Contexto Histórico y Social de la Posguerra Española (1939-1979)

La España Franquista: Represión y Aislamiento

La Guerra Civil Española (1936-1939) produjo un retroceso a todos los niveles, incluido el económico, marcando años de restricción y racionamiento.

El único partido político bajo las órdenes del general Franco, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, contaba con la legitimación de la Iglesia. La represión franquista llevó a cabo ejecuciones, detenciones y, por supuesto, un férreo control de la cultura a través de la censura. Todo ello provocó el exilio de muchas personas, entre ellas, intelectuales y artistas.

Una serie de normas rígidas —la unidad de España, la familia y la fe católica— se establecieron como pilares fundamentales del nuevo Estado y base de la educación. El pesimismo y la falta de libertad de expresión se adueñaron de la sociedad de posguerra.

Mientras Europa se sumía de 1939 a 1945 en la Segunda Guerra Mundial, España se sumergió en un profundo aislamiento internacional que impidió la entrada de cualquier influencia artística externa y de cualquier contenido social y crítico.

Evolución Social y Cultural

El existencialismo y el marxismo surgieron como respuesta al malestar social de la posguerra. Intelectuales, artistas y escritores mostraron su compromiso en su deseo no solo de reflejar la realidad, sino también de explicarla y transformarla.

Se pueden distinguir dos periodos principales en la posguerra española:

  • De 1939 a 1959: Marcado por el aislamiento internacional y los problemas económicos. A mediados de siglo, se produjo cierta apertura al exterior (España ingresó en la ONU en 1955, por ejemplo).
  • Años 60 y 70: Caracterizados por la llegada del turismo internacional, la industrialización y las mejoras económicas. Internamente, se produjo un proceso de éxodo rural hacia las ciudades.

En el ámbito internacional, surgieron movimientos revolucionarios como la revuelta estudiantil de mayo del 68 en París, la liberación sexual, la estética hippy, el rock y el arte pop, que también tuvieron su eco en España.

Tras la muerte del dictador en 1975, se inició el periodo de Transición Democrática, que se formalizó con la aprobación de la Constitución en 1978 y la victoria en las elecciones de la UCD de Adolfo Suárez, quien asumió la presidencia del gobierno.

Tendencias Literarias en la Posguerra Española

Como en el resto de Europa, en España se observan tres tendencias principales en la literatura:

  1. La Literatura de los Años 40: Existencialismo y Religiosidad

    Importancia de las cuestiones existenciales debido a las duras condiciones de vida, la angustia provocada por una guerra fratricida y una posguerra miserable, lo que convirtió lo religioso en un tema fundamental.

  2. La Literatura de los Años 50: El Compromiso Social

    Nacimiento de una literatura social, caracterizada por su contenido social y el compromiso político del escritor con la sociedad. Así, se denuncian las desigualdades sociales y las actitudes anticonformistas. Para ello, el lenguaje empleado es sencillo y asequible a un público mayoritario. Este compromiso ya aparecía en la literatura europea en autores como Jean-Paul Sartre.

  3. La Literatura de los Años 60: Renovación Formal y Subjetividad

    Aparición de una literatura experimental de renovación formal. Aunque no se abandona el tema social, se da entrada a conflictos más íntimos y cotidianos, a la vez que se incorporan formas y elementos innovadores y una mayor preocupación por la elaboración artística del lenguaje.

La Literatura del Exilio

En la literatura del exilio, destacan una serie de líneas comunes:

  • La dureza de la vida en el exilio.
  • La añoranza por el pasado.
  • La presencia recurrente del tema de la Guerra Civil.

Algunas revistas (como Las Españas) recuperaron la cultura española y denunciaron lo que sucedía en España. Destacó también la creación de asociaciones antifranquistas.

La Poesía Española de Posguerra: Décadas Clave

Aunque el foco principal de este documento es la poesía de los años 50, también se mencionará la poesía de los años 40 y 60 para ofrecer un panorama completo.

La Poesía de los Años 40: Arraigada y Desarraigada

En la década de los 40, se observan dos posiciones ideológicas opuestas: las de los partidarios de la República, muchos de los cuales (salvo Miguel Hernández) se exiliaron, y las de los cercanos al régimen, como Luis Rosales. Dentro de este periodo, se pueden mencionar la poesía arraigada, la desarraigada, una poesía vanguardista y el Grupo Cántico.

La Poesía de los Años 50: El Auge de la Poesía Social

En los años 50, emerge la poesía social. Este giro se consolida en torno a 1955. Dos libros de poemas sobresalen en esta línea: Cantos Íberos, de Gabriel Celaya, y Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero.

En palabras de Celaya, «la poesía es un arma cargada de futuro», capaz de transformar el mundo. Gabriel Celaya abandonó su carrera de ingeniero para dedicarse a la poesía, mostrando un compromiso social y político con la finalidad de transformar el mundo, como se aprecia en obras como Las cartas boca arriba o Cantos Íberos.

Por su parte, Blas de Otero parte de la poesía arraigada de Cántico espiritual hacia la desarraigada de Ángel fieramente humano, donde se rebela ante un Dios sordo que no ve el dolor humano y donde muestra el vértigo y la angustia del hombre. Su poesía, de contenido social, reivindicó la libertad del ser humano y luchó contra la injusticia en obras como Pido la paz y la palabra y En castellano.

