Figuras Clave y Movimientos Fundamentales de la Arquitectura Moderna
El Futurismo: Marinetti y la Exaltación de la Máquina
Filippo Tommaso Marinetti, poeta y fundador del movimiento, congregó a un grupo diverso de creadores: artistas, pintores, escultores y arquitectos. El Futurismo se caracterizó por el rechazo radical de los edificios históricos y la tradición. El visionario arquitecto futurista fue Antonio Sant’Elia, quien lamentablemente falleció en la guerra. Su genio arquitectónico fue innegable.
El movimiento puso en valor la industria y la máquina, elementos que consideraban símbolos de progreso y velocidad. Sus ideas han influido profundamente hasta hoy en día. La fascinación por un nuevo mundo de máquinas y la velocidad que estas propiciaban era central para su estética. A pesar de su ruptura con el pasado, el Futurismo se convirtió en un referente clave para la estética de la modernidad. Fue una exaltación de la máquina y la industria, pilares de su visión de futuro. Fueron grandes pioneros en la formulación de la estética de la máquina y en su puesta en valor. Aunque el Werkbund también contribuyó a la estética de la máquina, el Futurismo se distinguió por su mayor radicalidad al exaltar la máquina por encima de cualquier otra consideración. Su influencia en el Movimiento Moderno fue considerable.
Mies van der Rohe: Filosofía, Orden y Arte Puro en la Arquitectura
Ludwig Mies van der Rohe, figura central del Movimiento Moderno, poseía una visión profundamente filosófica y una gran hondura en sus ideas. Mies hacía hincapié en una formación integral del arquitecto, estructurada en tres pilares fundamentales:
- El conocimiento profundo de los materiales, valorando la importancia de la artesanía.
- La comprensión de la construcción y sus técnicas.
- La atención a la función del edificio.
Para Mies, la combinación de estos conocimientos permitía a la arquitectura trascender y alcanzar el arte puro. Este arte puro se manifestaba en una arquitectura de orden. Su objetivo era, según sus propias palabras, “poner orden en el desorden contemporáneo de la sociedad”. El arte puro de Mies se caracterizaba por una Espiritualidad Cualitativa, influida por su trasfondo católico.
Le Corbusier: Del Funcionalismo al Eclecticismo Esotérico
La etapa más potente y compleja de Le Corbusier fue la final, marcada por un cierto desengaño con la industrialización de la arquitectura. En su obra, el término eclecticismo adquiere una relevancia particular. Hacia el final de su vida, llegó a afirmar: “Espero peinar canas para entregarme por completo al eclecticismo”.
Aunque su eclecticismo fue una constante a lo largo de su carrera, incluso en su etapa moderna, se hizo más evidente en obras como “Hacia una Arquitectura”, donde fusionaba elementos como:
- El Purismo, una vanguardia artística de entreguerras.
- La ingeniería y sus principios constructivos.
- La Arquitectura Clásica, con especial énfasis en la proporción.
La época final de su vida es de difícil comprensión, caracterizada por un eclecticismo esotérico.
Alvar Aalto: Humanismo y Naturaleza en la Arquitectura Nórdica
Alvar Aalto, arquitecto de ideas densas e interesantes, ejerció una gran influencia tras la Segunda Guerra Mundial en la renovación del Modernismo, principalmente a través de dos ejes:
- La Humanización de la Arquitectura: Aalto sostenía que “la gran tarea del arquitecto es humanizar la arquitectura”. Era un arquitecto profundamente humanista, con una visión transversal e interdisciplinar centrada en el ser humano.
- Componentes Románticos y Orgánicos: En los países nórdicos, esta sensibilidad se transmitía a través de la integración con los paisajes. Aalto exploró la arquitectura orgánica mediante el uso de formas y materiales naturales.
Según Aalto, el arquitecto debía ocuparse del diseño en su totalidad, desde la vivienda hasta la planificación urbana. Buscaba una calidez psicológica en sus espacios, a menudo lograda mediante el uso de la madera en el mobiliario y los interiores. Su visión integraba la ciudad, los edificios y la naturaleza en un continuo de diseño. Aalto percibió que los países nórdicos ofrecían un entorno propicio para reflexionar sobre los problemas urbanos globales, especialmente la falta de naturaleza en las ciudades. Además, respetaba la ciudad histórica y se inspiraba en ella.
Frank Lloyd Wright: La Arquitectura Orgánica y el Individualismo Americano
Frank Lloyd Wright, figura clave del siglo XIX y XX, se inscribe en la corriente del romanticismo arquitectónico. Aunque influenciado por pensadores como John Ruskin y Eugène Viollet-le-Duc, Wright trascendió estas influencias para convertirse en un creador original. Su principal mensaje teórico fue la arquitectura orgánica, una concepción ligada intrínsecamente a la naturaleza, que representaba un romanticismo puro.
