1. Influencias y Evolución del Pensamiento de Ortega y Gasset

El pensamiento de Ortega y Gasset atraviesa tres grandes etapas. En la primera, durante sus años de formación en Alemania (1902-1914), adopta el neokantismo, influido por la filosofía de Marburgo. En esta etapa, Ortega se interesa por el rigor científico y la objetividad, lo que lo lleva a proponer una filosofía marcada por el objetivismo y una clara preocupación por el atraso intelectual de España en comparación con Europa. Sin embargo, pronto detecta los límites de esta postura: el objetivismo deja de lado la vida concreta del ser humano, tratándolo como un mero objeto.

A partir de Meditaciones del Quijote (1914), comienza una segunda etapa, donde Ortega introduce su famosa idea de “yo soy yo y mi circunstancia”, afirmando que el ser humano no puede separarse de su entorno vital. Con esto nace el circunstancialismo: la vida como realidad radical se compone de la unión entre el individuo y su entorno, incluyendo elementos naturales, culturales, históricos y espirituales. Cada detalle de la existencia, por pequeño que parezca, merece atención filosófica.

En su madurez, desarrolla el perspectivismo, según el cual toda visión del mundo depende de la perspectiva vital de quien la experimenta. No existen verdades absolutas, sino una pluralidad de verdades parciales, que deben integrarse para construir un conocimiento más completo. Cada vida es un punto de vista sobre el universo, y la verdad se logra reconociendo la validez de múltiples perspectivas complementarias.

2. Filosofía, Autonomía y Pantonomía

En su obra ¿Qué es filosofía?, Ortega define la filosofía como el conocimiento radical y universal de la realidad. Frente a otros saberes, como las ciencias, que estudian aspectos concretos y limitados del mundo, la filosofía busca comprender el universo en su totalidad. A esta aspiración totalizadora Ortega la llama pantonomía.

Uno de los principios básicos de la filosofía es la autonomía: no aceptar como válido ningún conocimiento que no haya sido justificado por ella misma. En este sentido, Ortega se considera heredero de Descartes. La filosofía parte de cero, sin suposiciones, buscando una evidencia total que sirva de base para construir el saber. Esto implica cuestionar incluso aquellas creencias que normalmente consideramos obvias.

Aunque es un saber teórico, la filosofía también tiene un sentido práctico. No se limita a la abstracción intelectual, sino que está profundamente relacionada con la vida del ser humano. Por eso, Ortega sostiene que la filosofía debe tener un compromiso con la realidad concreta, ayudando al ser humano a orientarse dentro de su existencia.

3. Realismo, Idealismo, Fenomenología y Razón Vital

Ortega analiza las dos grandes corrientes del racionalismo moderno: el realismo, que se basa en las ciencias positivas, y el idealismo, que entiende la realidad desde las estructuras del pensamiento. Ambas fracasan, según Ortega, en su intento de comprender la vida como realidad radical. El realismo ignora los aspectos subjetivos de la existencia, mientras que el idealismo olvida que el pensamiento parte siempre de una vida concreta.

Frente a estas limitaciones, Ortega propone la razón vital. Esta razón no renuncia al pensamiento, pero parte de la vida como dato primero. No se trata de una razón abstracta, sino encarnada en la existencia del individuo. Además, es una razón histórica, ya que la vida humana está determinada por el momento histórico en que se vive y por las generaciones que nos preceden.

La vida solo puede ser comprendida desde dentro, y por eso la razón vital incluye tanto la historia como la sociedad, que forman parte inseparable de nuestra circunstancia. Ortega defiende una síntesis entre la racionalidad y la vida, un pensamiento que no ignore ni la experiencia vital ni la necesidad de comprenderla con rigor.

4. Perspectivismo y Raciovitalismo

Para Ortega, cada individuo, pueblo o época histórica ofrece una perspectiva única sobre la realidad. Esta visión múltiple no es un obstáculo, sino una riqueza: la verdad se alcanza mediante la integración de las distintas perspectivas, ya que cada una aporta una parte necesaria del todo. Esta es la base del perspectivismo orteguiano.

El perspectivismo no se limita a la percepción visual, sino que abarca dimensiones más profundas como el conocimiento, los valores y las creencias. Cada vida tiene su propia forma de interpretar el mundo, determinada por su historia, su cultura y su posición vital. Ortega critica la idea de una razón única y absoluta, que pretenda ser válida para todos los tiempos y lugares. La verdadera razón, sostiene, debe ser vital e histórica.

El raciovitalismo es la culminación de su pensamiento. Ortega propone una nueva forma de racionalidad, que parte de la vida concreta del ser humano. La razón vital no niega la objetividad, pero afirma que solo puede alcanzarse desde la experiencia individual e histórica. Pensar es vivir, y vivir es siempre hacerlo desde una circunstancia única e irrepetible.