Los Borbones en España

Felipe V «el Animoso» (1700-1746)

La Guerra de Sucesión a la Corona Española (1701-1714) se inició al ser elegido Felipe de Anjou. Los Borbones ganaban influencia en Europa, y la percepción de que Luis XIV actuaba como si España fuera suya facilitó la constitución, en 1701, de la Gran Alianza de La Haya, integrada por Inglaterra, Holanda, Austria y otros pequeños estados. El objetivo de los aliados era expulsar a Felipe de Borbón de España y proclamar rey a Carlos de Austria. Se luchó en varios frentes, y en los primeros años las derrotas borbónicas se sucedieron una tras otra. En España, la situación para Felipe V se complicó cuando los territorios de la Corona de Aragón decidieron aclamar al archiduque Carlos como rey, y la guerra exterior se convirtió en civil. En 1704, los ingleses se apropiaron del Peñón de Gibraltar. La causa de Felipe V parecía perdida, pero la fidelidad del pueblo castellano lo mantuvo en el trono. En 1707, tuvo lugar la decisiva Batalla de Almansa, cuya victoria permitió a los borbónicos recuperar Valencia. Otra vez la situación se puso difícil en 1710, cuando Carlos volvía a entrar en Madrid. Los Tratados de Utrecht (1713) y Rastatt (1714) pusieron fin al conflicto y significaron el fin del Imperio español en Europa. Felipe V era reconocido como rey de España y las Indias. En España, en medio de la indiferencia de las potencias, un ejército franco-español llevó Barcelona hasta su rendición el 11 de septiembre de 1714.

Los Decretos de Nueva Planta son una consecuencia directa de la Guerra de Sucesión a la Corona Española. Felipe V aprovechó la situación para abolir la legislación y el sistema político de los territorios de la Corona de Aragón, imponiendo el modelo castellano. Estos decretos se aplicaron en Valencia y Aragón (1707), Mallorca (1715) y Cataluña (1716).

Felipe V, en su primer matrimonio con María Luisa de Saboya, tras enviudar, contrajo matrimonio con Isabel de Farnesio.

Los Pactos de Familia

En 1733, estalló la Guerra de Sucesión de Polonia. España y Francia lucharon unidas contra Austria, firmando el Primer Pacto de Familia (1733). Al finalizar la guerra, el infante Carlos se convirtió en rey de Nápoles y Sicilia. En 1740, estalló la Guerra de Sucesión de Austria y con ello el Segundo Pacto de Familia (1743). La guerra finalizó en 1748, y el infante Felipe fue reconocido duque de Parma.

Fernando VI «el Prudente» o «el Justo» (1746-1759)

Felipe V, en 1724, abdicó en su hijo Luis I, quien falleció de viruela a los pocos meses. Al fallecer este, le sucedió Fernando VI, casado con Bárbara de Braganza. Su reinado estuvo marcado por la labor de su ministro, el marqués de la Ensenada, quien impulsó importantes reformas interiores. Quiso aplicar una reforma fiscal, introduciendo un nuevo y único impuesto proporcional a la riqueza llamado Catastro de Ensenada (1749), un censo de la riqueza de cada contribuyente, pero su aplicación fue impedida. Durante su mandato, se persiguió al pueblo gitano y se firmó en Roma el Concordato de 1753.

Fernando VI y la reina eran de talante pacífico, por lo que cuando estalló la Guerra de los Siete Años (1756-1763), España se mantuvo neutral. En ella se enfrentaron Francia y Gran Bretaña. Fue un conflicto muy importante que decidía el fortalecimiento colonial de uno u otro país, pero España no participó en ella. En 1758 falleció Bárbara de Braganza, y Fernando VI murió en agosto de 1759.

Carlos III «el Político» o «el Mejor Alcalde de Madrid» (1759-1788)

Al fallecer Fernando VI, le sucedió Carlos III, quien era rey de Nápoles. Dejó el cargo a uno de sus hijos y regresó a España, donde impulsó múltiples reformas y fue considerado un ejemplo del despotismo ilustrado y un rey «decente».

Política Exterior

Seguía abierta la Guerra de los Siete Años, y Gran Bretaña venía derrotando a Francia. España, sin embargo, decidió incorporarse a ella firmando con Francia el Tercer Pacto de Familia (1761). Se buscaba la recuperación de Gibraltar y Menorca, pero no se logró. Se firmó la Paz de París en 1763, muy favorable a Gran Bretaña. Francia perdió Canadá y posesiones en la India, y España cedió Florida a Gran Bretaña. A cambio, Francia entregó Luisiana a España.

En 1776, estalló la Guerra de Independencia de las Trece Colonias Norteamericanas. España apoyó a los colonos. Finalizó con la derrota británica, firmándose la Paz de Versalles en 1783. España, a su vez, recuperó Florida y la isla de Menorca.

