La Filosofía de Hume: Empirismo, Ética y Política
La Filosofía de David Hume
La Existencia de Dios (Sustancia Infinita) y la Religión
Si las impresiones son el criterio y el límite de nuestro conocimiento, no es posible justificar la existencia de Dios. La filosofía tradicional había utilizado el principio de causalidad para demostrar su existencia, pero Hume muestra en este caso la invalidez de dicho principio porque la inferencia causal (de los efectos se supone o infiere una causa) es injustificada, ya que no va de una impresión a otra, sino de nuestras impresiones a Dios (que no es objeto de experiencia).
Y rechaza también todo argumento a priori de la existencia de Dios porque toda idea deriva de una impresión, y de esa idea de Dios no hay impresión. En cuanto al origen de la religión, Hume sostuvo que se fundaba en los temores del hombre.
La Idea del Yo (Res Cogitans)
La filosofía anterior afirmó la realidad del “yo” entendido como realidad distinta de nuestras ideas e impresiones y era conocido, por ejemplo, en Descartes, por intuición. Pero Hume critica esa idea del “yo” entendido como sustancia, como sujeto permanente distinto de nuestras ideas e impresiones, pues:
- Solo tenemos intuición de nuestras ideas e impresiones; no percibimos el “yo”.
- Ninguna impresión es permanente.
Y concluye que el “yo” no es sino un conjunto de impresiones. La mente es como un teatro en el que diversas percepciones aparecen.
Consecuencias de su Teoría del Conocimiento
Destaquemos, finalmente, dos consecuencias de su teoría del conocimiento:
- Un fenomenismo radical: Solo conocemos nuestras percepciones y, por tanto, la realidad se reduce a lo que se muestra a nuestra conciencia (= fenómeno).
- El escepticismo o la inseguridad en el conocimiento, un escepticismo moderado y por el sentido común que nos debía llevar a la tolerancia.
Ética
Nuestro filósofo, coherente con su empirismo, intenta aplicar también el método experimental a los temas morales.
1. Crítica al Racionalismo Moral
Comienza con una crítica al racionalismo moral, es decir, a la teoría que entiende que el origen y el fundamento de los juicios morales –la justicia es buena, la injusticia es mala– es la razón.
Sin embargo, para Hume, la razón produce juicios que establecen relaciones de ideas o se refieren a cuestiones de hecho. Pero las apreciaciones morales no son semejantes a los juicios de la matemática ni a los de las ciencias que tratan de cuestiones de hecho. En efecto, lo que encontramos en un suceso moral –un crimen– son acciones, movimientos, voliciones, etc., pero no aparecen ni la virtud ni el vicio, ni el bien y el mal como tales. Y además, realmente la razón no determina que realicemos o no una acción.
Para Hume, el bien y el mal no son características objetivas de los actos que descubre la razón, sino la expresión de lo que sentimos respecto de las acciones. Actuar moralmente, de manera responsable, no equivale a agudizar la razón, sino a agudizar los sentimientos que uno tiene hacia los demás. Y establece un paralelismo entre la belleza natural y la belleza moral; así como la estética no depende de la razón, sino del gusto, igualmente la moral, la belleza moral, no depende de la razón, sino del sentimiento.
2. Emotivismo Moral
Su teoría ética se conoce como EMOTIVISMO MORAL, pues entiende que el fundamento de los juicios morales (“la solidaridad es buena”) no está en los hechos o actos, sino en los sentimientos. Y el sentimiento moral, el sentimiento que descubre la virtud o el vicio, es un sentimiento de aprobación o desaprobación; esos sentimientos morales son naturales, desinteresados, forman parte de nuestra constitución y son las fuerzas que nos mueven a obrar. Además, esos sentimientos se relacionan con la utilidad: aprobamos los hechos que son útiles –los que reportan felicidad a los otros– y desaprobamos los que son nocivos.
Para nuestro filósofo, esta moral del sentimiento no conduce al relativismo porque piensa que existe una especie de naturaleza emotiva común a todos los hombres, que permite que coincidamos en nuestros sentimientos y valoraciones morales. Uno de esos elementos concordantes es la simpatía –capacidad de “ponerse en el lugar del otro”– que despierta en nosotros sentimientos como la compasión o solidaridad que nos hacen reaccionar ante el dolor de los demás. Habría virtudes y deberes que son universales y que solo desde la locura podrían negarse. Hume, con esta filosofía moral, será un claro impulsor de las éticas emotivistas y utilitaristas.
3. La Falacia Naturalista
Por último, denuncia un error lógico presente en los sistemas éticos anteriores que llama falacia naturalista y que consiste en deducir de una proposición descriptiva –de lo que es– una proposición normativa –el deber ser–, es decir, pasar de lo que es el hombre a lo que debe ser.
Teoría Política
Su TEORÍA POLÍTICA, alejada de teorías abstractas, presenta también un carácter empírico, pues se basa en el análisis de los hechos y encuentra en la noción de utilidad el fundamento explicativo de la vida social –de sus leyes, formas de gobierno e instituciones–.
El origen de la sociedad no es consecuencia de la reflexión que los seres humanos en el supuesto estado de naturaleza realizan sobre las ventajas de asociarse, sino que es el resultado de un deseo natural que empuja a unirse a los seres de ambos sexos y a mantenerse unidos para criar a sus descendientes. Esa unión, que se plasma inicialmente en la familia, se va ampliando al constatar los beneficios que derivan de tal asociación natural.
El origen y la legitimidad de las instituciones sociales y el estado es la convención. La base de tal convención radica en la utilidad que las instituciones reportan a la sociedad, como, por ejemplo, la defensa de la propiedad privada y la administración de la justicia. Pero no forman parte”por naturalez” de la sociedad. Es tan posible la existencia de una sociedad sin gobierno (como lo es lo contrario). Más aún, la sociedad sin gobierno es el estado”más natura” de los seres humanos, lo que se comprueba empíricamente en las tribus de América.