Sentido del título

El título de la obra indica el único espacio en el que se desarrolla toda la trama. La obra no se centra exclusivamente en la figura de Bernarda, sino en un espacio físico con un valor dramático especial que constituye el eje nuclear de la acción. La casa era un mundo cerrado dentro de las limitaciones sociales de la época.
Indica la relevancia de la figura de Bernarda en el desarrollo de la obra y contiene ciertas connotaciones de autoritarismo y pertenencia, tanto de la casa como de sus habitantes.
Es el espacio de la obra, pero no resume su contenido. Se trata de un drama de mujeres en los pueblos de España, como explica el subtítulo. Las mujeres son protagonistas de hechos amargos y violentos. También hace referencia al fatalismo y la incapacidad de cambiar.

Contexto histórico y social

La obra pertenece al comienzo del siglo XX, marcado por el desastre 98, hasta desembocar en la Guerra Civil en 1936. Se trata de un periodo convulso entre el gobierno, la monarquía y los políticos. Junto a la pérdida del imperio colonial del país surgen otros problemas como la guerra con Marruecos y los nacionalismos de Cataluña y País Vasco. En esta situación surge un grupo de escritores regeneracionistas conocido como “Generación del 27”, a la que pertenece Lorca. En vista a los crecientes problemas sociales, la población pierde confianza en las instituciones. No obstante, es una época de esplendor para la literatura española, comparable con el siglo de oro, aunque el auge de la poesía no se ve reflejado en el ámbito teatral.
Esta obra refleja la situación del campo andaluz. Socialmente, se muestra la importancia que se otorgaba a las apariencias y las cerradas costumbres de la mujer de la época. La mujer existe como dependencia del hombre, por lo que esta debe quedarse en casa hasta estar lista para casarse. Destacan rasgos de la ‘España profunda’ de principios del siglo XX que vivía en una sociedad tradicional muy violenta.Mezclado con un fanatismo religioso y el miedo a descubrir la intimidad. La obra recoge las costumbres de la
tierra del autor, que aún perduran. Se centran en un mundo rural apegado a las supersticiones, las costumbres ancestrales, las faenas de la tierra y la preocupación por el qué dirán.

Sitúe la obra en la trayectoria dramática de Lorca

“La casa de Bernarda Alba” es una obra teatral en tres actos escrita en 1936 por Federico García Lorca, para muchos su obra maestra. Fue la última obra de teatro que Lorca dejó terminada, pero no llegaría a verla, pues se estrenó en Buenos Aires en 1945 gracias a la iniciativa de Margarita Xirgú.
“La casa de Bernarda Alba” representa el punto más alto de la trayectoria teatral de Lorca. Muchos críticos ven en esta obra de Lorca una continuación de sus dos obras anteriores “Bodas de sangre” y “Yerma” completando así una trilogía, sin embargo esto no es así, “La casa de Bernarda Alba” pertenece a otro estilo totalmente distinto a pesar de que trata una temática muy similar. Sí es cierto que el mismo autor habló de completar una trilogía, pero esta tercera parte nunca fue terminada y solo se guardan de ella unos pequeños bocetos. Pertenece, por tanto, a la tercera etapa artística de la trayectoria dramática de Lorca.
A lo largo de su carrera como escritor ha depurado su técnica hasta llegar a la cima y es ahí donde encontramos esta obra, donde prescinde de personajes sobrenaturales para centrarse en la pura realidad de una familia (como él mismo afirmó: “estos tres actos tienen la intención de un documental fotográfico”) en el que se representan sus sentimientos y pasiones reflejando aspectos de su vida cotidiana (característicos en todo drama). Las influencias de otros tiempos han quedado a un lado, concentrando en esta pieza teatral el más puro estilo lorquiano.

El teatro situado en el espacio y tiempo

Históricamente, La casa de Bernarda Alba nos sitúa a principios del XX. La duración de la obra se alarga durante 3 meses, el tiempo de la obra se divide en 3 actos, que transcurren en la misma habitación. Se puede apreciar durante estas partes la mañana, la tarde y la noche de los distintos días.
Las hijas de Bernarda Alba y ella misma sufren la muerte del padre con el luto propio de la época. Por ello toda la obra ocurre en la casa de Bernarda, ya que en esos tiempos no estaba bien visto salir de la casa estando en luto. En muy pocas ocasiones se pueden apreciar que algunas de las protagonistas salen al jardín pero como consecuencia Bernarda les riñe.