Política Interior

El Motín de Esquilache

Cuando Carlos III se convirtió en rey de España, trajo consigo ministros italianos, entre ellos a Esquilache, quien protagonizó un programa de reformas urbanísticas y de libertad de comercio de granos. En Madrid, introdujo la medida de cambiar la forma de vestir, prohibiendo los sombreros anchos y las capas largas. El pueblo de Madrid se rebeló, y el monarca dio marcha atrás, destituyendo a Esquilache. A Carlos III le impresionó el motín. Se pensaba que no había sido espontáneo e investigó, llegando a la conclusión de que los instigadores de la revuelta habían sido los jesuitas. Carlos III hizo todo lo posible por igualar a Madrid con el resto de capitales europeas, por ello fue apodado «el Mejor Alcalde de Madrid».

El Conde de Aranda

Se convirtió en el gobernante más influyente. Se tomaron medidas de repoblación de territorios despoblados. Se fundaron unas veinte poblaciones, estableciéndose la capitalidad en La Carolina.

El Conde de Floridablanca

A partir de 1776, manteniéndose hasta el final del reinado, figuró al frente del gobierno el Conde de Floridablanca. El gobierno, al ampliar sus gastos, decidió emitir deuda pública, cuyas consecuencias sobre la economía española fueron nefastas. Para asegurar esta operación, se creó en 1782 el Banco de San Carlos, encargado de abonar los intereses de los vales y su amortización. Para activar el comercio exterior y fomentar el desarrollo, durante esta etapa se desarrollaron las Sociedades Económicas de Amigos del País, que impulsaron reformas en la agricultura, la industria y el comercio. Carlos III murió el 14 de diciembre de 1788, tras 29 años de reinado.

La Crisis de 1808 y la Guerra de Independencia

La Crisis de 1808

Fue un momento delicado para la península Ibérica. Desde noviembre de 1792, Manuel Godoy acaparó un poder sin límites, artífice de una política de aproximación a Francia a través de diversos tratados que tendrían nefastas consecuencias, entre otras, el enfrentamiento con Inglaterra, enemigo irreconciliable de Napoleón (recordemos la derrota de la flota hispano-francesa en Trafalgar en 1805).

El Motín de Aranjuez y la Caída de Godoy

Napoleón decidió quitarse la «espina inglesa» a través del Decreto de Bloqueo Continental (noviembre de 1806), que prohibía todo comercio del continente europeo con Inglaterra y así provocar la ruina de la industria inglesa. Para hacer efectivo el bloqueo en Portugal, Napoleón firmó con España el Tratado de Fontainebleau (octubre de 1807), que autorizaba al ejército francés a atravesar España camino de Portugal, más un tratado secreto de partición de Portugal: una parte sería para Francia, otra para España y la tercera un principado personal para Godoy. Las tropas francesas acabaron con la resistencia portuguesa. La situación interior de España era favorable a los planes de Napoleón, quien preparó un golpe: el Motín de Aranjuez, entre el 17 y 19 de marzo de 1808, que provocó la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando VII.

Las Abdicaciones de Bayona

La caída de Godoy y la elevación al trono de Fernando VII agravaron la crisis de la monarquía borbónica española. Esto favoreció los planes de Napoleón, quien logró atraer a la Familia Real a Bayona. Allí obtuvo las abdicaciones de los monarcas Carlos IV y Fernando VII. Napoleón entregó el reino de España a su hermano José I Bonaparte. De ahí se inició la Guerra de Independencia (1808-1813), que comenzó con el levantamiento del pueblo de Madrid el 2 de mayo de 1808.

El Levantamiento contra los Franceses

El 2 de mayo de 1808, en Madrid, surgió un choque contra el ejército francés debido a su conducta. Los militares tenían la orden de no intervenir contra los franceses, pero los capitanes Luis Daoíz y Pedro Velarde desobedecieron las órdenes y se unieron a la rebelión. El ejército francés, con 30.000 hombres, reprimió el levantamiento popular. Frente a la actitud de la Junta de Gobierno, que Fernando VII había dejado antes de dirigirse a Bayona y que abogaba por colaborar con las tropas francesas, la reacción popular fue distinta. La renuncia de Fernando VII «el Deseado» se interpretó como impuesta por la fuerza, y la rebelión se extendió por todas las ciudades del país.

Poder Oficial y Poder Popular: La Monarquía de José I Bonaparte

El nuevo rey, José I Bonaparte, fue recibido. Napoleón quiso presentarse como regenerador del pueblo español. Para dar fuerza a su proyecto, convocó en Bayona a eclesiásticos, nobles y militares para elaborar una constitución que nunca estuvo vigente y que desembocó en la aprobación del Estatuto de Bayona, en realidad una carta otorgada. El nuevo rey llegó a Madrid en julio de 1808. No fue un monarca popular, y su personalidad se alejaba de la imagen que los españoles tenían de él, apodándole «Pepe Botella». Contó con el apoyo de viejos ilustrados, los «afrancesados».

