La casa de Bernarda Alba: Temas y Personajes

Temas Principales

Enfrentamiento: Moral Autoritaria vs. Deseo de Libertad

El enfrentamiento central se da entre una moral autoritaria y el deseo de libertad. La moral autoritaria representa el poder y es encarnada por Bernarda, simbolizado por su bastón. Ella impone ocho años de luto a sus hijas y utiliza continuamente la palabra ¡Silencio!. El deseo de libertad representa el amor y, en su sentido más radical, el sexo. Es representado por todas las hijas de Bernarda y por la abuela, María Josefa. Todas ellas tratan de encontrar una salida a la autoridad de Bernarda.

Adela trató de huir de esto de una manera de extrema rebelión, con el suicidio. Esto no consigue destruir el mundo de Bernarda, sino que esta realiza un encierro total. María Josefa trata de huir de la autoridad de Bernarda de una manera de extrema evasión, es decir, con su locura.

Bernarda, Símbolo de Autoridad

Bernarda tiene una versión clasista del mundo. Se preocupa continuamente por el «qué dirán», antes que por cualquier otra cosa. Un ejemplo de ello es cuando al suicidarse Adela, esta solo se preocupa por hacer saber que esta había muerto virgen, lejos de estar triste. Se siente superior al resto, y lo deja saber continuamente a sus criadas, a pesar de que La Poncia le servía muchos años, esta se empeña en hacerle saber dónde está su lugar: «¡Vete, este no es tu lugar!». Para ella es muy importante la apariencia y la fuerza. Tiene una moral puritana y no deja decidir a sus hijas o a su madre sobre su propia vida. Pues, como ella misma dijo: «Soy dueña de esta casa y de los que viven en ella». Su carácter se define muy bien con sus hechos. Por ejemplo, los ocho años de luto que hizo guardar a sus hijas cuando murió su marido, Antonio Benavides.

No deja a sus hijas estar con los hombres a no ser que Bernarda se lo permita. Si no siguen sus normas tendrán graves consecuencias. Un ejemplo de esto es cuando Enrique Humanes va detrás de Martirio y Bernarda no se lo permite porque no es de su clase.

Cuando discuten las hermanas, Bernarda impone el orden. En esa casa todas las mujeres se encuentran sometidas a Bernarda. Esta no piensa, ordena. Adela trata de romper las normas morales impuestas tratando de defender la posesión de su cuerpo. Simboliza su libertad y viveza con su abanico de flores y su vestido verde.

Bernarda tiene como símbolo su bastón y la frase que repite continuamente: ¡Silencio!. Así representa ser el Dios-juez dentro de la casa. Esa casa representa la cárcel por sus gruesos muros y por encontrarse siempre cerrada.

Adela y María Josefa, Símbolos de Libertad

Adela y María Josefa tratan de buscar salidas ante la autoridad de Bernarda. Adela representa la rebeldía, ya que rompe el bastón de Bernarda, rompiendo así su autoridad. Aunque finalmente acaba vencida cuando cree que Pepe el Romano ha muerto, y viéndolo como única solución, se suicida. Esta defiende un sistema abierto en el que haya sentimiento y libertad.

Adela trata de defender a la hija de la Librada, la cual se identifica con la parte del evangelio en el que lapidan a la adúltera. De esa manera, Bernarda acaba representando la Ley del Talión, en el Antiguo Testamento, mientras que Adela representa la nueva moral del perdón del Nuevo Testamento. Por otro lado, María Josefa trata de huir a través de la demencia. En sus cantos y versos trata de expresar el deseo y los sentimientos de Adela y del resto de hermanas. Esta se encuentra más asfixiada, pues está encerrada en un espacio cerrado (habitación) en la que la encierra Bernarda para que no la vea nadie, para mantener la honra.

Actitud de las Otras Hijas y de las Criadas ante el Autoritarismo

Por otro lado, se encuentran las personas que se resignan a la autoridad de Bernarda y que se encuentran esclavizadas. Estas son las criadas y las hermanas mayores. Las criadas saben dónde está su lugar, pues dependen económicamente de ella. Sin embargo, La Poncia se permite recordarle «la cosa» que pasa en su casa, y que esta no se da cuenta hasta el final de la obra.

Martirio y Adela sienten ansias de libertad. Pues no quieren perder su blancura encerradas en los gruesos muros de la casa. Este encierro les provoca una pasión incontrolada a Adela con Pepe el Romano y envidia de Martirio a Adela. Esto se ejemplifica con el robo del retrato de Pepe.

Personajes

Tipología de Personajes

García Lorca escoge personajes femeninos porque dice que intelectualizan menos, son más humanas y más pasión y por otra parte, existía una crisis lamentable de buenos actores. De ellas destaca su hondura y buen trazado. El personaje masculino de la obra, Pepe el Romano, no sale en escena, lo cual le proporciona un carácter simbólico e incluso místico. Este tan solo es nombrado cuando se pierde el retrato, en el Acto II, y cuando realiza un silbido, en el Acto III.

Existen personajes visibles, invisibles y aludidos.

  • Los personajes visibles protagonistas son Amelia, Martirio, Adela, Bernarda, María Josefa, La Poncia, Angustias, Magdalena.
  • Los personajes visibles secundarios son la Criada, la Mendiga, Prudencia, Muchacha, y Mujeres.
  • Los personajes invisibles se sienten en la escena pero no llegan a aparecer. Por ejemplo, Pepe el Romano no aparece en la obra pero sí es sentido al final de la obra con su silbido. Además de que toda la historia gira en torno a él, como objeto para evitar la autoridad de Bernarda. Otro personaje invisible es la Hija de la Librada y los Segadores.
  • Por último, los personajes aludidos son aquellos que se mencionan alguna vez, en una anécdota. Estos son Paca la Roseta, Adelaida (mujer de las lentejuelas), Enrique Humanes, Don Arturo (el notario), el Hombre de los Encajes y Antonio Benavides.

