EL MOVIMIENTO OBRERO:

A mediados del siglo XIX, la sociedad española experimentó cambios en su estructura de acuerdo con el sistema liberal capitalista. En la nueva sociedad, el principio de diferenciación social fue la propiedad y no el linaje. La clase dominante se componía de la nueva burguesía industrial y financiera unida a la vieja nobleza y era la propietaria de los medios de producción y también de gran parte de la tierra. Dos grupos sociales daban apoyo y legitimación a esta oligarquía: los eclesiásticos y el Ejército. La pequeña burguesía del comercio, los servicios y el funcionariado, no tenía mucho peso.
Las clases populares constituían el 80% de la población. Sirvientes, artesanos, pequeños campesinos, jornaleros y obreros de las fabricas, minas y ferrocarril y mendigos registrados. El proletariado industrial tenía entonces poco peso, pero tuvieron una importancia creciente en la dinámica social española se ese siglo.

1. Los inicios (1840-1868) :

La situación de precariedad a la que estaban sometidos los trabajadores los llevo a crear, desde 1830, asociaciones de ayuda mutua para estar protegidos en caso de enfermedad o de pérdida del trabajo. Los obreros se agruparon y aportaban pequeñas cantidades de dinero. Las primeras asociaciones obreras se formaron en Barcelona, Málaga y Alcoy. En las primeras décadas de su existencia estaban prohibidas, tan solo se legalizaron en algunos casos durante el gobierno de los progresistas, peor lo más habitual era que se negara el derecho de asociación a los trabajadores. Este derecho fue una de las primeras reivindicaciones del incipiente movimiento obrero.
A pesar de la prohibición de asociarse, entre 1842 y 1855 crearon una organización de asociaciones de ayuda mutua, dirigida a partir de 1855 por la Junta Central de Directores de la Clase Obrera.

2. El Sexenio Revolucionario (1868-1874) :

La Revolución de 1868 supuso la restauración de las libertades de expresión y de asociación. En ese año Giuseppe Fanelli visitó España y fundó los primeros núcleos españoles de la AIT en Madrid y en Barcelona.
El contexto internacional: enfrentamiento de la AIT:
En 1871 se produjo en el seno de la AIT un enfrentamiento entre Karl Marx y Mijaíl Bakunin. Marx defendía que la clase obrera se tenía que organizar en un partido propio para conquistar el poder del Estado e implantar una dictadura del proletariado, como medio para construir una sociedad igualitaria. Bakunin rechazaba cualquier participación política y preconizaba la destrucción directa del Estado, de toda propiedad y de cualquier forma de autoridad, ya fuese religiosa, política o familiar, al mismo tiempo que postulaba la organización de la sociedad mediante la federación de comunas libres. Esta divergencia provocó la escisión de la AIT en dos facciones: la socialista o marxista y la anarquista o bakunista.
La situación en España:
El movimiento obrero español recibió la influencia de los dos sectores enfrentados. La cifra de afiliados a organizaciones obreras federadas en la AIT era de unos 30000 trabajadores. Su vida asociativa se manifestó enseguida en la aparición de periódicos semanales, como La Federación y La Solidaridad y en la celebración de los primeros congresos; Conferencia de la AIT en Valencia; y Congresos de Zaragoza y Córdoba.
Tras la escisión de la AIT en 1871, el congreso que se había reunido en Córdoba se adhirió a los planteamientos bakuninistas, mientras que en Madrid se formaba una sección de inspiración marxista dirigida por Paul Lafargue, yerno de Karl Marx. Desde entonces, el movimiento obrero español quedó dividido en dos bandos: el socialista, seguidor de las doctrinas de Marx predominante en Madrid, Bilbao, Cantabria y Asturias; y el anarquista, partidario de las tesis de Bakunin, mayoritario en Cataluña, Valencia, Andalucía y Aragón.
El asociacionismo obrero no pudo apenas desarrollarse en libertad en estos años. Tras la Comuna de Paris en 1872 un decreto de Sagasta disolvió las secciones de la AIT. Durante los primeros 7 años de la Restauración, las organizaciones obreras se vieron obligadas a actuar en la clandestinidad.
La división entre marxistas y anarquistas tuvo su reflejo en España, con la particularidad de la importante presencia del anarquismo. Los marxistas aspiraban a un cambio político y social radical que eliminase la sociedad capitalista y la sustituyera por una sociedad socialista sin clases, aceptaban la participación en el juego político parlamentario mediante partidos políticos y sindicatos propios. Los anarquistas querían la abolición de cualquier tipo de Estado y se oponían a la participación en la política burguesa.