Más tarde, para organizar la resistencia y dotar de un gobierno central al país, se constituyó una Junta Suprema Central. Primero residió en Aranjuez, luego se retiró a Sevilla y, por último, a Cádiz, donde terminó disolviéndose (enero de 1810), pasando el poder a un Consejo de Regencia.

La Guerra de la Independencia Española (1808-1813)

Primera Fase: Éxitos Iniciales (Junio-Noviembre de 1808)

Esta fase tiene lugar entre los meses de junio y noviembre de 1808. Tras el fracaso del levantamiento de Madrid, los soldados franceses se centraron en los alzamientos urbanos que se habían extendido por las ciudades más importantes. Tuvo lugar el primer sitio de Zaragoza. El hecho más destacado de esta primera fase de la guerra fue la Batalla de Bailén (Jaén), donde un ejército francés dirigido por el general Dupont fue derrotado el 19 de julio por un ejército español comandado por el general Castaños. La derrota de Bailén tuvo una doble repercusión:

  • Por primera vez era derrotado un ejército napoleónico.
  • Como consecuencia, José I abandonó Madrid y las tropas francesas se retiraron al norte del Ebro.

Napoleón, para vengar esta derrota, decidió entrar personalmente en España al frente de un poderoso ejército: la Grande Armée.

Segunda Fase: Dominio Francés y Resistencia Guerrillera (Noviembre de 1808-Primavera de 1812)

Esta fase se caracteriza por la reacción francesa ante la derrota de Bailén y sus consecuencias. El emperador francés, al frente de la Grande Armée, entró en España en noviembre de 1808. En diciembre tomó Madrid, donde volvió a colocar a su hermano como rey. Napoleón abandonó España dejando un fuerte ejército bajo la dirección del general Soult.

En otro extremo peninsular, Zaragoza cayó en poder de los franceses (febrero de 1809), y también Gerona (diciembre de 1809). El ejército español fue derrotado en la Batalla de Ocaña por el rey José I, lo que permitió el dominio de Andalucía, que fue ocupada, excepto Cádiz. Cádiz, abastecida desde el mar por los ingleses, quedó libre durante toda la guerra, lo que permitió la elaboración de la primera Constitución española en 1812.

Hecho decisivo en esta fase de la guerra fue la acción de los guerrilleros, algunos centenares de combatientes. Hostilizaban los destacamentos franceses, desorganizaban su retaguardia y les causaban todas las bajas posibles. Conocían el terreno y contaban con la complicidad de las poblaciones. Entre los jefes de guerrillas destacan Francisco Espoz y Mina, el Cura Merino y Juan Martín Díaz «el Empecinado», entre otros muchos, cuya aportación al éxito final de la guerra fue valiosa.

Tercera Fase: La Ofensiva Final Anglo-Española y Consecuencias (Primavera de 1812-Agosto de 1813)

Esta fase se inició en la primavera de 1812. Napoleón se vio obligado a retirar de España una parte muy importante de sus tropas para engrosar la Grande Armée que se preparaba para la invasión de Rusia. El debilitamiento de las tropas francesas fue aprovechado por las tropas anglo-portuguesas y españolas bajo el mando del Duque de Wellington, quien dirigía el ejército inglés que había desembarcado en Lisboa en 1809.

En 1811, Wellington inició una nueva ofensiva desde Lisboa, tomando Ciudad Rodrigo (enero de 1812) y Badajoz. Wellington triunfó en la Batalla de Los Arapiles (Salamanca, julio de 1812). Napoleón retiró más hombres para asegurar la defensa de Francia. En la Batalla de Vitoria (junio de 1813), los franceses fueron derrotados y José I se vio obligado a cruzar la frontera. Soult, ocupando San Sebastián y Pamplona, fue derrotado en la Batalla de San Marcial (agosto de 1813) y también tuvo que pasar a Francia. En diciembre de 1813, Napoleón firmó el Tratado de Valençay, por el que Fernando VII era repuesto en el trono y se ponía punto final a la guerra.

Consecuencias de la Guerra

Los efectos de la guerra fueron desastrosos para España:

  • Hubo medio millón de muertos.
  • Ciudades como Zaragoza, Gerona o San Sebastián quedaron arrasadas.
  • Se destruyeron edificios y monumentos artísticos, y muchas obras fueron robadas por los franceses.
  • El comercio cayó en picado.
  • El campo quedó arrasado.
  • La Hacienda quedó todavía más arruinada.
  • Además, la guerra afectó al proceso de independencia de la América española.