Alfonso XIII: Intentos de Regeneración, Crisis Política y Colapso de la Restauración en España (1902-1923)
El Reinado de Alfonso XIII: Intentos de Regeneración y Agudización de la Crisis (1902-1923)
El Movimiento Regeneracionista y sus Manifestaciones
El Contexto Político: La Necesidad de Reformas
En 1902, Alfonso XIII asumió el trono, marcando el inicio de la segunda etapa de la Restauración, en la que se intentó modernizar el sistema político. Aunque el pueblo español esperaba reformas tras los desastres de 1898, el miedo a la participación democrática mantuvo el turno dinástico, lo que impidió una reforma profunda y llevó al colapso del sistema. Durante su reinado, Alfonso XIII destacó por su constante intervención en la política y las luchas internas de los partidos dinásticos, así como por su estrecha relación con los mandos militares, favoreciendo siempre a este último en conflictos con el poder civil. A pesar de los esfuerzos de reforma de figuras como Antonio Maura y José Canalejas, la monarquía no logró adaptarse a los desafíos del siglo XX, lo que evidenció la incapacidad del régimen de la Restauración.
El Regeneracionismo Intelectual: La Generación del 98
La crisis del 98 reveló el descontento de intelectuales y sectores de la pequeña y mediana burguesía con un régimen dominado por una oligarquía reducida. Esto dio lugar al movimiento Regeneracionista, crítico con el sistema político de la Restauración. Nacido a principios del siglo XX, este movimiento influyó en políticos, empresarios y pensadores, y se reflejó en la obra literaria de la “Generación del 98”, con autores destacados como Unamuno, Baroja, Machado, Valle-Inclán y Azorín.
Los Proyectos Reformistas desde el Poder: Maura y Canalejas
El nuevo siglo trajo una crisis de liderazgo en los partidos dinásticos, al no haber un líder capaz de unificar las diferentes tendencias. Con Antonio Maura (conservador) y José Canalejas (liberal), una generación de políticos influenciada por el regeneracionismo llegó al gobierno, impulsando importantes reformas desde dentro del sistema.
El Gobierno Conservador de Antonio Maura (1907-1909): La “Revolución desde Arriba”
Los primeros intentos de reforma fueron impulsados por los gobiernos conservadores de Francisco Silvela y Antonio Maura, quienes buscaban una “revolución desde arriba” para evitar una “revolución desde abajo”. El gobierno de Maura (1907-1909) fue el mayor intento reformista de los conservadores. Su principal preocupación fue el catalanismo, intentando mantener buenas relaciones con la Lliga Regionalista sin conceder autonomía a Cataluña. Maura también promovió una reforma electoral (Ley Electoral de 1907), que no resolvió la corrupción ni democratizó el sistema, pero dificultó el fraude electoral y buscó mayor independencia del poder ejecutivo frente a la Corona.
El proyecto más ambicioso de Maura fue la reforma de la Administración, pero la Ley de Administración Local, destinada a acabar con el caciquismo, no se aprobó. Tampoco logró liberar la vida local del poder central. Intentó integrar el catalanismo en su proyecto, otorgando más autonomía a los ayuntamientos y diputaciones. Desarrolló una política económica que favoreció la exportación y el desarrollo industrial, además de legislar sobre accidentes de trabajo, descanso dominical y condiciones laborales de mujeres y niños. Creó el Instituto Nacional de Previsión (1908), precursor de la futura Seguridad Social, aunque las condiciones laborales seguían siendo difíciles. Además, defendió la influencia social de la Iglesia católica, dada la sociedad mayoritariamente conservadora y católica de España.
En política exterior, Marruecos se convirtió en el nuevo objetivo colonial de España para recuperar el prestigio perdido tras la derrota de 1898. Tras la Conferencia de Algeciras (1906), España obtuvo el reconocimiento de sus derechos sobre el norte de Marruecos. También se aprobó la construcción de una escuadra naval con la Ley de la Escuadra (1908), lo que aumentó los gastos del Estado.
La obra política de Maura, reformista y autoritaria, se detuvo debido a los sucesos de la “Semana Trágica” en julio de 1909 en Barcelona, que provocaron su dimisión. La cuestión de Marruecos generó descontento popular debido a los reclutamientos forzosos para una guerra que solo interesaba a algunos sectores del ejército y a los capitalistas. El 9 de julio, los rifeños atacaron una línea de ferrocarril cerca de Melilla, lo que llevó a Maura a reforzar militarmente la zona. El error del ministro de la Guerra fue enviar un ejército que incluía a reservistas catalanes. La movilización de reservistas causó una huelga general convocada por socialistas y anarquistas, a la que el Gobierno respondió con detenciones y la prohibición de la prensa socialista. En Barcelona, la huelga y las manifestaciones desataron violencia, y del 26 al 31 de julio, durante la “Semana Trágica”, la población levantó barricadas e incendió iglesias. El 27 de julio, la derrota española en Barranco del Lobo agravó la situación. La insurrección fue reprimida con más de mil detenciones y cinco ejecuciones, incluyendo la de Ferrer Guardia. Esta ejecución provocó protestas internacionales y la dimisión de Maura.