3. La Restauración (1875-1898) :

El período de la Restauración, a pesar de algunas iniciativas estatales como la Comisión de Reformas Sociales, creada en 1883 para impulsar informes y propuestas legislativas sobre problemas sociales, se caracterizó por la despreocupación respecto a las cuestiones sociales. La Iglesia aprovechó la ocasión para fundar muchas escuelas, pero casi todas estaban dirigidas a las clases media y alta.
El movimiento obrero de inspiración marxista:
Al disolverse la Primera Internacional, Marx había aconsejado la fundación de partidos marxistas nacionales que actuaran con independencia en cada país. Siguiendo esto el 2 de mayo de 1879 se fundó clandestinamente en España el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), formado por 25 personas de los que 20 eran obreros y 5 intelectuales. Su presidente era Pablo Iglesias. En 1881, aprovechando la nueva Ley de Asociaciones sus impulsores inscribieron oficialmente el partido. Entonces el PSOE ya contaba con 900 militantes.
Muy pronto convocó una huelga de tipógrafos en Madrid que dejó sin periódicos a la capital de España. Como consecuencia de esta huelga, Pablo Iglesias fue detenido y muchos tipógrafos despedidos. Estos trabajadores no encontraban trabajos y ante esto se desplazaron a otros lugares de España, donde continuaron la tarea de difusión de sus ideas.A pesar de ello el PSOE creció de manera lento.
Durante la Exposición Universal de Barcelona, el PSOE celebró su primer congreso en esta ciudad, poco después de la fundación, en 1888, de la Unión General de Trabajadores (UGT), sindicato vinculado al partido.
En la década de 1890, el socialismo español comenzó a organizar las llamadas casas de pueblo. Por otra parte, reivindicó la jornada laboral de 8 horas, exigencia que se planteó en las concentraciones convocados el día 1 de mayo de cada año con motivo de la celebración de la fiesta internacional del trabajo. Esta fiesta del trabajo se celebró por 1º vez en nuestro país en 1890, con un importante nivel de participación en Madrid y en Barcelona. A pesar de que Sagasta había permitido el derecho de voto a los obreros al establecer el sufragio universal masculino hubo que esperar hasta 1910 para que el Congreso de los Diputados hubiese un escaño ocupado por un diputado socialista: Pablo Iglesia.
El movimiento anarquista:
Al contrario que los socialistas, las ideas anarquistas tuvieron un notable éxito en el movimiento obrero de Cataluña y en la población campesina, sobre todo de Andalucía. Estas ideas se centraban en 2 principios básicos: la libertad absoluta, sin jerarquías de ningún tipo, y la bondad de la sociedad libre como obra de naturaleza.
El hecho de que el movimiento anarquista no tuviera ficheros ni organización burocrática impide conocer con certeza el nº de afiliados, pero todo apunta a que contó con numerosos seguidores. Un ejemplo es la Revista Social, que empezó a publicarse en 1870 para difundir las ideas anarquistas, tenía una tirada de 20000 ejemplares. El propagador del anarquismo en España fue también un tipógrafo: Anselmo Lorenzo.
En 1890 en Barcelona el movimiento anarquista se inclinó por actuar mediante la acción directa para avanzar en la lucha por la emancipación de la clase trabajadora. El resultado fueron numerosos atentados terroristas.
Aprovechando las acciones terroristas la legislación española contra el anarquismo se endureció y en 1896 se llegaron a crear cuerpos especiales de policía, bajo mando militar para actuar contra sus miembros en Barcelona y en Madrid. En 1897 la víctima del terrorismo anarquista Cánovas del Castillo que fue asesinado por el italiano Michele Angiolillo para vengar a los anarquistas juzgados en el proceso de Montjuïc.
En el campo andaluz se extendió el anarquismo revolucionario. En 1833 estallo el asunto de la Mano Negra, una supuesta sociedad secreta anarquista. Una huelga obrera en la zona de Jerez acabo en una serie de acciones violentas. La policía atribuyo los crímenes cometidos a esta sociedad, y procedió a efectuar centenares de detenciones, que terminaron con 7 sentencias de muerte. No obstante el anarquismo siguió muy arraigado en la clase obrera andaluza.