Catedral de Reims

Esta fotografía pertenece a la Catedral de Reims. Sus autores son Jean d’Orbais, Jean-le-Loup, Gaucher de Reims y Bernard de Soissons. Construida en el siglo XIII, es de estilo gótico. Es peculiar por su planta, sobre todo por el gran tamaño de la cabecera, que alcanza aquí justo la mitad de la longitud total del edificio. Este fenómeno, conocido como cabecera hipertrofiada, responde a la necesidad de disponer de una zona lo suficientemente amplia como para alojar al numeroso coro que participaba en las principales ceremonias religiosas de la catedral. El transepto está formado por tres naves. En cuanto a su alzado, la edificación se dispone en los tres niveles habituales: arcos formeros, triforio y claristorio (ventanales).

En esta parte podemos observar uno de los repertorios más amplios de la escultura y el relieve góticos, así como por esa otra fachada interior que cierra los pies del templo. En la mayor parte de ellas están ya presentes las novedades de la plástica escultórica gótica, que ha producido grandes obras maestras. En un templo gótico, el espacio reservado a las vidrieras ha de ser también considerable, y entre las de Reims destacan sobremanera las del enorme rosetón central, en el que se representa a la Virgen rodeada de apóstoles y ángeles.

Contexto de la Catedral de Reims

El término «gótico» viene de «godo»; se empezó a usar en el Renacimiento con un tono despectivo hacia el arte de la Baja Edad Media. En el gótico, el sentido ascensional de las formas y la intensa luminosidad del interior de los edificios recrean el espacio ideal para acercarse a Dios. En el exterior, el objetivo prioritario es contrarrestar el peso de las bóvedas interiores a través de contrafuertes y arbotantes. Los elementos arquitectónicos se usan plásticamente para marcar el impulso ascensional de la construcción o para desmaterializarla. La fachada está flanqueada por dos torres.

Las plantas son parecidas a las románicas: tres o cinco naves longitudinales y cabecera con transepto, presbiterio y remate en ábside o deambulatorio con capillas radiales. La cabecera se amplía: los brazos del transepto se acortan y adquiere protagonismo el deambulatorio o girola, rodeado de capillas radiales. La nave central es audazmente más alta que las laterales.

La bóveda: el arco apuntado hace posible la gran novedad del gótico, la bóveda de crucería. Esta es el resultado del cruce entre arcos apuntados, que forman un esqueleto de nervios; el espacio entre los nervios se rellena con plementería. Los muros ya no cargan la cubierta, de manera que sus paredes pueden estar perforadas por grandes ventanales que potencian la luminosidad. El muro también se desmaterializa en el alzado interior de la iglesia y en las fachadas con un gran ventanal circular vidriado: el rosetón. El alzado interior sigue su precedente románico: arcadas que separan las naves, sobre las que se sitúa un triforio, y sobre este, un claristorio con amplios ventanales.

El Pórtico de la Gloria: Catedral de Santiago de Compostela

Obra del Maestro Mateo en la Catedral de Santiago de Compostela. La portada occidental comunica el atrio con las naves principal y laterales de la catedral, y fue encargada por el rey Fernando II de León al Maestro Mateo. Conserva en parte la policromía original. Presenta un complejo programa iconográfico centrado en la Redención de la humanidad.

El arco izquierdo representa el Antiguo Testamento y la espera del Mesías. Se presupone el pecado original y se centra en la promesa mesiánica de redención. Figuran personajes que la reciben, como:

  • Noé
  • Moisés
  • Adán y Eva
  • Abraham
  • David
  • Las doce tribus de Israel

En las columnas y bajo un ángel con una inscripción, aparecen los profetas y otros personajes del Antiguo Testamento.

El parteluz y las columnas de la derecha hacen referencia al Nuevo Testamento. En el primero se representa el Árbol de Jesé (genealogía humana de Cristo) y la figura sedente de Santiago Apóstol. En las columnas restantes se encuentran los apóstoles, San Pablo, los otros evangelistas y San Juan Bautista, el precursor. Sobre el dintel central, ocho ángeles portan los instrumentos de la Pasión. Representan el cumplimiento de la promesa de redención y, al mismo tiempo, nos trasladan al fin de los tiempos, representado en el resto de la portada.

