El siglo XVIII en España se inició con la Guerra de Sucesión, un conflicto provocado por la muerte sin heredero del rey Carlos II. Las potencias europeas y las grandes familias españolas se dividieron entre los partidarios de los Austrias y los que se inclinaban por los Borbones. La victoria borbónica dio comienzo a una nueva dinastía real que perdura hasta nuestros días. Los monarcas Borbones, impulsores de la modernización de España, introdujeron la cultura francesa, la cual había gestado la primera Enciclopedia, una obra de creación colectiva dirigida por Diderot y D’Alembert, cuyo propósito era compilar todo el saber humano. Por ello, el siglo XVIII fue conocido como el Siglo de la Enciclopedia y, más ampliamente, como el Siglo de las Luces, ya que los intelectuales buscaban disipar las tinieblas de la humanidad mediante la razón.

El movimiento intelectual que se extendió por Europa durante este siglo se denominó Neoclasicismo, debido al interés de los artistas por recuperar la cultura clásica (greco-latina), y también Ilustración, porque sus pensadores sostenían que la educación y la instrucción eran los únicos caminos para imponer la razón.

Etapas de la Literatura en el Siglo XVIII Español

Los estudiosos de la literatura suelen dividir el siglo en tres etapas:

  • La primera, la postbarroca: Se mantuvo vigente en el teatro hasta bien entrado el siglo y en la novela dio lugar a la publicación de una novela picaresca, Vida de Diego de Torres Villarroel.
  • La segunda etapa, plenamente ilustrada: Coincidiría con el reinado de Carlos III, conocido como el “alcalde de Madrid”.
  • La tercera etapa, prerromántica: Representada por obras como Las noches lúgubres de Manuel José Quintana y poemas de Meléndez Valdés, esta fase anticipa el movimiento estético que caracterizará el siglo XIX.

Principios de la Ilustración

Los intelectuales ilustrados consideraban que la razón era la única fuente de conocimiento, por lo que la situaban por encima de la imaginación, las emociones y la fe. La razón debía alimentar a la ciencia, que utilizaba el método científico como vía de conocimiento. Además, la razón también debía someter a crítica todo el saber humano.

En el plano social y político, el siglo XVIII generó una conciencia sobre la ignorancia en la que vivía gran parte del pueblo. Esto impulsó a los gobernantes a desarrollar una serie de reformas con las que intentaron transformar la sociedad. A este periodo pertenece la máxima “el todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, característica del despotismo ilustrado.

Autores y Obras Destacadas

Los autores del siglo XVIII eran ilustrados y concebían el arte como una herramienta utilitaria con una función educadora para la sociedad. Por ello, aunque la literatura de este siglo no alcanzó el esplendor de los siglos precedentes, los escritores prefirieron los géneros didácticos, tanto en prosa como en verso.

Poesía y Prosa Didáctica

  • En verso, destaca la fábula, representada por Tomás de Iriarte y Félix María de Samaniego.
  • En prosa, es fundamental mencionar a Feijóo, Jovellanos y Cadalso.

Figuras Clave de la Prosa Ilustrada

  • Benito Jerónimo Feijóo: Considerado uno de los iniciadores del ensayo en España. Autor de Teatro crítico universal, fue el primer defensor de los ideales de la Ilustración. En esta obra, arremete contra las supersticiones y defiende la razón como método de conocimiento.
  • Gaspar Melchor de Jovellanos: Dejó ejemplos de prosa limpia y bien construida en obras como Memoria sobre espectáculos e Informe sobre la ley agraria, en las que defiende los principios del despotismo ilustrado.
  • José Cadalso: A él le debemos las Cartas marruecas, obra en la que, siguiendo el ejemplo de Montesquieu en Cartas persas, revelaba los males nacionales a través de las impresiones de un extranjero, el marroquí Gazel. Esta obra inaugura el “tema de España” en nuestra literatura, que luego retomarían Larra y la Generación del 98.

Se puede afirmar, sin exagerar, que el siglo XVIII fue un siglo con escasa producción novelística, y que la poesía más interesante fue precisamente la que anticipaba el Romanticismo, escrita por los poetas ya citados, Quintana y Valdés.

El Teatro Ilustrado

El teatro tiene como figura más eminente al afrancesado Leandro Fernández de Moratín, autor de El sí de las niñas y La comedia nueva o El café. En la primera, considerada la obra maestra del autor y del periodo, se desarrolla un conflicto originado por un matrimonio desigual entre un hombre mayor y una adolescente, enamorada, a su vez, de un joven. Al final, triunfa el amor, lo que convenía a los propósitos didácticos del autor. La pieza está escrita en prosa y respeta escrupulosamente la regla de las tres unidades, dos exigencias del teatro de la época. También debe recordarse a Ramón de la Cruz, autor de obras cortas llamadas sainetes, en las que recrea el ambiente del Madrid de la época.