Para Wright, esta arquitectura orgánica debía partir de la vida de los seres humanos, continuar en el edificio y culminar en la relación de este con la naturaleza. Establecía así un vínculo esencial: Vida humana – Edificio – Naturaleza, donde el edificio actuaba como un enlace. Sostenía que la arquitectura orgánica solo podía desarrollarse plenamente en Estados Unidos, ya que su concepto de vida humana estaba intrínsecamente ligado al individuo. Para él, la arquitectura orgánica requería una democracia como la americana, fundamentada en el individuo que vive en armonía con la sociedad y la naturaleza, a diferencia de la democracia europea, que percibía más centrada en la socialización, los bienes compartidos y el igualitarismo.
Las viviendas diseñadas por Wright debían ser únicas, siempre en armonía con la naturaleza y respetando el individualismo de sus habitantes. Promovía el uso de materiales naturales para que el edificio fuera orgánico, y que los colores se inspiraran directamente en el entorno natural, considerando absurdo que las construcciones se inspiraran en las máquinas.
La Bauhaus: Innovación, Diseño Integral y Producción Industrial
La Bauhaus, una influyente escuela de arte, diseño y arquitectura fundada en Alemania, se caracterizó por la creación de “teorías vivas” de la arquitectura, consideradas por muchos como la cúspide de la teoría arquitectónica de su tiempo. Estas teorías se aplicaban tanto en la enseñanza como en la práctica. Su objetivo era formar un diseñador total, aunque la arquitectura se concebía como la disciplina coordinadora de todas las ramas del diseño.
Para lograr un buen diseño, la Bauhaus enfatizaba la necesidad de basarse en el conocimiento técnico de las artesanías, pero siempre orientado hacia la producción industrial. La idea era trasladar a la industria el profundo conocimiento que el artesano tenía de sus diseños, técnicas y materiales. La escuela buscaba ir más allá de las fundamentaciones técnicas, fomentando la experimentación de la forma. Walter Gropius, fundador de la Bauhaus, popularizó la máxima de que “la forma sigue a la función”. Sostenía que si no se estudiaba la arquitectura en profundidad, los mensajes llegaban falseados, siendo la “insuficiencia de verdad” el mayor problema.
La Bauhaus atrajo a numerosos artistas de vanguardia, ya que la traslación de la artesanía a la industria debía realizarse con una fuerte componente artística. Muchos maestros del Movimiento Moderno abogaban por la integración del arte en la arquitectura, lamentando que, con el tiempo, se derivara hacia un funcionalismo desprovisto de expresión artística. Mies van der Rohe, último director de la Bauhaus, se vio obligado a cerrarla debido a la presión del régimen nazi, que la consideraba “poco alemana” y “demasiado internacional”. Este cierre provocó la dispersión de profesores y alumnos, quienes emigraron a otros países, llevando consigo y desarrollando las ideas de la Bauhaus. Tanto Gropius como Mies van der Rohe se trasladaron a Estados Unidos, donde enseñaron en importantes universidades y construyeron algunas de sus obras más emblemáticas.
Los Maestros del Movimiento Moderno: Cultura, Filosofía y Legado
Los grandes maestros del Movimiento Moderno se distinguieron por ser individuos de vasta cultura, cada uno con una formación y visión muy personal. Mies van der Rohe, por ejemplo, era un hombre de profunda erudición, incluso de convicciones católicas, y poseía una vasta biblioteca. Su reflexión le llevó a la conclusión de que el arquitecto debía formarse en varias etapas para alcanzar el arte puro:
- Dominio de los materiales, como el artesano, seguido del conocimiento técnico de su manipulación.
- Atención rigurosa a la función del edificio.
- El objetivo final: la consecución del arte puro en la arquitectura.
Para Mies, el arte puro era la búsqueda de lo esencial en el orden, una idea con claras resonancias clásicas que reflejaba su profunda cultura. Esta búsqueda se manifestaba en la esencialidad y el meticuloso cuidado de los detalles. En este sentido, popularizó la frase “Dios está en los detalles”, una máxima que, según se dice, tomó de Santa Teresa de Jesús. La misión fundamental del arquitecto, para Mies, era “poner orden en el desorden de la sociedad contemporánea”. Estas ideas guardaban similitudes con las de Gropius, pero Mies enfatizaba la culminación artística como el fin último. A diferencia de Frank Lloyd Wright, cuyo pensamiento sobre la arquitectura orgánica y su relación con la naturaleza no impactó de la misma manera en los maestros europeos, Wright era partidario de la industrialización, pero siempre integrando la naturaleza, un enfoque que muchos de sus contemporáneos europeos rechazaron.