Fragmento 1: Ilusiones de los Sueños

El problema filosófico planteado es cómo aplicar la **duda**, entendida como método, para encontrar una **certeza racional** que fundamente el conocimiento humano. Las tesis sostenidas, junto con sus argumentos, son varias. Primero se afirma que para investigar la verdad, al contrario que para seguir opiniones, es preciso rechazar como falso todo aquello de lo que sea posible dudar, porque es la mejor forma de ver si queda alguna creencia fuera de toda duda. Después el autor explica a qué se aplica exactamente esa duda y cómo. Dudamos primero de los sentidos: puesto que hay casos en los que nos engañan, no podemos saber si lo hacen siempre. En segundo lugar, dudamos también de los razonamientos, por el mismo motivo, porque a veces nos equivocamos razonando. En tercer lugar, dudamos de la propia vigilia y de todo lo que hay “en el espíritu”: puesto que lo que pienso cuando estoy despierto lo puedo pensar también estando dormido, puedo imaginar que todo es como un sueño. Finalmente, Descartes afirma que mientras dudamos de todo es necesario ser algo, es necesario que el yo que duda exista. “**Pienso, luego soy**”, concluye, es una verdad tan fuera de toda duda que ni los escépticos pueden cuestionarla, y es por tanto el primer principio de la filosofía que andaba buscando. La problemática del fragmento, en el conjunto de la filosofía del autor, se sitúa dentro de la cuestión del **método**, que tanto preocupa a los racionalistas, es decir, de la necesidad de encontrar un camino seguro para fundamentar el conocimiento humano y la nueva ciencia. La temática es por tanto **epistemológica**. En cuanto a la expresión subrayada, se refiere al tópico barroco de la confusión entre la realidad y los sueños, las alucinaciones o los delirios, omnipresente en la literatura de la época, en Cervantes, Calderón, Shakespeare o Goethe. Descartes recurre a ello para plantear, de una forma natural para el lector de la época, el interrogante sobre la realidad en bloque dentro de su aplicación de la duda metódica.

Fragmento 2: El Alma

El problema filosófico planteado en el fragmento es la **dualidad entre el cuerpo y el alma**, y la certeza de la existencia del “yo” a través del pensamiento. Descartes sostiene varias tesis y argumentos, como la capacidad de dudar de la existencia de todo lo material excepto del propio pensamiento, lo cual le lleva a concluir que su esencia es pensar y que su existencia no depende de lugar ni de cosas materiales. Esta problemática se sitúa en el contexto de su filosofía **dualista**, donde distingue claramente entre la mente (o alma) y el cuerpo. La expresión subrayada se refiere a la naturaleza del “yo” como una sustancia pensante, independiente del cuerpo y más fácil de conocer que éste. Incluso si el cuerpo no existiese, el alma seguiría siendo lo que es.

Fragmento 3: La Certeza

El problema filosófico planteado en el fragmento es la **certeza** y el criterio de verdad. Descartes sostiene varias tesis y argumentos, como la certeza de su propia existencia expresada en “**pienso, luego existo**” (“*cogito, ergo sum*”) y la idea de que todo lo que se percibe clara y distintamente es verdadero. La dificultad radica en identificar exactamente cuáles son esas ideas claras y distintas. En el contexto de la filosofía del autor, esta problemática se sitúa en su búsqueda de un fundamento seguro para el conocimiento. Descartes busca encontrar una base indudable sobre la cual construir el resto de su conocimiento, y esa base es el pensamiento y la percepción clara y distinta. La expresión subrayada se refiere a la regla general que Descartes establece: las cosas que concebimos de manera clara y distinta son verdaderas, lo cual es fundamental en su filosofía ya que le permite construir su sistema de conocimiento sobre una base sólida y segura.

