Grandes Transformaciones del Siglo XX: Economía, Geopolítica y la Nueva Europa
La Crisis Económica de la Década de 1970
A finales de la década de 1960, la economía se ralentizó debido a:
- La dependencia excesiva del petróleo: Este se había convertido en la principal fuente de energía de la industria, los transportes y la actividad doméstica. La escasez de yacimientos de petróleo en los países desarrollados los hacía depender de las reservas petrolíferas en el Próximo y Medio Oriente.
- El debilitamiento del modelo de producción industrial: Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la producción industrial se mantuvo elevada, gracias a los modelos tayloristas y fordistas de organización y al auge de la sociedad de consumo en los países occidentales, que podía acceder a múltiples bienes al contar con sueldos elevados y nuevas formas de pago (crédito y a plazos). Sin embargo, la producción fue tal que generó la saturación de los mercados.
La crisis del petróleo tuvo lugar en 1973. En el contexto del conflicto árabe-israelí, se produjo la Guerra de Yom Kipur. Como respuesta a este conflicto, los países de la OPEP dejaron de exportar petróleo a Estados Unidos y a Europa Occidental, que habían apoyado a los israelíes.
El precio del petróleo se disparó (un 400% entre 1973 y 1974), y Europa y Estados Unidos entraron en una crisis económica y financiera.
La falta de combustible y el aumento del precio de la energía disparó los costes de producción. Además, la demanda se redujo, por lo que muchas empresas tuvieron que cerrar, lo que generó un significativo aumento del desempleo: en 1975 la tasa de paro se incrementó en Estados Unidos un 67% con respecto a 1973 y en España, un 75%. Ese aumento se combinó con altos niveles de inflación, lo que provocó un mayor nivel de pobreza.
Los países tuvieron que hacer frente a nuevos gastos sociales y entraron en una crisis fiscal que agotó el sistema del Estado de bienestar, basado en medidas económicas que estimulaban la inversión y el crecimiento económico, tal y como se había establecido tras la Segunda Guerra Mundial.
Consecuencias y Medidas para Superar la Crisis
La crisis frenó el crecimiento económico. Para salir de esta situación, se adoptaron una serie de medidas:
- Búsqueda de nuevas fuentes de energía: Aunque el petróleo continuó siendo el principal combustible, los países empezaron a utilizar otras fuentes de energía, como la nuclear y el gas natural. Además, comenzaron a desarrollarse métodos de producción de energías renovables, como la solar y la eólica.
- Reconversión industrial: Las empresas iniciaron un proceso de transformación y modernización para mejorar su rendimiento. Muchas cerraron ante la crisis económica y la baja productividad, mientras se potenciaban otras más tecnológicas y basadas en la innovación. En este proceso, las condiciones laborales de muchos trabajadores empeoraron.
El caso de Japón fue paradigmático. Este país, que se había convertido en la tercera economía mundial, también se vio afectado por la crisis del petróleo. Su respuesta consistió en una fuerte inversión económica para reducir su dependencia energética y desarrollar industrias de alta tecnología.
- Neoliberalismo: Los países redujeron el papel del Estado en la economía, el control de la inflación y la disminución del gasto público a partir de la teoría económica del neoliberalismo, propuesta por la Escuela de Chicago y Milton Friedman. Este consideraba que solo una economía de libre mercado aseguraba la prosperidad de un país. Algunas medidas fueron:
- Reducción de los impuestos directos, especialmente a grandes empresas.
- Privatización de servicios y empresas públicas relacionadas con el transporte, la energía, etcétera.
- Reducción del gasto público mediante la disminución de coberturas y servicios públicos propios del Estado de bienestar.
- Eliminación de controles y mayor liberalización del comercio.
- Disminución de los derechos de los trabajadores y del poder de negociación de los sindicatos.
Los principales actores que implementaron esas políticas neoliberales fueron Margaret Thatcher (Reino Unido) y Ronald Reagan (Estados Unidos). Aunque ambos fueron duramente criticados, esta fue la solución finalmente adoptada por los demás países occidentales.