Simbología

García Lorca introduce en esta obra símbolos que son más propios de su poesía, como una de las formas de trascender el drama rural, de hacer de esta obra un drama universal. Los símbolos lorquianos suelen ser polisémicos, esto es, aludir a más de un campo conceptual.
El río, que significa vitalidad y erotismo. Al río es donde quiere ir Adela con Pepe. Por el contrario, el pueblo en que viven las protagonistas es un pueblo sin río (sin vida, sin alegría), pueblo de pozos. El pozo alude al agua estancada, emponzoñada, por lo que simboliza la crítica y la muerte. El mar es un espacio abierto al que quiere ir María Josefa. El mar es la libertad y la vida, pues está llena de espuma que es blanca y no deja de producirse (fecundidad y alegría). El agua es también una necesidad asociada al calor. En la obra las hijas de Bernarda acuden a beber en algunas ocasiones. Incluso Adela dice en el último acto que la despertó la sed. Esa sed es símbolo de un anhelo insaciado, del deseo sexual.
El bastón de Bernarda es un claro símbolo de autoridad, con el que golpea el suelo cada vez que da una orden o quiere que se cumpla su voluntad. Ante esa autoridad, ninguna hija es capaz de rebelarse; por lo tanto, el gesto de Adela en el último acto, al romper el bastón de la madre, cobra el sentido de que ya no acepta la autoridad materna, pues ha pasado a ser mujer de Pepe.
El blanco es el color de la casa (el típico de las casas andaluzas) y el color de la ropa interior de las muchachas cuando no van de luto (enaguas y camisas). Más allá de estos rasgos propios del decoro, aparece en el caballo garañón, la espuma del mar y en la ovejita, como símbolo de vida, libertad y fecundidad. También el blanco significa pureza y virginidad cuando Adela comenta que no quiere perder su blancura entre las paredes de la casa. El negro es el color del luto y en nuestra sociedad está ligado a la pena y a la muerte. Blanco y negro son también los colores típicos del traje de los presidiarios, como es el caso de las hijas de Bernarda. La noche oscura en la que suceden los últimos acontecimientos presagian la desgracia (“una buena noche para ladrones, para el que necesita escondrijo”). El verde aparece solo una vez, en el vestido de Adela, como un símbolo de rebeldía ante la imposición de luto de Bernarda. En García Lorca simboliza también la muerte, como ya se anuncia de forma indirecta en la escena (“Lo que puedes hacer es teñirlo de negro”) y sucederá inexorablemente al final de la obra

Características narrativas

En la obra se puede observar un teatro culto a de poético con un enfoque social y popular. Sus obras contienen una variedad de símbolos. En la obra, el símbolo más claro es el bastón, la autoridad. Además de los símbolos, García Lorca expresa una intensa fuerza dramática en sus obras, que demuestra mediante los personajes, ambientes y los conflictos de una clara realidad. García Lorca se preocupa especialmente por la expresión lingüística, y emplea un lenguaje lleno de subjetividad y de fantasía. Las estrofas son tanto tradicionales como clásicas. El verso es libre y busca un ritmo en la repetición de palabras y en el paralelismo.
Otra de las características de la obra es la realidad reflejada en el lenguaje, que habla de la realidad sin tapujos y no se vale de lo abstracto o lo fantástico. El diálogo fluye a lo largo de la obra, reflejando los nervios e intensidad. El habla es de carácter popular, pero destaca por ciertos elementos andaluces. De ahí los giros de palabras y la creatividad, además de rimas o metáforas. Así se crea una unión entre la realidad y la poesía.
Lorca eligió minuciosamente los nombres de los personajes de la obra, por su simbolismo implícito y su poder evocador:
● Bernarda: Es una persona de carácter fuerte en la obra. Cuando ella entra en la obra grita, “¡Silencio!” y “Menos gritos y más obras,”.
● Angustias: Cuando Angustias está hablando con la Poncia y sus hermanas dice: “Afortunadamente, pronto voy a salir de este infierno,”. Podemos observar que ella no es feliz en la casa de Bernarda Alba. Ella quiere darle su mano a Pepe el Romano para escapar de la casa.
● Martirio: En el acto segundo de la obra, Martirio roba el retrato de Pepe que tiene Angustias y lo pone entre las sábanas de su cama. Después de decir a Angustias que no lo tiene, la Poncia encuentra el retrato y le informa a Bernarda. Martirio responde que solamente es una broma hacia Angustias. Dice esta mentira para protegerse a sí misma de la verdad de sus sentimientos por Pepe.

 ● Magdalena: Este nombre indica que ella es una persona triste, deprimida y que llora mucho.
Lorca maneja en este contexto simbólico nombres romanos asociados a la amabilidad, como Amelia, o al carácter noble, como Adela; o el de Prudencia (una de las cuatro virtudes cardinales); o La Poncia (relacionado con Poncio Pilato).