Pregunta II: El Método Cartesiano

En el Renacimiento, antes de Descartes, en un momento de crisis y de revoluciones científicas, se cuestionó el principio de autoridad, característico de la escolástica. Lo que se observa o descubre, por ejemplo en medicina (Paré, Vesalio, Servet…) está por encima de la tradición (Galeno). Lo mismo ocurre en astronomía, donde el propio Galileo nos decía que hacer ciencia no es repetir lo que otros dijeron. Cuestionar el principio de autoridad es una consecuencia natural, para quienes la razón propia de cada individuo, es la máxima autoridad, como vamos a ver en el Racionalismo. Descartes nos cuenta en su obra – *El Discurso del Método* – su descontento con la repetición escolástica y su decepción con las enseñanzas recibidas durante su juventud en el colegio de La Flèche. Solo encontró interés en el aprendizaje de las matemáticas. Además de estos asuntos fue también fundamental el descubrimiento que en el Renacimiento se hizo del escepticismo, especialmente de Pirrón (270 a.C.). Con ello se introdujo la duda y el cuestionamiento de las cosas como un principio básico. Filósofos escépticos como Montaigne (1533) plantearon su desconfianza sobre la fiabilidad de los sentidos, las costumbres, supersticiones; incluso sobre la mente humana y sus capacidades para acceder a la verdad absoluta. Este escepticismo influyó en Descartes, aunque su duda, como veremos y él mismo nos dice, “no es como la de los escépticos”. Primero era necesario destruir el antiguo sistema de conocimiento, basado en la tradición escolástico-aristotélica, luego, hay que construir un nuevo sistema acorde con los avances de la ciencia y la filosofía moderna. Este nuevo sistema de conocimiento debía fundamentarse en algo sólido: la **certeza**, lo indudable, lo que nadie puede cuestionar y que debemos buscar como base o punto de partida seguro y firme, para que podamos alcanzar todas las verdades científicas. El **método** significa «camino seguro para llegar más allá». La razón del ser humano es poderosa, pero necesita un método. Para crearlo, se inspira en las matemáticas, que a partir de unas pocas verdades sencillas derivan otras más complejas. Está influencia de las matemáticas tiene sus raíces en Platón, esto marcó a Descartes y a muchos de los pensadores de la revolución científica renacentista. Según Descartes, las operaciones mentales básicas son dos: la **intuición** y la **deducción**. La intuición es una visión intelectual tan clara y distinta que no deja lugar a la duda. Una idea es clara cuando se entiende con precisión, sin confusión, y es distinta cuando se diferencia claramente de otras ideas. La deducción consiste en obtener las consecuencias necesarias a partir de lo que ya conocemos por intuición.

En la 2ª parte de – *El Discurso del Método* – establece 4 reglas:

  1. La 1ª regla del método es la **evidencia**: debemos aceptar como verdadero lo evidente, es decir, lo captado intuitivamente.
  2. La 2ª regla es el **análisis**: hay que dividir un problema complejo en partes más simples, conocidas por intuición.
  3. La 3ª regla de la **síntesis**: permite recomponer el todo del que partíamos.
  4. La 4ª regla de la **enumeración**: revisar el proceso para asegurarnos de que no hemos cometido ningún error argumentativo.

Descartes elige el método de la **duda**. La duda cartesiana tiene las siguientes características:

  • **Metódica**: proceso metodológico provisional, temporal, para encontrar la verdad a diferencia de la de los pensadores escépticos.
  • **Universal**: se extiende a la totalidad del conocimiento recibido hasta ahora, incluso hasta lo más sólido y evidente.
  • **Teórica**: no se extiende al terreno del comportamiento ético ni religioso, sólo al plano de la teoría.
  • **Hiperbólica o exagerada**: es radical, dudamos de todo lo que tengamos, la más mínima duda y lo clasificaremos como falso.

La duda tiene además unas fases o momentos:

  1. Dudamos de los sentidos: si los sentidos nos han engañado algunas veces (al ver un palo torcido sumergido en agua y que en realidad sea recto), podemos suponer que nos engañan siempre. Por tanto, considerará falsos los datos que procedan de los sentidos.
  2. La realidad exterior: a veces tenemos sueños tan intensos que nos parecen reales. No podemos distinguir la vigilia y el sueño, por lo que puede dudar de la existencia de un mundo exterior a mi pensamiento. La vida como sueño es una idea típica del Barroco.
  3. Razón: Descartes supone la existencia de un genio maligno que hace que me engañe incluso en razonamientos sencillos en los que uso la intuición. La hipótesis del genio maligno es una metáfora para expresar la duda sobre la propia Razón.

