Comité Olímpico Internacional

El Comité Olímpico Internacional (COI), con sede en Lausana, fue creado el 23 de junio de 1894 por el Barón Pierre de Coubertin en París con el fin de revivir los antiguos juegos o…

Sus funciones incluyen:

  • Elegir los miembros del Comité Olímpico, el Presidente Honorario, miembros honorarios y miembros de honor.
  • Elegir el Presidente, Vicepresidente y todos los demás miembros del Cuerpo Ejecutivo.
  • Elegir la ciudad sede de los Juegos Olímpicos.
  • Determinar qué deportes formarán parte del calendario olímpico y cuáles no.

Carta Olímpica

La Carta Olímpica regula el Movimiento Olímpico.

Fue adoptada por el Comité Olímpico Internacional (COI) como base de sus principios fundamentales, reglas y subreglas. Sus idiomas oficiales son el francés e inglés, aunque durante las Sesiones del Comité Olímpico Internacional es traducida a alemán, español, ruso y árabe. No obstante, si hay discrepancias con el contenido del texto, se dará prioridad al escrito en francés.

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Propósitos de la Carta Olímpica

A través de la historia de los Juegos Olímpicos, la Carta Olímpica ha decidido frecuentemente el resultado de controversias olímpicas. Como fue expresado en su introducción, la Carta Olímpica sirve a tres propósitos principales:

  • Establecer los principios y valores del olimpismo.
  • Servir como reglamento del COI.
  • Definir los derechos y obligaciones de los tres constituyentes principales del Movimiento Olímpico: El Comité Olímpico Internacional (COI), las Federaciones Internacionales y los Comités Nacionales, y los Comités organizadores de los Juegos Olímpicos.

El deporte: Del culto a la inteligencia, a la cultura de masas

La importancia del deporte, entendido como fuente de salud, ha estado presente en todas las culturas. En la Grecia clásica, el deporte, además, ejercía una importante labor cultural. Alimentaba las ciencias del saber y los valores morales. Pero los tintes espirituales terminaron por dar paso a los intereses materiales. Pronto apareció la corrupción y las apuestas. Los romanos terminaron por convertir los juegos de Olimpia, y el deporte en general, en un espectáculo circense que en la sociedad actual se ha traducido en la nueva religión para las masas, el opio del pueblo.

La excusa para reunir a las mentes privilegiadas

La práctica del deporte en la Antigua Grecia no solo formaba parte de la vida cotidiana, sino que también contribuía a la formación intelectual e incluso moral de las gentes. Pensemos en los grandes Juegos, en especial los Olímpicos, que fueron un auténtico centro cultural, en el que pensadores y escritores exponían públicamente sus ideas y sus escritos. Filósofos, literatos, historiadores, pensadores, acudían a los juegos de Olimpia. Estas competiciones representaban la ocasión más adecuada para difundir sus ideas, ante la mayor cantidad de griegos que pudieran reunirse por entonces, con fines pacíficos, claro. Olimpia conoció su mayor gloria entre los 600 y 400 a. de C., cuando los Juegos fueron pasando de uno a siete días de competición. Los que asistían, venidos de distintos pueblos, mostraron mucho interés en fomentar aquella Olimpia cultural.

Connotaciones religiosas

Las competiciones deportivas griegas, enmarcadas en festivales religiosos, tuvieron un marcado carácter de culto a los dioses. Se realizaban en honor al dios Zeus, destacando también el culto al dios Apolo, representante de los ideales y de la práctica deportiva en la antigua Grecia. Así, deporte y religión fueron de la mano en la Antigüedad. Los juegos de Olimpia desprendían esa actitud ceremonial en muchas de sus actividades, por ejemplo, en la ceremonia central de los juegos, con el sacrificio de cien bueyes a los dioses. Este carácter de culto pagano de los juegos supuso una de las razones de peso por las que los primeros cristianos los rechazaron y acabaron por abolirse. Los tintes espirituales terminaron por romperse para dar paso a los intereses materiales. Pronto apareció la corrupción y las apuestas. Detrás del laurel del vencedor estaba la, nada despreciable, exención de impuestos y una pensión vitalicia.

Comienza el espectáculo…

Los valores morales fueron cayendo de los pedestales dando paso a los intereses personales. Grecia pasó a ser provincia romana, y los romanos terminaron por convertir aquellos juegos en un espectáculo circense. El deporte se convierte así en espectáculo de masas. Finalmente, Teodosio el Grande hizo triunfar definitivamente el cristianismo sobre el paganismo, prohibiendo los juegos definitivamente en el año 394 de la era cristiana. En la actualidad, el deporte ha heredado aspectos que terminaron por imponerse en el deporte clásico: la sobreestimación social y económica de los éxitos deportivos o su explotación con fines ajenos al deporte. Algo que fue ya criticado de manera sistemática por los intelectuales griegos al menos desde Jenófanes de Colofón en el siglo VI a. C., y luego por Eurípides, Sócrates, y un largo etcétera.

El deporte en la sociedad actual

Hoy algunos sociólogos, por ejemplo, llegan a entender el fútbol como la nueva religión de las masas. Un ceremonial febril cargado de fanatismos que concentra a los devotos con el único propósito de ganar una liga o trofeo. Los jugadores aparecen así como dioses de barro en el altar de una sociedad carente de otros valores morales. Convertidos en ídolos invencibles, su periplo está marcado por la ambición personal (éxito y dinero). No representan bandera alguna, sino a aquel club deportivo que ofrezca más ceros por su fichaje.