El Gobierno Liberal de José Canalejas (1910-1912): Modernización y Conflictos Sociales
José Canalejas formó gobierno en 1910 y gobernó hasta 1912. Intentó hacer una “revolución desde arriba” atrayendo a intelectuales y republicanos, y promovió reformas como la jornada laboral de nueve horas en las minas, la regulación del trabajo femenino y la abolición del impuesto de consumos, reemplazándolo por un Impuesto Progresivo basado en la riqueza. La Ley del Candado de 1910 controlaba la instalación de órdenes religiosas en España, requiriendo la autorización del Gobierno, lo que generó protestas y la reacción de la Santa Sede.
La Ley de Reclutamiento Obligatorio de 1912 estableció el servicio militar obligatorio y redujo la discriminación en la sustitución de soldados, aunque los de cuota tenían un servicio más corto. También se presentó un proyecto para las Mancomunidades Provinciales en 1912, que fue bien recibido en Cataluña pero rechazado por el centralismo, y quedó truncado tras el asesinato de Canalejas en noviembre de 1912.
La Quiebra del Sistema de la Restauración (1912-1923)
Impacto de la Primera Guerra Mundial y Agravamiento de las Tensiones
La segunda fase del reinado de Alfonso XIII comenzó con la Primera Guerra Mundial y se complicó con las convulsiones de 1917, llevando al sistema a un declive progresivo, resuelto con la dictadura. España se mantuvo neutral, lo que generó divisiones entre los aliadófilos, mayoritariamente intelectuales y de izquierda, y los germanófilos, apoyados por la derecha. La neutralidad impulsó la economía, pero también causó inflación y escasez de productos, lo que afectó negativamente a la clase trabajadora, mientras los empresarios se beneficiaron de la euforia económica.
La Crisis General de 1917: Un Punto de No Retorno
La crisis general de 1917 tuvo diversas manifestaciones provocadas por motivos distintos (militares, políticos y sociales), pero todas ellas eran el reflejo de un extendido descontento.
La Crisis Militar: Las Juntas de Defensa
La conflictividad comenzó en el ámbito castrense con las Juntas Militares de Defensa, creadas en 1916 por jefes y oficiales para defender sus intereses, especialmente por la pérdida de poder adquisitivo y el resentimiento hacia los militares de Marruecos. En 1917, la rebelión militar empezó con el Manifiesto de las Juntas, que reclamaba mejoras y un espíritu regeneracionista. Alfonso XIII apoyó las demandas, lo que llevó a la aprobación de la Ley del Ejército en 1918, que aumentó los sueldos y reguló los ascensos militares.
La Crisis Política: La Asamblea de Parlamentarios
La crisis del sistema bipartidista y su incapacidad para renovarse aumentó la oposición de diversos sectores políticos. La Lliga Regionalista, liderada por Francesc Cambó, convocó una asamblea ilegal en 1917 para pedir la convocatoria de Cortes Constituyentes y la autonomía de Cataluña. Ante la negativa del gobierno de Dato, se ratificaron los acuerdos en otra reunión, pero el gobierno los declaró inconstitucionales. El movimiento asambleario fracasó debido a la falta de apoyo monárquico, las diferencias entre regionalistas y fuerzas de izquierda, y el estallido de huelgas.
La Crisis Social: La Huelga General
La tercera crisis tuvo causas ideológicas y sociales. Los líderes socialistas, encabezados por Pablo Iglesias, se oponían a una revolución, prefiriendo la lucha política y económica. La conflictividad laboral surgió por la caída de los salarios mientras las empresas obtenían grandes beneficios. La UGT y la CNT organizaron una huelga general en agosto de 1917, que tuvo apoyo en varias ciudades, pero no en el campo. El gobierno respondió con represión, deteniendo a los huelguistas y sacando tropas, lo que resultó en más de 70 muertos y 2.000 detenidos. La represión laboral también afectó a los trabajadores.
El Auge de la Oposición y el Colapso del Turnismo
Durante el reinado de Alfonso XIII, el sistema político de la Restauración comenzó a desmoronarse debido a la crisis interna de los dos partidos dinásticos, lo que aumentó el protagonismo del monarca. Los republicanos, principales opositores del régimen, defendían el progreso, la justicia social y la enseñanza, ganándose el apoyo de la pequeña burguesía, trabajadores e intelectuales. Surgieron dos grandes partidos republicanos: el Partido Radical, dirigido por Lerroux, de ideología más izquierdista y anticlerical, y el Partido Reformista, más moderado y dispuesto a aceptar una monarquía democrática. El PSOE, más abierto al juego parlamentario, no renunciaba a la revolución social. En cuanto a los nacionalismos, el catalanismo, representado por la Lliga Regionalista y Solidaritat Catalana, buscaba la autonomía para Cataluña, con un papel destacado en 1922 por la creación de Estat Català bajo Francesc Macià.