La duda parece conducirnos a un escepticismo sin salida. Pero, Descartes encuentra algo indudable: el hecho de dudar. Estar dudando equivale a estar pensando y, para poder pensar es necesario existir. Si yo no existiera, no podría estar dudando. Descartes concluye así su famoso “**Pienso, luego existo**” (*cogito ergo sum*), una verdad tan firme y segura que los escépticos no pueden rechazarla y constituye el primer principio de la filosofía. Y esta primera verdad lo es porque la captamos de manera clara y distinta (intuición). Descartes establece el criterio general: todas las cosas que percibimos con claridad y distinción son verdaderas, son ciertas.

El argumento ontológico: parte de la idea innata de Dios (Dios = sustancia infinita) que tenemos en el pensamiento: siendo Dios infinitamente perfecto no le puede faltar la perfección de la existencia real. El argumento de la causalidad: la idea de un ser infinito que tengo en mi pensamiento requiere de una causa adecuada; yo soy un ser finito, que duda, y, por tanto, no puedo ser la causa de la idea de infinito. Dicha idea ha tenido que ser causada en mí por un ser infinito. Por tanto, el ser infinito existe. La existencia de Dios garantiza que, tanto el alma (sustancia pensante) como el mundo (sustancia extensa), el mundo existe, que puede conocerse, aunque no en cuanto a cualidades secundarias (colores, sonidos, sabores, etc), sino en cuanto a cualidades primarias (extensión y movimiento).

Pregunta III: Descartes vs. Hume

Descartes es un autor **racionalista** (como Spinoza y Leibniz) perteneciente a la primera modernidad (S. XVII), mientras que Hume es un **ilustrado empirista** (S. XVIII) y fue contemporáneo de Rousseau, Locke y Berkeley. Para Descartes, como buen racionalista, el origen de todo conocimiento se debe a la razón y las ideas innatas que ésta contiene en los sentidos. Sin embargo, para Hume el origen de todo conocimiento es la experiencia, pues nada hay en la razón que antes no estuviera. Para Descartes el modelo de las ciencias eran las matemáticas, en concreto, la Geometría de Euclides, mientras que según Hume constituían tal arquetipo las ciencias naturales, en particular, la Física de Newton. Así, Descartes propone como método científico el hipotético deductivo, el cual supone que el origen del conocimiento está en la mente y en sus operaciones. Sin embargo, Hume entendía que era el inductivo, pues todo conocimiento verdadero debe partir de la experiencia y estar en correlación con ella (principio de correspondencia). Para Descartes el conocimiento necesario y universalmente válido es innato, aparece en nuestra mente por Dios y, aparte de las ideas de las matemáticas, este conocimiento es el de las sustancias: Yo, Dios, Mundo. En cambio, Hume cree que si bien las relaciones de Ideas constituyen un conocimiento verdadero, la noción de sustancia sólo se impone por hábito. Es un concepto inevitable, pero las sustancias no existen, pues no se corresponden con ninguna impresión ni simple ni compleja. Descartes denomina criterio de verdad a la “claridad y distinción” con la que percibimos una idea. Sin embargo, para Hume, se trata del criterio de correspondencia, pues una idea es verdadera cuando se corresponde con una impresión o conjunto de impresiones. Finalmente, Descartes compara las ideas con una lente a través de la cual captamos la realidad. En cambio, para Hume (al igual que para Locke) las ideas son la copia debilitada que queda en nuestra mente de una impresión y también el resultado del hábito de asociar determinadas impresiones.

Pregunta IV: Errores y Certezas

Según Descartes, ¿cómo se llama y en qué consiste el error que cometen algunos hombres al razonar incluso en las cuestiones más sencillas de geometría? Descartes menciona que el error fundamental radica en la **precipitación y prejuicios** al razonar. Incluso en problemas sencillos como los geométricos, algunos hombres no siguen el método correcto de análisis y síntesis, y por ende, cometen errores.

