La literatura española desde 1970

La novela será el género predilecto de los lectores y se multiplican títulos y autores. El rasgo más destacable será la reacción contra la experimentación de la década de los sesenta. Los narradores españoles tratan de conjugar la calidad literaria con la comercialidad.

La narrativa española desde 1970

Después del auge de la novela experimental de la década de los sesenta se produjo en la narrativa de los años setenta y ochenta un progresivo descenso de los experimentos técnicos. Los autores aspiraban a que el público volviese a disfrutar de una literatura más accesible, sin menoscabo del valor estético de las novelas. Los novelistas que publican sus obras a partir de 1975 tienen diferentes edades y sus trayectorias son variadas:

  1. Algunos autores llevan publicando novelas desde los años cuarenta, como Gonzalo Torrente Ballester, Miguel Delibes y Camilo José Cela.
  2. Otra generación de novelistas habían comenzado a escribir en el contexto de la novela social de los cincuenta, como Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Juan Marsé, Juan Benet o Juan Goytisolo.
  3. Francisco Ayala, Rosa Chacel, entre otros, regresarían de un largo exilio después de la muerte de Franco (1975).
  4. Hay que añadir, finalmente, a un grupo de autor jóvenes, nacidos a partir de los años cuarenta, como Eduardo Mendoza, Arturo Pérez-Reverte o Enrique Vila-Matas.

No hay que perder de vista una característica esencial de la sociedad posmoderna: la importancia del mercando. En efecto, la novela se ha convertido en un objeto de consumo.

El neorrealismo

Los autores rechazan el experimentalismo y vuelven a la tradición, recuperando ciertos procedimientos narrativos. Las características de la novela serán:

  • Variedad temática y estilística
  • Simplificación de las estructuras narrativas
  • Recuperación del argumento
  • Uso de las personas narrativas tradicionales
  • Resurgimiento de las novelas de género: policíacas, sentimentales, eróticas, históricas o de aventuras
  • Abandono de la intencionalidad ideológica y del compromiso social
  • Fusión de géneros y construcción de textos sorprendentes que reinventando la tradición reescribiendo textos conocidos.

Tipos de novelas

Novelas policíacas y de intriga: Manuel Vázquez Montalbán (En Galíndez (1990), Tatuaje (1974))/ Antonio Muñoz Molina (El invierno en Lisboa, 1987; Beltenebros, 1989)/ Soledad Puértolas (El bandido doblemente armado, 1980).

Novelas históricas: Se recrean distintos episodios de la historia española, situados en diversas épocas: Edad Media à Urraca (1982) de Lourdes Ortiz/ Conquista de América à La orilla oscura, José María Merino/ La España del Siglo de Oro à Las aventuras del capitán Alatriste (1996-1998), de Arturo Pérez Reverte.

Novelas de reflexión intimista: Novelas psicológicas, novelas de aprendizaje y crónicas generacionales: Mortal y rosa (1975) de Francisco Umbral./ Historia de una maestra (1990) y Mujeres de negro (1994) de Josefina Aldecoa./ Carreteras secundarias (1996) de Ignacio Martínez de Pisón.

Novelas de realismo crítico y social: Las pirañas, 1992, Miguel Sánchez-Ostiz/ Luis Landero (Juegos de la edad tardía, 2012/ Belén Gopegui (La conquista del aire).

Novela alegórica, mítica y fantástica: La fuente de la edad, 1986, Luis Mateo Díez/ El oro de los sueños, 2010, José María Merino.

La novela erótica: Octubre, octubre (1981), de José Luis Sampedro/ Las edades de Lulú (1989, de Almudena Grandes/ La regla de tres (1996), de Antonio Gala.

La metaficción: la literatura que elige como tema la propia literatura. La noche que llegué al café Gijón (1977), Francisco Umbral/ Las máscaras del héroe (1996), de Juan Manuel de Prada.

Novela experimental: Miguel Espinosa (Escuela de Madarines, 1974)/ Germán Sánchez Espeso (De entre los números, 1978).

Eduardo Mendoza

(Barcelona 1943-Sigue vivo). Características: Perspectivismo narrativo. Utiliza la primera persona de un narrador protagonista, a veces testigo, pero, en ocasiones, la narración es abiertamente omnisciente. Montaje caleidoscópico y de suspense. En la primera parte, sobre todo, domina la fragmentación de la historia, el montaje caleidoscópico y la presentación directa sin más explicaciones de personajes o hechos. El diálogo. La presencia del diálogo en la novela es constante. Es una forma de intensificar el perspectivismo y difuminar la presencia del narrador. El pastiche. Mendoza introduce elementos de diversos géneros narrativos: la novela policíaca (asesinatos, sospechas, interrogatorios) y elementos folletinescos (situaciones misteriosas, personajes curiosos, de origen desconocido).