Pretender una revelación es lo que resume la situación del espíritu humano al concebir y establecer su relación con lo divino.En cada momento de su trayectoria histórica, la humanidad ha intentado, teórica y prácticamente, entender la relación que existía entre su propia realidad contingente, el punto efímero que representa y su sentido último. Entre lo propio y lo eterno.Supongamos que el significado último penetrara en el tejido de la historia, entrase en el flujo del tiempo y del especio y, con una fuerza expresiva inimaginable, se encarnase en un hecho entre nosotros. Se convierta en un fenómeno, un hecho normal registrable en la trayectoria histórica y que actúa sobre ella (Exigencia de la revelación).-¿Qué nos queda hacer ante ella? Lo único que queda es preguntarse ¿A pasado? SI. Al aceptar y recorrer este camino trazado por Dios el hombre podrá darse cuenta de que, en comparación con lo demás éste se muestra más humano como síntesis, más completo en la valoración de los factores en juego.Se trataría de una experiencia capaz de abrazar la totalidad de los valores, Católica, en su sentido etimológico: entera, universal. En el caso de que el misterio haya penetrado en la existencia, la relación hombre- destino ya no será construcción e imaginación. Será dar con alguien presente. Dios hubiese marcado un camino un camino para alcanzarle, el problema central religioso ya no sería el intento, en todo caso expresivo de la gran dignidad del hombre, de fingirse a Dios, todo el problema se centraría en el puro gesto de libertad: que acepte o rechace (cambio radical).Todas sus características inquietantes de remisión enigmática a algo lejano, y coincidiría con la dinámica de un experiencia, la experiencia de algo presente, de un encuentro.En la dinámica reveladora de esta hipótesis el principal acento no cae ya sobre la genialidad y la capacidad de iniciativa, sino sobre la sencillez y el amor. Este representa la única y verdadera dependencia del hombre, la afirmación del otro como consistencia de nosotros mismo, elección suprema de la libertad. Negar la posibilidad misma de este hecho. Es delito contra la suprema categoría de la razón, la categoría de la posibilidad (parecía más libre pensamiento admitir todas las posibilidades que descartar alguna).-El primer método favorece al inteligente, culto, afortunado, poderoso. Con el segundo método resulta favorecido el pobre, el hombre común.-El anuncio cristiano dice: si el misterio ha venido. Ante está hipótesis el método no es otro que el del registro histórico de un hecho objetivo (no puede ser comprobado con una reflexión analítica, como la otra hipótesis).-Si esto es cierto ¿Quién es Jesús? El cristianismo surge como respuesta a esta pregunta.El hecho de que haya un hombre que afirme, Dios se ha hecho hombre plantea un problema radical e ineliminable para la vida religiosa de la humanidad. Que el cristianismo te haya sido anunciado significa que tú debes tomar una postura ante Cristo. El hecho que el exista o haya existido es la decisión clave de toda la existencia. Tú tendrás que intentar alcanzar el convencimiento de que la noticia es verdadera o que es falsa.-Se impediría a sí mismo ser hombre todo aquel que permitiese ser apartado de la posibilidad de formarse una opinión personal de Cristo. Tiene algo de inevitable. En la medida en que el hecho tiene un contenido importante, eludirlo, con la persistente e irracional distracción de la que el hombre es paradójicamente capaz, deforme gravemente la personalidad humana. Una insidiosa deslealtad cultural ha hecho posible, la difusión de una vaga idea a cristianismo como discurso, doctrina, fábula o moraleja. No, es ante todo un hecho, un hombre que ha entrado en la categoría de los hombres.Hay que tomar en cuenta también que la llegada de ese hombre constituye una noticia trasmitida hasta hoy, ha sido proclamado, anunciado como evento de un presencia hasta hoy (evitar mirar esto sería una tontería).-Lo que molesta, para no admitir este hecho de semejante grandeza, es percibir las enormes proporciones de los términos del problema. Este es la mayor decisión de la existencia (que haya o no existido). No es un problema de pareceres, de gustos, ni tampoco un problema de análisis del ánimo religioso, es un hecho. Una indagación sobre el sentido religioso no lleva a entender si el cristianismo nos trasmite una noticia verdadera o falsa.Cristo es el único caso en la historia en que un hombre se ha identificado sustancialmente con Dios (distinto a Buda, etc). Cuanto más genio religioso tiene un hombre, menos tentación siente de identificarse con lo divino, técnicamente es imposible concebir tal identificación. Estructuralmente, el hombre no puede identificar su evidente parcialidad con el todo, excepto en el caso de una clamorosa y manifiesta patología. El dinamismo normal de la inteligencia está incapacitado para esta tentación, porque esta debe tener como punto de partida cierta verosimilitud, una apariencia de posibilidad.