¿Qué quiere decir Descartes cuando afirma que para investigar la verdad hay que hacer lo contrario que para seguir opiniones? Descartes propone que para descubrir la verdad, se debe dudar de todas las opiniones preconcebidas y empezar desde cero, construyendo el conocimiento de manera metódica. Seguir opiniones implica aceptar ideas sin cuestionarlas, mientras que investigar la verdad requiere un examen crítico y sistemático.

¿Por qué es útil para Descartes comparar la vigilia con los sueños? Descartes compara la vigilia con los sueños para ilustrar que nuestros sentidos pueden engañarnos. Así como en los sueños percibimos cosas que no existen, también en la vigilia podríamos estar sujetos a ilusiones sensoriales. Este argumento subraya la necesidad de dudar de la realidad percibida y buscar certezas indudables.

¿Y “fingir” que no hay cuerpo o mundo? Fingir que no hay cuerpo ni mundo es una forma de poner a prueba la certeza de su propia existencia. Descartes afirma que puede dudar de todo lo que percibe, pero no puede dudar de que existe como ser pensante. Esto refuerza su conclusión de que el pensamiento es la esencia del “yo”.

¿Por qué el alma es más “fácil de conocer” que el cuerpo, según Descartes? Para Descartes, el alma es más fácil de conocer porque su esencia es el pensamiento, que es inmediato y directo. En cambio, el conocimiento del cuerpo depende de los sentidos, que pueden ser engañosos. La introspección permite conocer el alma con mayor certeza.

¿Por qué el *cogito* es a la vez primera verdad y criterio de verdad? El “*cogito, ergo sum*” (“pienso, luego existo”) es la primera verdad porque es indudable; no se puede dudar de que se está pensando sin estar pensando. Es también el criterio de verdad porque establece que cualquier cosa percibida clara y distintamente, como el *cogito*, puede ser aceptada como verdadera.

Pregunta V: Legado Cartesiano

La importancia de Descartes en la historia del pensamiento filosófico es indiscutible, pues su obra marca el inicio de una nueva etapa en la reflexión que desafía el oscurantismo impuesto por el cristianismo y la iglesia católica. Al igual que los filósofos de Mileto, que se opusieron al pensamiento teológico de Homero y Hesíodo, Descartes restablece la prioridad de la razón sobre el pensamiento supersticioso que atribuye todo a un ente supremo. En la actualidad, se señala que la informática, con su lenguaje matemático, refleja la matematización del universo, una expresión del proyecto cartesiano. El “mundo digital”, expresado en ceros y unos, ejemplifica el ideal cartesiano: un modelo perfecto de conocimiento basado en principios de los que se deduce todo lo demás. En un ordenador no hay contradicciones, y si algo falla, es por un mal diseño, ya que la deducción siempre es perfecta. Además, la idea cartesiana de que la realidad puede ser una ilusión de los sentidos, separada de lo real, ha sido retomada en diversas producciones cinematográficas.

El argumento de la indistinción entre sueño y vigilia aparece en *Abre los ojos* de Amenábar, donde el protagonista vive atormentado por no saber si está soñando o despierto. El concepto del genio maligno es actualizado en *Matrix*, donde los humanos viven engañados, creyendo que conocen la realidad a través de los sentidos, mientras que todo es controlado por un sistema informático.

Descartes tiene que eliminar la hipótesis del genio maligno para justificar que la razón humana no está hecha de tal modo que conduzca al error. Para eliminarla recurre a demostrar la existencia de Dios: si existe Dios, ser infinitamente bueno y veraz, no puede permitir que exista un genio maligno que me engañe al creer que existe el mundo. Para demostrar la existencia de Dios Descartes usa varios argumentos: página 4 …. En cambio, para Hume (al igual que para Locke) las ideas son la copia debilitada que queda en nuestra mente de una impresión y también el resultado del hábito de asociar determinadas impresiones.