Átomos y Vacío: Demócrito y el Materialismo Mecanicista

Demócrito y su maestro son considerados los primeros materialistas de la historia de la filosofía occidental. Para Demócrito, todo cuanto existe (universo, astros, almas, cuerpos vivientes y no vivientes) tuvo un comienzo y tendrá un fin en el tiempo. Lo único eterno e imperecedero, lo único que existe desde siempre y para siempre son los átomos y el vacío. Ellos son la realidad originaria y absoluta que, desde la época de los primeros jonios, se denomina arkhé de la physis. La physis se reduce a átomos que se mueven en el vacío. Esta explicación del movimiento y del cambio se le llama mecanicismo. Por tanto, su filosofía es el primer ejemplo histórico de materialismo mecanicista.

Aquí aparece otra novedad: los atomistas identifican el ser con los átomos, mientras que el vacío lo asocian al no-ser. Por tanto, la realidad consta tanto de ser como de no-ser, lo lleno y lo vacío, la materia y la nada. Según lo visto, podemos entender que este pluralismo sea distinto a los anteriores y podemos calificarlo de cuantitativo ilimitado.

El Movimiento Atómico

Todos los cuerpos, esto es, todos los entes, inclusive los astros, los dioses y las almas, surgen, para Demócrito, cuando se conjugan los átomos en el espacio; perecen, cuando estos átomos se separan; cambian cuando los mismos cambian de orden y posición, cuando aumentan o disminuyen en número. Según Leucipo, se produce una sacudida originaria en todas las direcciones y, en un segundo momento, según Demócrito, los átomos tomarán las direcciones propias según el choque que se produzca entre ellos. Sería algo semejante al movimiento de las partículas de polvo que vemos mediante un rayo luminoso que se filtre por la ventana. La vida sería así la unión de átomos, la muerte la separación de estos y el cambio el movimiento mecánico de los átomos y sus recombinaciones.

Las Cualidades: Primarias y Secundarias

Los átomos no tienen cualidades, pero al unirse entre sí, originan las diferentes cualidades. Estas son determinadas por la forma, el orden y la posición de los átomos; así, lo cuantitativo genera lo cualitativo. Demócrito nos hablará de cualidades primarias y secundarias. Las primeras son objetivas, están en los cuerpos físicos (peso, dureza, densidad) y dependen de la cantidad de átomos y vacío. Las segundas se dan en la percepción y, por tanto, son subjetivas, no están en las cosas, sino que dependen del sujeto que percibe (color, sabor, calor, frío, etc.). Esta distinción será retomada por John Locke en el siglo XVII como parte de su empirismo.

Dualismo Idealista Clásico: Los Mundos Platónicos

El planteamiento platónico se convertirá en el primer espiritualista de la historia del pensamiento occidental al afirmar la existencia de una realidad diametralmente opuesta a la física.

Inspirándose en el planteamiento eleata, afirma la existencia de una doble realidad: una realidad material y sensible a la que corresponde un conocimiento tal (mundo sensible); y una realidad inmaterial y racional a la que corresponde una manera racional de ser captado (mundo inteligible). Se trata de la cosmovisión dualista por excelencia. Lo explica en varios pasajes de varios de sus diálogos, pero quizás el pasaje más conocido sea el llamado Mito de la caverna. La teoría de las ideas constituye el eje central del pensamiento platónico.

El Idealismo Platónico

La filosofía platónica es un idealismo, pero ¿en qué consiste este idealismo?

  • Por admitir la existencia de cosas que no son más que inteligibles.
  • Por otorgar a las cualidades, y muy especialmente a las cualidades morales, el privilegio de esta existencia.
  • Por considerar que estos puros inteligibles, en lugar de ser una especie de realimento de nuestras vidas son, por el contrario, el principio eterno de la presencia de las cualidades en los seres que percibimos en nuestros sentidos y de la existencia que pertenece a esos seres.
  • Por considerar a estas esencias formales como realidades permanentes y ejemplares, de las cuales la percepción sensible no es más que una experiencia fugaz y una copia imperfecta.

La idea deja de tener un sentido gnoseológico o epistemológico, para tener un pleno sentido ontológico. La clara distinción entre “lo que parece” y “lo que es” conduce al inevitable dualismo de la filosofía platónica y el sentido paradigmático de la Idea que es, no sólo la regla del juicio de valor, sino la misma medida de las cosas que nos permite observar que las cosas no son las impresiones que de ellas tenemos.