Bernarda

Bernarda es la encarnación hiperbólica de las fuerzas represivas. Es violenta, maliciosa, dominadora, y odiada por todos los del pueblo por saber todos sus secretos y pasado. Pues el trato que tiene con Prudencia es más bien de respeto. Esta representa las convenciones morales y sociales más tradicionales y conservadoras. Estas debían guardar la virginidad como su bien más preciado y guardar la decencia, evitando así todo lo erótico. Al hombre, sin embargo, se le consiente todo. Bernarda: «Hilo y aguja para las hembras, látigo y mula para el varón».

La gente del pueblo y sus criadas la llaman mandona, tirana, dominanta y la comparan con un hombre. La Poncia la respeta porque es la que le da de comer, pero siente odio hacia ella: «Ese día me encerraré con ella en un cuarto y le estaré escupiendo un año entero. Bernarda, por esto, por aquello, por lo otro».

Ella misma se autodefine con las palabras: «Yo no pienso, yo ordeno». En cuanto a su convención moral y social conservadora, esta se siente superior y por ello lo recuerda continuamente: «¡Me sirves y te pago, nada más!». «Los hombres de aquí no son de su clase». Y continuamente recuerda lo que debe hacer la gente que nace «con posibles». Utiliza exclamaciones, como ¡Silencio!, y utiliza prohibiciones y órdenes.

Las Hijas

Las hijas están condenadas a vivir sin entenderse, unidas solo por lazos familiares. El centro de atención de todas las hermanas es Pepe el Romano. Sobre todo de Adela (que siente pasión hacia él), Angustias (prometida con él) y Martirio (esta enamorada de Pepe y siente envidia de ambas). María Josefa dice: «Todas lo queréis, pero él os va a devorar».

Adela

Adela, la más joven de todas, 20 años. Esta se define como la rebeldía. Es joven, hermosa, apasionada. El luto le ha cogido en la peor época de su vida para pasarlo. Defiende la posesión de su cuerpo, y que será de quien ella quiera, que lo tendrá todo. Adela acaba suicidándose al no ver otra salida al autoritarismo de Bernarda y a su prohibición del amor, y en su sentido más extremo, al sexo. Esta no quiere acabar loca, ni envejecer encerrada.

Por ello toma la casa como la cárcel, y rompe el bastón de Bernarda diciendo: «¡Aquí se acabaron las voces de presidio!».

Martirio

Martirio tiene 24 años y es la más compleja. Esta es débil, fea y está jorobada. Es hipócrita con Adela cuando se muestra ocupada y en realidad solo intenta evitar que se encuentre con Pepe. También finge alegrarse de la boda de Angustias con Pepe, cuando ella realmente estaba enamorada de él. Siente resentimiento debido a que Bernarda impidió que se casara con Enrique Humanes por ser «de una clase inferior».

Amelia

Amelia tiene 27 años. Es resignada, medrosa y tímida. Siente un pudor ingenuo ante los hombres y se encuentra sumisa ante Bernarda.

Angustias

Angustias tiene 39 años. Es hija del primer marido de Bernarda, por lo que es la heredera de su fortuna. Esa fortuna fue la que atrajo a Pepe el Romano. Esta, aunque posee a Pepe, no siente pasión o ilusión verdadera, no como sus hermanas, Martirio y Adela. Ella sabe lo que significa el matrimonio, y por ello dice: «Afortunadamente pronto voy a salir de este infierno».

Magdalena

Magdalena es la mayor, tiene 30 años. Es sumisa: «Cada clase tiene lo suyo», pero sin embargo también protesta, en cuanto a ser mujer, pues lo considera como un castigo en esa época. Ella hubiera preferido ser hombre, como bien dice en la frase: «Sé que ya no me voy a casar, prefiero llevar sacos al molino».

María Josefa

María Josefa mezcla la locura, la verdad y la poesía. Esta dice lo que nadie se atreve, pues habla de salir y casarse, precisamente lo que Adela quiere. Representa la parte irracional e imposible de la vida. Asume un papel profético cuando dice: «Pepe os va a devorar». Es la única que se enfrenta con Bernarda.

Las Criadas

La Poncia

La Poncia es la criada más vieja de la familia. Sin embargo, Bernarda no deja de recordarle las distancias que existen entre ellas: «¡Me sirves y te pago, nada más!». Ella afirma ser «una buena perra sumisa». En las conversaciones con las hijas habla de manera abierta de lo sexual. Ante todo, Poncia es conocida por su sabiduría rústica, su desgarro y el sabor, riqueza y creatividad de su habla.

La Otra Criada

La Otra Criada siente rencor hacia Antonio Benavides, pues este la acosaba, pero es hipócrita y sumisa.

Personajes Masculinos e Invisibles

Pepe el Romano

Pepe el Romano, aunque no aparezca en la obra, se encuentra omnipresente en ella. Es el centro de la obra, pues todas sienten algo por él, amor, y es por él por lo que sienten odio y envidia entre las hermanas.

Otros Personajes Invisibles y Aludidos

La Hija de la Librada y los Segadores son el símbolo de la libertad en cuanto a su encierro.