El tímpano central representa la Gloria, la visión celestial de Cristo resucitado mostrando las llagas de la Pasión, rodeado por los evangelistas (Tetramorfos) y ángeles. Desde el gran arco abocinado que guarda el tímpano, los veinticuatro ancianos del Apocalipsis interpretan alabanzas a Dios con sus instrumentos musicales.

El arco derecho representa el Juicio Final. En la parte superior, Cristo Juez. El arcángel San Miguel y otro ángel separan a los justos (que van al Paraíso, a la derecha de Cristo) de los condenados (conducidos al Infierno, representado con demonios y tormentos, a la izquierda de Cristo).

La importancia del Pórtico de la Gloria radica en dos aspectos fundamentales:

  1. Predomina una visión esperanzadora y misericordiosa de la divinidad sobre lo amenazante.
  2. Se aprecian perfectamente las nuevas tendencias estilísticas de fines del siglo XII, que anuncian el gótico, con un naturalismo y expresividad notables en las figuras.

La Fachada de las Platerías: Catedral de Santiago de Compostela

En el siglo XII, el crucero de la Catedral de Santiago tenía dos puertas. La puerta sur es la de las Platerías y es la que se conserva, aunque con algunas modificaciones; era semejante en estructura a la desaparecida puerta norte, llamada Puerta del Paraíso o Francígena, por ser la utilizada por los peregrinos franceses. Frente a ella había una gran fuente y un ambiente activo por los puestos de artesanos y comerciantes que daban nombre a la plaza.

Las dos puertas narraban diferentes pasajes bíblicos ejemplarizantes. En la Puerta de las Platerías, el obispo Gelmírez celebraba todos los viernes juicios, tanto de temas eclesiásticos como civiles. Las esculturas de la puerta norte (Francígena), por donde entraban los peregrinos, narraban la historia del género humano: la Creación, el Pecado Original, el anuncio de la redención. Por eso, en ella estaban las figuras de Adán y Eva, el rey David y un Pantocrátor que presidía el tímpano.

En la puerta sur, la de las Platerías, continuaba la narración escultórica con el tema de la Redención. Por eso podemos observar figuras que representan las tentaciones de Jesús, escenas de su Pasión y Triunfo. Al observar los tímpanos de la Puerta de las Platerías, podemos ver que hay figuras dispuestas con un aparente desorden y diferentes estilos de escultura, debido a la reutilización de relieves procedentes de la portada norte y de otros lugares, así como a distintas fases de ejecución.

De las once columnas inferiores de esta fachada, tres son de mármol (la central y las extremas) y el resto de granito. En la central aparecen las figuras de doce profetas y en las laterales los apóstoles. Para el friso también se aprovecharon algunas figuras de la portada de la Azabachería (antigua portada norte). En un medallón aparece el Padre Eterno con las manos abiertas y rodeado por dos ángeles que tocan cornos. En el friso, el cuerpo superior se separa por un sobradillo sostenido por canecillos grotescos. Las dos ventanas están adornadas por arquivoltas, y los arcos interiores están descentrados debido a las reformas hechas en el siglo XIII.

Contexto de la Catedral de Santiago de Compostela

El sepulcro del apóstol Santiago fue redescubierto hacia el año 829. Más tarde se levantaron allí otras dos basílicas prerrománicas, a las que terminó reemplazando la catedral románica actual. El hecho de disponer de la única tumba conservada de uno de los doce primeros discípulos de Jesús convirtió a la antigua Iria Flavia en el centro de un creciente movimiento de peregrinaciones que pronto alcanzó a toda la cristiandad europea. Así, Santiago de Compostela terminó convirtiéndose en uno de los principales centros religiosos y de peregrinación, junto con Roma y Jerusalén.

Así fue como apareció el Camino de Santiago, que es una ruta de peregrinación que terminaba aquí su recorrido. Los distintos ramales de esta vía se unían tras cruzar los Pirineos, para recorrer a continuación todo el norte peninsular y terminar en Santiago. Así, el Camino facilitó los intercambios culturales entre las distintas zonas del continente y llevó más allá de las fronteras de la península la fama de una ciudad y de una monarquía que impulsó la devoción a las reliquias del apóstol.