La Disolución de la URSS y el Fin del Bloque Oriental
En la década de 1980, los países de economía comunista (la URSS y el bloque oriental) experimentaron una serie de transformaciones de gran calado, que acabaron con sus economías planificadas y sus regímenes totalitarios.
La crisis del modelo económico soviético
Durante el Gobierno de Stalin, la economía soviética creció a un ritmo superior al de los países occidentales, si bien ese crecimiento se logró imponiendo una enorme austeridad a la población para financiar la inversión industrial.
Esta situación se mantuvo hasta la década de 1980, cuando se hicieron evidentes graves problemas en la agricultura (baja productividad) y en el sector industrial (escasa producción de bienes de consumo, altos costes de producción, maquinaria obsoleta y retraso tecnológico).
La economía estaba lastrada por la falta de innovación tecnológica, la corrupción y el sobreempleo. Además, las empresas no eran competitivas, ya que cualquiera podía ser rescatada con fondos y no se premiaba la aplicación de nuevos y más eficaces procesos de producción.
El inmovilismo político y la ausencia de reformas estancó la economía hasta llegar al crecimiento nulo o negativo y el modelo económico soviético entró en una grave crisis.
Las reformas de Gorbachov: Perestroika y Glásnost
En este contexto, Mijaíl Gorbachov fue nombrado en 1985 secretario general del PCUS y presidente de la URSS.
Durante su mandato llevó a cabo un ambicioso programa de reformas económicas, denominado perestroika (reestructuración).
La perestroika permitió la actividad económica privada y la liberalización de los precios y puso las primeras medidas para la inversión extranjera con la finalidad de acercar el régimen socialista a las prácticas de la economía de mercado. El objetivo era aumentar la producción, mejorar el rendimiento de los trabajadores, controlar el absentismo laboral y acabar con el desabastecimiento.
Como complemento a la perestroika, Gorbachov inició también un proceso de reforma política, denominado glásnost (transparencia, apertura, liberalización). Con esta reforma, intentaba reducir la corrupción que se había instalado en las altas esferas del Partido Comunista y moderar los abusos del Comité Central.
La glásnost permitía un contacto más intenso de los ciudadanos soviéticos con el mundo occidental, así como cierta libertad de prensa y transparencia informativa.
La Disolución de la URSS y el Nacimiento de la Federación de Rusia
Las reformas adoptadas por Gorbachov, la perestroika y la glásnost, tenían como objetivo modernizar el país. Sin embargo, el resultado fue el auge de los nacionalismos. Gorbachov intentó mantener unidas las repúblicas mediante el Tratado de la Unión, un nuevo acuerdo que sustituyera al que dio origen a la URSS en 1922. Esta iniciativa fue rechazada y se produjo un golpe de Estado.
En diciembre de 1991, Ucrania y Bielorrusia abandonaron la URSS y Gorbachov anunció su disolución.
Las exrepúblicas soviéticas, salvo Estonia, Letonia, Lituania, Turkmenistán y Georgia, se asociaron en la Comunidad de Estados Independientes (CEI) con el objetivo de fomentar la democratización y las relaciones comerciales.
La Federación de Rusia es la república más grande e importante de la CEI. Está compuesta por Rusia y un conjunto de repúblicas autónomas, como Chechenia.
El primer presidente de la Federación de Rusia fue Borís Yeltsin (1991-1999), quien declaró ilegal el Partido Comunista y optó por un sistema democrático.
La transición al capitalismo fue bastante rápida, lo que ocasionó una debacle financiera. Se produjo un proceso de venta de empresas y servicios con una corrupción muy generalizada y un aumento de precios que empobreció a la población. El decrecimiento económico se mantuvo durante más de una década.
