El Nacionalismo Catalán y las Bases de Manresa de 1892: Origen y Propuestas Clave
El Nacionalismo Catalán y las Bases de Manresa (1892)
1. Clasificación del Documento
Nos encontramos ante una sucesión de artículos de las Bases de Manresa, un proyecto de Constitución Regional Catalana. Se trata de un texto de fuente primaria, pues es coetáneo a los hechos que narra, y de tipo circunstancial, ya que emana de un proceso histórico: el surgimiento del nacionalismo catalán y su entrada en la política. Tiene, por tanto, carácter político e ideológico. No es jurídico, pues, aunque sea un proyecto de constitución, no lo emite un poder nacional y no tiene valor legal. Fue firmado en Manresa (Barcelona) el 27 de marzo de 1892. Su autoría es colectiva, correspondiendo al partido Unió Catalanista (formado por la Lliga de Catalunya y otras entidades), aunque su principal redactor fue Enric Prat de la Riba. Estas bases se sitúan en el contexto de la Restauración, con la aparición de los movimientos nacionalistas y regionalistas, que reclamaban la importancia de su cultura, su autonomía y, en algunos casos, su independencia. La finalidad del texto es dotar a Cataluña de una Constitución Regional que la encamine hacia un autogobierno. Su destinatario es público y de alcance nacional: la totalidad de los catalanes y también el resto de españoles.
2. Fundamentos de las Bases de Manresa
Para una mejor comprensión del texto, es necesario definir algunos términos clave:
- Nacionalismo: Ideología que atribuye entidad propia y diferenciada a un territorio y a sus ciudadanos, y en la que se fundan aspiraciones políticas muy diversas, en este caso, en Cataluña.
- Somatén: Cuerpo catalán de carácter parapolicial y de autoprotección civil, separado del ejército para la propia defensa.
- Mossos d’Esquadra: Policía autonómica de Cataluña.
La idea principal del texto es la intención de dotar a Cataluña de una Constitución para permitir su autogobierno y conseguir la autonomía. Las ideas secundarias se suceden a lo largo del articulado. Este proyecto constaba de 16 bases, de las cuales se comentan aquí 7.
En la Base Tercera se establece que la única lengua oficial que podrá ser utilizada en Cataluña es el catalán, lo que implicaba una restricción del uso del español en el ámbito oficial. Siguiendo este camino “antiespañol”, la Base Cuarta indica que solo los catalanes (de nacimiento o por naturalización) podrán ejercer cargos públicos en Cataluña. En la Base Séptima se asienta el pilar de la autonomía: el poder legislativo catalán y la potestad para crear leyes no dependerán del Congreso Nacional, sino de las Cortes Catalanas.
Las Bases Duodécima y Decimotercera se refieren a la defensa de Cataluña. La primera establece que se formará un ejército catalán, tanto marítimo como terrestre, ya sea con voluntarios o con soldados remunerados. La segunda asigna el mantenimiento del orden en Cataluña al cuerpo paramilitar del Somatén y a la policía autonómica, los Mossos d’Esquadra.
En la Base Decimoquinta, el deseo de autonomía se extiende a la educación, que estará regida por Cataluña y no por el Estado central. Por último, la Base Decimosexta también separa el poder ejecutivo del central, estableciendo que esta Constitución y todas las necesidades sociales catalanas estarán bajo la protección del poder ejecutivo catalán.
3. Contexto Histórico y Evolución del Catalanismo
Durante el Sexenio Democrático (1868-1874) y la Primera República (1873-1874), al amparo de derechos como el de reunión y asociación (consagrados en la Constitución de 1869), emergieron diversos movimientos nacionalistas y obreros. En 1874, el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto proclamó rey a Alfonso XII, dando inicio a la Restauración. Este régimen no integró a las formaciones políticas no dinásticas, pues el sistema canovista era cerrado y monopolizado por la oligarquía. En él solo tenían cabida los dos grandes partidos (Conservador y Liberal), excluyendo las aspiraciones de las clases medias y populares, así como los intereses de las regiones y nacionalidades periféricas, como Cataluña. Estos grupos fueron reprimidos y marginados; sin embargo, nunca cesaron en su organización.
El republicanismo, con la Unión Republicana, constituyó el movimiento de oposición más fuerte. El movimiento obrero, dividido en socialistas y anarquistas, también tuvo una presencia significativa. En cuanto a los nacionalismos, el catalán no fue el único; el vasco también cobró importancia, siendo incluso más radical en sus planteamientos. Los regionalismos más destacados fueron el gallego, el andaluz y el valenciano, todos ellos reivindicando la idiosincrasia de su cultura y lengua.
Para comprender el movimiento autonomista catalán, es preciso remontarse a 1830, con la aparición de la Renaixença, un movimiento cultural que defendía la historia, la literatura y la lengua catalanas. Durante la Primera República, el catalanismo transitó de una reivindicación cultural a una política, con figuras como Pi i Margall sentando las bases de un posible Estado federal catalán. En la Restauración, Valentí Almirall retomó el impulso político y fundó en 1882 el Centre Català. Un grupo de ideología conservadora se escindió del Centre Català para fundar en 1887 la Lliga de Catalunya. Esta última presentó a la regente María Cristina de Habsburgo el Memorial de Greuges (1885), con reclamaciones políticas y económicas. La Lliga de Catalunya, junto con otras entidades, conformó la Unió Catalanista, que redactó en Manresa, en 1892, el texto que nos ocupa: un proyecto de Constitución Regional Catalana.
En 1901 se creó la Lliga Regionalista (antecedente de Convergència i Unió), un partido conservador con base social en las clases medias y altas de la burguesía industrial catalana. Todas las fuerzas políticas catalanistas se unieron en el movimiento Solidaritat Catalana, que obtuvo un resonante éxito electoral en 1907. Un logro importante del catalanismo a principios del siglo XX fue la creación de la Mancomunidad de Cataluña en 1914, gracias a una ley de 1913 que permitía la agrupación de diputaciones provinciales.
4. Trascendencia y Legado de las Bases de Manresa
El texto comentado posee una gran trascendencia, al ser el primer proyecto articulado de Constitución para una región española que demandaba autonomía. La Restauración fue testigo de la eclosión de los nacionalismos y regionalismos periféricos, que, iniciados como movimientos culturales, terminaron por incorporarse activamente a la vida política. Aunque las Bases de Manresa nunca alcanzaron carácter legal, el nacionalismo catalán obtuvo diversos logros, como su notable participación electoral (con el éxito de Solidaritat Catalana en 1907) o la creación de la Mancomunidad Catalana en 1914. Posteriormente, durante la Segunda República, en 1931, se restauró la Generalitat de Cataluña como institución de autogobierno, y en 1932 se aprobó el Estatuto de Autonomía de Cataluña (conocido como Estatuto de Núria).