El realismo social de José Hierro es personal e intimista, más testimonial que social. Se distinguen dos variedades en su poesía: los «reportajes», poemas de carácter narrativo; y sus llamadas «alucinaciones», poemas escritos posteriormente, de carácter subjetivo, con experiencias personales y componentes irracionales, como en Libro de alucinaciones.

Gloria Fuertes, con Versos con faldas, contribuyó a visibilizar la poesía escrita por mujeres.

La Poesía de los Años 60: Hacia la Intimidad y la Renovación

En los años 60, se supera el tema social y la atención se traslada al ser humano, desde lo íntimo y lo cotidiano. La poesía se concibe como conocimiento del entorno y de sí mismo; por tanto, es más subjetiva, con un lenguaje coloquial y un estilo conversacional, a lo que contribuye la mayor apertura al exterior. Así, junto a la influencia de autores como Celaya o Blas de Otero, también interesa el compromiso ético de Machado. La intertextualidad y los elementos culturalistas son también rasgos distintivos de este grupo.

Se observa una actitud moral ante la situación social y política. No se trata de transformar con la poesía, sino de mostrar una actitud ética desde la crítica, la ironía y, a veces, el humor. Se distinguen dos escuelas principales: la escuela de Barcelona, con Carlos Barral, y la escuela de Madrid, con Ángel González. Posteriormente, emerge la Generación de los 70, con una clara intención de romper con lo anterior.

La Literatura del Exilio

En el exilio, el tema de España es fundamental, especialmente en una primera etapa: la patria perdida, las ilusiones, la derrota, con un tono amargo y la lejanía de la tierra evocada con nostalgia.

Blas de Otero: Vida, Etapas y Obra Poética

Biografía

Blas de Otero nació en Bilbao en 1916 y estudió Derecho. En 1945, sufrió una grave crisis que le hizo cuestionar la fe religiosa y abrirse a una poesía existencial. En los años 50, comenzaron sus viajes a París, donde entró en contacto con círculos comunistas, y a otros lugares del mundo en los que se ponían en práctica diversas formas de gobierno marxista. A raíz de estas visitas, su poesía se llenó también de contenido social. Tras unos años en Barcelona, se estableció en Madrid en 1967, donde murió en 1979.

Etapas de su Obra Poética

Primera Etapa: Poesía Arraigada (Cántico espiritual)

Sus primeros poemas se centran en los asuntos religiosos. Durante esta etapa, compone un único libro, Cántico espiritual, en el que expresa su deseo de unión espiritual con Dios, siguiendo la tradición iniciada por San Juan de la Cruz y otros poetas místicos españoles. Esta es la etapa de la poesía arraigada.

Segunda Etapa: Poesía Existencial o Desarraigada (1945-1955)

La crisis religiosa que sufrió en 1945 marcó un cambio radical en su producción poética. Los tres libros siguientes —Ángel fieramente humano, Redoble de conciencia y Ancia— integran la etapa existencial de su obra, que se desarrolla entre 1945 y 1955. El lenguaje empleado se hace ahora bronco, lleno de connotaciones amargas, y la sintaxis se rompe mediante incisos y encabalgamientos entre los versos. Esta es la etapa de la poesía desarraigada.

El tema que unifica estos tres libros es la búsqueda del sentido de una existencia marcada por el dolor y la muerte. El poeta intenta hallar ese sentido a través del amor a Dios, pero solamente encuentra su silencio; y a través del amor carnal, aunque este resulta ser temporal y, por tanto, insatisfactorio. Solamente el amor hacia el prójimo ofrece una salida válida para el poeta.

Tercera Etapa: Poesía Social (1955-1965)

Entre 1955 y 1965, cultiva la poesía social en tres libros: Pido la paz y la palabra, En castellano y Que trata de España. En esta etapa, deja de centrarse en la angustia del yo para atender a los problemas colectivos: la desigualdad, la injusticia, el presente de España, la búsqueda de la paz social y la fe en un futuro mejor.

Cuarta Etapa: Renovación del Lenguaje Poético (1965-1979)

La última etapa (entre 1965 y 1979) se caracteriza por la renovación del lenguaje poético: utiliza más a menudo el verso libre y la prosa poética, renuncia a la sencillez léxica de la etapa anterior y emplea abundantemente el recurso de la intertextualidad (la referencia a otros textos dentro del poema). En estos años, compone dos nuevas obras (Historias fingidas y verdaderas y Hojas de Madrid con la Galerna), además de preparar diversas recopilaciones de poemas anteriores.

La Obra en Cuestión: Un Ejemplo de la Etapa Desarraigada

Esta obra pertenece a la segunda etapa (la existencial o desarraigada), donde el poeta busca una respuesta en Dios. Se caracteriza por la búsqueda del sentido de una existencia marcada por el dolor y la muerte. El lenguaje es bronco, lleno de connotaciones amargas, y la sintaxis se rompe mediante incisos y encabalgamientos entre los versos. El poeta intenta hallar ese sentido a través del amor a Dios, pero solamente encuentra su silencio.