Los inicios de la crisis: el reinado de Carlos IV

Carlos IV accedió al trono en 1788 e intentó mantener la política reformista, basada en el Despotismo ilustrado, que había llevado a cabo su padre, Carlos III, con la que se había conseguido estabilidad política y una relativa prosperidad económica. Prueba de ello fue la continuidad del ilustrado conde de Floridablanca al frente del gobierno. Pero la situación cambió pronto, por una parte, el estallido de la Revolución francesa despertó el temor de las clases dirigentes ante cualquier reforma, y por otra parte, en los primeros años del reinado se produjeron varias epidemias (fiebre amarilla y cólera) y ciclos de malas cosechas que desembocaron en crisis de subsistencia. A todo ello, se añade una mala política exterior que debilitó a España como potencia internacional. Los gastos de la guerra y el bloqueo del comercio colonial llevado a cabo por los británicos agravaron la crisis económica. A pesar de todo, la inestabilidad no desembocó en una revolución como había ocurrido en Francia, gracias al gran poder de la aristocracia y el clero, pero si produjo una grave crisis que supondría el destronamiento del monarca y la invasión francesa del territorio español.

1. El impacto de la Revolución Francesa

El estallido de la Revolución Francesa en 1789 cambió radicalmente la política española. La mayoría de los ilustrados españoles moderaron sus ideas, ante el temor de que la implantación de una monarquía constitucional pusiera en peligro los privilegios de la aristocracia. Solo una minoría de estos ilustrados vieron en la Francia revolucionaria un ejemplo a imitar. El miedo a que se extendiera la revolución, hizo que Floridablanca llevara a cabo una fuerte política represiva. Cerró las fronteras y rompió las relaciones con Francia con la intención de frenar la entrada de propaganda revolucionaria; también censuró las publicaciones y frenó la aplicación de reformas.En 1792 Floridablanca fue sustituido por el conde de Aranda que simpatizaba con el ala más moderada de los revolucionarios franceses, éste, intentó frenar las hostilidades hacia el nuevo régimen francés. Pero la radicalización de la Revolución y el destronamiento de Luis XVI provocó su destitución y la llegada al poder de Manuel Godoy. Manuel Godoy, que había ascendido rápidamente en la Corte gracias a su influencia sobre la reina María Luisa, vio condicionada su actuación por el proceso revolucionario francés. Pese a los esfuerzos de todas las Cortes europeas, el monarca francés fue guillotinado en enero de 1793, lo que generalizó una guerra de las potencias europeas contra la Francia revolucionaria en la que España participó. Este conflicto, llamado la guerra de la Convención (1793-1795) afectó principalmente a las áreas fronterizas de Cataluña, Navarra y el País Vasco, y fue presentado en España como una cruzada contra los enemigos de la monarquía y de la Iglesia. Pese al inicial entusiasmo popular, el ejército español no estaba bien preparado para combatir con las tropas revolucionarias y sufrió una estrepitosa derrota, lo que obligó a Godoy a firmar la paz de Basilea (1795), por la que España recuperaba los territorios ocupados por los franceses en la península, a cambio de la cesión de Santo Domingo y de concesiones comerciales a Francia.En 1796, concluida la fase más radical de la Revolución, las agresiones de Gran Bretaña contra nuestras colonias americanas llevaron a Godoy a restablecer la tradicional política de amistad con Francia. Así, se firmó el Tratado de San Ildefonso, donde se establecieron acuerdos de auxilio mutuo y se garantizó la integridad territorial de ambos países, aunque en realidad España quedó definitivamente subordinada a los intereses políticos franceses. La primera prueba de este hecho fue su implicación en una guerra (1797- 1801) contra Gran Bretaña, el enemigo principal de Francia, de la que España salió derrotada. Ello provocó la caída de Godoy en mayo de 1798.

2. La intervención napoleónica

La llegada al poder de Napoleón Bonaparte en 1799 y su proclamación como emperador en 1804 alteró las relaciones internacionales y se renovó la alianza con Francia. Napoleón necesitaba, en su lucha contra los británicos, contar con la colaboración de España, sobre todo de su escuadra. Por ello, Napoleón presionó a Carlos IV para que restituyera su confianza a Godoy. Éste asumió de nuevo el poder en 1800 y firmó el segundo Tratado de San Ildefonso por el que ponía a disposición de Napoleón la escuadra española, lo que implicaba de nuevo la guerra contra Gran Bretaña.Godoy declaró en 1802 la guerra a Portugal, principal aliado británico en el continente, este conflicto, conocido como guerra de las naranjas, significó la ocupación de Olivenza por España y el compromiso por parte de Portugal de impedir el atraque de buques británicos en sus puertos. Pero, la intervención española terminó con la derrota de Trafalgar en1805, donde se perdió casi toda la flota al destrozar Nelson a la armada franco-española. Esta derrota afectó al comercio español de ultramar, especialmente a los grandes puertos andaluces, y, como consecuencia de ella, descendieron los ingresos del Estado; también se vio perjudicada la industria española, debido al descenso de las exportaciones. Todo ello produjo un gran malestar social.
En este ambiente de crisis interna, Napoleón presionó, con el objetivo de conseguir el apoyo español para invadir Portugal, puesto que era una base importante y un aliado para Gran Bretaña. Con esta intención se firmó el Tratado de Fontainebleau en 1807. En él se acordaba la conquista de Portugal y su futuro reparto entre España, Francia y un principado para el propio Godoy. Pero la realidad fue que Napoleón utilizó el tratado para invadir la Península.