Paradigmas Sociológicos en Educación: Funcionalismo, Marxismo y Acción Social
La Sociología de la Educación: Paradigmas Teóricos Fundamentales
1. Principales Paradigmas Teóricos Actuales
La sociología de la educación se nutre de diversas corrientes teóricas que buscan explicar la relación entre la sociedad y el sistema educativo. A continuación, exploraremos los paradigmas más influyentes en la actualidad.
1.1. El Paradigma del Funcionalismo
El Funcionalismo, con precursores como Auguste Comte y Émile Durkheim, es uno de los paradigmas dominantes, especialmente en Estados Unidos. Para el funcionalismo, la sociedad es concebida como un sistema complejo compuesto por diferentes partes o instituciones que encajan entre sí y que se encuentran en un constante equilibrio. Desde esta perspectiva, nuestras vidas están guiadas por las estructuras sociales, que actúan como las vigas de un edificio, estableciendo pautas de relaciones sociales a las que nuestro comportamiento se ajusta.
Las estructuras sociales, según el funcionalismo, cumplen una serie de funciones sociales, contribuyendo al funcionamiento y la estabilidad de la sociedad; por ejemplo, la familia. Comte se preocupó por identificar los elementos que inciden en la integración social, mientras que Durkheim se centró en analizar la conciencia colectiva. Ambos buscaron los mecanismos que mantienen unida a la sociedad.
El funcionalismo tuvo una gran repercusión en la antropología, influyendo en los primeros antropólogos del siglo XIX. Esto se debe a que la antropología estudia sociedades más simples o tradicionales, donde es más fácil apreciar las funciones de las estructuras sociales. Sin embargo, sociólogos norteamericanos como Talcott Parsons, influenciados por Durkheim, adaptaron el funcionalismo al estudio de las sociedades industriales. Según Parsons, la sociedad es un sistema que tiende al equilibrio y a la supervivencia. Por lo tanto, al estudiar las sociedades industrializadas, es crucial identificar las tareas o requisitos que estas deben satisfacer para sobrevivir y las formas en que lo logran.
R.K. Merton y la Reformulación de la Función Social
Dentro de esta tradición funcionalista, Robert K. Merton es uno de los sociólogos más importantes en la actualidad. Merton reformuló el concepto de función social, considerando que las pautas sociales pueden tener consecuencias y funciones muy distintas para los diferentes individuos. Por ejemplo, el modelo tradicional de familia puede tener consecuencias positivas para los hijos y el marido (al tener la esposa en el hogar), pero negativas para las mujeres, quienes sacrifican ciertas aspiraciones.
Merton señala que las personas que formamos parte de una sociedad no siempre somos conscientes de las funciones o consecuencias de nuestras acciones al participar en una estructura social. Por ello, distingue entre:
- Funciones manifiestas: Son las consecuencias de nuestras acciones que son intencionadas y reconocidas por nosotros mismos.
- Funciones latentes: Son las consecuencias desconocidas y no intencionadas de una acción social.
A diferencia de Comte y Durkheim, Merton argumenta que no todas las consecuencias de nuestras acciones son funcionales o positivas. También existen las disfunciones sociales, que son aquellas consecuencias negativas de nuestras acciones que pueden trastocar el equilibrio de la sociedad.
1.2. El Paradigma Marxista
Dentro de este paradigma se agrupan diversas teorías sociológicas que analizan la sociedad desde el punto de vista de la desigualdad, el conflicto y el cambio social. Este enfoque es la otra cara de la moneda, siendo contrario al Funcionalismo.
Los marxistas estudian la fragmentación y los conflictos sociales como una consecuencia directa de la desigualdad social. Por lo tanto, se centran en analizar las causas y los efectos de las desigualdades económicas (las clases sociales), así como las desigualdades por razón de género (la Teoría Feminista participa de este paradigma) y las desigualdades de etnia entre mayorías y minorías étnicas.
Para este paradigma, las estructuras sociales no contribuyen a que las sociedades funcionen como un todo armonioso; al contrario, perpetúan la distribución desigual de los recursos económicos y políticos entre la población. Por esta razón, el paradigma marxista suele resaltar las relaciones de dominación que enfrentan a los diferentes grupos sociales. Un ejemplo claro es la relación de dominación entre unos países y otros.
También se centra en analizar las estrategias que utilizan los dominadores para mantener su posición y los dominados para mejorar la suya. Por ejemplo, las dinámicas de poder en el ámbito universitario.
La sociología del conflicto nos ayuda a entender cómo las desigualdades y los conflictos que estas generan tienen sus raíces en la organización de la sociedad. Muchos sociólogos de este paradigma se limitan a describir y explicar cómo funcionan las sociedades, pero otros también tienen como objetivo reducir esas desigualdades y tienden a involucrarse en la acción política, participando en determinadas organizaciones.
1.3. El Paradigma de la Acción
Mientras que el Marxismo y el Funcionalismo tienen una orientación macrosociológica (estudian las grandes estructuras sociales), el paradigma de la acción tiene una orientación microsociológica. Este enfoque estudia las interacciones entre las personas en los diferentes contextos sociales. Por ejemplo, si los paradigmas marxista o funcionalista estudian la familia o la educación como instituciones, el paradigma de la acción se encarga de estudiar las relaciones interpersonales dentro de un aula.
El paradigma de la acción analiza cómo se orientan y actúan las personas en sus relaciones con otras, y qué significados se van creando como consecuencia de esas interacciones. Es decir, cómo las personas otorgan significado a los comportamientos de los demás. Desde esta perspectiva, las acciones de los individuos y el significado que dan a esas acciones van configurando la sociedad.
Interaccionismo Simbólico
Dentro de este paradigma se encuentra el Interaccionismo Simbólico, una corriente teórica desarrollada por el filósofo George Herbert Mead. Este autor explica cómo las personas construyen su propia identidad y se definen a sí mismas a través de las interacciones con otras personas. La sociedad es, por lo tanto, el resultado de las interacciones cotidianas de las personas que van definiendo o dotando de significado al mundo que les rodea. En esencia, la sociedad se construye a través de nuestras interacciones.
Análisis Dramatúrgico
Otro enfoque relevante es el Análisis Dramatúrgico de Erving Goffman. Goffman señala que las personas somos como actores que, al igual que en una obra de teatro, tenemos que desempeñar un papel social y hacerlo creíble. Por lo tanto, en función del contexto social en el que nos desenvolvemos, desempeñamos ese papel.