En 1993, Borís Yeltsin disolvió el Parlamento y aprobó una nueva Constitución con amplios poderes para el presidente. Este modelo alejaba a Rusia de las democracias occidentales.
La Caída del Comunismo en Europa del Este
La reforma llevada a cabo por Gorbachov tuvo sus repercusiones en los países satélites de Europa del Este.
Gorbachov inició el aperturismo de la URSS en política interior y exterior. Comenzó, así, un proceso de diálogo con Estados Unidos y los países de Europa Occidental, que culminó en la firma del Tratado de Washington (1987) para desmantelar los misiles de corto y medio alcance. Este tratado frenaba la costosa carrera armamentística nuclear.
Además, en 1989, firmó un acuerdo por el que se comprometía a retirar las tropas soviéticas de Europa del Este. Esta medida dejó sin apoyo militar soviético a los gobiernos comunistas. La población aprovechó la situación de debilidad para iniciar movilizaciones populares que reivindicaban la democracia y pedían la dimisión de los gobiernos comunistas, la legalización de los partidos políticos y la celebración de elecciones.
Los partidos comunistas dieron paso a sistemas democráticos y la economía planificada centralizada fue sustituida por una economía capitalista.
La URSS no podía ya mantener una política imperialista. El resultado de estos acontecimientos fue la desaparición, en 1989, del bloque oriental debido a la caída de los regímenes totalitarios que lo componían.
Modelos de transición a la democracia
La mayoría de los procesos de transición tuvieron lugar, sobre todo, gracias a la movilización popular (República Democrática Alemana, Checoslovaquia y Bulgaria), aunque hubo casos, como los de Hungría y Polonia, en los que simplemente se disolvió el partido comunista.
- El caso de Polonia fue único porque previamente existía un movimiento organizado capaz de ganar unas elecciones al comunismo: el sindicato Solidaridad, dirigido por Lech Walesa. Así, cuando el partido comunista del régimen aceptó convocar elecciones, las perdió y se formó el primer Gobierno no comunista del país.
- En Checoslovaquia, la transición se inició a raíz de una pequeña manifestación en Bratislava, que acabó con el régimen comunista y abrió el camino de la liberalización económica y social. No obstante, se produjo una división irreconciliable entre los líderes regionales que no se pudo solventar, por lo que el territorio se dividió en dos Estados: la República Checa y Eslovaquia.
- El proceso de transición más violento fue el de Rumanía contra la dictadura de Ceaucescu, que se negó a abandonar el poder y ordenó disparar contra la población.
Lech Walesa fue presidente de Polonia de 1990 a 1995.
La Caída del Muro de Berlín y la Reunificación Alemana
La independencia de Hungría afectó de forma considerable a la República Democrática Alemana (RDA). La decisión de las autoridades de Budapest, la capital húngara, de abrir su frontera con Austria en septiembre de 1989 significó que miles de habitantes de la Alemania Oriental huyeran hacia la RFA, atravesando Checoslovaquia, Hungría y Austria. Además del éxodo de la población, se produjo una oleada de manifestaciones.
La actitud de Gorbachov de no inmiscuirse precipitó los acontecimientos: el presidente de la RDA fue sustituido por un dirigente reformista y el 9 de noviembre de 1989, el Gobierno de la RDA tomó la decisión histórica de abrir el Muro de Berlín, permitiendo el paso entre ambos sectores de la ciudad. Miles de personas se agolparon en los puntos de paso, y a lo largo de la noche y los días siguientes comenzaron a abrirse brechas en el muro.
En 1990 desapareció la RDA y, ese mismo año, Alemania se reunificó en la República Federal de Alemania, con Berlín como única capital.
Animadas por la desintegración de la URSS, las distintas nacionalidades que formaban Yugoslavia, aunque esta no pertenecía al bloque soviético, reivindicaron también su independencia.
