicionales (versos medios o silvas). Destacaron autores como Benjamín Prado (Un caso sencillo) o Almudena Guzmán (eje de poemarios).

La Poesía del Silencio

Presentó la reflexión metalingüística, la preocupación por la muerte y una apertura a la trascendencia y un afán de alcanzar el absoluto o la plenitud.

La Poesía Reciente

Cultivó una poesía meditativa, que mezcla la celebración de la existencia con la melancolía del paso del tiempo y en donde no faltan elementos autobiográficos (Las veces de Esperanza López Parada). También destacaron autores como Carlos Marzal o Vicente Gallego.

Teatro Español desde 1936

Años 40

El teatro en España estuvo condicionado por varias circunstancias, entre ellas la desaparición de autores de referencia (mueren Lorca, Valle-Inclán y Unamuno). Esto, sumado a una fuerte censura, hizo muy difícil la creación de un teatro innovador. Por eso se prefirió la comedia, por su carácter evasivo y escapista.

La Comedia Burguesa

Fue una comedia intrascendente y costumbrista, impulsada por Jacinto Benavente. Los temas principales son propios de una comedia burguesa (honor, celos, conflictos generacionales, infidelidades…). Muestra un dominio del diálogo, bien construido.

El Teatro Humorístico

Se basó en un humor absurdo (de raíz vanguardista), con situaciones alejadas de lo convencional y surrealistas. Destacaron autores como Miguel Mihura. En Tres sombreros de copa se muestra la duda entre el mundo respetable y burgués con el mundo errante y libre del circo. También destaca Enrique Jardiel Poncela. En la obra Eloísa está debajo de un almendro se mostraron sucesos fantásticos y se evidenció una agudeza verbal y situaciones insólitas.

Años 50: Teatro Comprometido

También conocido como el teatro comprometido. Destacaron autores como Buero Vallejo, que pretende que el lector tome conciencia de la condición del ser humano (dolor e incertidumbre). En sus obras se muestra una crítica de la realidad marcada por la miseria, la ignorancia y la falta de libertad. En su obra Historia de una escalera, que transcurre en una escalera de vecinos donde, al no mejorar las condiciones sociales, se expresa la imposibilidad de las clases sociales de conseguir sus ideales. Esta obra le hizo emplear varias estrategias, como el uso de personajes históricos (como Goya) o la estrategia del efecto de inmersión (conciencia del lector sobre los personajes). Otro autor que destacó fue Alfonso Sastre. Su teatro muestra la preocupación por las consecuencias que tiene un poder injusto sobre las personas que lo sufren (en ámbitos colectivos y humanos). Su teatro es antibelicista, destacan Escuadra hacia la muerte y La taberna fantástica.

Los Dramaturgos Realistas

Eran varios autores que escribieron distintas obras en las que hablan de la injusticia, la discriminación, la hipocresía y la violencia en la sociedad española. Se muestra una amargura y una oscura desesperanza. A este realismo se le suma el simbolismo y el expresionismo, técnicas para resaltar la crítica social. Destacaron obras como La camisa, de Laura Olmo (aborda cuestiones como la marginalidad, la miseria y la emigración) y Los salvajes del Puente San Gil, de José Martí (hipocresía y barbarie de España).

El Teatro Experimental

Conectó con la tradición vanguardista del teatro absurdo y cruel. En estos, el texto es un elemento más, de ahí la importancia de los efectos especiales. La mayoría de estas obras tienen parábolas o alegorías del pesimismo de la condición humana. Destacaron autores como Fernando Arrabal, con obras como Pic-nic o El cementerio de automóviles. Francisco Nieva fue otro autor que destacó por su teatro furioso, centrado en la crítica a la España tradicional (religiosa). Defendió la transgresión y la idea de seguir el instinto. Pelo de tormenta fue su obra más icónica.

Teatro en Democracia (Años 80 y 90)

Abordó temas de la sociedad contemporánea como la corrupción, las drogas, el terrorismo, la inmigración, la xenofobia y el racismo, con obras destacadas como Caballito del diablo (Fermín Cabal) y Bajarse al moro (José Luis Alonso de Santos). Evocó la Guerra Civil desde el bando derrotado, con obras como ¡Ay, Carmela! (José Sanchis Sinisterra). Además, exploró conflictos psicológicos y relaciones personales en obras como La llamada de Lauren (Paloma Pedrero).

Teatro en el Siglo XXI

Surgen dos vertientes teatrales: una centrada en el texto, representada por Juan Mayorga (opresión y abuso) con obras como El jardín quemado o El chico de la última fila; y otra de experimentación radical influida por el teatro de la crueldad. Angélica Liddell destacó con La casa de la fuerza, una obra que denuncia la violencia de género y los feminicidios en Ciudad Juárez (mezcla de géneros musicales).