Santa Sofía de Constantinopla (Hagia Sophia)

Iglesia de raíces paleocristianas, cumbre del arte bizantino, creada en el siglo VI d.C. por los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, bajo el mecenazgo del emperador Justiniano. Es el máximo exponente del estilo bizantino y se encuentra en Estambul (antigua Constantinopla).

Las distintas modificaciones de la obra comenzaron muy pronto. Entre los siglos XVI y XX (tras la conquista turca en 1453), funcionó como mezquita, para lo cual se hicieron algunas reformas, como la adición de minaretes y la cobertura de mosaicos. Hoy en día es un museo, aunque recientemente ha vuelto a ser habilitada para el culto islámico.

La planta es un rectángulo que combina la basilical con la centralizada, al que precede, característico en el arte bizantino, un doble nártex (exonártex y nártex). El interior está dividido en tres naves; la central es de doble anchura que las laterales. Está dividida a través de columnas y grandes pilares. El ábside central poligonal está flanqueado por dos grandes exedras semicirculares que se abren a las naves laterales, estructura que se repite simétricamente en los pies de la iglesia, contribuyendo a la sensación de un gran espacio centralizado dominado por la cúpula.

El alzado está en gran parte condicionado por la sujeción de la gran cúpula central. Para su apoyo, se crean cuatro enormes pilares sobre los que se alzan arcos torales que, junto con las pechinas, permiten la transición del cuadrado de la base al círculo de la cúpula. Al exterior, estos pilares se manifiestan como gigantescos contrafuertes. Al concentrar los empujes en estos puntos, el muro puede ser rasgado por muchas ventanas que consiguen inundar el templo de luz. Junto a los pilares, otro elemento sustentante son las columnas con capitel de tipo teodosiano (con cimacio y decoración de trépano).

En la segunda planta se colocan dos amplias tribunas o galerías sobre las naves laterales y el nártex, reservadas originalmente para las mujeres o para la corte imperial.

La cubierta es muy original, siendo la cúpula el eje de toda la construcción. El centro se cubre con una gran cúpula semiesférica (de más de 31 metros de diámetro) construida con materiales muy ligeros (terracota porosa). Esta está dividida por cuarenta nervios que separan plementos cóncavos (gallones), abriéndose en su base una hilera continua de cuarenta ventanas que consigue hacerla flotar ópticamente sobre el edificio, a la vez que lo inunda de luz. Sus apoyos se realizan a través de cuatro pechinas. Al exterior, la imagen es más maciza, aunque los cuatro minaretes cilíndricos añadidos posteriormente logran aliviar visualmente su pesantez. Las naves laterales se cubren con bóvedas de arista y las exedras con semicúpulas que contrarrestan el empuje de la cúpula central. Su participación en el conjunto del templo es secundaria respecto a la gran sala central, con lo cual podemos hablar de un espacio predominantemente centralizado.

Contexto Histórico de Santa Sofía

El Imperio Bizantino es el heredero del Imperio Romano de Oriente y continuará durante toda la Edad Media el legado de la cultura Clásica. Los ataques de los pueblos bárbaros hacen caer al Imperio Romano de Occidente en el 476 d.C. Bizancio, con capital en Constantinopla, pervivirá mil años más, enfrentándose a diversos enemigos, entre ellos el Imperio Islámico, que finalmente pondrá fin al Imperio Bizantino en 1453 con la caída de Constantinopla.

Será con Justiniano, en el siglo VI d.C., cuando Bizancio alcance una época de gran esplendor: unificará las leyes (Corpus Iuris Civilis), ampliará su territorio (intentando la Renovatio Imperii Romanorum) y realizará gloriosas construcciones arquitectónicas, como Santa Sofía. Todo ello se cimentará en tres pilares: la herencia cultural griega, la estructura administrativa y legal romana, y la religión cristiana ortodoxa.

El arte bizantino se caracterizará por el predominio de la arquitectura monumental y religiosa sobre el resto de las artes, por el uso de materiales constructivos a menudo sencillos (ladrillo) pero recubiertos suntuosamente con mosaicos y mármoles de colores, por un innovador sentido espacial dominado por la cúpula sobre pechinas, y por una concepción de la figura humana que, aunque presente y central en mosaicos e iconos, se aleja del naturalismo clásico en favor de la espiritualidad, el hieratismo y el simbolismo.