Evolución de Europa Occidental: De la CEE a la Unión Europea
En la segunda mitad del siglo XX, desde diferentes países europeos se trabajó en un proceso de unificación. Este se inició en la década de 1950 bajo una perspectiva económica. Sin embargo, en los últimos veinte años del siglo XX, el proceso se amplió a la libertad de movimientos y a la unidad de acción política.
El nacimiento de la Comunidad Económica Europea (CEE)
La Segunda Guerra Mundial dejó una herida profunda en Europa. Los dirigentes fueron conscientes de la necesidad de evitar un nuevo enfrentamiento en el seno del continente y de estrechar lazos para hacer frente a las potencias económicas hegemónicas (Estados Unidos y la Unión Soviética).
En 1949 se creó el Consejo de Europa para fomentar los procesos de cooperación en el terreno político y en la defensa de los derechos humanos. En 1951 nació la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA). Esta institución estuvo integrada por Francia, la República Federal de Alemania, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo e Italia. Los objetivos fueron controlar la producción siderúrgica y de carbón de los países miembros.
La década de 1950 fue clave para el proceso de unificación. En 1957 se firmó el Tratado de Roma por los seis países que formaban la CECA. Nació con este tratado la CEE (Comunidad Económica Europea) con el fin de crear un mercado común sin controles fronterizos, es decir, un espacio de libre circulación de bienes. Con la firma del tratado se fundaron las instituciones necesarias para articular las políticas comunes, como son la Comisión, que ejerce el poder ejecutivo; el Consejo de Ministros y el Parlamento Europeo, con poder legislativo; y el Tribunal de Justicia, a cargo del poder judicial.
La ampliación de la CEE comenzó con el ingreso del Reino Unido, Irlanda y Dinamarca en 1973. En la década de 1980, la CEE se expandió hacia el sur: Grecia entró en 1981, y Portugal y España lo hicieron en 1986.
La Unión Europea y el Tratado de Maastricht
La CEE permitió crear un mercado común, pero la libre circulación de personas tuvo que esperar hasta la década de 1980 con el Acuerdo de Schengen. Firmado en 1985 y en vigor desde 1995, este acuerdo establece la supresión de controles fronterizos entre los Estados firmantes y la creación de una frontera común respecto a terceros países. Además, incluye normas para el control de esas fronteras, los visados y la cooperación entre los servicios policiales y judiciales en el ámbito penal. En la actualidad, el espacio Schengen está integrado por 26 países, 22 de los cuales son miembros de la Unión Europea.
El trayecto hacia la unión política se aceleró en estos años con la entrada de nuevos países. En 1986 se aprobó el Acta Única Europea, que reforzaba el papel del Parlamento Europeo, creaba nuevas competencias y ampliaba las vías para la futura unificación política.
Un hito en este proceso fue el Tratado de Maastricht en 1992, que dio origen a la Unión Europea. Este tratado fue clave para la unificación económica y la integración política. Las competencias legislativas y el poder de control del Parlamento Europeo se incrementaron.
El camino hacia el euro
En la década de 1990, la Unión Europea pretendió crear una moneda común. Para ello, fue necesario estabilizar los niveles de inflación y sanear las arcas públicas.
En 1997 se firmó el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que estableció los límites para la deuda pública y el déficit presupuestario.
Si bien países de gran exportación industrial, como Alemania, se beneficiaron de este pacto, algunos países del sur de Europa con déficit en la balanza comercial vieron disminuida su capacidad de endeudamiento y de expansión del gasto público.
El euro entró en circulación el 1 de enero de 2002.
La Ruptura del Orden Bipolar y los Primeros Conflictos Post-Guerra Fría
En la década de 1990, la caída del Muro de Berlín y el colapso de la URSS pusieron fin al mundo bipolar de la Guerra Fría. Estados Unidos se convirtió en la potencia hegemónica por su superioridad económica, tecnológica y militar.
Sin embargo, el fin de la Guerra Fría no supuso el cese de los conflictos armados. Las tensiones en Oriente Próximo y los movimientos nacionalistas en los Balcanes requirieron la intervención de la comunidad internacional.
La OTAN y la ONU intervinieron en ambos conflictos, así como Estados Unidos, única potencia con medios militares para intervenir de forma unilateral.
La Primera Guerra del Golfo (1990-1991)
Entre 1990 y 1991, Estados Unidos y una coalición internacional de 34 países lucharon en la Guerra del Golfo contra Irak, tras invadir este país el pequeño emirato de Kuwait. Las principales causas de la invasión fueron:
- Económicas: La Guerra Irán-Irak (1980-1988) había tenido consecuencias económicas ruinosas para Irak. La invasión de Kuwait perseguía controlar la producción petrolífera de este pequeño emirato.
- Políticas: Las tensiones entre Irak y Kuwait eran cada vez mayores. Irak acusó al emirato kuwaití de robarle petróleo, con perforaciones inclinadas bajo el subsuelo que entraban en su territorio. Por otra parte, Irak solicitó la condonación de la deuda que había contraído con Kuwait durante la guerra con Irán, pero el emirato no accedió. Además, Sadám Huseín necesitaba una victoria para reforzar su poder en el Gobierno tras la derrota frente a Irán.
El presidente de Estados Unidos, George Bush, dio un ultimátum a Sadám Huseín para que retirara a sus tropas de Kuwait antes del 15 de enero de 1991. Tras la negativa del líder iraquí, y apoyado el Gobierno estadounidense por la comunidad internacional (ONU), comenzó la Operación Tormenta del Desierto.
La superioridad de la fuerza aérea de la coalición internacional llevó a una derrota relativamente rápida de Irak. Con esta operación se reafirmó la hegemonía militar estadounidense.
La comunidad internacional impulsó un duro embargo económico al régimen iraquí, y su espacio aéreo fue controlado por Estados Unidos y el Reino Unido.
Tensiones y conflictos en los Balcanes
Entre 1991 y 2001 se sucedieron una serie de conflictos en el territorio que ocupaba la antigua Yugoslavia. En esta región, tradicionalmente en disputa entre el Imperio Austrohúngaro y el Imperio Otomano, confluían distintas culturas (eslovenos, croatas, serbios, bosnios y albaneses) y diferentes tradiciones religiosas (católicos, ortodoxos y musulmanes).
Tras la Segunda Guerra Mundial, Yugoslavia se transformó en un Estado federal formado por seis repúblicas y liderado por el dictador Josip Broz Tito hasta su muerte en 1980. Con la llegada al poder del ultranacionalista serbio Slobodan Milosevic en 1989 se pusieron en marcha las aspiraciones nacionalistas de algunos territorios que fueron contundentemente reprimidas por el Gobierno yugoslavo. Milosevic terminó aceptando la declaración de independencia de Eslovenia en 1991 y la de Croacia en 1995, tras una guerra más larga.
En 1992, Bosnia y Herzegovina se declaró independiente. En este territorio se generó una guerra civil muy cruenta entre los grupos étnicos partidarios de separarse (musulmanes y croatas) y los partidarios de permanecer en Yugoslavia (serbios). Aunque la ONU estaba en la zona con los cascos azules desde 1994, no pudo impedir el genocidio, a manos de los serbios, de la población musulmana en Srebrenica en 1995. La mediación de Estados Unidos puso fin a la guerra con el Acuerdo de Paz de Dayton (1995).
En 1998 se volvieron a reactivar las tensiones en los Balcanes. Yugoslavia inició una dura represión contra la población albanesa en el territorio de Kosovo. Para evitar las matanzas ocurridas en Bosnia unos años antes, la OTAN intervino bombardeando Serbia.
El conflicto precipitó la caída de Milosevic, que fue juzgado por crímenes contra la humanidad.
La antigua Yugoslavia quedó dividida en siete nuevos Estados: Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Serbia, Montenegro, Macedonia del Norte y Kosovo, que declaró su independencia, de forma unilateral, en 2008.